Reconciliación
—Simplemente no — Giorno dio vuelta a un panqueque que estaba en el sartén con fuerza, haciendo más obvio el enojo que estaba sintiendo en ese momento, se giró para dirigirle la mirada al contrario e hizo un gesto de molestia, le era imposible controlar uno de los dos nuevos sentimientos que habían aparecido en él—. ¿Por qué no te vas con Abbacchio?
— ¿Y tú por qué no vas con Trish? — Buccellati había perdido la paciencia, la insistencia del rubio lo había desgastado lo suficiente como para él también enojarse y sacar lo que había estado escondiendo desde hace tiempo—. Siempre están juntos, se toman de la mano y se toman fotos cada diez minutos, incluso te quedas con ella en su habitación haciendo quién sabe qué.
— ¡Bien! — Exclamó Giorno sin ganas de continuar con la discusión que habían empezado desde tan temprano, sacó el panqueque del sartén y vertió la mezcla para hacer uno nuevo, a pesar de su estado de ánimo lo que sería el desayuno para todos estaba saliendo más que bien—. Quizás nuestra relación fue un error.
— ¿Qué? — El azabache lo tomó de los hombros, haciendo que se volteara para sostenerle la mirada, sintió como la espátula que estaba usando el contrario cayó en su pie y lo sujetó con fuerza para evitar que se escapara; aquello fue la gota que derramó el vaso.
Ambos echaban chispas de todo el enojo que sentían, eran capaces hasta de terminar con la relación que habían empezado hace una semana. Buccellati estaba a punto de decirlo, de lastimarlo de aquella manera, pero al escuchar la voz de Fugo llamándolos se retractó, lo soltó para dejar que terminara con el desayuno y se fue a su habitación, sin decir nada más, sintiendo con cada paso la necesidad de ir donde el rubio y disculparse por todo.
❋ ❋ ❋ ❋ ❋
Buccellati suspiró con pesadez al ver como la discusión de la mañana había hecho que Giorno lo evitara como en el principio, poniendo excusas tontas y usando a Trish como cómplice, observó una vez más el reloj de su muñeca y echó un vistazo rápido al baño de mujeres, esperando a que Mista saliera con su disfraz para las fotos que se tomarían junto con Trish. Quería encontrar la manera de poder deshacerse de todos para tener algo de tiempo a solas con Giorno, necesitaba hablar con él, quería arreglarlo todo para no hacer más grande el asunto.
— ¡Mista! ¡¿Por qué diablos tardas tanto?! — Gritó Abbacchio lo suficientemente alto para que su voz alcanzara a llegar a dónde quisiera que estuviera el mencionado, se acercó a dónde se encontraba Buccellati esperando y recargó su espalda en la pared, ya se había cansado de estar esperando—. Maldición, debería salir del departamento así.
—Iré a echar un vistazo — Trish entró al baño de mujeres, tenía que apoyar de alguna manera ya que no había preferido omitir que ya no era necesario que alguien estuviera fingiendo ser una chica, incluso consiguió convencer a Giorno para que él tampoco dijera nada.
Buccellati quería aprovechar que finalmente Trish se le había despegado al rubio, pero se quedó dónde mismo al notar que él se dirigía hacia donde Narancia y Fugo se encontraban; no le quedaba duda alguna de que cuando se trataba de evitar a alguien, él era el mejor.
Giorno dirigió su mirada hacia donde los otros dos estaban mirando desde antes que llegara, observó los quesos que había en el mostrador y le pareció extraño que ambos estuvieran viendo algo tan trivial.
—Hey, Giorno — el azabache dirigió su mirada hacia el mencionado y señaló uno de los quesos que se podían ver a través de la vitrina del local—. ¿Te atreverías a comer ese de ahí?
— ¿No te atreverías tú? — Replicó el rubio sin mucho interés.
—Hagamos una clase de competencia — sugirió Narancia con una sonrisa dibujada en su rostro, estaba dispuesto a apostar dinero porque tenía la seguridad de que ganaría.
—Entonces los reto — Fugo entró en la conversación, interesado por la valentía que ambos estaban presentando—. Si consiguen comer toda esa rueda les pagaré la entrada a las catacumbas y la cena de esta noche.
Narancia y Giorno asintieron con la cabeza al mismo tiempo, caminaron al local siendo seguidos por Fugo y entraron dispuestos a tener una cena gratis.
Trish salió del baño y se detuvo donde los mayores esperaban con poca paciencia, ya se habían cansado de esperar bajo el sol que picaba en su piel.
—Lo siento, Mista tiene problemas con el cierre de la falda — comentó la chica un poco apenada por revelar la razón de lo que los estaba retrasando, se giró hacia el albino, pensando que él sería el indicado para ayudar a su amigo, y continuó—: Abbacchio, ¿podrías ayudarle?
El mayor chasqueó la lengua, cansado de tener que ir a ayudar a los demás cuando lo necesitaban, entró al baño de chicas sin importarle si había más gente o no y empezó a buscar a Mista.
—Volvieron a pelear, ¿no? — Cuestionó Trish tan pronto vio a Abbacchio desaparecer, su mirada cayó en los ojos turquesa del contrario y, pocos segundos después, intentó buscar a su mejor amigo con la mirada—. Me refiero a ti y a Giorno.
Buccellati se quedó callado, no estaba seguro de qué tanto podría contarle a la chica que consideraba como una rival amorosa. Primero pensó en mentirle, en decir que todo estaba bien, pero aquello lo haría por causa de los celos, por no querer mostrarle una debilidad y que ella pudiera aprovecharse.
—No sé bien qué sucede entre ustedes dos — Trish volvió a hablar al notar que el silencio del contrario iba a ser prolongado—, pero estoy segura de que son muy buenos amigos. No dejen que una tontería arruine su amistad.
El azabache asintió, de alguna manera valoraba que ella estuviera preocupada por ambos; ahora tenía que encontrar la manera de que Giorno y él pudieran estar solos por un rato.
—Te puedo ayudar si quieres — ofreció la chica con toda sinceridad, quería hacerle saber al contrario que podía contar con ella cuando lo necesitara, de alguna forma tenía que avanzar con él y demostrarle los sentimientos tenía hacia su persona—. Veré la forma en la que Giorno tenga que regresar al departamento, entonces tú sales con algo y te vas con él.
—Gracias, Trish — Buccellati no podía pedir más, era el plan perfecto si quería abordar al rubio antes de que su discusión de la mañana desembocara en algo que fuera difícil de resolver.
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Giorno entró con rapidez al departamento, se sentía realmente incómodo por el viaje en auto que tuvo que soportar con el azabache, ambos se habían quedado callados sin dirigirse la palabra; era claro que el enojo persistía en ellos y, por desgracia, su orgullo era demasiado grande como para ser él quien se disculpara primero.
—Perdón — habló Buccellati en voz alta antes de que el contrario entrara a la habitación de Trish en busca de cosas que le había pedido—, dije cosas que no quería decir — sus pasos empezaron a resonar por el pasillo en el que iba caminando hasta que llegó a tener una buena distancia entre ambos—. Me desesperé que continuaras hablando de Abbacchio, yo solo…
La voz y el rostro del azabache reflejaban arrepentimiento, nunca se imaginó que las cosas se complicarían de aquella manera, por eso tenía que buscar la manera de que ambos hablaran.
—Entiendo — el rubio se acercó a él, alejándose por completo de la puerta que daba a la habitación de Trish, lo tomó de las manos para transmitirle esa sensación de calma y sintió un bochorno en sus mejillas al percatarse que era su turno de pedir disculpas—. Yo… Yo estaba celoso, me molestó mucho verte así con Abbacchio y… No sé, fue algo extraño, yo soy el que debería…
Giorno calló rápidamente al darse cuenta que estaba a punto de revelar el otro sentimiento que apareció en él, alzó la mirada, avergonzado de que el contrario se hubiera dado cuenta de lo que iba a decir, y sintió como era acorralado contra la pared, haciéndole entender que el azabache comprendió el mensaje sin terminar.
—Así que eran celos — Buccellati lo tomó suavemente de la barbilla para que sus miradas se encontraran, descifrando en él aquel sentimiento oculto, una sonrisa pícara se dibujó en su rostro y fue acercando lentamente sus labios a la oreja del contrario—, pero hay algo más también, ¿no?
La suave y dulce voz del azabache provocó que un escalofrío recorriera el cuerpo del rubio, intentó alejarlo de él tomándolo de los hombros, pero sus fuerzas se perdieron al sentir como su oreja era mordisqueada con suavidad.
—Eso se puede arreglar — el azabache besó apasionadamente al contrario, sus lenguas se encontraron por primera vez y no dudaron en jugar, tomó sus brazos para cruzarlos por detrás del cuello y lo levantó sujetándolo de los muslos sin detener ni un segundo aquel beso.
Giorno sintió como si aquello fuera alguna clase de descarga eléctrica, no se había sentido con tanta energía como en ese momento, correspondió al beso francés sin temor y acarició con delicadeza la espalda del contrario, sintiendo en su entrepierna un bulto que crecía con el tiempo. Buccellati lo llevó cargando hasta dejarlo en la cama donde ambos dormían, se quitó la camisa para lanzarla al suelo y volvió a besar los labios del rubio como si nunca antes lo había hecho, su miembro se había levantado cuando notó el del contrario.
El azabache estaba a punto de quitarle la camisa al rubio, pero escuchó que la puerta de la entrada principal era abierta por lo que ambos tuvieron que parar en ese instante para no ser descubiertos. Aparentemente Narancia se había sentido mal por todo el queso que comió y no tuvieron de otra más que regresar.
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