Primera noche en París.

Las vacaciones de invierno ya habían llegado a la ciudad, los más avispados en la escuela tenían oportunidad de salir antes que los demás y, si las posibilidades lo permitían, saldrían a vacacionar antes de que la nieve congelara las calles y fuera peligroso salir.

Giorno ya tenía arreglada la maleta con sus artículos personales, estaba esperando en la sala de su casa a que su padre llegara para llevarlo al aeropuerto, donde se reuniría con sus demás amigos para vacacionar juntos; estaba emocionado desde que Narancia comentó que su familia tiene una casa vacacional en París, Francia, y que se la podían prestar con la condición de que sus calificaciones subieran considerablemente. Por supuesto, Passione tuvo que hacer más actividades de las que estaban acostumbrados para que los maestros le regalaran puntos extra al azabache.

La emoción del rubio no era solamente por el hecho de que pasaría unas vacaciones divertidas junto a sus mejores amigos, sino, también podría estar en la denominada "ciudad del amor" junto a Buccellati; aprovecharía el viaje para finalmente aclarar la situación en la que se encontraban, pues ninguno de los dos había dado el paso para formalizar la relación y Giorno tenía dudas en si ya eran alguna clase de pareja o simplemente personas que se gustaban mutuamente.

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La casa vacional de la familia Ghirga no era una casa en sí, en realidad era un departamento lujoso de 3 habitaciones ubicado cerca de Square Franck Bauer , a unos cuantos metros lejos de la torre Eiffel que se podía ver un poco desde el balcón que incluía dicho lugar.

El grupo Passione, juntoa Trish, habían llegado sanos y a salvo al lugar donde pasarían dos semanas antes de regresar a sus respectivos hogares; habían trabajado tanto durante el semestre que el universo permitió que tuvieran una merecida recompensa, pues era algo difícil de ver que padres le dieran permiso a sus hijos adolescentes en vacacionar lejos de su hogar únicamente con sus amigos. Buccellati había sido un importante factor que influyó en la decisión de la mayoría de los padres, pues ellos confiaban plenamente en él.

— ¿Cómo conseguiste el permiso, Trish? — Interrogó un curioso Narancia mientras llevaba las maletas de ella hacia la habitación que le correspondería, estaba feliz de que ella hubiese podido asistir al viaje, pero aún tenía esa pequeña curiosidad de cómo su padre que daba miedo le hubiera permitido algo así.

—La verdad es que el papá de Giorno lo terminó de convencer — comentó la chica un poco pensativa tras aquella interrogante, se giró para ver al rubio quién los había estado siguiendo desde que llegaron al departamento y le dedicó una pequeña sonrisa, como le estuviera agradeciendo de algún modo—. Nuestros padres se llevan muy bien, ¿no es así? — Antes de que el rubio pudiera contestar, ella alzó la vista, recordando con exactitud la conversación que había tenido con su papá—. También fue porque dije que vendría otra chica.

Todos, menos ella y Giorno, se quedaron inmóviles en el pasillo que conducía a las habitaciones, intercambiaron miradas en silencio, meditando aquello último que había mencionado, y sintieron cómo el ambiente se volvía algo más pesado de la nada; uno de ellos tendría que hacerse pasar por una chica.

—Narancia — Giorno se detuvo cuando se percató que los demás lo habían hecho, se giró para ver al mencionado y ladeó un poco su cabeza—, ¿cuál será la habitación de Trish?

— ¡Ah, sí! — Narancia corrió hasta dejar atrás al contrario, abrió una de las puertas que había y esperó a que Trish entrara al lugar—. Como Trish es la única mujer aquí, pensé que ésta debería ser su habitación

—Muchas gracias — la chica de cabello rosado se lanzó hacia la única cama que había, sintiendo cómo la suavidad de las sábanas la abrazaban tiernamente, era como si éstas estuvieran alegre de que fueran usadas por ella, y se giró para quedar boca abajo y poder ver a los chicos que seguían en la puerta—. Narancia, puedes dejar las maletas en la entrada, gracias.

El joven hizo caso a la petición de la contraria y, cuando notó que Giorno parecía que no se iría del lugar todavía, decidió salir para reunirse con los demás y verificar cómo quedarían organizados respecto a las otras dos habitaciones que quedaban.

—Trish — el rubio cerró la puerta a sus espaldas, caminó por la habitación sin dejar de ver a la mencionada, como si las decoraciones que había en el lugar no le interesara en lo más mínimo, y dejó escapar un suspiro con pesadez, como si estuviera a punto de revelar algo de suma importancia—, tu padre fue muy claro conmigo. Me amenazó con cuidarte durante todo el viaje, lo que significa que le estaré mandando reportes diarios y fotografías de los dos porque sabe que le mentiste con lo de la otra chica.

—Oh... — La contraria se encogió de hombros, avergonzada por las indicaciones que su padre le dejó a su mejor amigo, como si de una niña pequeña se tratara—. Siento los inconvenientes.

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—Entonces — Buccellati trataba de ignorar el hecho de que Giorno y Trish estuvieran encerrados solos en la habitación, se le hacía que ya llevaban horas ahí, a pesar de que ni siquiera habían transcurrido diez minutos realmente—, Abbacchio, Narancian, Fugo y yo estaremos en una habitación, como son camas grandes podemos separarnos en parejas para usarlas, mientras que Mista y Giorno usan las camas individuales de la otra habitación.

Todos asintieron en señal de aprobación, parecían estar conformes con el acuerdo que habían llegado y Bruno había sintetizado.

—Una cosa más — Mista se aclaró la garganta, queriendo llamar la atención de los demás, rascó un par de veces su mejilla con uno de sus dedos, queriendo fingir desinterés, y desvió levemente la mirada hacia el suelo—, ¿quién va a fingir ser la chica?

Todos volvieron a intercambiar la mirada en silencio, indecisos en siquiera proponer a alguien para dicha labor.

—Hagamos que sea aleatorio — sugirió Fugo al notar que nadie se atrevería a hablar, sacó su celular para abrir una aplicación que le ayudaría a elegir el nombre de quién tendría que fingir ser una chica y, una vez ingresado los nombres de los cinco, presionó el botón para después mostrar la pantalla a los demás—. Está decidido.

Giorno finalmente salió de la habitación en la que se encontraba y, antes de dar el primer paso para ir en busca de los demás, presenció una pequeña riña entre Mista y Narancia mientras que los otros tres se limitaban a observar como si de una pelea de monos se tratara.

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Un molesto Giorno se giró sobre la cama mientras abrazaba con molestia la almohada que había llevado desde casa; no le enojaba tener que compartir la habitación con Mista, lo que realmente lo tenía de ese estado de ánimo era que Buccellati compartiría la cama con el petulante de Abbacchio y, peor aún, que había sido él, el chico de quien se había enamorado, quién había tomado la decisión final sobre la organización para dormir. Dejó la almohada a un lado para después tomar su celular, Mista se había quedado profundamente dormido antes de que se diera cuenta, abrió un juego para distraer sus pensamientos un momento y bajó el volumen para no despertar a su amigo; la imaginación de que, posiblemente, en ese preciso momento Abbacchio y Buccellati estuvieran abrazados mientras dormían no lo dejaba tranquilizarse para dormir un rato.

—Giorno — un susurro que se escuchó al lado del mencionado provocó que él se estremeciera de miedo y dejara caer su celular sobre la cama—. ¿Puedo dormir contigo?

El rubio asintió torpemente con la cabeza, se hizo a un lado para que el contrario tuviera oportunidad de acostarse y no pudo evitar que un bochorno se posara en su rostro, le causaba una enorme felicidad el poder pasar la noche junto a Buccellati; aquello había eliminado por completo los pensamientos que hace un segundo rondaban su cabeza para molestarlo.

—Gracias — el azabache le dedicó una sonrisa, cubrió a ambos con la sábana que estaba a sus pies y cruzó uno de sus brazos por el costado del contrario, acercándolo lo suficiente como para que su barbilla posara en su cabeza del rubio—. Descansa, Giorno.

El menor volvió a asentir con la cabeza, no podía emitir palabra alguna por miedo a que sus nervios no le dejaran controlar el volumen de su voz, sentía como si su corazón fuera a salirse en cualquier segundo de su pecho y cerró los ojos, agradeciendo al universo por aquel momento y rogando que no fuera el último. Pensó en preguntarle por la relación que ellos dos tenían, pero tenía temor de arruinar el momento; le preguntaría mañana que fueran a la torre Eiffel.

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Próxima actualización: 20/10/2021

Muchas gracias a todos por leer!!!

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