04: Salvar a un muerto.
Habían pasado dos días, la pared dañada del hospital estaba casi reconstruida y Kufuku recibía su alta definitiva después de evaluar cuidadosamente el estado de sus heridas, al parecer casi recuperadas.
La chica se encontraba justo en la entrada al hospital, no conocía el lugar y la gente a su alrededor la miraba de reojo, suponía que las miradas curiosas no se detendrían debido a su vestimenta, falda escolar y las medias blancas altas que acostumbraba llevar al instituto acompañadas de unos zapatos negros brillantes y para complementar su atuendo una camisa azul de hospital, no tenía nada más, su camisa y chaqueta dañadas debido a su accidente quedaron inservibles y se convirtieron en parte de la evidencia.
Kufuku se abrazó a sí misma, no podía contactar con el detective a cargo de su caso porque no tenía ni idea de donde estaba su teléfono móvil, y al parecer la habían dado de alta mucho antes de lo previsto, cansada y sin tener a donde ir se limitó a ver el atardecer algunos segundos.
Se preguntó ¿Por qué los médicos no habían informado al detective de su pronta recuperación? Al menos pudieron informar a sus padres, ellos pudieron enviar a alguien que cuidara de ella. Sacudió la cabeza quitando esas ideas paranoicas de su cabeza, no tenía el ánimo de pensar que alguien quería hacerle daño, no después de perder a su compañero apenas unos días atrás.
Comenzó una caminata bastante corta antes de sentirse enferma, las ganas de devolver el maravilloso desayuno de hospital la hicieron tapar su boca y apretar su estómago, no recordaba la última vez que se sintió tan enferma. Las arcadas vinieron a los pocos segundos haciendo su vista borrosa, dio un giro tambaleándose dentro de un callejón que daba a una calle principal, pediría ayuda, necesitaba al menos a un oficial de policía que pudiese llevarla con el detective Tsukauchi.
Su vista aún no se enfocaba del todo, pero podía ver siluetas de personas al otro lado del callejón, podía escuchar el bullicio de los autos y las personas al hablar. Sus pasos aceleraron, pero antes de poder llegar al otro lado, tropezó.
Su cara dio de lleno en el piso. Kufuku se quejó en voz alta por el dolor en el rostro, pero un quejido que no venía de ella la hizo quedarse inmóvil.
Vomitó, fue un acto reflejo después de que su vista se enfocara, una persona medio muerta estaba debajo de ella, era con lo que había tropezado. Se levantó lentamente sólo para notar que su ropa estaba cubierta de sangre, sus movimientos fueron torpes, pero llegó hasta la pared del callejón y desde ese punto pudo verlo todo.
Lo conocía, lo había visto en televisión y en las revistas de héroes semanales, el hombre estaba inmóvil y su cuerpo tenía tantas heridas que era doloroso de ver. Kufuku respiró profundo para poder calmar a su estómago revuelto, pero resultó contraproducente cuando el olor metálico y abundante de la sangre entró en sus pulmones.
Quería volver a vomitar, pero tenía que ser fuerte y actuar, ella era un héroe después de todo, ella había elegido esta vida al final de cuentas, no podía simplemente ignorar su deber, eso no es lo que haría un héroe.
Antes de poder moverse para ir a buscar ayuda, el sonido de pisadas la dejó perpleja.
El bullicio de los autos continuaba, la gente paseaba ajena a la situación tan grave que ocurría en aquel mismo instante en un callejón en Musutafu.
— Una estudiante, es mejor que te vayas—
Kufuku no atinaba a decir palabra alguna, pero es que en su adolorida cabeza no había respuesta sensata que pudiera formularse.
— Vete ahora, no te haré daño si te vas—
Amenaza, quizá más una advertencia amable. Retirarse no era una opción, no después de jurar ante su pueblo que ella los protegería de cualquier amenaza, ser un héroe no es fácil, pero alguien tenía que tomar el puesto.
— Lo siento, pero creo que tenemos un problema— Kufuku estaba decidida, un poco— Le hiciste daño a un héroe, debes pagar por ello—
Pequeños trozos de vidrio y basura comenzaron a elevarse por sobre el piso sucio, mientras Kufuku se ponía de pie y limpiaba de su boca los rastros de vomito.
— Yo no soy tu enemigo pequeña niña—
— En el momento en que dañaste a un colega héroe, te convertiste en mi enemigo— los trozos afilados se amontonaron alrededor de la chica— Soy el héroe Hidden Edge, y yo villano te derrotare—
— Eres apenas una niña, te han lavado el cerebro tan fácilmente—
Kufuku de pronto recordó, ella había dicho lo mismo, pero ¿Cuándo? Y ¿A quién? Los rápidos movimientos del villano al escapar del lugar la devolvieron a la realidad. Kufuku se quedó en su lugar, incapaz de procesar sus propios recuerdos, pronto su vista viajó a la persona que estaba en el piso, al héroe que probablemente trató de detener a aquel villano, estaba muerto, eso era seguro.
Llevo una de sus manos hacia su cuello, lo masajeo lentamente antes de dar media vuelta y comenzar a caminar hacia la salida del callejón. Estaba tan cansada.
— ¿Acaso te han lavado el cerebro tan fácilmente Eric? — se burló.
— Ni en mis más remotos sueños pude imaginar que una niña estaría retándome de esta manera— el rubio rio sin ganas.
— Deja de decir tonterías y concéntrate, estamos en esto juntos y se me hundo te hundes conmigo—
Eric soltó una pequeña risa mientras sus ojos adquirieron un brillo peculiar.
— Tu ya estas hundida hasta el cuello...—
— Estamos— aclaró— No me digas que has olvidado a........—
Borroso. Un recuerdo borroso.
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