(VIII) Impactantes Verdades
Tigresa abandonó el valle siguiendo los rastros de Po y Li a través de las montañas, con la esperanza que Po estuviese listo para enfrentar a Kai, pero nada más lejos de la realidad.
Po pasaba sus días tranquilamente holgazaneando en la villa secreta de los pandas. Según su padre Li, antes de poder convertirse en un maestro del Chi, primero tenía que aprender a ser un "buen panda." Po hacía todo lo que Li le decía: levantarse tarde, comer más de lo necesario, no entrenar, holgazanear todo el día, nada que fuese realmente útil.
A pesar de todo, y de llevar una vida pacífica durante las semanas que estuvo conviviendo con los de su especie, Po tenía cierta preocupación que le arremolinaba su cabeza. A pesar de estar cumpliendo al pie de la letra todo lo que su padre Li le decía, no veía ningún progreso en su dominio del Chi. De cierto modo, creía que estaba haciendo algo de forma incorrecta.
En una tranquila tarde Po recorría el pueblo tranquilamente, deleitando su vista con la alegría de los pandas que vivían sin ningún tipo de preocupación, ignorando el peligro que asechaba a las sombras. Po caminó hacia la entrada para despejar un poco su mente, y un pequeño retoño de una flor blanca llamó su atención. Pensó que sería un buena prueba, y tal como antes había hecho Shifu, extendió la palma de su mano para intentar darle de su Chi, pero nada ocurrió.
Po comenzó a preocuparse un poco al ver que no había logrado ningún progreso. Pero algo mucho peor llamó su atención. Desde el otro lado de la entrada de la villa, al borde de la ladera de la escarpada montaña de hielo, se presentaron las maestras Tigresa y Víbora, quien ya había recuperado el conocimientos, aunque ambas estaban bastante heridas, y Tigresa aún se quejaba de su brazo dislocado.
Po: - Chicas. - Dijo con preocupación mientras corría hacia ellas para ayudarlas, llamando la atención de todos los presentes. - ¿Qué están haciendo aquí? -
Tigresa: - Kai atacó el valle. Shifu y los otros cayeron. -
Víbora: - Kai ha tomado el Chi de cada maestro de China. Todos se han ido. - Dijeron con tristeza.
Po: - ¿Todos? - Preguntó impactado.
Tigresa: - Todos. Y ahora se dirige hacia aquí. Viene a por ti, Po. -
Víbora: - Quiere tu Chi. El tuyo y el de todos los pandas. - Estas palabras alarmaron a todos los presentes.
Po: - ¿Cuánto tiempo tenemos? -
Tigresa: - No mucho. - Tigresa miró con suma preocupación a Po. - Por favor, dime que ya eres un maestro de Chi. -
Po quedó en shock, no podía dar una respuesta tan decepcionante. Miró a todos los presentes y vio sus aterrados rostros mientras corrían hacia sus casas para evacuar. Po le pidió al Sr. Ping que cuidara de las maestras mientras corrió a buscar a Li, quién había ido a la aldea con urgencia.
Po: - Pa. Tienes que enseñarme la técnica secreta del Chi. Ahora. -
Li: - No... no. Me temo que... necesitas más tiempo. - Dijo con una titubeante voz mientras ayudaba a los aldeanos a recoger sus cosas.
Po: - No tengo más tiempo. Tengo que aprenderla ahora. -
Li: - Lo siento. Pero aún no estás listo. - Decía mientras se dirigía a su casa cruzando un puente de madera.
Po: - ¿Cómo que no estoy listo? En estas semanas he hecho todo lo que me has dicho y estoy lo suficientemente listo. ¿¡Por qué no dejas de correr y me enseñas!? -
Li: - ¡Porque no sé! - Las palabras de Li dejaron en shock a Po mientras lo miraba con preocupación.
Po: - ¿Tu qué? -
Li: - Porque no sé. Nadie sabe. Tal vez lo usábamos. Pero ya no más. -
Po: - ¿Tu... mentiste? - Preguntaba con preocupación.
Li: - No... yo... si. - Se sintió derrotado al no poder ocultar más la verdad.
Po: - ¿Por qué? -
Li: - Para salvar tu vida. Recién me enteré que un maniático venía a por ti. ¿Qué se supone que hiciera? ¿Dejar que pasara? -
Po: - Si. - Respondió a medida que se enojaba poco a poco. - Yo soy el Guerrero Dragón. Derrotar a maniáticos es mi trabajo. Y por culpa tuya, dejé el valle sin protección. - Decía extremadamente molesto con Li. - Dejé a mis amigos sin protección. Y ahora todos ya ahora todos -
Li: - Y tú también lo estarías. - Interrumpió a Po mientras le ponía una mano sobre su hombro. - Te perdí una vez. No voy a perderte de nuevo. No puedo. - Li le decía con tristeza a Po, pero Po estaba demasiado colérico para escuchar sus razones.
Po: - Ya lo hiciste. -
Po quitó la mano de Li de su hombro con enojo, se dió vuelta, y regresó a la aldea dejando a su padre decaído con un terrible dolor en el pecho.
Entre su propio enojo, la confusión, los gritos de los aldeanos y los llantos de los niños, Po atravesó la aldea sintiendo un sinfín de emociones negativas que comprimían su cabeza y su corazón. Dejó de pensar con claridad, pero sabía que debía recuperar la forma antes que Kai llegara.
Con varas de bambú, pedazos de madera, sogas y varios engranajes, Po construyó un improvisado muñeco de entrenamiento de más de dos metros de altura con un aspecto similar al de Kai. En sus manos colocó dos afilados cuchillos, los cuales tenía que evitar a toda costa si quería enfrentar a las afiladas espadas de jade de Kai.
Po entrenó toda la noche, sin tomar un leve descanso, sin beber agua o ingerir alimento. Tan sólo se enfocaba en derrotar a ese monstruo. El Sr. Ping al ver el estado de su hijo, se dirigió a casa de Li para tener una profunda conversación que duraría toda la noche.
Temprano por la mañana, las maestras Tigresa y Víbora se habían recuperado lo suficiente cómo para poder valerse por ellas mismas. Y desde una de las casas de bambú veían desde la distancia como Po, ya exhausto y sin fuerzas, seguía entrenando con el muñeco de Kai. Pero eventualmente, no pudo continuar y se tuvo que sentar a descansar.
Po se sentó al borde del risco y miró el horizonte con tristeza. Todo lo que había pasado: - la mentira de Li, la muerte de sus amigos y maestros, y la pesada carga de tener que enfrentar a Kai y salvar a China eran simplemente demasiado para él.
Tigresa: - Deberías ir con él. - Le dijo a su amiga Víbora.
Víbora no dijo una palabra, y se deslizó hasta donde estaba Po, sólo para encontrarse con el panda llorando que intentó disimular su tristeza al verla.
Víbora: - Po. ¿Te encuentras bien? -
Po: - Si... si lo estoy. - Decía tartamudeando un con los ojos llorosos.
Víbora: - ¿Estás seguro? -
Po se contuvo todo lo que pudo, pero simplemente el peso de lo que cargaba terminó derrotándolo. Po comenzó a llorar sin amparo en la oscuridad mientras hacía lo imposible para controlar sus emociones, pero simplemente les resultaba imposible.
Po: - Todo es mi culpa. Shifu, Grulla, Mono, Mantis. Todos murieron por mi culpa. -
Víbora: - Oh, Po. Eso no fue tu culpa. -
Po: - Si lo fue si tan sólo no hubiese huido. Todo podría ser diferente. -
Víbora: - Po. No tienes que cargar con toda la culpa tu solo. -
Po: - Pero es mi deber era mi deber. - Po miró a Víbora con el semblante destruido. - Todo esto fue mi culpa. - Po agachó la cabeza.
Finalmente, Po había sucumbido ante la enorme carga que sentía. Pensaba realmente que todo era su culpa, pero algo inesperado lo agarró por sorpresa.
Po salió del estado depresivo en el que estaba cuando sintió los labios de Víbora besando los suyos. En ese entonces se quedó en blanco. Sus preocupaciones y sentimientos encontrados se detuvieron dentro de su cabeza, dejando su mente completamente vacía.
Víbora: - Po. No estás sólo en esto. Todos estamos aquí contigo. Yo... estoy aquí contigo. -
Po simplemente no tenías palabras. Así que tan sólo pudo responderle con una sonrisa mientras Víbora limpiaba las lágrimas restantes de la cara de Po con su cola.
Víbora: - Vamos. Busquemos a los otros. - Po tomó una gran bocanada de aire.
Po: - Muy bien. Vamos. -
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top