l-o-v-e

Jungkook tenía solo ocho años cuando entendió como se veía el amor.

Era una tarde cálida de verano, sus padres estaban juntos aún, y eran felices.

Visitaban el café de uno de sus autoproclamados padrinos. Un café "musical", anticuado, con esa aura cálida que todos quieren de una librería o su cafetería favorita, lleno de vinilos, cassette's, CD's y todas las colecciones de música que alguien pudiese imaginar. Desde música clásica hasta rock, desde el viejo y conocido jazz hasta lo más moderno y nuevo del k-pop.

Tenía la misma función que un café al que vas a leer, solo que era especial para los aficionados de la música. Estaba lleno de todo tipo de personas, estudiantes estresados con sus computadoras y sus auriculares intentando terminar sus trabajos con un café y media porción de alguna tarta, y señores mayores tomando un café mientras disfrutaban del vinilo del día y dejaban que la música llenará sus oídos, parejas simplemente disfrutando el ambiente, y amigos compartiendo gustos musicales.

Yoongi, su padrino y el dueño del café, estaba detrás de la barra, Jimin su otro padrino, sentado con su barbilla apoyada en sus manos, lo miraba sonriente y con atención, perdido en los expertos movimientos de Yoongi mientras preparaba el café. Aún así, ambos escuchaban la última anécdota de sus padres, quienes ya tenían cada uno su café favorito servido.

Jungkook había recibido jugo de naranja y un sanguche de jamón y queso, y lo comía con entusiasmo mientras observaba sin entender a los adultos.

En aquella época, había muy pocas cosas que Jungkook sabía con seguridad.

1 Había cosas buenas y cosas malas.

2 La escuela era aburrida.

3 Él era el Anticristo (aunque no estaba seguro de que significaba eso).

4 Sus papás eran los mejores del mundo.

Y 5 Sus padrinos eran aún mejores.

Entre las muchas cosas que no entendía, posiblemente la más intrigante de ellas era cómo un ángel y un demonio habían acabado pasando tanto tiempo juntos, al punto de volverse amigos, quizás más que eso (no estaba seguro, Yoongi y Jimin eran raros).

Era una duda honesta, desde su perspectiva, los recuerda desde siempre a su alrededor, cuidándolo, enseñándole a hacer el bien y el mal, siendo caóticos y divertidos. En retrospectiva, Jungkook se da cuenta de lo raro que es que dos extraños, aparentemente hombres, aparezcan en la vida de sus padres y que sus padres no notaran nada –valga la redundancia– raro, ahora entiende porqué sus familiares actuaban extraño frente a Yoongi y Jimin, no era sólo porque ellos eran raros sino porque entre las cosas que Jungkook podía hacer, una de ellas había sido que sus padres no sintieran extrañeza antes sus repentinos amigos.

Aunque claro, en ese momento no sabía que eso era obra suya.

Aquella tarde, Jungkook sólo observaba, inusualmente callado, al demonio reírse junto al ángel de las anécdotas de sus padres. Nadie aparte de Jungkook sabía que Jimin era en realidad un demonio que había pasado seis mil años en la tierra haciendo de las suyas, ni que Yoongi era en realidad un ángel, que también tenía seis mil años en el mundo haciendo milagros. Se sentía bien ser el único que sabía. Se sentía especial.

También sabía, por las miles de historias que le contaban sus padrinos, que ellos se conocían desde el primer momento que tocaron la tierra, cuando se encontraron por primera vez en el Jardín del Edén.

Jungkook no sabía qué era eso, pero sí sabía que (por lo que le contaron) Jimin y Yoongi estaban en bandos opuestos y que al principio no eran muy amigos, pero después de encontrarse una y otra vez por el mundo, uno casi que se vuelve amigo de su enemigo por costumbre.

Jungkook pensó en eso mientras miraba los ojos de Yoongi desviarse a Jimin una y otra vez mientras seguía la charla. Aunque tenía los anteojos de sol puestos, Jungkook sabía que Jimin estaba mirando solo a Yoongi. Probablemente el único otro conocimiento seguro que tenía a sus tiernos 8 años. Adquirido obviamente de tanto observarlos.

La campana de la puerta sonó, dos chicas entraron de la mano al lugar, y se dirigieron a una mesa como si lo hubieran hecho muchas veces.

Y al parecer así era, ambas saludaron a Yoongi y Jimin, quien obviamente pasaba la mayor parte de su tiempo en el café de Yoongi.

Yoongi no tardó en prepararles algo.

Entre otra de las cosas que JungKook no entendía, una de ellas era, porqué Yoongi no usaba su magia para hacer el café. Yoongi le había dicho que la magia estaba en prepararlo él mismo. Para Jungkook eso era ridículo; hacerlo con magia debía ser muchísimo más divertido. Jimin estaba de acuerdo con él, pero después iba y hacía cosas como ayudar a Yoongi a cocinar cortando las verduras una por una con cuchillo en vez de chasquear los dedos para que se cortaran solas.

–Y ayer fue nuestro aniversario, así que pensamos en hacer un viaje este fin de semana para celebrar– Jungkook despertó de su ensoñación cuando escuchó a su madre. Un viaje sonaba divertido.

–Esperen, ¿ayer fue su aniversario? –preguntó Yoongi mirándolos entre sorprendido y confundido. Sus padres sonrieron tomándose de las manos.

–¿Y por qué no avisan? ¡Hubiéramos preparado algo para celebrar! –dijo Jimin.

–Alto a todo. Y manos fuera del café. Voy por un champagne –sentenció Yoongi.

Su padre se rió. –Yoongi sshi son las cinco de la tarde.

–¿Y qué importa? Siempre es buen momento para un brindis –afirmó alejándose de la barra. –Querido, pon algo de música –le indicó a Jimin, quien enseguida se levantó.

–Tengo la canción ideal– sonrió Jimin y se dirigió a una caja de vinilos, revolvió hasta que encontró el que buscaba, para luego volverse al tocadiscos.

Yoongi volvió con una botella de champagne en una mano y unas copas en la otra. –Jungkook, ven aquí– le llamo mientras abría la botella con la facilidad de quien lo ha hecho mil veces. –¿Qué quieres tomar para hacer el brindis?

Jungkook miró el líquido burbujeante que todos parecían disfrutar en todos lados, incluso en las pelis.– ¿Puedo tomar eso? --señaló el champagne. Yoongi negó con la cabeza sonriendo.

–Déjalo que pruebe –dijo Jimin mientras terminaba de acomodar el tocadiscos, con una sonrisa que, para Jungkook, se parecía a la de los villanos dementes de sus series favoritas, una sonrisa que era muy común en Jimin sobre todo cuando Jungkook estaba por hacer algo que no iba a disfrutar.

–Definitivamente no –dijeron Yoongi y su mamá antes de que él mismo pudiera negarse, por una cuestión de autopreservación. Eso no evitó que le mostrase su lengua a Jimin.

–¿Por qué no? –preguntó de igual forma.

–Cuando seas mayor de edad, podrás beberlo. Mientras tanto, nada de alcohol para ti –dijo su padre. Jungkook aceptó a regañadientes, pero interiormente aliviado. Era bueno conocer las expresiones de JiMin, así uno podía saber cuando estaba por hacer algo estúpido. Luego recordó la existencia de su refresco de banana favorito y se olvidó por completo del champagne.

De pronto música comenzó a sonar, en ese entonces Jungkook no lo sabía, pero la elección de Jimin era nada más y nada menos que L-O-V-E de Nate King Cole, reproduciéndose alegremente en el tocadiscos y a través de los parlantes del salón, lo suficientemente para que se escuche, pero no tanto como para molestar a quienes estaban conversando o estudiando o leyendo o escuchando su propia música.

Todos agarraron sus vasos, y Jungkook los imitó. –Por muchos años más– celebró Yoongi.

–Y por muchas más anécdotas– Jimin se bajó los anteojos apenas lo suficiente para dedicarles un guiño. Sus padres rieron con algo parecido a la timidez, y agradecieron.

Chocaron sus copas y bebieron. Y de pronto Jimin tomó la mano de su madre, –¿Qué es una celebración sin baile? –y la guió a un pequeño espacio donde no había mesas, y entre risas comenzaron a bailar. O bueno, algo así.

Su madre se reía con sus brazos alrededor del cuello de Jimin y este con las manos en su espalda la hacía girar tontamente. Yoongi sólo sonreía negando con la cabeza y su padre les celebraba la tontería. Hasta que Jimin lo miró y le dijo –No creas que te salvas, dulzura– y lo arrastró para hacerlo girar también. Y finalmente, unió sus manos y los invitó a bailar.

L is for the way you look at me

Jungkook vio la sonrisa con la que sus padres se abrazaban. Y luego vio a Jimin alegremente alejar a una chica de su computadora para hacerla bailar.

O is for the only one I see

Una de las otras pocas cosas de las que Jungkook estaba seguro que sabía, era que el café de Yoongi era un lugar especial. La gente no sólo iba por el café y la música. El confort y la calidez del lugar no eran sólo una sensación, eran el lugar. Yoongi y Jimin tenían eso, por más que se suponía que eran fuerzas opuestas, sus energías hacían del café un lugar cómodo, amigable, social. De relajación y diversión.

Cuando vieron a Jimin invitar a bailar a la muchacha, todos comenzaron a levantarse para bailar, entre amigos y amigas, parejas y desconocidos, la alegría simplemente inundó todo. Jungkook lo notó. La picardía irresponsable de dejar un trabajo a la mitad para ponerse a bailar con un desconocido, la ternura de ofrecerle la mano a tu pareja y grabar en la memoria una danza desprolija pero alegre, lo divertido de un trío de amigos intentando bailar un vals todos juntos al mismo tiempo.

V is very very extraordinary

Y fue entonces que los engranajes de su pequeña cabeza empezaron a funcionar. Mirando a la gente sentirse envuelta por la alegría sinvergüenza de Jimin y la calidez cómoda de Yoongi, Jungkook pudo ver porque la gente amaba venir al café de Yoongi.

Yoongi le ponía tanto esfuerzo a su pequeño lugar, y Jimin lo llenaba de energía, y ambos lo hacían rebozar de amor.

E is even more than anyone that you adore can love

Vio cómo se veía el amor entre amigos.

También vio el amor entre sus padres.

Pero el más impresionante fue ver a Jimin quitarse los anteojos para invitar a bailar a Yoongi, ya sin ocultar sus ojos de serpiente. Y Yoongi aceptó, tomando su mano y colocando la otra en su cintura mientras sonreía con un cariño y una ternura que tenía milenios de existir e ir creciendo..

Mientras el estribillo se repetía, Jungkook entendió que era así cómo se veía el amor. Lleno de cariño, un poco caótico, y rebosante de compañía, y de Yoongi y Jimin mirándose como si no existiera nada más en el mundo. Como si solo bastara una copa de vino, un café y un poco de música. y estar juntos, para ser felices por el resto de la humanidad.

Y ahora, con 18 años, con los cuatro jinetes del apocalipsis frente a él y diez millones de ángeles y diez millones de demonios esperando que el le de inicio a la guerra que definirá si triunfa el bien o el mal, Jungkook solo puede recordar esa tarde, en especial esa mirada.

Sólo puede pensar en Yoongi y Jimin, viviendo miles de años en la tierra entre humanos, casi convirtiéndose en ellos, amando tanto su pequeño planeta y a la humanidad y el uno al otro, que están dispuestos a traicionar a sus bandos.

Recuerda también las anécdotas, Yoongi ayudando a crear la penicilina, Jimin ayudando a generar la.guerra civill, ambos decidiendo no seguir formando parte de las decisiones humanas, y ambos decidiendo poner un café musical, uniendo aquellas dos cosas que más habían llamado su atención de los humanos.

Miro a los jinetes, Hambre, Guerra, Contaminación y Muerte, al príncipe del infierno, al arcangel Gabriel, líder del ejército y mensajero de Dios y el arcángel Miguel, cabecilla de la armada angelical. Parpadeó, suspiró y dijo: "No tengo tiempo para esto ".

Belcebú lo miró horrorizado. "No puede simplemente no tener.tiempo para esto, niño", dijo mientras a su lado Gabriel ponía una mano en su pecho como si hubiese escuchado la peor grosería de su purista y blanquecina vida.

"Déjame a mi" el arcángel Gabriel se recompuso y miró despectivo al príncipe del infierno. "Niño, el Armagedon debe continuar. Es la única forma en que se arreglara esto del bien y el mal" dijo seriamente.

"¿Y por qué el bien y el mal me meten a mi? Tengo exámenes en dos días, y mis padrinos y yo estábamos a punto de ir a cenar por mi cumpleaños" se quejó. Cenar con Yoongi y Jimin en cada cumpleaños era una experiencia que Jungkook no planeaba perderse jamás, era simplemente tradición.

Tanto Gabriel como Belcebú miraron mal al ángel y al demonio detrás de él, y estos solo sonrieron sin pena y saludaron.

"Está escrito niño" insistió Belcebú. "El Anticristo, hijo de satanás desata el Armagedón y la guerra entre el bien y el mal según lo establecido en el plan divino para que se decida de una vez por todas qué bando es mejor".

Jungkook se masajeó la cabeza con cansancio, sabía que este día llegaría, era la única razón por la que sus padrinos habían interferido en su crianza. "A la mierda tu plan divino" dijo molesto y Gabriel (una vez más) se llevó una mano al corazón como si estuviera por darle un paro cardíaco.

Jungkook miró a sus padrinos una vez más. Sabiendo que en un primer momento, el accionar de ambos había sido puramente egoísta. Estaban demasiado cómodos en la tierra para volver a la monotonía del Cielo y el Infierno. Pero luego resultó que la vida en la tierra era un poco más complicada de lo que esperaban, y aún así aprendieron a amar el lugar, con humanos y todo.

Luego resultó que los ángeles y los demonios normales eran un poquito diferentes a Yoongi y Jimin.

"Tú padre se enterará de esto jovencito" dijo Gabriel.

"Definitivamente"Belcebú le dio la razón.

"Diganle que le.mando saludos, no ha venido a verme desde... oh, nunca" y con eso, se dio la vuelta y miró a sus padrinos "¿Nos vamos?" se dirigió al auto de Jimin, listo para ir al Ritz.

"Crees que manden a Satanás a buscarnos?" Preguntó Yoongi preocupado, mientras se subía al asiento del copiloto.

"Síp. Definitivamente. Estamos muertos" concluyó Jimin. Dramático como de costumbre.

Jungkook rodó los ojos. "¿No creen que si esta guerra fuera tan importante como ellos dicen, Dios y Satanás habrían sido los primeros en aparecer?"

Jimin lo pensó. Yoongi en cambio se volteó. "¿Tú crees que el Todopoderoso perdería su tiempo así?"

Jimin suspiró mientras abandonaba la pista de aterrizaje en la que Dios-sabe-cómo habían acabado, ignorando al ejército de ángeles y demonios entrando en crisis sin saber qué hacer.

"Nah, Satanás tampoco. Odia la burocracia y el papelerío" confirmó Jimin.

"La burocracia fue invento tuyo" le recordó Yoongi. Jungkook dirigió sus ojos a Jimin, sin poder creerlo.

"Creo que salvé al mundo.Irónico"

"¿Por tu culpa tengo que presentar papeles para todo?"

"No me mires así. Gracias a mi te dan un papel que te certifica como médico, abogado, etcétera."

Jungkook se cruzó de brazos. "Tal vez debí dejar que empiece la guerra."

Angel y demonio lo ignoraron mirando al horizonte, sus manos unidas en el regazo de Yoongi. Jungkook clavó sus ojos en sus manos recordando nuevamente las miradas de aquella tarde. "Creo que es una gran tarde para un café y un poco de Nat King Cole" murmuró finalmente.

Sus padrinos sólo sonrieron.




—LuShi 27 04 .

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