El ataque

KYNIGÓS

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel.

Pareja: Stony, Winterwidow, otros por ahí.

Derechos: a ser libres como el viento.

Advertencias: esta es una historia AU, es decir, aquí no hay poderes ni super héroes ni cosas así. Hay un tanto de misterio, suspenso del bueno, con un poco de thriller para más placer. Tendremos escenas no muy agradables y situaciones incómodas, sobre aviso no hay engaño que luego me andan regañando por cosas que ya advertimos aquí, por algo se llaman advertencias. Una historia de encargo.

"Kynigós", palabra griega para cazador.

Gracias por leerme.


**********


El ataque.


Vengan a mí tus espumas rompientes, cristalinas,

vengan los brazos verdes desplomándose,

venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa

sumido bajo los labios negros que se derrumban

Muerte, Vicente Aleixandre.



Frontera de Canadá.



Le tomó solamente unos segundos a Edward el darse cuenta de que estaba atrapado en una trampa mortal, tembló ante la realización, sintiendo en cada célula de su cuerpo la dicha ante la verdad descubierta y al mismo tiempo el terror de que si cometía un error en esos instantes, estaría en un muy grave peligro.

-¿Cariño?

Se giró despacio, ofreciendo su mejor sonrisa antes de tomar las palomitas, controlando el tono de su voz para que no se notara la vacilación por su pensamientos.

-No es nada, solo pensaba si ya habíamos visto esta película en esta misma casa.

-Oh, lo siento, no. Fue en Nueva York.

-Bueno, no importa, siempre se pueden hacer otras memorias ¿cierto?

-Seguro.

Era como si de pronto en su cabeza se hubiera creado una pequeña fuga por donde estaban escapando todos aquellos recuerdos dormidos. Ni siquiera prestó atención a la pantalla mientras esas imágenes venían a su mente, memorias de unos hermosos niños, la escuela, el desayuno. Esos ojos azules sonriéndole con tanto amor, su boda, una mudanza a un pueblo rodeado de bosque que no era ese. Fueron los minutos más angustiantes para Edward, porque sabía que muchos de los hombres aunados a esos recuerdos, Jonas ya los había mencionado antes en otras cosas, en otras personas, en otros momentos. Cualquiera diría que solamente estaba confundiéndose al imaginar cosas que jamás habían existido usando su vida anterior como materia prima de falsos recuerdos.

Pero no tenían nada de falsos, se dijo. Ni tampoco estaba loco.

Mirando de reojo a Jonas, podía afirmar que su comportamiento era obsesivo con él, vigilaba lo que hacía incluso cuando dormía. Lejos de ser una preocupación de pareja, más bien era lo que un secuestrador haría para mantener a su víctima bajo control, confundiendo su vida pasada con sustitutos falsos tan bien planeados que causaban dudas. Edward comió despacio, ya no fiándose tanto de lo que Jonas hacía o decía por su bien, pensando en cómo asegurarse en definitiva que estaba cautivo porque existía la mínima posibilidad de que sí alucinara por un accidente donde su cabeza había sido golpeada... y eso incluso tendría que revisarlo.

A la noche, en el baño, Edward se revisó la cabeza. Claro que tenía una cicatriz, solo que lucía reciente y no de semanas como debiera ser, una cosa había dicho Jonas y era que tenía una mente científica, por lo que sus preguntas como escéptico saltaron de inmediato. No pudo dormir del todo, entre la intromisión del otro a su recámara para vigilarlo y que no paraba de comparar esas memorias que venían a él con lo que supuestamente era su verdadera vida, sin duda hubiera podido perder la cabeza en los siguientes días en los que se dio a la tarea de averiguar la clave de aquella puerta.

Una tarde, mientras cenaban, a Jonas se le escapó decir que su fecha favorita era el cumpleaños de Edward, pues agradecía que estuviera vivo y siendo su esposo. Este aprovechó para obligarlo a que saliera de la casa so pretexto de traerle unas frutas que se le antojaron, siendo muy específico para que tardara lo suficiente. Apenas quedó a solas con Cap, Edward corrió a la puerta, usando combinaciones de su fecha de cumpleaños, la tercera fue la que hizo iluminarse el botón verde, escuchando cómo se retiraban los seguros de la pesada puerta que abrió tirando con mucho esfuerzo y con la adrenalina a mil.

-No...

También había pensado en la remota posibilidad de que no quisiera tener razón y solo aferrarse a que estaba pasando un mal rato debido al coma. Solo que esos monitores mostrando las habitaciones, las paredes llenas con sus fotografías, no aquellas de los falsos álbumes sino de una vida que solamente había aparecido en esas memorias inconsistentes, fue suficiente para que Edward ahora sintiera un auténtico miedo porque estaba contemplando el trabajo de un acosador, uno que había escrito con letras rojas ELIMINADO en la fotografía clavada con un cuchillo de un marine de cabellos rubios y ojos azules. Había otras, de niños pequeños que provocaron un dolor en su vientre, ganas incontrolables de llorar.

Edward no vio la sombra detrás de él.



Jonas se acercó con una expresión sombría y sujetando un enorme cuchillo dentado, esperando a que el castaño se diera media vuelta.

-¿Qué es esto?

-El trabajo de toda una vida para que estuviéramos juntos.

-¿Juntos?

-Te amo, Edward, siempre te quise para mí. Hice todo esto por ti. Solo por ti.

-¿De verdad me amas?

-Sí.

Edward pareció meditarlo un poco, mirando por encima de su hombro esas paredes y monitores de computadora, luego volviéndose a Jonas.

-Es un gran trabajo.

-¿Lo dices en serio?

-No me había puesto a pensar en lo mucho que has invertido, en todo lo que pasaste para llegar a este momento. Ni siquiera Steve se ha esforzado tanto.

-Edward...

-Jonas, también te amo.

Dejando caer el cuchillo, este corrió a Edward para besarlo como un loco, sintiendo los brazos del castaño rodear su cintura, atrayéndolo mientras sus lenguas se enredaban. Toda esa presión, toda esa ansiedad y deseos reprimidos explotaron al fin. Jonas empujó a Edward hasta una mesa, tirando los mapas y algunos aparatos para despejarla, subiendo al otro por sus caderas que masajeó, llevando sus manos hacia el trasero que apretó con fuerzas, bebiendo el gemido que provocó su toque, restregándose contra el castaño con sus manos empujándolo contra él al hacerlo sin que sus bocas se despejaran.

-Tómame -jadeó Edward con la mirada nublada.

No tuvo que repetírselo, arrancándole la camisa, tirando de sus pantalones y bóxer, quitando sus calcetines con los zapatos que lanzó lejos. Jonas admiró ese cuerpo que por fin sería suyo, tumbando por completo a Edward para lamer su piel, mordiendo su mentón y bajando por su pecho, hincando sus dientes en esos suaves pezones que sangró un poco, igual succionando la poca leche que dejaron escapar mientras escuchaba su nombre en un quejido placentero, las manos del castaño empujándolo a seguir bajando hasta que tomó esas piernas, echándolas a sus hombros para tener libre acceso a su miembro. Lo probó con gusto, mordiendo apenas la piel sensible, bajando todavía más porque quiso probarlo, había esperado mucho por eso.

Cuando Edward se arqueó contra la mesa por su lengua entrando en él, Jonas sintió que su pantalón molestaba demasiado, sacando su erección que masajeó mientras seguía penetrándolo así hasta que le pareció que esa rosada entrada estaba lista para él, quería tenerlo no tan relajado así cuando puso la punta de su miembro contra su ano y empujó con fuerza, casi se corrió de solo sentir lo apretadísimo que estaba Edward, viendo un par de lágrimas rodar por las mejillas de este que limpió cariñoso antes de comenzar a embestirlo, sacudiendo la mesa por el vaivén.

Las piernas del castaño se enredaron en sus caderas, un par de brazos se sujetaron de sus hombros. Jonas sonrió, lamiendo el cuello de Edward antes de marcarlo, sujetando las tensas caderas de su amante para martillearlo casi tirando la mesa. Sintió que su erección resbalaba mejor, lo fue por la sangre derramada en ese cálido interior que siguió castigando con Edward gritando que lo hiciera más fuerte, que no parara hasta que lo llenara por completo. Jonas se sintió estremecer, dejando sus caderas para aferrarse a la orilla de la mesa, empujándolo hasta conseguir penetraciones profundas, golpeando la próstata del castaño una y otra vez, este aullando ya entre lágrimas y gemidos roncos, una mirada perdida.

El sonido de sus pieles sudadas chocando entre sí se mezcló con los jadeos y gemidos de ambos, el rechinido de la mesa, ese aroma a sexo. La mano de Jonas tomó el miembro de Edward, masturbándolo porque quiso verlo correrse primero, levantando las piernas de este sobre sus hombros para tener un mejor ángulo, enterrándose en él con sus dedos percibiendo ese palpitar en la erección del castaño a quien sonrió, acelerando sus movimientos.

-Sí, hazlo, amor, termina para mí.

Edward arañó sus hombros, arqueándose con un grito en una embestida certera, apretándolo de tal manera que no lo dejó salir, temblando al venirse sobre su propio pecho, mojando los dedos de Jonas. Miró su mano pegajosa, riendo apenas antes de embarrarla sobre esos pezones duros e hinchados, inclinándose a lamerlos, doblando el cuerpo del castaño al hacerlo. Este gimió a sus continuas penetraciones que fueron haciéndose cada vez más desesperadas, gruñendo sobre su oído cuando su orgasmo también apareció, casi tirándolo de la mesa cuando se quedó clavado en su interior, soltando todo su semen con un gemido largo.


*****


Jonas volvió en sí, mirando sus manos empapadas de semen, sentado en una silla con los pantalones abiertos. Levantó su mirada hacia Edward, tumbado en un catre, inconsciente luego de que lo encontró espiando en su cubículo oculto. Había sospechado que ocultaba algo, lo había estudiado lo suficiente para darse cuenta de que de pronto estaba demasiado servicial cuando su recelo era más natural. No falló al poner un sensor de movimiento, regresando a la casa, realmente no se había alejado demasiado, solo lo necesario para engañarlo y encontrarlo así. La droga era buena, pero necesitaba algo más... permanente.

De nuevo se sintió duro al ver esos labios entreabiertos.

Howard Stark había creado la Fundación Howard, como parte de sus donaciones al ejército al que una vez perteneció y que siempre ayudaba desde su retiro. Gracias a esa fundación es que Jonas había conseguido su entrada a los marines y de ahí a táctica de espionaje y extracción. Había conocido al padre de Tony, sintiéndose desde entonces como parte de la familia Stark por la confianza que el hombre le había dado. La especialidad de la fundación era la rehabilitación de los soldados luego de misiones en las que resultaban heridos o bien con problemas mentales por el estrés o los traumas de todo lo que veían. Contrario a la Fundación María Stark que más bien se enfocaba en proveerles una nueva vida a su retiro.

Jonas fue de esos soldados que tuvo que darse de baja por su inestabilidad mental, cayendo en una horrible depresión por lo mismo. Se sintió inservible, indigno de seguir existiendo en el mundo. De hecho, trató de quitarse la vida una vez, quedando recluido por largo tiempo hasta que fue trasladado a una de las clínicas de la fundación donde terminó su recuperación. En esa clínica, Howard Stark solía hacer presentaciones sobre proyectos para los veteranos y rehabilitados, además de comer con ellos. Siempre aparecía solo pese a que se sabía que estaba casado, con un hijo solamente.

Quiso el destino que Jonas asistiera a una de esas reuniones tan solo por saludar a Howard, cuando vio aparecer a Tony a su lado. Fue como ver a un ángel caminar entre mortales, le pareció el chico más hermoso y perfecto, con un aura de inocencia que lo cautivó. Jonas se volvió torpe en ese instante, tirando la copa que le habían dado para brindar ahí frente a todos, frente al lindo chico hijo del millonario Stark. Al sentir todas esas miradas sobre él mientras se inclinaba para recoger la copa rota. Una mano cálida lo detuvo, encontrándose con los más bellos ojos chocolate que le miraron con ternura y comprensión.

-Te cortarás, no hagas eso.

Tony usó una servilleta de tela para recoger los trozos, llamando a un mesero para que terminara de limpiar. Le ofreció a Jonas un brazo donde apoyarse al ver que sus piernas temblaban, no porque le fueran débiles, sino por la emoción de que ese ángel estuviera a su lado, protegiéndolo de las burlas, sonriéndole tan candorosamente que le pareció un gesto que estaba reservado únicamente para él. Tony sujetó sus dos manos que apretó para darle ánimos, acercándose un poco, hablando bajo.

-Vas a estar bien, pero debes cuidarte mucho ¿de acuerdo? Sé que puedes lograrlo, no te rindas.

Quizá no eran las palabras más poéticas o de gran valor, pero para Jonas significaron un cambio radical en su vida. Lo vio alejarse de él para volver junto a su padre en la enorme mesa donde todos se sentaron. Jonas no le perdió de vista en ningún momento, suspirando cuando Tony sonreía, tan alegre como Howard pero de una manera más natural. Desde ese momento, se prometió que haría todo lo posible para que ese joven fuese suyo, porque un ángel como él no debía estar con nadie más, jamás lo apreciarían como él lo hacía, nadie vería lo valioso e importante que era. Cuando el auto de los Stark se marchó por el amplio portón, la resolución de Jonas fue total.

Y ahí comenzó todo.

Lo primero fue que le dieran de alta de la clínica, así que se dedicó en cuerpo y alma a su completa rehabilitación, realizando todos los ejercicios y deberes que le ponían sin nunca reclamar, siempre diciéndose que Tony necesitaba enterarse de lo bueno que podía ser. Cuando al fin lo liberaron, Jonas se consiguió un trabajo con ayuda de la fundación en una empresa de telecomunicaciones donde aprendió mejor sobre los aparatos y dispositivos para los diferentes tipos de comunicaciones, además de los trucos que se usaban entre las agencias de seguridad, guardaespaldas, cuerpos especiales e incluso del ejército.

Cuando tuvo su departamento propio, un auto como una estabilidad económica, fue que Jonas decidió buscar a Tony. Sabía que no sería difícil, en su tiempo arreglando su vida, Howard como María Stark habían perdido la vida. Con muchísima más razón era necesario que estuvieran juntos, más que nunca lo necesitaba ahora que se encontraba solo. Solo que no pudo hacerlo debido a que Tony pareció perderse en esos años, probablemente debido al dolor de quedarse huérfano. Jonas quiso rastrearlo, más le fue imposible para su desesperación. Cuando al fin lo encontró, es que supo que no tenía mucho de volver a Estados Unidos, encargándose del negocio familiar y las fundaciones.

Junto a su esposo.

Fue un golpe durísimo para Jonas, investigando a fondo el asunto, leyendo lo que la prensa mostraba del flamante matrimonio Stark-Rogers. Un maldito marine como él se había ganado su cariño. Jonas estalló en rabia porque era un impostor, él debía ser el exsoldado que lo conquistaba y hacía feliz. Estuvo muy cerca de abandonarlo todo cuando se enteró de esa noticia, cayendo en un período de alcoholismo hasta que se dijo que seguramente lo que pasaba era que Tony estaba esperando por él, por eso usaba un sustituto mientras aparecía en su vida.

Jonas puso en marcha otro plan, averiguando primero en dónde se encontraba viviendo, con un hijo al parecer. No importaba, se decía Jonas constantemente. Todo se iba a arreglar en cuanto estuvieran juntos, ya lo demostraría más adelante al lograr su cometido. Fue hacia las oficinas principales, haciéndose pasar por uno de los tantos proveedores de Industrias Stark para saber de Tony y ese infame esposo suyo. La señorita Virginia Potts se convirtió en su muro infranqueable, fuese porque su intuición femenina hacía que repeliera a Jonas o simplemente lo consideraba indigno de su jefe, nunca pudo extraerle la valiosa información que resguardaba a piedra y lodo.

Claro que una infiltración directa hubiese sido el remedio perfecto, solo que con eso alertaría al idiota de su esposo falso y eso no lo quería. Iba a arrancárselo de la misma forma cómo se lo habían quitado a él, sin avisar, rápido y certero. Una vez que pudo obtener santo y seña de su mansión como de su vida familiar, tuvo otro revés, pues cuando dio con el hogar de los Stark-Rogers, resultaba que estos se habían mudado ya con sus dos hijos para alejarse de la ciudad. Tony estaría trabajando a distancia, lo cual empeoró sus intentos de acercarse al castaño.

Más no desistió.

Como el experto cazador que una vez fue, fue usando varios nombres, varios rostros hasta que finalmente obtuvo su premio. Los Stark-Rogers vivían en Bangor, Maine, con cuatro niños ya, una bebé recién nacida. Años le había tomado a Jonas perfeccionar su nuevo plan. Estaba muy cerca, demasiado cerca, tanto que estuvo a punto de cometer el error de mostrarse cuando siempre se había mantenido en las sombras. Nadie sospechaba que estaba siguiendo la pista de Tony Stark. Ahora requería de una nueva identidad que lo pusiera dentro de aquella familia, exploró las posibilidades sin que alguna le gustara, sintiendo de nuevo la frustración caerle encima estando tan cerca de lograrlo.

Un día, mientras iba en la carretera ya rumbo a Bangor, barajeando en su mente la forma en que se presentaría, es que un hombre le pidió un aventón pues su auto se averió. Siempre había estado cumpliendo sus obligaciones de ciudadano americano, era parte del plan el nunca hacerse notar, así que se detuvo para preguntarle al hombre qué le pasaba. Este le contó que la batería de su auto se averió, y estaba retrasado para ir a la escuela secundaria de Bangor donde ya lo esperaban para sustituir a un profesor que había muerto en un accidente. Jonas supo que ahí estaba su oportunidad, sonriendo cordial al invitar al extraño a subir a su carro, ofreciéndose a llevarlo hasta donde lo necesitara.

Ese profesor nunca llegó a su destino, terminó siendo el alimento de peces de uno de los ríos de Maine. Jonas tenía lo que necesitaba, tomando esos papeles del auto ajeno que envió igual a un barranco. Bangor era un lugar donde un monstruo titánico podía aparecerse y nadie notarlo. Así fue como llegó a su destino, transformado en el profesor de deportes tan esperado, ganándose la confianza de los padres, pero especialmente de dos mocosos en particular: Peter y Harley Stark-Rogers. Si algo tenían los adolescentes, era que eran fáciles de embaucar, sobre todo si se les daba lo que buscaban.

Tan solo tuvo que esperar por el día más perfecto para la última parte de su plan, Jonas fue paciente como su alter bíblico, resistiendo las ganas de estamparle su puño a Steve Rogers cada que lo veía, o de abrazar a Tony para jamás soltarlo al tenerlo frente a él. Había que separarlos, lo logró provocando un desequilibrio en el castaño. Sin los mocosos, con el esposo dudando, Jonas por fin atacó, presentándose en la mansión familiar, atacando al rubio quien tenía una herida en el pulmón que jamás le permitiría moverse tan rápido como él si era golpeado ahí con el arma precisa. Arrojarlo al sótano fue de los placeres más exquisitos que Jonas experimentaría.

Solo faltaba Tony.

Ahora estaba frente a él, por fin, luego de años sufriendo por su ausencia, de verlo vivir una vida que no le pertenecía, que no era justa. Solo necesitaba que lo recordara y su amor aparecería como en ese encuentro cuando lo salvó. Su ángel de ojos chocolate. Jonas se levantó, acercándose al catre, observando ese cuerpo tan frágil, que necesitaba de su cariño, de sus caricias para encontrar la felicidad que aun no había probado. Que necesitaba tanto de él. Tony pareció volver en sí, todavía mareado por el sedante que le había aplicado, nunca lo lastimaría, solo ajustaría su mente.

-Edward -llamó, el nombre que prefería porque Tony estaba manchado demasiado.

Este abrió sus ojos con todo y el mareó, buscando alejarse. Jonas no se lo permitió, sujetando sus muñecas que atrajo a su pecho, subiendo al catre para cubrirlo con su cuerpo.

-Sshh, tranquilo. Deja que yo me encargue, mi amor, verás cómo te hago feliz como tú lo hiciste conmigo esa vez.

Le sonrió, besando las manos temblorosas hechas puño, empujando una pierna entre las rebeldes del castaño que separó, acomodándose entre ellas con un jadeo porque estaba duro ya de solo tener ese contacto tan cercano. La mano libre de Jonas sujetó el cuello de Tony, mirándolo con ojos entrecerrados.

-Ahora, de verdad estaremos juntos por siempre.

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