Sonámbula

Espero que les guste~

Nota: Revisando mis libros, viendo los que hice hasta el momento, lo medite y dije "¡Al diablo!", un libro más no arruinara la poca cordura que me queda xD

Nota-2: Nha, mentira, debo decir que escribir algo de esta saga ha sido mi sueño desde que salió la primer peli y me siento super contenta con esto ^_^

Nota-3: Este va a ser como todos los demás libros. Escribiré cualquier idea que tenga, además de aceptar ideas y peticiones de parte de ustedes, siempre y cuando no tengan nopor o algo por el estilo

Nota-4: Para este caso, no puedo afirmar por completo que no escribiré shipp, porque Po x Tigresa es mi religión a estas alturas de mi vida, así que ténganlo en cuente :3

Nota-5: Algo tonto que paso por mi cabeza y no pude detener hasta que lo escribí. Lo siento por el final medio raro xD

Tigresa siempre tuvo problemas para dormir, en especial en su tiempo en el orfanato. No se sentía cómoda, odiando la sensación de ser el monstruo de todos los niños a su alrededor y sin gustarle estar encerrada, aislada y alejada de todos los demás, a veces solo con el algo escalofriante sonido del viento de afuera soplando resonando en la pequeña habitación. Lo odiaba pero no había mucho que pudiera hacer contra eso, porque solo era un monstruo y las cabras del orfanato querían que los demás durmieran tranquilos. Tuvo largas noches de insomnio, horas mirando el techo mientras luchaba por hundirse en su imaginación de una vida mejor, a veces caminando hasta el cansancio, y si tenía mucha suerte, lograba dormir algunas horas antes de ser levantada muy temprano para vivir un día más en ese infierno.

Mudarse al Palacio de Jade trajo un alivio, una sensación ligera de libertad muy bienvenida después de tantos años de encierro pero trajo otro pequeño problema que la confundió. Se dormía en su cuarto y por alguna razón, se despertaba bajo el árbol de duraznos sagrados, sin recordar siquiera como llegaba ahí. Estaba descalza, con ropa de dormir, luciendo algo sucia pero por sobre todo, sintiéndose perdida. Oogwey es quien la encuentra cada vez, levantándola temprano y con voz suave, para guiarla de vuelta a su cuarto para que pudiera alistarse antes de que Shifu pudiera saberlo. Ella se siente avergonzada, porque sucede más de una vez y demasiado constante para su gusto, y un poco ansiosa, porque no sabe como detener aquello pero la tortuga la tranquiliza, diciendo que guardará si secreto y ella se lo agradece con todo su corazón.

Se esfuerza mucho para encontrar una solución para ello, coloca cosas en el suelo y para bloquear la puerta así evitar llegar muy lejos, en ocasiones tropezando y despertando al golpear el suelo con un quejo. No era la mejor manera de empezar el día pero era mejor que salir caminando dormida y despertar bajo el árbol de duraznos gracias a la tortuga.

En algún punto, para su absoluto alivio, esa extraño suceso no vuelve a pasar después de unas cuantas veces pero unos años después, vuelve y se siente peor.

El dolor es lo que la despierta en esas ocasiones, teniendo que morderse la lenga con fuerza para no gritar. Había empezado no hace mucho su entrenamiento a parte, golpeando arboles con ira en un intento de adormecer todos los sentimientos que la inundaban, y eso es algo que no parece poder evitar, ni siquiera dormir. Se despierta unas cuantas veces en el bosque de alguna manera, algo sucia como cuando era una cachorra, pero parada frente a un inocente árbol, cuyo tronco ya tiene unas cuantas abolladuras y manchones rojos que sabe de donde vienen. Sus puños están lastimados casi todo el tiempo, ensangrentados, con heridas que no deja cicatrizar o cerrar y solo empeorar pero nada de eso la detiene.

Como la vez anterior, solo es una cuestión de paciencia para volver a despertar en su propio cuarto, deseando con todo su corazón que no volviera a suceder.

Para su desgracia, vuelve a suceder cuando ya es mucho más grande.

Tigresa abrió los ojos, parpadeando un par de veces para que sus pupilas se adaptaran a la ligera que la rodeaba, frunciendo el ceño con confusión ante su entorno. Recuerda haberse ido a dormir, se supone que debería estar en su cuarto, despertarse y prepararse antes del gong para empezar un día más pero en vez de eso, esta en el bosque de los Árboles de Hierro, con su ropa de dormir y parada frente a uno de los tantos arboles de allí, sin tener memoria de haber decidido salir a dar un paseo de noche. Alza la vista, pudiendo notar los primeros rayos del sol iluminando el cielo, en una clara señal de lo temprano que es.

-Aun estoy a tiempo...- se da media vuelta, dispuesta a correr para llegar a su cuarto y prepararse antes del gong pero se detiene en seco al ver sus patas. La piel de sus nudillos es mucho más resistente que cuando empezó a entrenar, dura y gruesa hasta el punto de ser insensible debido a la gran cantidad de cicatrices presentes pero ahora se siente un poco más tenso, entumecido de alguna manera, con un dolor sordo que cree que puede ser por los recuerdos que la invaden. Aunque lo que más llama su atención es que tiene virutas de tronco encima de su pelaje. Mira de reojo el árbol, notando las abolladuras nuevas, y frunce el ceño. Golpeando árboles dormida una vez más al parecer. -...esto no es bueno...- se toca los nudillos con cierta cautela, su ceño frunciéndose un poco más. Puede ser mayormente insensible debido al gran daño que se hizo en el pasado pero tiene pequeñas astillas del árbol algo incrustadas y despertar de esa forma no es nada lindo

Odia que eso de caminar dormida vuelva así anda más y odia aun más no saber como lidiar con eso.

-Rayos...- alza la vista una vez más, sabiendo que tenía un limite de tiempo, y se coloca en cuatro patas para correr la distancia que tiene hasta el palacio de jade, colándose en silencio para poder llegar a su cuarto y prepararse. Cuando se presenta en el pasillo frente a su maestro, esta limpia y lista para empezar el día, con sus nudillos ya tratados y vendados por una manía del momento, esperando no llamar mucho la atención.

Vuelve a suceder. Una, dos, tres, cuatro veces y para la tercera, sus nudillos ya están muy maltratados, con heridas nuevas que sangran, solo aumentando su frustración.

-¡Oh, por todos los...!- ahora maldiciones entre gruñidos cuando se despierta una vez más frente a un pobre árbol, haciendo una mueca de molestia ante el estado de sus patas. Las vendas están empezando a llamar mucho la atención de todos los demás y es cuestión de tiempo antes de que su curiosidad alimente su valentía lo suficiente como para preguntar. Lo que menos quiere es tener que explicar aquello a nadie, mucho menos a su maestro, quien seguro estaría molesto por el secreto oculto por tanto tiempo. Uno de sus orejas se agita, pudiendo escuchar pasos ligeros acercarse y se tensa, sin moverse de su lugar.

-¿Tigresa?- se endereza ante la voz, agitando apenas la cola mientras respira profundo y se voltea, manteniendo las manos tras la espalda, parpadeando hacia el panda que la mira con confusión. -Sé que eres bárbara y super dedicada cuando se trata de entrenar pero...- bostezo, amplio y ella se pregunto que rayos lo había levantado. -...es muy temprano, falta como una o dos horas para levantarse- se rasco uno de sus ojos, parpadeando.

-¿Qué haces aquí entonces?- intento desviar la atención, avanzando con pasos cuidadosos.

-Escuche que te fuiste pero no volviste y tuve un mal presentimiento- se encogió de hombros. -¿Estás bien?- cualquier rastro de sueño desaparece y solo queda esa genuina preocupación con la que ella no sabe lidiar. Po tiene esa extraña forma de preocuparse por alguien que lo hace sentir raro e importante al mismo tiempo, es lindo, incluso si ella no sabe que hacer con esa sensación.

-Lo estoy, solo...- necesita ir a su cuarto para poder tratar sus patas y empezar el día, esperando que las heridas abiertas no sean demasiado problema a la hora de entrenar y que la nueva cantidad de vendas que va a tener que usar no llame la atención pero el panda se mueve. Hay una mano de pelaje oscuro agarrando su muñeca y de un tirón firme pero amable, su pata esta a la vista.

-...estas herida- se mueve para acunar ambas patas entre las suyas, triste y preocupado mientras analiza el desastre que ella misma se causo sin ser consiente. -¿Por qué te harías esto a ti misma?- la mira y ella se encoge apenas ante los ojos verdes que parecen intentar analizar su alma o algo así de loco.

-No fue a propósito- el panda frunce el ceño y ella agita la cola con molestia ligera, empujando su frustración tan profundo de si como puede. -En serio, no lo fue. Yo...lo hice dormida- oh, se siente tan avergonzada de decir eso en voz alta, porque había evitado mucho ese tema desde la primera vez que sucedió. Esta segura de que los demás miembros de su equipo saben algo, recuerda haberse despertado en su habitación con los puños heridos ya tratados y la ropa aun algo sucia, pero nunca lo hablaron realmente. -Es...una tonteria que no puedo controlar-

-¿Golpeas árboles...dormida?- Po parecía estar enarcando una ceja, luchando entre lucir divertido y asombrado. -Eso...es nuevo. Llevas eso de entrenar a otro nivel, Ti- ella bufa, relejándose apenas en el agarre ajeno, resignada porque sabe que ahora que él la descubrió, no tiene salida. -Mi papá cocina dormido a veces...- su agarre es amable mientras se acomoda y empieza a caminar hacia el palacio, con la felina siguiéndolo sin otra opción. -...es un desastre, en especial porque no siempre corta ingredientes realmente y a veces, se vuelve un poco loco. Una vez, intente acercarme, y me arrojo un rábano, aun no sé de donde lo saco pero...- esta divagando un poco, llenando el silencio entre ambos, y Tigresa apenas puede escucharlo. Se siente cansada si debe ser sincera, con el cuerpo resentido, no queriendo nada más que volver a su cama y dormir, descansar, pero no puede. Es una maestra, tiene responsabilidades. -¿Ti?- se sobresalta ante el toque en su mejilla y se endereza, parpadeando con cierta confusión. Esta en su habitación, sentada en su cama, puede oler la medicina y sentir las vendas nuevas en sus patas. Parece...que se distrajo un poco. -¿Estás bien?- Po se inclina para mirarla con preocupación profunda, colocando su pata suavemente sobre la ajena, siendo consiente de sus heridas.

-Estoy...cansada- admite con un suspiro que se siente como de derrota, moviéndose para poder apoyarse contra el hombro ajeno, permitiéndose cerrar los ojos por unos segundos. El panda la miro con tristeza, rodeándola con su brazos, dispuesto a dejarla dormitar en su contra todo lo posible y esperando que ella pudiera resistir el día, acariciando su espalda con expresión pensativa.

Volvió a suceder no mucho después pero esta vez, Po abrió los ojos en el instante en el que la puerta corrediza se abrió, parpadeando para quitarse el suelo lo más pronto posible mientras tropezaba al levantarse y acercarse a su propia puerta, abriéndola justo a tiempo para verla pasar, su caminar lento y ligero, silencioso como solo ella podía ser.

-¿Tigresa?- parpadeo a verla y salió de su cuarto, caminando con pasos rápidos y silenciosos, pasando por al lado de ella para colocarse justo en frente. Es raro ver esa expresión en blanco en el rostro de ella, los ojos apenas abierto pero sin ver realmente y caminando como una marioneta pero él ignora todo eso a favor de abrir los brazos justo a tiempo para que la felina chocara contra su pecho o bueno, su gran barriga. Duda, sin tocarla, escuchándola murmurar algo antes de solo...acomodarse contra su hombro. -Es hora de ir de vuelta a la cama~- tarareo y con manos amables, la llevo de vuelta a su habitación, recostándola y alejándose en cuanto la vio cómoda.

No importa cuantas veces eso suceda, Po esta dispuesto a detenerla y llevarla de vuelta, en especial si eso evita que se lastime a si misma.

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