(I) Diez Años de Paz

Han pasado diez largos años desde que Po derrotó a Kai en el mundo espiritual. Y una prolongada paz y prosperidad se extendió a lo largo del Valle de la Paz. El pequeño pueblo creció considerablemente, y ahora era conocida cómo la Ciudad de Jade; una bulliciosa ciudad de la cual se conectaron varias carreteras con otras grandes ciudades de China, lo cual convirtió al tranquilo valle en una próspera área de comercio e intercambio cultural y de bienes.

Aún así, sin importar el ajetreo que ahora vivían las calles de la ciudad. El templo de Jade permaneció como un lugar tranquilo, de meditación y entrenamiento. El Templo de Jade, ahora dirigido por Po, se convirtió en la escuela de Kung Fu más grande de toda China, con más de mil estudiantes en sus filas.

Sin embargo, a pesar de todas las aventuras y la fuerte amistad que los unían, los Cinco Furiosos se disolvieron y cada uno de ellos emprendió su propio camino:

Tigresa se convirtió en la cabeza del Consejo de Maestros de la ciudad de Gongmen, y ahora, bajo su cuidado, la ciudad se convirtió en el puerto comercial más importante de la región. Junto a ella se encontraban los nombrados "Cuatro Ancianos": los viejos maestros Buey, Cocodrilo, Gallo y Oso, quienes, junto a Tigresa, se convirtieron en los cinco pilares de la ciudad.

Grulla regresó a su antigua escuela, donde una vez fue conserje, y se convirtió en el maestro principal. Bajo su cuidado, la pequeña sede agrupó a más de quinientos estudiantes de élite de todas las especies.

Mono viajo lejos al norte, a la ciudad de Beijing, y allí se estableció y abrió una nueva escuela. Aunque la escuela aún es joven y no cuenta con muchos estudiantes, en una ciudad tan grande sólo es cuestión de tiempo para convertirse en una de las escuelas más importantes del país, incluso aún más grande que el Palacio de Jade.

Por otro lado, Mantis tomó la decisión más importante de su vida. Mantis regresó a su antigua villa y contrajo matrimonio. Lamentablemente, para que una mantis religiosa macho pueda dejar su legado en este mundo, debe sacrificar su propio cuerpo por el bien de su descendencia. Ahora, el gran maestro descansa tranquilamente en el reino espiritual junto a sus antiguos maestros Oogway y Shifu.

Finalmente, Víbora y Po contrajeron matrimonio en una de las bodas más espectaculares que China haya visto jamás. A pesar de su decisión de ser discretos, el Sr. Ping, en aquel entonces aún vivo, y el resto de los Cinco Furiosos, quienes aún vivían en el Palacio de Jade, prepararon un gran evento para ellos. Residentes de todas partes de China vinieron solo para verlos, así cómo grandes maestros, figuras políticas, y finalmente, la familia de Víbora.

Cuando Po conoció a la familia de Víbora, las cosas se pusieron un poco tensas. El padre de Víbora era algo conservador y se opuso desde un principio, pero tras un tiempo de convivencia, terminó aceptando a Po como parte de su familia.

Años posteriores, el Sr. Ping pereció producto a su avanzada edad. Po sufrió mucho la pérdida de su padre. Pero el Sr. Ping dejó este mundo rodeado de sus amigos y gente que lo estimaban. Po permaneció a su lado hasta el último momento, hasta el momento en que ya no pudo sujetar más la mano de su hijo.

El restaurante del Sr. Ping fue heredado por Po, pero al ser maestro de Kung Fu, Po no tenía tiempo para cuidar del restaurante. Por lo tanto, los primos de Po, Din y Sum se hicieron cargo de este. Los pandas gemelos eran muy buenos cocineros, tal vez incluso mejor que el Sr. Ping, y con la creciente prosperidad de la Ciudad de la Paz, fue sólo cuestión de tiempo para que el restaurante "La Tienda de fideos del Sr. Ping", renombrada en su honor, se convirtiera en el lugar más popular de la urbe, teniendo incluso que ampliar el local.

El Palacio de Jade tuvo que ser reconstruido casi en su totalidad una vez Kai fue derrotado. El guerrero espiritual arrasó con el edificio principal y el jardín donde las estatuas de piedra de los grandes héroes descansaban. El palacio no sólo fue reparado, también sufrió de una ampliación excepcional; con varias salas de entrenamiento, dormitorios, cocina y comedores para albergar a los miles de estudiantes, sin embargo, había un lugar que permaneció exactamente igual.

Aquella alejada roca sobre el risco de la montaña. Lugar donde se alzaba el frondoso Durazno de la Sabiduría Celestial, se convirtió en un lugar sagrado de meditación. Ninguno de los alumnos osaba acercarse, no porque hubiese una regla que lo impidiera, sino como muestra de respeto hacia su maestro, y todos sus predecesores.

Y así, en un cálido ocaso de verano, Po se encontraba meditando tranquilamente con sus piernas cruzadas bajo el durazno. Faltaban apenas unos minutos para que el sol se ocultase por el horizonte, la brisa fresca movía su pelaje y su fino kimono negro con detalles dorados, los cuales incluían un dragón dorado que rodeaba la prenda y cuya cabeza descansaba sobre el pecho de Po.

Po se encontraba en paz. Tan solo el trinar de las aves podían perturbar tal profundo silencio. Las clases habían terminado y los alumnos habían regresado a sus aposentos. La Paz interior de Po era imperturbable... bueno... casi lo era.

Po abrió los ojos lentamente cuando sintió algo en su espalda. Una silueta se deslizaba suavemente por encima de su kimono y se detuvo en su hombro derecho.

Víbora: - Hola, cariño. ¿Te interrumpo? - Po la miró y le respondió con una sonrisa.

Como siempre, Vibora portaba elegantemente sus dos flores de loto sobre la cabeza, con la única diferencia que ahora de cada una de ellas colgaban unos elegantes adornos bordados de terciopelo, y una delicada tiara rodeaba su cabeza.

Po: - Tu nunca interrumpes, mi tesoro. -

Po puso sus ambas manos frente a su estómago, como si fuese a cargar a un bebe, y Víbora se deslizó suavemente y se enrolló sobre sí misma descansando sobre los voluminosos antebrazos del panda. Ese era un lugar que a ella le gustaba, y se sentía agradable al sentir el calor del cuerpo de Po. Se sentía segura. Víbora miró delicadamente hacia arriba, pero se preocupó un poco cuando vió la cara seria de Po enfocada en el horizonte.

Víbora: - Po. ¿Está todo bien? -

Po: - Eh... si. Todo está bien. No te preocupes. -

Víbora: - Po. - Po bajó la cabeza y vió la cara de curiosidad de Víbora. - Te conozco demasiado bien. Dime. ¿Qué ocurre? - Po suspiró profundamente.

Po: - No sabría decirlo pero siento que algo... no está bien. -

Víbora: - ¿Qué quieres decir? -

Po: - ¿Recuerdas cuando Oogway predijo que Tai Lung iva a regresar? -

Víbora: - Si lo recuerdo. Fue algo... increíble y asombroso a la vez. -

Po: - La última lección de Shifu me enseñó a no ignorar mis pensamientos... mis sueños... por muy preocupantes que fueran. No sé qué es... pero siento que una gran tormenta se acerca. -

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