Capítulo 1: Ese mayordomo, competencia.


Era una tarde asoleada, Ciel estaba leyendo unos documentos en su oficina sin prestar nada de atención a su alrededor, no le importaba en lo absoluto. El sonido de la puerta lo distrajo un poco, levantó un poco la vista pero la devolvió de inmediato a los documentos.

-Adelante.

La puerta se abrió dejando que pasara el mayordomo... Sebastian. De la charola que llevaba consigo sirvió una taza de té y se la entregó a su amo.

-El té de la tarde joven amo.-dijo poniendo la taza en el escritorio. Ciel no lo volteó a ver.-Y...-sacó una carta de su saco extendiéndose la.-Una carta del conde Trancy.

-¿Trancy?-dijo Ciel con duda bajando los documentos tomando la carta. La abrió con sumo cuidado para leerla. Bajó la carta con fastidio, vio a su mayordomo.-Prepara el carruaje, nos vamos a la mansión Trancy.

Se paró rápidamente yendo hacia el patio. En un abrir y cerrar de ojos el carruaje estuvo listo y marcharon hacia la mansión. El trayecto fue callado, no era que ellos hablaran mucho, simplemente a Ciel no se le apetecía hablar de nada. Distinguió a lo lejos una gran mansión dorada con bellos jardines llenos de rosas de varias tonalidades.

-Sebastian.

-¿Señor?

-Inspecciona todo a detalle.

-Yes, my lord.

El carruaje se detuvo. Sebastian bajó ayudando a Ciel a bajar, se acercaron a la puerta tocando. No tardo mucho cuando se abrió dejando ver a un chico con vestimenta similar a la de Sebastian, pelo rubio castaño corto agarrado en una pequeña cola de caballo, ojos azul morado, piel blanca casi pálida. Hizo una reverencia con una sonrisa.

-Bienvenidos a la mansión Trancy.-dijo con voy melodiosa. Sebastian se dio cuenta de inmediato el secreto del mayordomo.-Mi amo los espera arriba, siganme por favor.

Con una seña de mano los guió hacia la parte de arriba. Paró en una gran puerta dorada con adornos en las esquinas. El mayordomo tocó.

-Adelante.-se escuchó una voz del otro lado.

El mayordomo abrió la puerta dejando que los invitados entraran. Ciel pudo visualizar a un chico parándose de inmediato. Un chico no mas de 14 o 15 años máximo, pelo rubio, ojos azul hielo, piel blanca como él. Su vestimenta era de unos shorts cafés, botas largas del mismo color, chaleco verde y saco morado. Todo un conde.

-¡Conde Phantomhive! Bienvenido.-dijo haciendo una reverencia. Ciel correspondió.

-Gracias, conde Trancy.

-Por favor, no hay que ser tan formales. Soy Alois Trancy.

-Alois...

-Por favor tome asiento.-dijo señalando el asiento a lo cual ambos tomaron asiento. Sebastian con Ciel y el otro mayordomo a Alois.-Himena por favor traenos té.

-Si señor.-hizo una reverencia y salió de ahí.

"¿Himena? ¿Una chica?" pensó Ciel.

"Ay Himena, ¿de nuevo?" pensó Sebastian con su típica sonrisa sínica.

Al cabo de unos minutos Himena volvió a ingresar al estudio. Sirvió el té con agilidad y elegancia sirviéndolos. Sebastian se quedaba ahí observando, detallando cada centímetro de la mansión.

Alois y Ciel platicaban de cualquier cosa, chocando en carácter y personalidad. Alois alegre y despreocupado, aunque evidentemente escondía una personalidad más macabra; y Ciel, tan... serio.

Se escucharon unos ruidos en la parte de abajo. Ciel y Alois se alarmaron pero lo disimularon, cada uno le dedicó una mirada a su mayordomo, éstos asintieron. Ambos salieron dejando a sus amos dentro del estudio.

-Así que... ¿Mayordoma?-habló Sebastian con una risa.

-Mira quién habla, demonio.-sonrió y fue a perseguir a los causantes de los ruidos y disturbios en la mansión seguida por Sebastian.

Bajaron ágilmente saltando el balcón de las escaleras. Sebastian golpeó a uno que salía por la parte de abajo con su rodilla en el estómago, Himena de una patada noqueó a uno que salía por la ventana. Así pelearon con cada uno que salía, de repente aparecieron tres sirvientes para proteger a Himena de tres hombres que salieron de la nada. Con una velocidad increíble lograron bloquearlos.

-Llévenselos, ahora.-les dijo Himena a los trillizos. Éstos asintieron y se los llevaron.

Los ataques no cesaban, ¿por qué? Debía de haber una razón válida para que estuvieran atacando la mansión. Los dos chicos bajaron rápidamente. Impactados por la escena, se forzaron a ser valientes, algo no estaba bien. Ciel se tornó más serio y decidido que nunca, Alois lo vio de reojo rechinando un poco sus dientes.

-Sebastian.-llamó.

El recién nombrado se acercó a él.

-Es una orden...-empezó quitándose el parche de su ojo dejando ver la marca del contrato con el demonio haciendo un brillo morado.

-¡Himena!-gritó Alois. Ella se acercó a él.-Esta es una orden... ¡Acaba con todos ellos!-dijo con mirada decidida, sacando la lengua dejando ver su contrato.

-Yes, your highness.-respondió Himena con una reverencia viendo a Ciel y Sebastian con una sonrisa.

Se paró sin dejar de verlos. Sus ojos se tornaron más bestiales, con un brillo en ellos. Mordió su guante izquierdo comenzando a caminar en dirección a los maleantes. Un humo grisáceo comenzó a rodearla poco a poco, la mirada de Ciel era de asombro ¿qué era ese ser? ¿Un demonio al igual que Sebastian?

El humo desapareció dejando ver a Himena con un kimono rojo con beige, orejas y cola de zorro. Ella era... una youkai.

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