La cacería

KYNIGÓS

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel.

Pareja: Stony, Winterwidow, otros por ahí.

Derechos: a ser libres como el viento.

Advertencias: esta es una historia AU, es decir, aquí no hay poderes ni super héroes ni cosas así. Hay un tanto de misterio, suspenso del bueno, con un poco de thriller para más placer. Tendremos escenas no muy agradables y situaciones incómodas, sobre aviso no hay engaño que luego me andan regañando por cosas que ya advertimos aquí, por algo se llaman advertencias. Una historia de encargo.

"Kynigós", palabra griega para cazador.

Gracias por leerme.


**********


La cacería.


No soy tuya, tampoco perdida en ti,
no estoy extraviada, aunque mi alma ansía
extraviarse como la llama de una vela al mediodía,
perderse como la nieve en el mar.

Tú me amas, y aún te veo
como un espíritu hermoso y brillante,
Sin embargo soy yo, inconstante,
la que anhela perderse como una luz en la luz.

Arrójame profundo en mi sentimiento,
apaga mis sentidos, déjame sorda y ciega,
arrastrada por la tempestad de tu amor,
soy una hoja en el viento.

No soy tuya, Sarah Teasdale.



Bangor, Maine.



-Esto es una estupidez.

-Tony, ¿quieres que comencemos desde el inicio?

El castaño bufó, pasando una mano por sus cabellos más indignado que minutos anteriores. Sus ojos se pasearon por el consultorio minimalista de esa terapista a la que prácticamente había sido enviado de forma cortés por Steve como una "sugerencia" luego de que esas llamadas misteriosas terminaran siendo una suerte de malfuncionamiento de su nuevo proyecto. Más o menos tenía sentido, pero Tony estaba bien seguro de que no se trataba de una falla en su nueva creación.

-Ya se lo dije, las llamadas no son desfaces de mi satélite.

-Pero lo rastrearon, según me dices. Tu esposo lo confirmó.

-¡Sí, pero...! -el millonario se calmó al ver la ceja arqueada de esa mujer de cabellos casi blancos y lentes de armazón gruesa sentada frente a él- Escuche, yo sé lo que pasó, esa voz no es un eco de llamadas anteriores que solo se repitió por un mecanismo malogrado de mi nuevo proyecto ni tampoco...

-Eres un científico, tú mismo me lo afirmaste.

-Sí.

-Entonces te suena familiar el término de la Cuchilla de Oahkman.

-"La respuesta más simple tiende a ser la más correcta" -gruñó Tony respirando hondo- Yo no...

-¿Qué es más sencillo, una falla de transmisiones en tu nuevo proyecto o que alguien se haya hecho de tus números privados para llamarte y enviarte mensajes extraños o inconclusos en un lugar donde solo tú tienes esa clase de tecnología?

Tony respiró hondo varias veces no queriendo ser grosero, recapitulando sus memorias de modo que pudiera tener un argumento válido donde no pareciera un loco paranoico. La terapeuta se inclinó hacia él, notando su tensión, hablando con una voz más suave.

-Tony, recién ha nacido tu hija Morgan, piensa por tan solo un momento... ¿no estarás alterándote de más debido a los efectos postparto? ¿Tony?

Este se levantó ofendido, dejando el consultorio con la terapista llamándolo, azotando muy a propósito la puerta sintiendo sus ojos rozarse y más que ofendido por lo que había escuchado. No solo lo había llamado mentiroso, también había insinuado que esas llamadas que no se respondían o colgaban antes de lo previsto, la voz dejándole mensajes que desaparecían eran parte de una alucinación por el parto de Morgan que dejaba en él un residuo de hormonas suficiente para alterarlo. Subió a su camioneta más que molesto, dirigiéndose a su casa donde descargó su frustración pateando cosas hasta que su bebé despertó seguramente alterada por el ambiente cargado por su ira.

Tony se talló el rostro, queriendo llorar. No, no estaba volviéndose loco ni era un tipo histérico por hormonas. ALGUIEN estaba queriendo volverlo loco, eso sí, con esas llamadas, los mensajes...

Riiiing

-¡Ahora verás! -bramó al tomar el auricular- ¡Eres un imbécil!

-¿Tony? -era Steve, desconcertado de semejante respuesta- Mi celular se descargó, quería preguntar si necesitabas algo.

-Ah...

-¿Fuiste con la terapeuta?

-Sí.

-¿Todo bien?

-Falta leche -el castaño suspiró, apretando el teléfono- Ah, el cereal de Sarah. Solo eso.

-De acuerdo.

-Te veré en la cena.

-Tony... te amo.

-Y yo -replicó, colgando con una mano cubriendo sus ojos, apoyando su espalda en un muro de la cocina- Por todas las estrellas, ¿qué me pasa?

Tenía miedo, por supuesto, había visitado a su gran amigo Bruce Banner, una de las mentes maestras detrás de su milagro para tener hijos y quien lo monitoreó en sus embarazos. Lo consultó no porque creyera que su mente estaba desequilibrada, sino para descartar esa posibilidad pues estaba muy seguro de que lo que estaba ocurriéndole no era producto de su imaginación. Banner opinó de forma ambigua, pues no podía dar por hecho que los cambios experimentados en su cuerpo no tuvieran algo que ver con su nueva paranoia, pero tampoco negó la posibilidad de un acoso por parte de un extraño. Esto no lo compartió con Steve, no de momento, estaba ligeramente enfadado con él.

Y que el teléfono de su casa siguiera sonando sin que nadie respondiera o que cuando estuviera a punto de tomarlo se detuviera como si quien estuviera llamando supiera de su movimiento tampoco ayudaba mucho en sus crecientes nervios. Los mensajes en su celular como audios que así como aparecían, desaparecían sin dejar rastro que pudiera mostrar a su familia también lo tenían mal, igual que la sutil mención de Peter de que no estaba resolviendo primero su proyecto nuevo para callar sus sospechas de un malfuncionamiento en su nuevo satélite. Tony no tenía las ganas ni los ánimos para estar trabajando en eso, insistía en lo correcto de sus cálculos, imposible una interferencia en sus aparatos pese a estar registrados en el banco de memoria de la computadora que controlaba el satélite.

-Tony -Steve intentó una vez más de hacerlo entrar en razón.

-No me hables, no quiero hablar contigo.

Vino el festival de Halloween, que dirigió la atención de todos hacia los disfraces y el paseo por las casas para pedir dulces. Las gemelas estaban emocionadas, aunque algo consternadas porque el millonario no estaba prestando la debida atención a un evento que para ellas era muy importante. Peter y Harley solo intercambiaban miradas cada que el teléfono de la casa sonaba y Tony corría a responder casi amenazante a los pobres vendedores o la vecina que ingenuamente solo deseaba contarles sobre el recorrido que tenían ya previsto para mayor seguridad. El capitán estaba ya preocupándose, a veces deteniendo a su esposo cada que el timbre sonaba, siendo él quien abriera al pequeño niño de la paquetería o el repartidor de sus compras por internet.

-Sé lo que piensas, pero no estoy loco, Steve.

-Nunca dije que lo estuvieras, pero admite que incluso has descuidado a Morgan.

-¡Eso es mentira!

-Tony, no alces la voz, por favor.

-Algo malo está pasando.

-¿Quieres que ponga un circuito cerrado dentro de la casa solo para que tú estés tranquilo?

-¿Por qué no?

-Cariño, eso sería incomodar a los niños, no tendrían privacidad.

-Me parece que en estos momentos la privacidad es lo de menos.

-Tony...

-¡Como sea! Es claro que si no hago lo que deseas, estoy solo.

-¿Qué? Tony... eso no...

-Iré a mi taller.

A veces, Tony pensaba que Steve tenía razón. Su paranoia comenzaba cuando despertaba, esperando por una llamada que no se hacía, mirando hacia el teléfono colgado en la cocina sin prestar atención a sus hijos que contaban de sus sueños o lo que harían en el día para avisarle. Luego, cuando estaba a solas con Morgan, tenía la firme sensación de estar siendo monitoreado. A su esposo no le gustaba para nada el tener cámaras de vigilancia internas, solo tenían una para la parte frontal y otra en la parte trasera de la mansión con otra en el jardín, suficiente para un sitio en donde lo más escandaloso que sucedía era un grupito de chicos ebrios gritoneando a medianoche una canción a sus novias.

Pero él juraba que alguien lo vigilaba.

Era una comezón que no se quitaba de su piel, paseándose inquieto por la mansión buscando alguna cámara oculta o un aparato similar sin encontrar nada. Luego entonces tenía una llamada de Pepper preguntándole cómo estaba, pedirle una foto de su bebé o comentarle sobre cómo estaban las cosas en Nueva York. Tony no era libre de esa opresión ni cuando recogía a los niños, incluso había cambiado un poco su forma de vestir, más holgada y menos llamativa para no tener esos mensajes obscenos sobre su cuerpo o lo que provocaba con sus pantalones ajustados. Mientras manejaba, miraba por el espejo retrovisor o el espejo buscando un rostro interesado en ellos, sin encontrar nada.

-¿Papá?

-Harley, lo siento, ¿decías?

-¿Estás bien?

-Claro.

-Llevas dos semáforos en verde sin avanzar -susurró Peter, intercambiando una mirada con su hermano.

-Tengo hambre -gimoteó María, tallándose un ojo.

Llegó Halloween, esta vez fue Steve quien se encargó de comprar los trajes de los niños cuando Tony siempre había sido quien se encargara de ello, demasiado distraído poniendo sensores en las afueras de la mansión contra la voluntad de su esposo y bajo la mirada inquieta de sus hijos.

-Papá, ¿iremos a pedir dulces?

-Claro, Sarah.

-No te has cambiado.

Steve y él se unían a los niños en sus disfraces, buscando ser un buen equipo, este año eran todos monstruos alebrijes. Con Morgan en una canastilla siendo llevada por Peter, salieron todos a pedir los dulces con la ruta que los vecinos habían planteado para que todo saliera bien y nadie se quedara con sus bolsas vacías. El rubio pareció aliviado cuando se unieron a la caravana, mirando de cuando en cuando a su esposo, distante del momento, revisando su celular o mirando en cada esquina a todas partes. Con todo mundo disfrazado, era imposible saber si alguien los estaba siguiendo, menos dentro de un nutrido grupo de padres de familia y niños corriendo por doquier para admirar las decoraciones de las casas antes de tocar.

-¡Sarah! ¡María! ¡Esperen! -llamó Harley.

-Ve con ellas, que no se separen tanto.

-Sí, Pops.

-¿Ya viste ese hombre calabaza? -Peter señaló hacia un patio- Es genial, casi es real.

-Tétrico -observó el capitán.

-Es la idea, Pops.

-Si quieres, dame a Morgan, yo la llevaré ahora. Ayuda a tu hermano con las niñas.

-Oki doki.

-¿Tony, cielo?

-Ah, lo siento.

-¿Estás bien? -una mano del rubio acarició la espalda llena de púas de Tony.

-Hay demasiada gente. No hubo tantos el año pasado.

-Todos tienen ganas de salir, hace un buen clima y parece que no hubo casa que no se esmerara en las decoraciones.

-Debimos comprar más calabazas.

-Fueron suficientes -Steve besó la mejilla del castaño- Anda, vamos con nuestros hijos.

-Soy un idiota ¿cierto?

-No, solo eres una buena persona, amor.

El millonario negó, tomando la mano del otro para ir hacia la casa donde estaban todos esperando en fila a que les dieran su ración de dulces. Miró hacia el jardín donde estaba aquel hombre calabaza sentado en una banca de madera entre más calabazas iluminadas por velas y luces. La mano de aquel muñeco se levantó para saludarlo, ladeando esa enorme cabeza anaranjada con su sonrisa negra. Tony abrió sus ojos, apretando la mano de Steve, tirando de ella.

-¡Mira eso!

-¿Qué cosa?

-¡El hombre calabaza!

-¿Tony? ¡Tony!

Steve tuvo que casi correr tras el castaño, alarmado de verlo meterse en el jardín y golpear sin más al muñeco que se deshizo pues solo estaba sobrepuesto. Algunos de los padres de familia se dieron cuenta, deteniéndose extrañados, murmurando entre ellos al señalar a Tony jadeando como animal herido, sin quitarle la vista de encima al deshecho hombre calabaza que pateó insistente.

-¡Tony! ¡Detente!

-¡Maldito bastardo! ¡Déjame en paz!

-¡TONY! -el capitán tironeó de su brazo para alejarlo, hablando en murmullos- ¿Qué carajos te sucede?

Morgan comenzó a llorar, había más personas ya observándolos. Steve miró por encima de su hombro, notando a sus hijos abochornados de semejante escena, sin saber qué hacer. Un mosquetero salió a su rescate, pidiendo a la caravana que siguiera avanzando con palabras amables, interponiéndose entre la pareja y los demás. Tony sintió sus ojos rozarse, sujetándose del brazo de su esposo a quien miró suplicante. ¿Cómo iba a creerle si el muñeco estaba ahí rodando por el jardín por sus patadas? Eso de lejos no era un acosador o una persona. El mosquetero en cuestión resultó ser el profesor de deportes, quien se aproximó a ellos.

-¿Todo está bien? ¿Necesitan ayuda?

-Estamos bien -respondió Steve mirando a Tony- Gracias, Armand.

-No es nada, soy parte de la patrulla de Halloween -sonrió el docente- Bangor es un sitio tranquilo, pero eso no quiere decir que bajemos la guardia. Hay muchos niños en la calle y debemos cuidarlos, y es lindo disfrazarse ¿cierto?

-Sí -el rubio ofreció su mejor sonrisa. Morgan solo sollozaba ya.

-Creo que su bebé necesita atención, si desean, puedo acompañar a sus niños el resto del camino.

-¿No es demasiada molestia?

-Oh, por favor, para nada, como le dije, soy parte de la patrulla cívica, los llevaré a su casa cuando terminen, tienen mi palabra.

-Tomaré tu oferta, Armand. ¿Tony? ¿Nos vamos?

Con un último vistazo inseguro hacia el muñeco, Tony asintió, pegándose a Steve al volver a su camioneta. El rubio se despidió con un adiós de su mano, enviando un mensaje a Peter y Harley sobre la situación. Los chicos estuvieron encantados con que su profesor preferido estuviera con ellos, más aliviados ahora que ya no estaba el millonario. Mientras los niños seguían pidiendo dulces, el matrimonio volvió para calmar al fin a la bebé, quien necesitó de un buen arrullo y su cuna para quedarse tranquila. Steve respiró hondo, mirándose en el espejo de su baño.

-Tony, quisiera hablar contigo.

-Te juro que estaba ahí, me saludó.

-Escucha -el capitán se sentó a su lado en la orilla de la cama, entrelazando su mano suavemente- De un tiempo para acá no estás bien, primero fue lo de las llamadas, luego que alguien entraba a la mansión, después que estaban siguiéndote. Peter me dijo que te quedaste en plena carretera frente a una luz en verde sin hacer nada más que mirar al frente.

-Yo...

-Cariño, esto no es sano. Estás descuidando a los niños, sé que tienes mucha presión y que el parto de Morgan...

-¡No es eso!

-Tony.

-Estoy seguro de que lo vi, pero ustedes estaban mirando a otro lado.

Steve permaneció callado, como si estuviera indeciso de algo. El millonario lo notó, frunciendo su ceño al tirar de su mano para que le viera.

-¿Qué?

-Harley te vio salir por la puerta trasera, de noche. Había bajado por cereal y te vio caminar por el jardín de un lado para el otro.

-¿Cuándo?

-Esa noche que me juraste que alguien estaba en nuestro jardín trasero.

Tony gimió, apretando la mano del rubio, negando enseguida. -No, no fui yo, Harley...

-Mi amor, es hora de aceptar lo que está pasando aquí.

-¿Qué es, según tú?

-Ya sé que fuiste con Bruce, él me llamó después.

-¡Pero qué...!

-Hey, hey, hey, escúchame, escúchame -Steve lo sujetó para que no escapara a su taller- Hay una alta posibilidad de que esta vez sí te hayas descompensado, que tu cuerpo haya sufrido un desequilibrio químico por el embarazo, sabíamos que era el riesgo.

-Por si no lo has notado, hemos tenido cuatro niños MUY sanos.

-Eso ni siquiera lo discuto, pero eso no significa que no hayas tenido repercusiones esta vez. Tony, mi vida, ni siquiera reparaste tu proyecto, solo vives para...

-¿Para qué? -los ojos de Tony se rozaron.

-Me da la sensación de que te gusta esto de ser acosado.

-¡¿Qué carajos, Steve?!

-Sshh, vas a despertar a Morgan.

-¡Yo no estoy inventándome cosas! ¡No estoy loco!

-¡Tony!

Este se zafó de sus brazos, arrancándose el disfraz. -¡No estoy loco!

-Jamás afirmé eso, pero... cielo, por favor, admite que hasta el momento todo pareciera más algo que solo tú imaginas, cosas que tú solo provocas y le das una explicación sin sentido.

-Eres... ¡que maldito apoyo eres!

-Tony, por favor, te lo suplico, cálmate. Escúchate, estás alterado de confrontar la verdad.

-¡Estoy cabreado, es diferente!

-Vas a despertar a Morgan.

-¡Qué me...!

Calló ante la mirada acusadora y dolida de Steve, quien negó, poniéndose de pie.

-No estás bien, y esto ha dejado de ser saludable para nuestros hijos.

-¿Qué estás insinuando?

-He hablado con mamá, se irán con ella hasta que todo esto se calme.

-¿Vas a quitarme a mis hijos?

-Tony... por favor, si te prestaras atención.

-¿También te llevarás a Morgan?

-Me parece lo mejor, no quiero que vayas a lastimarlos.

-¿Lastimarlos? ¿LASTIMARLOS? ¡¿HAY UN JODIDO ACOSADOR ENCIMA DE MÍ Y TÚ CREES QUE YO SOY EL PELIGRO?!

-¡Tony, basta!

Morgan lloró a la distancia, sus padres mirándose fijamente, uno con dolor y otro con rabia, Tony siendo este último, saliendo de la recámara para meterse a su taller. Steve dejó caer su cabeza, con las manos cubriendo su rostro pidiendo por alguna clase de milagro que le devolviera la razón a su esposo. Fue con la bebé para tranquilizarla cuando sonó el timbre. Armand traía ya a los demás niños, con sus bolsas llenas de dulces y contentos de haber paseado con todos.

-Gracias, Armand, no sabes cómo te lo agradezco.

-No fue nada.

-¿Puedo invitarte un café?

-Oh, no, sería ser un entrometido.

-Por favor, debió ser cansado cuidar de mis monstruos y traerlos a casa.

-Solo son niños -sonrió el profesor, entrando ante la invitación del rubio, observando el interior- Lindo hogar, impresionante. Bueno, ya Peter me había presumido de tener por padre al brillante Tony Stark. Digo...

-Lo sé -rio Steve, llevándolo a la cocina en tanto sus hijos corrían a sus habitaciones- Es lo malo de tener un esposo famoso.

-¿Está bien?

-Sí, solo es... estrés.

-Oh, entiendo. El trabajo.

-Exacto. ¿Con azúcar, Armand?

-Por favor.

Los ojos del profesor viajaron hacia el pasillo que daba a la puerta del sótano, sonriendo apenas antes de volver su atención hacia el capitán, recibiendo el café que bebió gustoso, sentándose a charlar un poco con él de las competencias que vendrían.

-Peter necesita la mayor concentración, temo les pediré que no haya un ambiente estresante en casa porque echaría a perder sus esfuerzos, de por sí ya estaba tenso por su caída que le costó perderse sesiones, ahora que tiene esta competencia semifinal, es de importancia para él.

-Descuide, así será.

-Hay que apoyarlo mucho, en todos los sentidos, aunque no es algo que deba mencionarlo. Sé que ustedes dos están haciendo un excelente trabajo.

-Gracias por tus palabras, Armand.

-Es solo lo que veo.

-Ah -Steve forzó una sonrisa, bebiendo de su café- Ojalá que veas cosas buenas.

-Por supuesto. Si deseas escucharlo, no creo en los padres "perfectos", todos tenemos problemas de cuando en cuando. Es esa lucha por hacer las cosas mejores lo que importa.

-No sabes cómo te agradezco tus palabras.

-Profesor -bromeó Armand, terminando su taza- Ahora, si me disculpas, yo debo volver a mi propia casa o me robará una bruja.

El rubio rio un poco. -No queremos eso. Te acompaño.

-No hay necesidad, me aprendí el camino. Buenas noches, Steve.

-Buenas noches, Armand y gracias por todo.

Armand asintió, dejándolo en la cocina al girarse, saliendo de la mansión con una amplia sonrisa. Encendió su auto, mirando hacia ese hogar con ojos brillantes como el depredador que era, riendo divertido al tomar el volante y alejarse de ahí ahora que tenía certeza de las habitaciones relevantes para su plan.

-Solo un poco más, Tony, solo un poco más.

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