Capítulo 13: Ese mayordomo, pelea.
Como rayo, Himena llegó a donde estaba Alois. Todo a su alrededor estaba en llamas, ese color rojo anaranjado se lograba ver por todas partes. Volteó a ver el carruaje de su amo, de seguro estaba aterrorizado, recordando.
Se acercó evitando unas cuantas llamas que querían acercarse. Abrió, mas bien arrancó, la puerta encontrando a Alois sentado con las piernas en su pecho y manos en las orejas. Entró quedando a un lado de él.
-Jóven amo. -le habló. Alois la volteó a ver como si fuera un espejismo.
-Himena -susurró, se acercó tocando su kimono, no era una ilusión. -¡Himena!
-Venga conmigo. -lo cargó y salió del carruaje dejando que lo consumiera el fuego. Alois escondió su rostro temeroso en el kimono de su mayordoma, Himena entendió que los recuerdos habían regresado en peor momento.
-Nos volvemos a ver, Himena. -esa voz, era el tormento de ella...
*****
Sebastian, Claude y Hannah se dirigían al lugar del fuego. Al llegar encontraron a Himena peleando con un chico de pelo largo negro y rojo, pálido, ojos rojos, vestido totalmente de negro y con uñas filosas al igual que ella.
Divisaron a Alois en el suelo agarrándose su brazo mirando con alarma la escena, preocupado por la yōkai.
-Sigues peleando excelente, Hime. -dijo el chico sonriendo con suficiencia limpiando un poco la comisura de su labio.
-Puedo decir lo mismo, Takano. -sonrió de medio lado. Respiraba con dificultad, estaba cansada, nunca se cansaba y verla así era extraño.
-No has cambiado nada. -sonrió de medio lado, sus palabras tenían un tono seductor que le erizaba la piel a Himena. -Veamos, si es cierto.
En sus manos aparecieron un par de cuchillos, sonrió con malicia aventándolo directamente hacia Alois. Himena rápidamente los agarró evitando que dañaran a su amo, Takano rió; en un segundo desapareció de la vista de Himena volviendo a aparecer detrás de ella dándole la espalda, sintió un dolor en su brazo.
-Sigues descuidándote. -le dijo mirándola de lado. Himena vio su brazo que brotaba sangre.
De su mano apareció una daga que de un movimiento rápido se la lanzó a Takano que la esquivó habilidoso. Sebastian apareció delante de Himena haciendo que las llamas se expandieran hacia el yōkai bloqueando la vista de Himena, Claude y Hannah lanzaron cuchillos de oro y Himena tomó a Alois escapando de ahí.
***
Himena estaba curando el brazo de Alois hincada frente a él mientras que el chico estaba sentado en la cama. Colocó una venda en la herida, Alois la veía con seriedad. Soltó un suspiro recargándo su cabeza hacia atrás mirando al techo.
-Listo, amo. -dijo Himena parándose tomando todo sin voltear a verlo.
-¿Quién era aquél? -dijo sin voltear a verla, se acostó en la cama quejándose por el dolor del brazo.
-Nadie importante, amo. -no era bueno ese tono que empleaba, sin embargo, le daba tranquilidad a su amo. -Descanse.
Se dirigió a la puerta abriéndola, no pudo salir cuando sintió un abrazo en su cintura. Volteó encontrando a Alois escondiendo su rostro en sus ropas de mayordomo.
-¿Ya no va a haber fuego, verdad? -ese era el indefenso Alois, un lado que mostraba en su mansión y nadie más conocía a menos que lo quisiera.
-Ya no, amo. -sentía nostalgia hacia él. Su amo...
-¡No te vallas, Himena! ¡No te quemes! ¡Himena! -el trauma del fuego era evidente en él, no podía superarlo y al verlo hace unos momentos atrás lo desató aún más. Lo que le decía no lo pudo decir allá por la parálisis del miedo tan profundo que sentía.
-No me iré -se volteó completamente tomando el mentón del rubio haciendo que la mirara con esos ojos azules como el hielo. -Estamos unidos mediante este contrato. -le abrió la boca, pudo ver el pentagrama en la lengua de Alois, dos de sus dedos apenas si la acariciaban. -Mientras tenga esto no me separaré de usted, nunca. -se acercó a él sonriendo. Alois cerró la boca fijando sus ojos en los de ella. De sentía dichoso de que estuviera con él, aunque signifique que iba a perder su alma.
La luz de una vela era lo único que alumbraba la habitación. Himena se estaba curando la herida de su brazo izquierdo, su llama violeta ardía demasiado, pero solamente así podría curarla por completo. Paró un momento viendo la herida, no estaba del todo curada y aún salía sangre. Volvió a poner la llama aguantando las ganas de gritar.
-Otra vez dejaste que te lastimaran, yōkai. -ya le estaba hartando que Sebastian fuera a visitarla, pero también le gustaba en cierta forma.
-Cállate, demonio. -le dijo seria. -Yo no me curo tan rápido como tú.
-Qué raro... -éste era Claude. -Si también eres un demonio.
-A diferencia de ustedes... -paró de aplicarle la flama, se paró para encararlos. Odiaba que fueran mucho más altos que ella, no le gustaba levantar tanto la mirada. -Los Yōkais podemos ser heridos más veces y es difícil reponernos. No como ustedes que con sólo chasquear los dedos desaparece.
Sebastian y Claude fruncieron el seño, sabían varias cosas de los yōkai y eso era una de ellas pero Himena siempre se burlaba inquiriendo que no sabían nada de eso. Incluso sabían como matar a un yōkai, y sabían quienes exactamente podían.
-Escuchen... -dijo Himena mirándolos a ambos bajando su brazo lastimado ocultándolo de la luz para que no notaran la gravedad del asunto. -Ese yōkai es peligroso, y lo más probable es que valla a estar involucrado en varios casos que nuestros amos tendrán. Les sugiero que estén al pendiente si no quieren perder las almas de sus amos.
No dijeron nada. Claude salió por la ventana sin voltear a ver, solamente frunció el seño de nuevo pensando si algo tendría que ver ese yōkai con Himena.
Sebastian se acercó tomando el brazo de la castaña mirando la herida.
-¡¿Qué haces demonio?! -se alarmó por su acto. Nunca se había llevado bien con él, pero su tacto era, en cierto modo, paralizante y cautivador.
Sebastian no dijo nada, sus ojos rojos estaban fijos en la herida sangrante. Con sus dientes se quitó el guante izquierdo dejando ver su pentagrama y uñas negras, tan sólo hacer eso lo hacía ver atractivo incluso a los ojos de Himena. Pasó su mano por la herida, el pentagrama empezó a brillas un poco. El roce de sus dedos quemaba, Himena cerró los ojos por inercia al igual que tomó a Sebastian de la manga del saco.
Sebastian la vio, sonrió de medio lado terminando su tarea. Alejó su mano, la herida ya no estaba. Himena se sorprendió al verla.
-Gra... gracias, demonio. -no era común que se disculpara con un demonio, sólo había pasado dos veces y con esta tres. Dos a Sebastian y una a Claude.
-Al igual que yo, recibes las heridas por tu amo. -se puso de nuevo el guante mirándola de reojo.
-Por contrato, es mi deber hacerlo. Además... -se bajó la manga de la camisa. -Lo amo.
Sebastian sintió una apuñalada. Tomó a Himena por las muñecas aventándola en la cama quedando él encima de ella.
-¿Amor, eh? -aunque lo quisiera ocultar, no le gustaba, para nada.
-Sí. -sonrió. -Amor por su venganza, por su carácter, por ese deseo de superar y envidia. Estoy enamorada de su alma tan sádica y encantadora.
Sebastian sonrió.
-Como todos... -se acercó a ella a unos centímetros de sus labios. -También... -su aliento rozaba contra su rostro. -Estoy enamorado de tu alma sádica... -cortó la distancia depositando un beso en sus labios, para sorpresa de ambos, ella correspondió.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top