(IV) No soy como tu
Mientras tanto, en una ciudad alejada y el destino de Po y su prisionera, una peculiar reunión se llevaba a cabo. Los jefes criminales más importantes de la ciudad de Juniper, todos sentados frente a una ostentosa mesa en medio de la plaza central del palacio. Era claro pensar que esta ciudad estaba dominada por los grupos criminales, pues estos parecían pasearse por todos lados como si fueran los verdaderos regentes del lugar.
Un oso, un lobo, un cocodrilo, una comadrea y un cerdo. Cada uno líderes de las cinco casas criminales más poderosas de la ciudad... Todos, respondiendo a la convocatoria de una sola individua.
Jefe Bandido Oso: - ¿Quién se cree para hacernos venir? -
Jefe Bandido Cocodrilo: - Quiere parecer poderosa. -
Jefe Bandido Comadreja: - Somo los jefes de las familias criminales más fuertes de Juniper. -
Jefe Bandido Oso: - Y ella es solo una reptile enana de ojos saltones hambrienta de poder. -
Jefe Bandido Cocodrilo: - No mencionaron que era una poderosa hechicera. -
Jebe Bandido Oso: - Ante dominábamos la ciudad... Ahora le pagamos la mitad del dinero que robamos. -
Jefe Bandido Lobo: - Hay que pararla de algún modo. -
Jefe Bandido Cocodrilo: - Y... ¿Qué podemos hacer? -
Jefe Bandido Oso: - Juntos... Podemos derrotarla. - Peligrosas palabras.
Jefe Bandido Cocodrilo: - ¿Estás loco? Es una cambia formas. Podría estar sentada en este mesa y no tendríamos ni ideas. -
Jefe Bandido Lobo: - De ser cierto... ya estaríamos muertos. -
Jefe Bandido Cocodrilo: - Oh... Pero eso... No es del todo incorrecto. -
Los otros presentes quedaron extrañados antes tales palabras, pero un escalofríos corrió por su cuerpo cuando de pronto al cocodrilo presentes comenzaron a brillarles los ojos con una funesta luz celeste.
En un acto terrorífico y desagradable, la forma del cocodriolo comenzó a hacerse pedazos, contrayendo musculos, huesos y piel como una muñeca amorfa de carne. Una que se hacía cada vez más y más pequeña a medida que los segundos escurrían del reloj. Entonces, usando una magia oscura de rituales antiguos... la Camaleona se presentó ante sus supuestos conspiradores en contra.
Camaleona: - Valla... La verdad no me sorprende tal actitud. -
Jefe Bandido Oso: - ¿Qué más quieres de nosotros? -
Camaleona: - Ustedes y sus familias prosperaron aprovechándose de los débiles. - Dijo con una modestia y una gentileza que por algún motivo hacía que se te helara la sangre. - Entonces... No les gusta que se aprovechen de ustedes... Bastante comprensible. -
Jefe Bandido Oso: - Ya tienes toda la ciudad... ¿Qué más podrías desear? -
Camaleona: - Tengo... algo especial en mente... Y estoy cerca de conseguirlo... Tan cerca como la Luna de Sangre. -
Jefe Bandido Lobo: - Faltan dos noches para la Luna de Sangre. -
Camaleona: - Muy poco tiempo y demasiados gastos... Y por eso tendré que aumentar los tributos a este mes al sesenta por ciento... -
Jefe Bandido Oso: - ¡NO! - Gritó en cólera mientras lanzaba todo de la mesa, haciendo u desastre de platos rotos y comida desperdiciada.
La Camaleona no dijo nada, pero su mirada se congeló sobre el duro piso de piedra por unos segundos. Sus ojos comenzaron a divagar, intentando contener una cólera que simplemente no podía ser contenida. Ell alzó la mirada, sus ojos se clavaron como dagas sobre la mirada del oso. Uno a la vez, como todo camaleón es capaz de hacer... Y entonces... Sonrió.
Camaleona: - ¿Qué fue lo que dijiste? -
Jefe Bandido Oso: - No... -
Entonces... algo estalló en su interior.
Camaleona: - ¿Sabes? Soy capaz de perdonar las ofensas... Soy capaz de perdonar las falsas apariencias... Pero lo que nunca perdono... Es la desobediencia... -
A medida que continuaba la frase, su voz se tornaba cada vez más gutural. Aquellos presentes vieron aterrados como el cuerpo de la Camaleona se deformaba una vez más, pero ahora su carne se expandía en todas direcciones como una masa amorfa.
Un gritos gutural escapó de su boca. Sus cuerpo se expandió a cincuenta veces su tamaño. SUs brazos crecieron como troncos de árboles. Su cola se contrajo. Su cabeza se retorció como un tornado de carne y grandes y afilados colmillos emergieron de su boca, junto a una enorme trompa justo al medio de su rostro. Se había transformado en un enorme y poderoso elefante. Culminado con una poderosa trompeta a modo de rugido espectral.
Camaleona: - ¿Crees que te he presionado demasiado?
El oso se quejó cuando la trompa de la Camaleona se aferró al cuello de sus prendas, alzándolo en peso y asfixiándolo mientras lo arrastraba a sus espaldas. No podía hacer nada... Ella era demasiado fuerte. Sus fuerzas no eran rivales para ella. E incluso siendo un elefante, tenía esas resistentes escamas de reptil que no permitían que sus garras le hieran daño.
Camaleona: - Tu... Mi amigo... No entendiste hasta donde puedo... precionar. -
Los ojos del osos se abrieron como platos al escucharlo. Él no era capaz de ver más que esos brillantes ojos celestes que le desgarraban el alma con el filo de su vista, pero cuando sintió su cuerpo caer por la gravedad supo que esa sensación de estar tan cerca de la muerte era tan real como el aire que respiraba.
El oso gritó con todas sus fuerzas, mientras su cuerpo caía desde una altura imposible. La Camalonea lo había arrastrado hasta el borde de los imponentes muros que se alzaban sobre la montaña que se alzaba sobre la ciudad. Un grito que cada vez se hacía más lejano mientras él caía, hasta que un fuerte estruendo sacudió la funesta expectativa y silenció su voz. El oso cayó sobre la dura roca... Muerto cuando sus huesos y órganos internos reventaron ante el impacto.
La Camaleona admiró su obra por unos segundos. Una hermosa silueta estampada contra la dura roca. El cadaver de aquel que se atrevió a ofenderla. Sus ojos tomaron una psicópata mirada mientras de su boca escapa una leve pera audible risa, al mismo tiempo que su cuerpo volvía a tomar su forma original, y su mirada se daba la vuelta a aquellos que, de momento, aún sus corazones seguían latiendo.
Camaleona: - Espero sus tributos al atardecer... Eso es todo. -
No hizo falta decir nada más. Todo aquellos criminales presentes se lanzaron a la carrera como presas desesperadas, bajando los interminables escalones tan rápido que era simplemente imposible de creer si no lo veías con tus propios ojos. Todos con una clara idea en mente.
''La Camaleona es alguien al cual era mejor no llevarle la contraria.''
(Juro que le pondré un nombre a la Camaleona... Juro que lo haré)
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Mientras tanto, ajenos a todos los problemas que se orquestaban en la ciudad, Po y su prisionera avanzaban a paso constante por los peligrosos pasajes boscoso de la zona. Había sido un largo día de caminata, y ya el cansancio era notable, sobre todo en la Zorra, quien no paraba de quejarse durante todo el camino.
Zorra: - ¿Podemos para por un momento? Mis pies están exhaustos, y mis manos duele con estas cosas. -
Po la miró con algo de desaprobación, sus quejidos durante todo el camino ya lo tenía algo molesto, pero debía admitir que tenía razón.
Ambos salieron del camino, y la Zorra no dudó en sentarse y apoyar esas pesadas esposas sobre un tronco cuando tuvo la oportunidad. Sus brazos y hombros estaban cansados por el peso extra, y no podía hacer más que ver como Po preparaba un pequeña hoguera con ramas y hojas secas de los alrededores.
Sería un descanso prudencial. Uno para recuperar energías y comer algo. Lo que sea que el panda estuviese preparando. La Zorra no era un experta cocinera, pero pudo notar en el panda una habilidad preparando la comida que no era para nada común en un maestro de Kung Fu. Habían pasado unos minutos y ya el olor era muy tentador, y el estómago de la Zorra no dudó en llamar la atención cuando el suculento olor llegó a su nariz.
Po no pudo hacer más que reírse al respecto, y no tardó en servir un bol con la sopa que había preparado, ofreciéndole la comida a su prisionera.
Zorra: - ¿Qué? ¿Ahora quieres envenenarme? ¿O le pusiste algo extraño a eso? -
Po: - ¿Envenenarte? ¿Quién crees que soy? -
Zorra: - Alguien en quien no puedo confiar definitivamente. -
Po: - Tu eliges. O te arriesgas o mueres de hambre... Es tu decisión. -
Era difícil de deducir la expresión del panda. ¿Por que era tan noble con alguien que ingresó a robar en su morada? Eso no tenía ningún sentido. Al menos no para ella. Pero una cosa era cierta, si no comía moriría de hambre, y valla que estaba hambrienta.
La Zorra tomó el bol de sopa aún con las esposas en sus manos, pero no la probó. De hecho esperó hasta que Po se sirviera su propia ración y le diera una bocanada, solo para asegurarse que, efectivamente, no estaba envenenada.
Po: - Eres desconfiada sin lugar a dudas. -
Zorra: - Aprendes a no confiar cuando creces en las calles. -
Entonces ella intentó tomar un sorbo, pero esas esposas eran tan grandes y pesadas que era prácticamente imposible hacerlo. Po la vió y se sintió algo culpable por eso, así que procedió a quitárselas.
La zorra miró al panda con bastante confusión. ¿Quien en su sano juicio dejaría a un criminal suelto de esa forma? Un tonto sin lugar a dudas.
Zorra: - Y tu eres demasiado confiado. -
Po: - Solo lo necesario. -
Zorra: - ¿No tienes miedo a que simplemente... salgo huyendo? -
Po: - Puede ser... pero no llegarías muy lejos de todos modos. -
Zorra: - Oh.... ¿Crees que eres más rápido que yo? - Preguntó desafiante.
Po: - No... Se que soy más rápido que tu. - Respondió seguro.
Una firme aclaración sin lugar a dudas, pero que era mejor no comprobar. Ese panda ya había demostrado sus habilidades. O eso esperaba ella, pues lo peor sería saber que ni siquiera estaba luchando en serio. Pero de momento lo mejor sería comer algo. Cualquier cosa que fuese ha hacer era mejor con algo en el estómago, aunque esta se llevó una muy grata sorpresa.
Zorra: - Oh, dios... Esto está delicioso. -
Po: - Es solo una sopa a medias... No es tan buena. -
Zorra: - Lo que tu digas... Para mi está genial. -
Sin lugar a dudas verla tomar el caldo con tanto ímpetu era agradable para cualquier cocinero, pero Po tenía otra idea en mente.
Po: - No sueles... comer este tipo de cosas muy a menudo... ¿Eh? -
La Zorra alzó la mirada por un momento, asombrada. Era impresionante cómo pudo darse cuenta de algo como eso solo con unos pocas pistas, pero tenía toda la razón. El rostro de la zorra se oscureció de pronto... Como si Po hubiese presionado una herida dolorosa, así que no dijo nada más y siguieron comiendo en silencio.
Una vez terminado, Po lo recogió todo y se dispuso a continuar su viaje, pero fue bastante extraño cuando tomó las pesadas esposas y la guardó dentro de su mochila.
Zorra: - ¿No me las vas a poner? -
Po: - Eso depende... ¿Crees que es necesario? -
Zorra: - No... No lo creo. - Dijo aún tratando de comprender la actitud del panda.
Po: - Bueno... Sigamos adelante... Aún queda un largo camino por recorrer.
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¿Alguien me puede decir en qué parte de la película la Zhen le dijo su nombre a Po? Porque no escuché su nombre en ningún momento hasta el minuto 34 y medio cuando Po se levanta de un sueño y grita su nombre.
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