Capítulo 1
Todo niño sueña con una familia amorosa, una madre que enseñe con palabras y un padre que proteja con acciones.
Lastimosamente no todos los niños cuentan con una familia así.
Existen niños que entre ellos forman su propia familia, sin la presencia de alguna figura paterna, simplemente son hijos sin padres. El hermano mayor: maduro, inteligente, protector con su hermana menor, responsable, reservado y firme en sus decisiones; y la hermana menor: juguetona, lista, dependiente de su hermano mayor, risueña, atenta e insegura. Una familia de dos, desde muy pequeños dependiendo de ellos mismo, pero teniendo una conexión mucho mayor y más fuerte que la de podrían tener con sus padres, tíos, primos, amigos o pareja, ya que:
"Los hermanos no necesitan palabras, tienen su propio lenguaje de sonrisas, guiños expresiones, que pueden socavar cualquier cuento que les estés contando."
Un veintinueve de enero por la mañana, en un campo poblado por humildes habitantes, donde la mayor parte del tiempo reina la calma, dos personas comenzaban su día.
- ¡Jessie! ¡Baja ya, nos tenemos que ir! – la voz de un chico resonó desde la entrada de una sencilla casa de dos pisos. - ¡Si no bajas pronto me iré sin ti!
- ¡No! ¡Espera Jayden, ahorita bajo! – la voz de una niña junto a unos pasos bajando la escalera resonaron después – Ya estoy aquí. – Una niña de piel blanca, de no más de siete años; con cabello castaño un poco rizado el cual le llega un poco más abajo de los hombros (y un flequillo, algo rebelde, peinado hacia la derecha) y ojos de un brillante verde oscuro; llegó a la puerta principal de la casa, en la cual se encontraba esperándola un chico de piel blanca, de no más de catorce años; con cabello castaño y un poco rizado (con un flequillo, algo rebelde, peinado hacia la derecha) y ojos de un brillante verde oscuro, como la niña.
Ambos vestían con uniformes escolares. El de la niña: una camiseta polo blanca, una falda azul oscuro con paletones hasta la rodilla, calcetas blancas hasta la mitad de la pantorrilla y zapatos de vestir negros; mientras que el del chico: una camiseta polo blanca, un pantalón azul oscuro y zapatos de vestir negros (de los cuales apenas se pueden ver los calcetines blancos). Así como también ambos cargan su respectiva mochila.
- Hasta que bajas. – Jayden suspiró – Sabes perfectamente que no podemos tardar tanto en salir, el colegio no está tan precisamente cerca que digamos.
- Perdón.
- Ya, no importa. – estiró su mano izquierda hacia la niña – Mejor vámonos ya, antes de que se nos haga más tarde.
- Si. – tomó la mano del mayor con su mano derecha.
Ambos salieron de la casa y, luego de que el mayor asegurará la puerta, caminaron en dirección a su escuela.
Caminaron tomados de la mano, hablando temas triviales o comentando como esperan que sea su día, mientras recibían las miradas de las demás personas que habitaban ese pueblo. Rato a rato eran saludados por alguno que otro pueblerino, y éstos a su vez recibían un cordial saludo de regreso.
- ¡Buenos días niños! – una señora con lentes los saludó agitando su mano cuando pasaron frente a un puesto de frutas.
- ¡Buenos días señora Álvarez! – ambos le regresaron el saludo con una sonrisa y agitando también las manos que no estaban tomadas.
- ¿Ya van de camino? – preguntó la señora mientras acomoda unas manzanas en la cesta de enfrente.
- Así es. – respondió Jayden.
- Oh pues siendo así, ¿qué les parecería llevarse un par de manzanas para mantener sus energías? – preguntó mientras colocaba algunas manzanas en una bolsa
- No, no se preocupe – negaba moviendo su mano derecha – Además no cargamos con lo suficiente para pagarlas en este momento.
- De verdad, insisto – la señora estiró la bolsa hacia Jayden – Tómalo como un agradecimiento por ayudar en mi tienda.
- Usted ya lo hace ayudándome con Jess.
- Sabes que eso lo hago de todo corazón. – sonrió – Además, - voltea a ver a Jessie - creo que recordar que a esta pequeña le encantan las manzanas, sobre todo las verdes.
- ... - la pequeña volteo a ver al mayor y le jaló del pantalón, llamando así su atención - ¿Podemos?
- Pues ya que. – con un suspiro, el mayor agarró la bolsa – Debo dejar de consentirte tanto – dio una leve risa para luego recibir una sonrisa por parte de la menor.
- ... - la señora Álvarez solo observaba con una sonrisa para luego comentar – Bueno, será mejor que se vayan ya si no quieren llegar tarde.
- Es cierto – respondió Jayden – Bueno, adiós y gracias por las manzanas – dijo para luego darse la vuelta y empezar a caminar.
- ¡Adiós señora Álvarez! – se despidió Jessie volteado para que luego el mayor la jalara para que así apresurasen el paso.
- Adiós niños – respondió la señora para luego regresar al interior de la tienda.
- La señora Álvarez siempre nos regala fruta – Jessie lo comentaba con una sonrisa.
- Tienes razón. Siempre cuidando de nosotros.
- Yyyy... - alargó el monosílabo – me buscarás en el recreo ¿verdad?
- Si no me vuelve a entretener algún profesor o algún estúpido compañero, pasaré a recogerte a tu salón.
- ¡Yei! – la menor saltaba de alegría con una sonrisa plasmada en su rostro.
Y mientras el par de jóvenes seguían, su camino a la escuela platicando cual es la primera clase de la menor y sobre lo que podrían hacer durante el primer recreo, ninguno notó que a algunos metros de distancia un joven en bicicleta los observa.
Al llegar al colegio ambos saludaron al vigilante Cortéz y sin más entraron en las instalaciones. Ambos caminaban por los pasillos en busca del salón de la menor para así el mayor pueda dejarla en la puerta para luego él dirigirse a su salón. Mientras ambos circulaban por los pasillos, eran observados por cada uno de los estudiantes que también transitaban por los pasillos. Era algo de cada día, el chico más indiferente y tajante de todo el colegio llevando de la mano a la niña más tierna y tímida de todo el colegio. Antes de que Jessie ingresará al colegio, solo observaban a Jayden, desde pequeño era literalmente, y sigue siendo, el tipo más asocial de todos los alumnos, y que de un día para otro – más específicamente el día en el cual todos los estudiantes de kínder y primer ciclo iniciaban sus clases – aparezca con una pequeña físicamente muy parecida a él, agarrada de su mano y escondiéndose detrás de él, dejó a casi todos los alumnos de grados superiores a cuarto grado y maestros con la mandíbula por los suelos. Nadie se esperaba que ese chico, el que siempre se alejaba de todos, el que nunca cruzaba palabra alguna con alguien de no ser estrictamente necesario, tuviera una hermanita tan dulce que derretía a todos con solo un par de palabras y mucho menos que fuera tan sobreprotector y cariñoso con ella. Desde entonces no había momento – exceptuando en las horas clase y cuando alguno iba al baño – en el que estuvieran solos, así como también, no había momento en el que no fueran victimas de las miradas ajenas.
Una vez frente a la puerta del salón, el mayor se arrodilla frente a su hermana, colocando ambas manos en los hombros de la menor.
- Bien Jess, quiero que estés atenta a tus clases, ignores a los idiotas que te molestan y que no te muevas de aquí hasta que yo venga por ti ¿de acuerdo? – Jess asintió – Bien, nos vemos en unas horas conejita – besó su frente.
- Hasta luego león - respondió mientras su hermano se paraba para luego perderse entre la multitud. Ella se dio la vuelta y se adentró a su salón.
Los conejos son animales tímidos, veloces, tiernos – a ojos de la mayoría - sociables, tienen sentimientos verdaderos de felicidad y son muy afectivos. Los significados principales de este animal tienen que ver con temas como son la abundancia, el confort, la vulnerabilidad, fertilidad, deseo y procreación. También están estrechamente vinculados con las estaciones, los cambios de la madre tierra y concretamente con la primavera. Los conejos son unos animales que sienten la llamada del comienzo de la primavera de una manera muy intensa, como una celebración de la vida. Jayden toma el significado del confort y la vulnerabilidad, así como también la timidez y lo afectuoso de estos animales para con Jessie, de ahí nace el apodo para la menor: "conejita". Por otro lado, los leones son animales fuertes, feroces, protectores. El simbolismo del león tiene que ver con el poder, la fuerza y la sabiduría. Uno de los significados que más se relacionan con los leones, como se pueden imaginar, es el de la fuerza. El hecho de que se trate de una criatura nocturna se relaciona con el significado de autoridad. Algunos de los valores relacionados con el león son: sabiduría, poder, lealtad, dignidad, coraje, justicia, ferocidad, dominancia y autoridad. Jessie opta por el significado de la sabiduría, la lealtad, la fuerza y lo protector de estos animales para con Jayden, de ahí nace el apodo para el mayor: "león".
Aunque el origen de ambos apodos también se atribuye al padre de ambos.
Jayden, después de volverse a través de los pasillos, ingresó a su salón. El salón se sumergió en murmullos en cuanto ingresó, poco podían importarle así que se dirigió a su respectivo lugar. Pocos minutos hacían falta para el toque por lo cual solo se limitó a esperar, recostando su cabeza sobre sus brazos cruzados sobre el escritorio de su pupitre. Sus compañeros no eran nada discretos en cuanto las miradas y murmullos sobre su persona, era más que obvio que ésta los murmullos se debían a que la tarde anterior, durante el entrenamiento del equipo de baloncesto, desde las escaleras del gimnasio un chico mayor a todos los del equipo le llamó, tanto él como el resto del equipo estaban descolocados, es decir, ¿por qué estaba un chico de seguramente bachillerato - porque el equipo de baloncesto solo permitía estudiantes de séptimo, octavo y noveno grado; es el equipo de fútbol el que está conformado por estudiantes de bachillerato – durante el entrenamiento del equipo de baloncesto en el gimnasio? O más específicamente ¿por qué un chico de bachillerato le estaba llamando? Él no recordaba el haber interactuado con alguien de bachillerato mucho menos el siquiera haber visto a aquel muchacho azabache por lo cual, simplemente lo ignoró y siguió con el entrenamiento, haciendo caso omiso a los constantes llamados de ese chico. Por eso mismo estaban los rumores del día de hoy, ¿cómo se atrevía él a ignorar a un chico de bachillerato? ¿qué asuntos tendría un chico de bachillerato con un estudiante de octavo grado? ¿por qué él? Eran las preguntas que más resonaban.
Después del clásico sonido del timbre, el profesor titular entró en el salón, James Barton, un profesor de treinta y ocho años con apariencia relativamente joven, alto, cabello rubio-castaño, ojos cafés, con una barba de candado no tan marcada. Vestía lo usual en él: una camisa manga larga (arremangada hasta los codos) abierta, una camiseta blanca por dentro, un reloj plateado de manecillas en su muñeca izquierda, un pantalón de lona azul oscuro y unos zapatos de vestir negros.
- Buenos días muchachos, ya estamos iniciando clases así que siéntense – la voz del profesor Barton se hizo notar mientras se dirigía al escritorio, a los segundos todos los estudiantes regresaron a sus lugares – Bien hoy iniciamos nuevo tema, pero antes les entregaré sus notas de la evaluación pasada – sonrió mientras mostraba una pequeña pila de papeles. – Creo que no hace falta un nuevo sermón sobre sus calificaciones, - dijo mientras empezaba a pasearse por el salón repartiendo las notas - ciertamente esperaba más de algunos – continuó mientras le entregaba su papeleta a una joven de cabello rubio lizo hasta los hombros – haga un mayor esfuerzo la próxima vez Alison. – la rubia solo miraba su papeleta, que mostraba un sesenta y dos, sorprendida y no era la única, varios de sus compañeros que estaban a su alrededor miraban asombrados la nota de la rubia – Otros siguen igual que siempre, - esta vez le entregó su papeleta a un joven de cabello corto castaño, éste estaba lanzando papelitos a sus amigos – Mark, si continua así volverá a dejar el año. – Mark miraba su cuarenta y cinco con desinterés, los alumnos solo pudieron suspirar, ya se lo esperaban – Felicidades Jayden, eres el único que aprobó este examen y con una nota bastante mayor a la de tus compañeros. – felicitó el profesor a Jay mientras le entregaba su papeleta.
- ...Gracias, supongo – Jayden simplemente levantó la cabeza de entre sus brazos para así extender su mano y agarrar su papeleta, en la cual se podía ver un claro noventa y ocho.
- Bien clase, saquen sus libros y ábranlos en la página dieciocho...
La clase transcurrió con normalidad, el profesor dictando ejercicios y haciendo preguntas, Alison contestando unas de manera correcta y otras no, Mark y su grupo molestando en casi toda la clase y Jayden respondiendo y resolviendo todo lo que el profesor le pedía.
El timbre sonó dando por finalizada la primera clase, ahora solo quedaba esperar al siguiente profesor.
- Bueno jóvenes yo me retiro – el profesor Barton terminaba de acomodar sus cosas para su siguiente clase – Jayden, quiero hablar contigo después de clases – dijo una vez listo para retirarse.
- Tengo que ir por mi hermana – solo dijo eso y todo el salón volteó a verlo, Jayden rodó los ojos - ¿o ya se le olvido? – Jayden no quería quedarse después de clases y mucho menos dejar a su hermana.
- Puedes traerla, estoy seguro que a la pequeña Jessie también le interesará. - sonrió mientras Jayden funcia el ceño – Nos vemos luego Jay – salió del salón mientras Jayden gruñía, odiaba que otras personas aparte de su hermana y su padre le dijeran ese diminutivo.
- Sigo sin entender como lograste que el profesor Barton te hable de tu Johnson – Frank, un miembro del grupo de Mark, habló luego que el silencio permaneció por unos momentos.
- James solo busca joderme Smith – respondió Jayden aun con el ceño fruncido; esa es otra cosa, Jayden es al único que el profesor Barton permitía que lo llame por su nombre.
El siguiente profesor llegó, un hombre mayor con una notable calvicie, el profesor de sociales colocó sus cosas en el escritorio para iniciar su clase. La clase pasó sin ninguna anomalía, el profesor preguntando, Alison y sus amigas intentaban responder, Mark y su grupo molestaban y Jayden respondía a las preguntas que nadie más podía, aparte de pasar toda la hora recostado en su pupitre. La siguiente hora fue libre, se supone que deberían estar iniciando un nuevo tema de ciencias, pero la maestra se enfermó y no mandaron a ningún maestro suplente así que todo el salón – excepto Jayden, él nunca se presta para eso - se puso de acuerdo y decidieron perder la hora.
Una vez tocaron el timbre indicando el inicio del primer recreo todos los estudiantes salieron al patio, algunos a las tiendas, otros a las canchas mientras otros simplemente se dirigían a las mesas o bancas, Jayden por otra parte fue hacia el pasillo de primer ciclo. Recoger a su hermana e ir a pasar el recreo juntos en algún lugar del patio era lo que siempre hacían.
Terminado el recreo Jayden regresó a su hermana a su salón y él se regresó al suyo.
El timbre que indicó el final de la jornada sonó alegrando a la mayoría de estudiantes, que solo guardaron sus cosas y se retiraron a sus hogares. Jayden recordó que el profesor Barton quiere hablar con él así que después de chasquear la lengua se dirige por su hermana para luego ir a la sala de maestros, donde siempre estaba Barton cuando no hay reuniones o clases.
Cuando llegó al salón de su hermana la encontró en su pupitre leyendo un libro, ella y la maestra titular eran las únicas personas en el salón. El horario de kínder y primer ciclo era desde las siete hasta las doce y media, mientras que el de segundo ciclo hasta bachillerato era desde las siete hasta la una por lo cual Jessie se quedaba media hora en su salón junto a su maestra esperando a su hermano.
- Bonita, guarda eso – la menor levantó la mirada del libro para ver a su hermano apoyado en la puerta – sé que posiblemente ya te aburriste y quieres ir a casa, pero James quiere hablar con ambos – el mayor caminó hacia su hermana.
- ¿El profesor James quiere que yo vaya? – la menor lo miró confundida.
- Así es – respondió.
- Bueno – aceptó dudosa.
Después de despedirse de la maestra ambos se dirigieron a la sala de maestros. La sala de profesores no era un lugar extravagante, una sala de mayor tamaño que un salón de clase promedio con múltiples escritorios y sillas repartidos en todo el lugar. En la entrada de dicho lugar los hermanos Johnson buscan con la mirada al profesor Barton.
- No lo veo – dijo la menor.
- Cálmate, ya aparecerá – respondió el mayor.
- ¿Buscan a alguien? – una voz hizo que ambos levantaran la cabeza y se encontraran con la secretaria del colegio, la señora Margaret Solís, una mujer castaña de cincuenta y siete años y lentes rojos, la cual los miraba interrogante.
- Eh, si, buscamos al profesor James – respondió Jayden, que aun tomaba la mano de su hermana, mientras se enderezaba.
- ¡Barton, - la secretaria se volteó y, alzando un poco la voz, llamó al profesor – unos alumnos te buscan!
- ¡Diles que me esperen un momento, ya salgo! – la voz del profesor de escuchó como respuesta.
- Bueno ya lo oyeron, espérenlo un momento – ambos hermanos asintieron con la cabeza mientras la secretaria se retiraba. Dos minutos después, el profesor Barton salió de la sala.
- Hola niños, perdón por la espera – saludó el profesor al salir.
- No hay problema, pero ¿para qué me necesita James? – preguntó el estudiante – se supone que ya deberíamos ir de camino a casa.
- Yo no te necesito – los hermanos lo miraron con duda – es cierto que yo te pedí que vinieras, pero no soy yo quien te necesita.
- ¿Entonces quién...?
- El director – lo interrumpió el profesor.
- ¿Ahora que querrá Max? – después de parpadear confundido, Jayden comenzó a irritarse.
- Que te lo diga el mismo – respondió Barton – vamos – confundidos, los hermanos lo siguieron hasta la oficina del director.
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Jayden Johnson en multimedia.
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