(IX) No Estás Solo

El hecho que Po le hubiese contado a Víbora todo lo que vió en sus pesadillas o visiones, no cambiaba nada. Pero al menos el panda pudo sentirse un poco desahogado. En los próximos días, cuando Po comenzaba a tener pesadillas, Víbora se acercaba a él y lo abrazaba sin despertarlo, y por sorprendente que fuese, Po lograba calmarse y conciliar un buen sueño.

Pasaron ocho noches desde que Po tuvo su último encuentro con ese extraño ser. El registro que estaba leyendo no contenía mucha información, dado que era muy viejo, y muchas partes estaban desgastadas o los caracteres estaban borrosos. De cualquier modo, Po sabía que se trataba de una entidad muy poderosa. Más poderosa que Kai, o cualquier otro enemigo con el cuál se hubiese enfrentado.

Po estaba muy preocupado. La entidad, que se hacía llamar a sí mismo Sun Wukong: El Rey Mono, le dijo que iba en búsqueda de su sangre. Lo cuál Po interpretó que quería acabar con su vida. Eso le preocupaba, por supuesto. Pero el hecho que podía amenazar la vida de Víbora o de sus estudiantes era algo que realmente le producía terror. Po sabía que debía enfrentarlo a cualquier costo, aún si tal decisión le costase la vida. Vida... que estaba dispuesto a ofrecer sin resistencia si el semidiós dejaba su legado en paz.

Era una fría tarde en el Valle de la Paz, algo no muy común en esos meses de verano, una clara advertencia de que algo malo sucedía. Po se encontraba solo, tratando de buscar Paz Interior bajo el solitario durazno que se alzaba sobre aquella alejada formación rocosa donde a él le gustaba meditar. El viento era un poco fuerte, y agitaba las ramas con fuerza. El leve ruido era suficiente para desconcentrar al nervioso Po, quién era incapaz de calmarse a sí mismo.

Fueron ocho largos días de espera. Ocho largos días en los que Po apenas comía y dormía con dificultad. El maestro se mantenía alejado de sus estudiantes, los cuales le preguntaban constantemente a Víbora sobre su salud. Para no cundir el miedo, Víbora simplemente les dijo que el maestro Po se encontraba enfermo y débil, y que no podía impartir clases. Aún así, a muchos de ellos les costaba trabajo aceptar la idea. Por más de diez años, el maestro Po se mantuvo al frente de todos, sin vacilar ni un sólo día. Bajo la lluvia y el sol. Bajo el fuerte viento huracanado (en Asia se le llama tifón o ciclón; dependiendo de la región), o la fría nieve invernal, Po siempre estuvo presente.

Incluso los nuevos Cinco Furiosos se acercaron a la maestra Víbora en solitarios y pidieron ver a su maestro, pero ella prefirió que no. Víbora no quería que sus preciados estudiantes vieran a su amado Po en esas condiciones. Algo que resultó demasiado extraño, teniendo en cuenta que ellos podían verlo en ocasiones desde la distancia meditando bajo el durazno.

Sin embargo, en esa misma fría tarde, Po tenía su mirada perdida en el horizonte. El sol del ocaso irradiaba en sus ojos y su mente estaba en blanco, pero una voz muy conocida lo sacó del estado en el que estaba.

Tigresa - Te ves peor de lo que pensaba. -

Po se dió vuelta sorprendido. Simplemente no podía creer lo que veía sus ojos. A sus espaldas se encontraban sus viejos amigos: los maestros Tigresa, Mono y Grulla, junto a la maestra Víbora que les seguía con tristeza.

Po: - Chicos... que alegría verlos. Pero... ¿Qué están haciendo aquí? -

Los tres maestros prefirieron no contestar a su pregunta, y se hicieron a un lado para dejar que Víbora se acercara cabizbaja.

Víbora: - Fui yo. Yo los llamé. -

Po: - ¿Qué? ¿Por qué? -

Víbora: - Yo... lo... lo siento. Era demasiado. Yo sola no podía no podía ayudarte Y eso me rompía el corazón. -

Víbora no podía contener sus lágrimas en ese momento. El hecho que Po pudiese desaparecer de su vida era tan doloroso que apenas la dejaba ingerir alimento, aún no le decía a nadie. Sólo Tigresa, Mono y Grulla fueron capaces de notar los demacrados que se veían ambos maestros. Po abrazó a Víbora con tristeza, para intentar calmarla. Y justo después, los otros maestros se unieron al abrazo.

Se sentía cálido. En la fría tarde, el afecto de sus antiguos compañeros logró alegrar un poco los corazones de Víbora y de Po. Pero algo aún más sorprendente iba a suceder.

????: - Mami. ¿Quienes son esos? -

Los maestros abrieron los ojos sorprendidos y miraron con asombro a una pequeña tigresilla que esperaba algo confundida a pocos metros. Tigresa se levantó y cargó a la pequeña niña entre sus brazos. La niña era preciosa. Mostraba un sedoso pelaje blanco con rayas negras, acompañado con unos grandes y brillantes ojos azules. Vestía un adorable kimono naranja y una pequeña flor de loto sobre su oreja izquierda. (Se lo que están pensando y no. No es hija de Po.)

Tigresa: - Les presento a mi hija Lixue. -

Los cuatro maestros quedaron en shock. Incluso Grulla no pudo evitar que su pico se abriera sin que él se diera cuenta. Pero en el fondo, una gran emoción alegró el corazón de los presentes, olvidándose de cualquier preocupación que atosigaba sus mentes. Los maestros rodearon a Tigresa y vieron con regocijo a su pequeña, la cuál se mostraba un poco tímida al principio, pero cuando su madre le dijo que esos eran sus "tíos" la pequeña felina se olvidó de las penas y comenzó a jugar sin ningún tipo de temor.

Los años cambiaron un poco a los maestros. Mono vestía un casual kimono azul que cubría casi todo su cuerpo y se dejó crecer una larga coleta justo detrás de su cabeza. Grulla se dejó unos largos bigotes que colgaban por diez centímetros desde arriba de su pico, y cambió su sombrero por uno más elegante y del cual colgaba un velo que ocultaba la mayor parte de su rostro. (Similar a un sombrero de hokage). Pero el mayor cambio lo tenía la maestra tigresa. No por su figura, o por las ropas que vestía, sino por su rostro. El rostro de Tigresa mostraba una extraña felicidad, algo que no era muy común en ella. La imagen de ella mostrando sus dientes en una sonrisa cargando a su pequeño tesoro fue una imagen que se quedó grabada con felicidad en los corazones de los maestros.

Tras el cálido reencuentro, y tras poner al día al resto, los cinco maestros estaban sentados tranquilamente en la mesa del comedor. Tigresa, Grulla y Mono aceptaron con felicidad a los nuevos Cinco Furiosos, y compartieron juntos una deliciosa cena que Po se había animado a hacer. Pero una vez finalizada, los cinco estudiantes debieron retirarse y la pequeña Lixue dormía tranquilamente en una de las habitaciones de invitados. Después de todo, no quería que nadie escuchara la dura charla que iban a tener.

Grulla: - ¿Y qué vamos a hacer? -

Víbora: - No lo sé. Debemos encon -

Po: - Me iré a las planicies del este. Y lo enfrentaré allí. Sólo. - Interrumpió a Víbora.

Víbora: - ¿¡Qué!? ¡No puedes hacer eso! - Gritó indignada.

Po: - Mi amor. Debo hacerlo. Debo hacerlo solo. -

Víbora: - ¿Por qué? - Una pequeña lágrima comenzó a brotar de sus ojos. - Creí que estábamos juntos en esto. -

Po: - Lo sé. Pero no puedo dejar que te pase nada A ninguno de ustedes. - Dijo mientras miraba a todos en el lugar. - Sun Wukong viene a por mí. Si mi vida puede mantener la paz de este lugar y de todos a los que quiero que así sea. -

Víbora: - Es que... no... no es justo. ¿Por qué siempre debes ser tú? -

Víbora no pudo contener sus emociones y comenzó a llorar. Po se levantó de su silla y la abrazó con fuerza, pero intentaba mantenerse lo más sereno posible.

Po: - Porque soy el Guerrero Dragón. Debo protegerlos a todos sin importar el costo. Eso es lo que soy. -

Víbora: - Lo sé... pero ¿por qué? -

Era muy difícil de aceptar, pero Po tenía razón. Aunque ninguno estuviese de acuerdo.

Mono: - Aún así no pienso dejarte sólo en esto. - Dijo tras un largo suspiro.

Grulla: - Yo también iré contigo, Po. -

Po: - No... no deben. Les agradezco pero esto no es una decisión que puedan tomar. -

Tigresa: - ¿De qué estás hablando? - Po suspiró profundamente, y los miró con cierta tristeza.

Po: - Ninguno debe venir. En especial tu, Tigresa. - Tigresa entendió que Po lo dijo refiriéndose a la pequeña Lixue, aún así no estaba de acuerdo.

Mono: - Po. Somos tus amigos. Debemos ayudarte en esto. -

Po: - Y yo lo aprecio. Lo aprecio cómo ninguno de ustedes puede imaginar. Pero como su maestro, se los ordeno. -

Víbora: - No... no lo haremos. -

El resto de maestros estuvo de acuerdo con la opinión de Víbora, pero eso realmente no le agradó a Po. El panda cambió su rostro, a veces feliz y a veces triste, por un rostro muy serio, expresando un profundo desacuerdo que impresionó al resto de maestros. Po se levantó y los saludó marcialmente. Todos sabían que lo que iba a decir no sería agradable.

Po: - Si aún sienten algún respeto por el maestro de ustedes que fui, harán caso a mi voluntad y no me seguirán. -

Los cuatro se quedaron perplejos. Ninguno se esperaba una reacción tan brusca por parte de Po hacia ellos, pero era más que claro que lo hacía para protegerlos. Con tristeza, y un profundo nudo en la garganta, los antiguos miembros de los Cinco Furiosos se levantaron de sus asientos y devolvieron el saludo. Si esa era su decisión, debían respetarla.

Po: - Gracias. Realmente agradezco su comprensión. Ustedes deben continuar con el legado de Kung Fu, deben continuar su viaje sin mi. Prométamenlo prométamenlo que lo harán. -

Víbora, Tigresa, Grulla, Mono: - Lo prometemos, maestro. -

Po: - Mi momento ha llegado. Partiré a primera hora. -

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