Abuelo

Espero que les guste~

Nota: Alguien me comento que Oogwey podría ser como el abuelo de Tigresa y esto vino a mi mente :3

Tigresa vivió toda su vida en un cuarto pequeño y aislado, sintiéndose sola y apartada, tachada como un monstruo peligroso y temido debido a las características de su especie no podía cambiar sin importar cuanto lo deseara. Había estado encerrada, sola, sintiéndose fría y vacía, temerosa por su fuerza y su futuro. Incluso cuando aprendía a controlar su fuerza y logro sentirse un poco aceptada entre los demás huérfanos del lugar, la decepción la golpeo no mucho después, mientras veía a todos los demás ser adoptados. Quedo sola allí, sin nadie que la quisiera.

Solo tenía 6 años y después de eso, esta empezando a resignarse a su destino. Seria una huérfana toda su vida, porque nadie quería arriesgarse con un tigre.

Y entonces el Maestro Shifu volvió. Aquel que la miro sin miedo, quien la ayudo a encontrar el control y recalco en cada sesión que solo era una niña, el que no la trato diferente por su especie. Quería llorar de la emoción y el alivio que la inundo en ese momento cuando él apareció, anunciando que era hora de irse antes de hacerle un gesto ligero pero en vez de eso, ella simplemente dio un ágil salto y tomando las pocas cosas que tenía, se apresuro a seguirlo. Por primera vez en años, creía que tenía un futuro más allá de ser el terror en el orfanato.

Su habitación es pequeña pero tiene una ventana que puede abrir cada vez que quiere y la una puerta corrediza muy fina que evita la sensación de encierro. El Palacio de Jade es enorme y hermoso, donde tiene la libertad de ver todo a su alrededor, siempre y cuando no rompiera nada ni molestara al gran maestro en su hora de meditación. Tiene un horario muy flojo, con horas de entrenamiento fijos, incluso tiene almuerzo y cena. Le gusta el lugar, es un gran cambio en comparación a antes.

Esta aprendiendo a pelear, puede leer todo lo que quiera y tiene libertad de movimiento total mientras no salga del terrero, incluso puede ir a la cocina bien abastecida fuera de los horarios de comida y conseguir algunos bocadillos. Es casi una especie de paraíso para ella.

Y a pesar de todo eso, no puede luchar del todo contra la sensación de soledad que la invade de vez en cuando.

No quiere ser malagradecida, no cuando en serio le gusta el lugar, pero es solo una niña y se siente muy sola. No hay nadie con quien hablar siquiera. Los gansos que suele ver siempre están ocupados, ya sean limpiando y manteniendo el orden de todo como abasteciendo todo el lugar y arreglando el salón de entrenamiento. Explorar y aprender la entretiene hasta cierto punto.

Cuando no esta entrenando y no se siente particularmente cansada o adolorida, se inventa sus propios juegos. Golpear todas las hojas posibles antes de que tocaran el suelo, trepar, atrapar mariposas, lo que sea con tal de no dejar que el aburrimiento la inundara.

-¡Te tengo!- sonrío, triunfante, alzando apenas las patas y agitando la cola con emoción al ver que logro atrapar a la mariposa. -Ahora, te dejo libre- se arrodilla y lleva las patas a su regazo, observando como la mariposa se aleja volando. Cierra los ojos por un segundo para respirar profundo, disfrutando del aire fresco, y solo entonces se movió, apoyando sus patas contra el suelo, dispuesta a seguir. No suele moverse de esa manera, Shifu dice que eso es salvajismo y no puede formar parte del Kung Fu pero le gusta jugar de esa manera...y lo que él no vea, no le hará daño, ¿o si?

-¿Te diviertes, pequeña?- la felina se erizo, saltando de su lugar y siendo rápida en voltearse, abriendo los ojos con sorpresa.

-¿Maestro Oogwey?- sus mejillas arden con cierta vergüenza mientras la tortuga solo le sonríe y es rápida en enderezarse, inclinándose ante el mayor como le habían enseñado. No había socializado mucho con la tortuga, porque usualmente lo veía meditando y Shifu le aconsejo que no lo molestara. -Yo solo estaba...- lo mira, un poco ansiosa por haber sido agarrada con la guardia baja.

-...jugando- completo él sin mucho problema y ella baja las orejas. -Eso esta bien, hay que aprovechar mientras se es joven...- rio, suave y ligero, la felina relajándose lentamente. La tortuga tiene un aura llena de calma. -...¿pero te importaría jugar algo más calmado con esta vieja tortuga?- y de repente, había una especie de caja entre sus manos, los ojos felinos abriéndose con asombro.

-Yo...no sé jugar a las damas...-  paso sus patas por su ropa, esperando no verse muy desastrosa y creyendo que era mejor que retorcer su cola por los nervios. -...pero...aprendo rápido- agrego rapidamente. Solo llevaba allí unas pocas semanas y no socializaba mucho con Shifu a parte de los entrenamientos, a veces jugaban si él estaba de animo pero en términos generales, el panda rojo desaparecía de su vista y ella se quedaba sola, así que tener con quien jugar era un gran cambio.

-Entonces, sígueme, pequeña- la sonrisa de Oogwey es grande, un gesto que ella no duda en devolver, caminando a su lado para seguirlo sin pensar mucho y simplemente encantada cuando se sientan bajo el árbol de duraznos. Él le explica las reglas y pronto, empiezan a jugar. -¿Te gusta el Palacio de Jade?- la pregunta sale de la nada y la felina alza la vista para mirarlo, confundida por un segundo.

-¡Me encanta!- no duda en decir, completamente sincera, bajando la vista para mover una de sus propias piezas. Esta segura de que va a perder. -Este lugar es muy bonito, como el de una historia-

-Me alegro que te guste- asintió él, moviendo su propia pieza. -¿Y como te trata el viejo de Shifu?- ahí es cuando ella se congela, agitando apenas la cola.

-...creo que no le gusto mucho- se anima a decir después de unos segundos de duda. Shifu había sido siempre serio pero amable, aunque ahora era frio y a veces, tosco. Aun así, era un mejor trato si lo compraba con el orfanato.

-Ah, eso no es tu culpa...- hay una garra bajo el mentón de la felina y ella levanta la vista para mirarlo. Hay algo suave y amable en los ojos ajenos pero también tiene un toque triste. -...él esta herido y no se ha recuperado pero eso no significa que su trato hacia ti sea justo...- se aleja y Tigresa aprieta los labios, temblorosa, sintiendo unas repentinas ganas de llorar. Ella solo había querido una familia pero al menos, tuvo la suerte de ser adoptada. -...y lamento no poder hacerlo entrar en razón. Lo intente pero es muy terco-

-Gracias, Maestro Oogwey- le muestra la mejor sonrisa que puede y vuelve su atención al tablero, haciendo un puchero ligero al ver que perdió.

-Yo soy su mentor y termine de criarlo...- ese comentario llamo la atención de la menor, quien ladeo la cabeza con curiosidad y confusión. -...¿Sabes lo que eso significa?- su sonrisa se agranda mientras ella parpadea y espera a que continúe. -Podría ser tu abuelo- hay un toque de ilusión en su tono de voz y Tigresa se pregunta si la tortuga alguna vez quiso tener su propia familia pero no pudo al dedicarse de lleno al Kung Fu.

-¿Abuelo?- había escuchado algo de eso pero no lo tenía muy en claro. -¿Qué haría un "abuelo"?- se tapo la boca, aprensiva, preguntar en el orfanatico no traía buenos resultados pero Oogwey parecía encantado y ella se permitió relajarse un poco en su lugar.

-Es quien cuida, quiere y malcría cuando el padre no lo hace- toco la nariz de ella con la punta de una de sus largas garras y luego dio vuelta la mano, mostrando un caramelo. Tigresa se ilumino y no pudo evitar agarrarlo para llevarlo directamente a su boca, sonriendo con gusto y placer mientras su cola se movía suavemente. Había probado algo así una vez, cuando era muy pequeña, y lo había adorado. Mientras tanto, Oogwey sonrío al verla disfrutar, estaba un poco decepcionado por la actitud de su discípulo pero no podía hacer nada si él no quería dejar ir ese dolor, aunque si podía darle a ella la oportunidad de sentir el amor y el cariño familiar que tanto merecía. Se iba a encargar de eso.

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