La mujer se encontraba sentada en la cama observando dormir al hombre de cabellera negra y larga, amaba verlo dormir tan tranquilamente. Era sencillamente agradable tenerlo reposando después de todo lo que había estado aconteciendo en los últimos meses.

—Deberías conseguirte un celular, querida.

La mujer de cabellos plateados con negro sonríe nerviosa pero negando levemente ante la sugerencia, más por pena de ser descubierta que por lo que pudiera haberle dicho.

—¿Para desperdiciar el dinero? No soy como el resto, Billy.

—Lo sé, pero siento que me desgastas con cada mirada.

Ella ríe levemente, mordiéndose el labio para acercarse gateando con los antebrazos para acercársele y posar su vientre sobre la cama, tomando el rostro de su amado entre sus manos.

—Eres demasiado pícaro para mi existencia, señor Black. —susurra la mujer pálida a milímetros de sus labios.

—Soy lo suficiente para complacerte las vistas, querrás decir, querida. —dice Billy Black acariciando la mano pálida, que recorría la frialdad por su propia mejilla.

Ambos rozan sus frentes en un momento de suma intimidad y pacífico ambiente.

—Gracias por todo... no sé como sentirme cada mañana. Cada día tengo miedo de despertar y creer que todo esto es un sueño...

—Ay, mi dulce Rahy...

Billy Black, el padre de Jake estaba acunando el rostro de la mujer con mimo. Mientras la miraba muerto de amor y ternura.

—Nos tomó el tiempo suficiente.

—Sufrí demasiado. Más por la cáscara que soy..

—Rahy... Eres más que una cáscara, eres un hermoso sol.