❝11❞
Carlisle Cullen sabía que a pesar de todo, la pequeña hija de Kuarahy era distinta, al parecer el tener el padre humano había hecho de su nacimiento uno normal, y naciera como una bebé humana en perfectas condiciones, su corazón era lento y apenas perceptible al oído. Su piel era templada ni siquiera había tomado la tez de un vampiro, y eso que aun no habían tenido la oportunidad de ver el color de sus ojos. Todo el comportamiento parecía decir que la bebé era la de un ser mortal, para nada lo que pudiera ser malinterpretado por niño inmortal, porque habían descubierto que no crecía rápido, crecía con tiempo los primeros cuatro meses.
Se alimentaba perfectamente de la leche materna que extrañamente Rahy podía generar sólo para la pequeña Ta'arõ Naya, y tenía buenos pulmones, todo era considerablemente perfecto, sabían muy poco pero todo indicaba que iba ser una niña mortal, podía ser intuitivo de su parte creer que pudiera despertar el gen lobuno tanto como en algún momento lo había hecho Leah Clearwater, cuestión que no era ya menos creíble, sino que Billy sabía que su princesa era una caja de sorpresas lo presentía y por eso la cuidaba demasiado.
Las Denali estaban encantadas con la bebé, para nada se parecía a su antiguo y pequeño hermanito Vasili, por lo que podían vivir en calma porque los Volturi no amenazarían con sus vidas eternas ni familia. Mientras que por el lado de los mitos paraguayos era otra historia, y esperaban que la niña creciera lo suficiente como para empezar a dar información a Rahy, porque temían provocar una mala alimentación en la bebé que representaba la esperanza en sus vidas, y en el camino de su gran sol, por lo que esperaron mínimo a que la pequeña cumpliera dos años, que para la extrañeza de todos la pequeña de un momento a otro había tomado el crecimiento de edad acelerado a la de una de seis años, una muy hermosa niña de ojos castaños, buena y obediente a sus padres, de mal carácter hacia el doctor, pero servicial y dulce con sus tías. Rosalie había sido elegida como Madrina y como padrino, Billy había elegido a su hijo, quien encantado se había quedado con la selección.
A partir de que la pequeña hija de Rahy había crecido rápidamente hasta los seis años, el motivo esencial según Carlisle que pudo dar era que tal vez la niña creía que el tiempo ameritaba más ayuda a sus padres que sólo ser un bebé sin capacidades ni razón para comunicarse minimamente, de algo que todos estaban seguros era que algo estaba por ocurrir y ella se los había confirmado sin muchas vueltas.
[...]
Billy había dado permiso a Jacob que empezará a jugar con la pequeña en el patio mientras que los adultos se reunían para una conversación con los mitos y leyendas que aseguraban era importante hablarlo ahora antes de que fuera tarde. Claramente no todos se encontraban reunidos en la sala del hogar de aquella casa, la otra mitad estaba cuidado a los niños Black por si las dudas la amenaza quería acercarse a alguno.
Kuarahy no decía ninguna palabra, solo había quedado con la mirada neutral de siempre, la postura relajada y sentada en el regazo de su compañero. Amaba con la vida a su señor Black, y amaba tanto estar así y que le diera más fuerzas para seguir con una cordura estable. Tanto Billy, Jacob y su impronta, junto con ella sabían que cada vez que los mitos y leyendas paraguayas hablaban de algo de su pasado, las cosas se torcían.
—Adelante, déjense de tanto misterio. —exigió tajante Rahy.
Billy entendía que su impronta y madre de sus hijos estuviera a la defensiva, él estaba mucho peor. Pero no por eso iba a estar descontrolado, era el mayor y debía hacerse respetar.
—Hace muchas décadas atrás, cuando naciste aquel 11 de diciembre, sabíamos que no estarías sola. Y lo comprobamos cuando te vimos crecida corriendo y estando de curiosa, te vimos quedarte hablando con el famoso amigo imaginario, pero lo que en realidad no sabías era que aquel amigo que llamabas Walt, era Walterkius Dávalos, un vampiro, un bebedor de sangre que por algún motivo que no llegamos a entender era atraído a estar siempre a tu alrededor, ningún mayor lo confirmaba porque nunca lo veían aparecer pero poco después cuando la anterior Mala visión iba recorriendo el mundo descubrió que aquel vampiro que andaba en nuestras tierras era un ex rey Volturi.
—Eso no es posible, no existen registros de aquello. —saltó Carlisle sorprendido ante aquello.
—E'a? La insignia que encontramos con él, no decía lo contrario. Míralo por ti mismo. —dijo el teju Jagua, el enorme lagarto de seis cabezas de perro, mientras que el rubio de ojos celestes arrojaba la insignia a las manos del rubio vampiro.
Carlisle había quedado sorprendido. En todos sus años de servir con los Volturi, nunca había escuchado de aquel nombre aunque podría ser que fuera un rey antes de que el siquiera existiera para ese entonces.
Sin embargo, la noticia que iban revelando aquellos seres místicos de tierras paraguayas, iba aturdiendo a la albina mujer. Dejándola callada y sin reacción alguna.
—El fallecimiento de Dieber Alfonso fue su culpa, lo encontramos cerca de la escena ocurrida y para cuando lo quisimos confrontar, salió como cobarde ante el crimen ocurrido. —añadió con cierta lástima el rubio de ojos azules y casi parecido a un elfo por su pequeña estatura de 1,50.
—Disculpen... ¿Pero quien es Dieber? - preguntó sin entender Kate.
Muchos de los Cullen y Denali se preguntaban lo mismo.
—Es... Era mi hermano.
La respuesta los había dejado totalmente sorprendidos, nunca antes habían escuchado de aquello. Por lo que realmente, la sala y sus bocas parecían sólo querer guardar silencio sin embargo, aquello no hizo que los mitos cedieran en callar más.
—Creemos que el vampiro quiere utilizar tu don para algo en contra del mundo, eres la luz de quien te conozca y del mundo. Puedes ser muy peligrosa si te lo propones, Rahy.
Las palabras habían salido de los labios de Rodolfo, mas conocido como el Teju Jagua. Por lo que, Kuarahy no reacción por vários minutos ante toda la información dicha pero no tardó tanto en levantarse del regazo de su prometido y retirarse hacia la puerta lateral de la casa.
—¿A donde vas? —pregunta el perro negro y de apariencia cadavérica.
—Ya no quiero escucharlos. No los tolero en este momento.
Billy iba a ir junto a ella, pero la mirada que ambos compartieron le hizo saber que necesitaba aire, y él aunque quisiera aún mantenerla entre sus brazos para que no se resquebrajara en pedazos, sabía que también cada mujer como mínimo debía tener su espacio.
—Cuidaréde los niños, mi reina.
Rahy asintió y tras aquello tan sólo desapareció tras sus caminatas rápida lejos de sus vistas.
—¿Porqué siempre parece que sólo la lastiman? —pregunta Billy con una voz ronca y llena de molestia.
—Porque la verdad nunca te dan con anestesia. Era hora que la verdad se le diera, a ella más que nada. Creemos que por ello el difunto Dieber la mandó a Canadá, para protegerla del vampiro raro ese, creemos que el hermano se sacrificó por ella.
—Su vida por la libertad de Rahy —afirma Tanya al comprender la situación con una mueca extraña en sus labios. —Que patético.
—Tanya no es el momento. —advierte Kate totalmente agotada mentalmente. «mi pequeña há sufrido tanto o más que todos nosotros» pensó agobiada y preocupada por su pequeña hija.
Toda la familia se había quedado pensando en la información dada por esos seres místicos, al parecer le costaría aceptar esas informaciones a la albina, todos esperaban su regreso para poder intentar dar consuelo, sabían cuando Rahy estaba afectada y el silencio más el espacio era evidente que pedía a gritos una pausa para asimilar todo.
Pero todos los vampiros en la sala estabas extrañados de que nunca hubieran escuchado de aquel Rey Volturi, ni siquiera por los demás monarcas, era como si nunca hubiera existido siquiera, ¿pero que era lo que había hecho para que lo quisieran borrar del mapa? Eso más dudas asaltaban a la familia.
Sin embargo, cuando Rahy salió su hogar caminando dieciséis cuadras abajo en la mano derecha, supo que no volvería tan pronto a su hogar cuando lo sintió. Pero no se volteó en ningún momento ante la otra presencia que se había acoplado cerca suyo pero sí que no pudo resistir una pregunta que la carcomía desde adentro:
—¿Porqué pareces querer hacerme daño, Walt?
El vampiro de ojos anaranjados se había quedado tenso ante la pregunta y gruñido por lo bajo antes de colocarse frente a ella y...
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