(XII) Guerra

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Las planicies del noroeste de China se convirtieron en el campo de batalla de uno de los conflictos más trascendentales. El pequeño ejército de más de mil estudiantes y maestros del Kung Fu enfrentaron a Sun Wukong que, aunque débil, era uno de los entidades más poderosas del cielo y la tierra.

El corazón del Rey Mono ardía con fuerza ante su incansable sed de batalla. Cada una de sus copias era una extensión de su propio poder, y como Kai, este debía distribuir sus fuerzas en su propio ejército invencible.

El choque de los ejércitos sacudió la tierra. Las copias de Sun Wukong se veían superadas cinco a uno, pero esto no suponía un problema en lo absoluto. Las estatuas de piedra, cuyos rostros mantenían una mirada seria y desinteresada, cargaban de frente y lograban someter a varios de sus oponentes. Sus batones de piedra no tenían poderes mágicos, no se estiraban ni se encogía, pero golpeaban con la suficiente fuerza como para quebrar las hojas de las espadas o los frágiles ejes de madera de las lanzas. La batalla apenas había comenzado, y el Ejército de Jade había perdido casi la mitad de sus fuerzas al no poder abatir a sus indestructibles oponentes de piedra sólida.

Po, los antiguos y los nuevos Cinco Furiosos, formaron un grupo de élite y se enfrentaron directamente contra el Sun Wukong original y tres de sus copias.

Víbora y Mono se enfrentaban ferozmente a una de las estatuas de piedra de Sun Wukong. Las hojas de sus armas no eran capaces de destruir la dura roca, y el metal comenzaba a ceder ante la constante tensión a la que eran sometidos. A pesar de poder evadir sin problemas los ataques de la estatua, los dos maestros debían retroceder mientras combinaban sus ataques para intentar encontrar un punto débil.

Tigresa y Grulla se batían a duelo contra otra de las estatuas de piedra. Tigresa, quién había perdido la movilidad de su mano izquierda, cargaba de frente blandiendo su espada mientras Grulla atacaba constantemente desde las alturas en pleno vuelo. El pecho de Grulla dolía como nunca, debido al par de costillas rotas que tenía, y cada aleteo de sus alas era como sufrir un infierno. Pero aún así, debían derrotar a su invencible oponente a cualquier costo.

Los nuevos Cinco Furiosos se enfrentaban en conjunto con la última estatua de piedra. Aunque dominaban muy bien sus técnicas de combate, su falta de experiencia no le permitía superar a su adversario, quién había experimentado el sabor de la batalla en incontables ocasiones. Con Peng a la cabeza, los cinco estudiantes eran capaces de golpear a la copia de Sun Wukong en varias ocasiones, pero sus armas sufrían más daño que el cuerpo de piedra de la estatua.

Finalmente, Po se enfrentaba directamente con el Sun Wukong original. Su duelo parecía ser un verdadero choque de titanes. El impacto del báculo Ruyi Jingu Bang con el filo de la Espada de los Héroes producían potentes ondas de choque que recorrían con fuerza el campo de batalla. Po estaba dando todo lo que tenía para no ser superado por Sun Wukong, el cual tenía una enorme satisfacción dibujada sobre su rostro.

Sun Wukong: - ¡Esto si es una batalla digna! - Gritó con fuerza tras una larga y descabellada carcajada, y sin dejar de atacar a Po con todas sus fuerzas.

Sun Wukong usaba ambos extremos de su báculo para intentar abatir a Po, quién blandía su espada con rapidez y precisión para bloquear o desviar cada uno de sus ataques, y en algunas ocasiones, intentar dar un corte sobre el cuerpo del Rey Mono, a lo que este respondía casi de inmediato.

El duelo se extendió la suficiente para que Po comenzara a sufrir de fatiga, además, aún estaba algo aturdido tras el golpe que recibió en el mentón. El resto de maestros miraba en cortas ocasiones para ver cómo Po era superado poco a poco por Sun Wukong, pero aunque intentaran ayudarlo, las copias de Sun Wukong no se lo permitirían.

Sun Wukong: - ¿¡Es qué no lo entiendes!? ¡Un mero mortal no será capaz de derrotarme! -

Las palabras de Sun Wukong hacían estragos en la mente de Po. A pesar de estar dispuesto a derrotar a su enemigo, sabía perfectamente que no sería capaz de derrotar al semidiós. Aún así, sabía que no se iba a rendir hasta el último aliento de vida que le quedase.

Sun Wukong, al ver la determinación de Po que ardía en sus ojos, sintió una intensa llama aflorar en su pecho. Su chispa de ansias por la guerra ardía con fuerza en su interior, dándole al Rey Mono una satisfacción que no sentía desde su enfrentamiento con Nezha, el Tercer Príncipe del Loto, el único capaz de despertar su emoción en todo el ejército celestial.

Entonces Sun Wukong lo entendió. Ese panda, al que él llamaba mero mortal, fue capaz de despertar un fuego que creía nunca más volver a sentir. Y de cierto modo, estaba agradecido por ello. Los ojos de Rey Mono comenzaron a brillar, y una extraña aura roja comenzó a rodear la figura de Sun Wukong, una extraña aura de sed de batalla.

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Destiny Of The Chosen - Trailerhead

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En un estado frenético, Sun Wukong cargó de frente contra Po, propinándole una lluvia de golpes que el maestro apenas podía esquivar. El impacto de las armas producían poderosas ondas de choque que desgarraban los tímpanos de todos aquellos presentes en el campo de batalla. Incluso los que yacían sobre la hierba, derrotados y cubiertos de heridas, alzaron la cabeza para ver desde la distancia el choque de los titanes.

Sun Wukong estaba tan concentrado en Po, que sus clones permanecieron inmóviles sobre el campo de batalla. Parados en firmes apoyando la copia del báculo sobre el suelo. Algunos estudiantes vieron la oportunidad para golpear las estatuas de piedra, pero lo único que lograron fue desgastar o romper sus armas. Entendiendo que nunca tuvieron oportunidad desde el principio. En este punto del combate, sus esperanzas recaían únicamente en el maestro Po, quién estaba perdiendo el combate contra el Rey Mono.

Víbora: - ¡Po! - Gritó con fuerza, pero el panda no podía perder la concentración.

Mono: - Tenemos que ayudarlo.

Tigresa: - No. Si nos acercamos sólo seremos un estorbo para él. -

Grulla: - Debe haber alguna manera. -

Los maestros se miraron preocupados tratando de encontrar una forma de ayudar a Po, o a ese ritmo, sería cuestión de tiempo que perdiera la batalla. Entonces, Peng, el leopardo de las nieves cuya armadura plateada estaba completamente destrozada y su lanza era irreparable, pasó por al lado de los maestros y se detuvo a unos pocos metros de donde Po y Sun Wukong se batían a muerte.

Tigresa: - ¡Regresa inmediatamente, joven! -

Lian: - ¡Peng! ¿¡Qué estás haciendo!? -

El leopardo de las nieves no hacía caso a las palabras de aquellos que les gritaban desde su espalda. El combate entre Po y Sun Wukong hacía que su pelaje y su capa carmesí se agitaran con fuerza. Pero para sorpresa de todos, Peng unió sus manos sobre su pecho, giró la mano izquierda sobre su cabeza y la derecha bajo su abdomen, estiró ambas manos hacia el frente, y sus palmas comenzaron a brillar.

El joven Peng le estaba transfiriendo su Chi al maestro Po mientras se batía a duelo. Uno solo no sería suficiente, pero el Chi de más de mil estudiantes sería una fuerza imparable. Los maestros fueron los primeros en seguir al joven leopardo de las nieves. Los estudiantes hicieron su mayor esfuerzo para ponerse de pie y hacer lo mismo. Y en unos segundos, el cuerpo de Po recibió una enorme cantidad de Chi capaz de sobrepasar los límites de cualquier mortal, pero no los del Guerrero Dragón.

Una extraña aura dorada comenzó a cubrir el cuerpo de Po. El panda sentía un calor satisfactorio dentro de su pecho, y sus heridas y dolores comenzaron a sanar de manera espontánea. Su cuerpo comenzó a sentirse más ligero y poco a poco, fue capaz de equiparar su fuerza con la de Sun Wukong.

Con todo el Chi que había recibido, el cuerpo de Po tenía ligeras "explosiones" de poder. Sus movimientos eran tan rápidos y dinámicos que ninguno de los presentes podía ver con claridad lo que estaba ocurriendo. El único capaz de seguir sus pasos, era el mismo Sun Wukong.

El duelo entre Po y el Rey Mono parecía tomar un giro inesperado. Poco a poco, Po fue capaz de acercarse más al semidiós, e incluso, hacerlo retroceder lentamente, hasta el punto que Sun Wukong tuvo que saltar hacia atrás para evitar que la filosa Espada de los Héroes lo cortase en dos.

Sun Wukong se mantuvo mirando a Po fijamente cuando notó algo extraño. Puso su mano en el pecho y pudo ver su propia sangre. Po fue capaz de propiciarle un corte al semidios con su espada. Al ver esto, todos los presentes aclamaron a favor del maestro, el cuál no perdía la mirada de su oponente ni por un segundo. Pero el más feliz de todos, era el Rey Mono.

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Sun Wukong alzó su brazo derecho a los cielos, y sus clones de piedras se volvieron polvo. Polvo que se arremolinó por el campo de batalla, impulsado por el poder del semidiós. y finalmente, se concentró en su mano alzada. Sun Wukong había recuperado el poder que había segregado en sus copias, pero había algo más.

Algo estalló dentro de Sun Wukong, algo muy poderoso. La armadura de Rey Mono comenzó a arder en fuego, junto a su báculo y el adorno de su cabeza. Los que más cerca se encontraban pudieron notar cómo la temperatura aumentaba gradualmente. Algunos incluso se sintieron fatigados dentro de su propia armadura. Era la llama de Sun Wukong, la que había despertado en su totalidad y ardía con más fuerza que nunca. Su ansia de batalla había superado su cordura y Po pudo notarlo.

Sun Wukong cargó de frente a una velocidad nunca antes vista. Ni siquiera Po en su mejor forma pudo evitar recibir un poderoso golpe que lo mandó a volar por más de diez metros desde donde estaba. El resto, sólo pudo ver aterrado como Po apenas lograba reincorporarse lentamente. La armadura alrededor de sus costillas se caía a pedazos por el fuerte golpe, y su irregular respiración indicaba que varias de sus costillas se habían roto y estaban perforando su pulmón izquierdo.

Po apenas pudo alzar la mirada y Sun Wukong estaba junto a su lado, listo para propinarle otro golpe que apenas pudo desviar con su espada. El Rey Mono alzó su báculo mientras mostraba una enorme satisfacción dibujada en su rostro. Po alzó la Espada de los Héroes para bloquear el golpe que se avecinaba, pero cuando Sun Wukong bajó su arma con fuerza, una cortina de polvo se levantó con el viento y nubló la vista de todos aquellos en el campo de batalla.

Por unos segundos, no muchos eran capaces de ver lo que había pasado, pero si fueron capaces de oír una desgarradora voz gritar con angustia.

Víbora: - ¡NOOOOOOO! -

Cuando el resto fue capaz de ver a través del polvo, sus corazones se detuvieron por unos segundos.

Po estaba apoyado sobre sus dos rodillas sobre el suelo, con Sun Wukong justo al frente. A espaldas de Po, una enorme grieta se había formado y la hierba se había quemado ante la fuerza del semidiós. La mitad de la hoja de la Espada de los Héroes yacía sobre el suelo, la otra mitad aún estaba unida al mango que Po apenas podía sostener. Pero lo más desgarrador de todo, fue ver como el báculo de Sun Wukong había penetrado en la armadura de Po y había desgarrado su cuerpo desde su hombro izquierdo hasta la mitad de su pecho.

La fuerza del Rey Mono había cortado el cuerpo de Po casi a la mitad, y mientras sus seguidores miraba al maestros con ojos llenos de tristeza, Po pudo ver con su última voluntad cómo Tigresa, Mono y Grulla debían sujetar a su amada Víbora, la que gritaba de dolor desde la distancia.

Po: - Perdóname. -

Susurró levemente para luego dar su último suspiro.


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