(VII) Maestro y Alumno

Las campanas dieron inicio a un nuevo día en el Valle de la Paz. Como de costumbre, el maestro Shifu se dirigió a los dormitorios para ver a sus estudiantes, pero ninguno de ellos salió a recibirlo. Shifu ya sabía lo que habían hecho, y estaba destrozado. El temor de lo que Tai Lung podría hacerles, lo consumía. Finalmente, Po salió de su habitación algo atrasado.

Po: - Oh. Buenos días, maestro. ¿Y los otros? - Miro sorprendido el vació del lugar.

Shifu: - Ellos tomaron su propia decisión. - Dijo con voz deprimida.

Po: - ¿Y... ¿Qué haremos nosotros? -

Sifu: - No lo sé, Po... No lo sé. -

Shifu se retiró cabizbajo dejando a Po sólo en los dormitorios. Po no estaba seguro, pero tenía una vaga idea de lo que estaba pasando. Estaba algo nervioso, así que decidió ir a un lugar especial.

Después de un tiempo, Shifu se encontraba bajo el durazno observando al horizonte. Su preocupación lo atormentaba, y no podía aclarar sus ideas. Miraba al báculo mientras se preguntaba qué hubiera hecho Oogway en su lugar. Pero su tranquilidad fue interrumpida cuando escuchó a alguien en la distancia.

Parecía que alguien estaba entrenando, así que fue a revisar el salón de entrenamiento, pero estaba vació. Revisó en los dormitorios y no encontró a nadie. Caminó por el palacio y revisó la cocina, pero también estaba vacía. Siguió buscando hasta que se percató que quien gritaba estaba en un pequeño bosque de bambú justo detrás del salón principal del palacio. Se acercó para averiguar, y se encontró a Po, quien había montado un muñeco de entrenamiento de su tamaño para entrenar.

El muñeco estaba hecho por varias varas de bambú atadas con una soga. El bambú no era tan resistente con los muñecos de madera, pero al menos, Po podía entrenar con algo de su tamaño.

Shifu se sentó pacientemente sobre una roca para verlo entrenar al ver que Po no se había percatado de su presencia. El panda golpeaba con todas sus fuerzas al muñeco, aunque carecía de cualquier tipo de técnica. Finalmente el muñeco cedió ante los golpes y se hizo añicos. Po se dió vuelta para cambiar el muñeco roto por otro que ya estaba hecho, y fue entonces cuando se percató de Shifu.

Po: - Oh. Maestro Shifu... ¿Cuánto tiempo lleva ahí? -

Shifu: - Lo suficiente. - Caminó hasta donde estaba el muñeco destrozado y lo miró con calma.

Po: - Lo siento por eso. Pero descuide. Lo limpiaré después. -

Shifu: - No tienes nada de lo que disculparte. Sígueme. -

Shifu ordenó a Po recoger suficientes provisiones y hacer una maleta para un viaje que duraría varios días. Caminaron a buen ritmo por los pasajes de la montaña hasta llegar a un peculiar lugar extremadamente bello en la cima de una montaña.

El césped verde crecía libremente y había una formación rocosa con un patrón peculiar. Justo al medio, un estanque cuya forma no podía ser definida a simple vista, pero desde las alturas describía un silueta similar al del Yin y el Yang.

Po: - Un poco lejos para darse un baño, ¿no lo cree? -

Shifu: - Je. No nos bañamos en el estanque de Lágrimas Sagradas. -

Po: - ¿Eh? - Se quedó asombrado.

Shifu: - Aquí Oogway desentrañar los misterios de la armonía y la concentración. - Dijo mientras se acercaba al borde del estanque. - Este sitio vió nacer al Kung Fu. -

Po quedó en shock al oír lo que dijo Shifu. Jamás pensó estar en un lugar que él mismo consideraría sagrado. Y su asombro sólo aumentó cuando Shifu dió un enorme salto y aterrizó sobre una roca a varios metros de altura.

Shifu: - ¿Quieres ser el Guerrero Dragón?

Po: - Jo, jo. Si. -

Shifu: - Entonces, yo seré tu maestro. -

Po hizo un saludo marcial mientras inclinaba la cabeza durante unos segundos en forma de respeto y agradecimiento a su nuevo maestro.

Po: - Por cierto. Me encantó la presentación. - Shifu dejó escapar una leve risa.

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