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Forks parecía un buen lugar desde el momento uno, más por la cantidad de árboles, lejos de la ciudad, de las personas que alguna vez conocí en décadas pasadas o bien por las clases a distancias; esas miradas de pena, de lastima y compasión al descubrir mis mil imperfecciones que me hacían notar desde la forma de caminar que era distinta a cualquiera. El solo recordar mis primeros momentos de estar viva, conocer a Carlisle y todo lo que conllevó a estar hoy aquí.
En la casa del Clan Cullen, que Esme había amoblado tan bien, evitado momentos de incomodidad para mi forma de vivir. Realmente, era extraño y bueno me sentía nueva pero incómoda a pesar de que, hace años que mi vida estaba compuesta por esta condición y forma.
—Iremos a cazar. ¿nos acompañas, Señorita Rahy? —se escucha el acento sureño en el marco de la puerta. Pero solo niego levemente. —Recuerda que estamos para ti, si necesitas...
—Jasper, estoy bien, ve con ella... Solo quiero descansar un momento, por favor.
Había sonado tan fuera de lugar tal vez para muchos, tal vez no le era necesario descansar pero quería tiempo para sí misma, y solo de esa manera lo sabía dejar en claro sin ser maleducada; pero nunca podía dejar esa forma de hablar tan humanamente, a pesar de la molestia y frustración que irradiaba ante lo que quedó de rasgos y vida humana en mi, eso no iba a ser un trauma más para evitar decir que no estaba agradecida, porque si lo estaba, porque el Clan Denali como Cullen me habían dado una oportunidad más, debía ser agradecida por salvarme la vida, a pesar de que no fuera el final que deseaba.
—Como usted desee. Carlisle y Esme se quedan, por si le interesa saber.
—Muchas gracias, come muy bien.
Jasper asintió algo incómodo pero se marchó en un parpadeo. Podía escuchar perfectamente como Alice murmura por lo bajo una queja infantil, pero que el mismo rubio militar la reconforta y poco después se marchan. Sin duda, ambos eran una buena pareja, ojalá mis heridas fuera solo una pincelada sobre la piel como las que tiene Jasper, así tal vez no me sentiría tan ajena al mundo con su perfección pululando a mi alrededor.
[...]
El tiempo volvió a pasar ante mis ojos cerrados, recordando el momento pasado. El tiempo antaño y mis tierras. Seguía recordando mis pensamientos del ayer, basados en tantas cosas que aunque tratara de ignorar, de sobrellevar la vida, la forma en que me había tocado vivirla y seguirla, siempre había sido difícil. Una sonrisa débil ante el recuerdo me hace pensar en ellos, en mis padres.
Mis padres habían sido los mejores en su momento, vivaces, fuertes, tercos que a veces el terremoto en persona podían ser; aunque claramente se notaba lo dispar que eran y el porqué se llevaban tan bien. Siendo la hija de una pareja de odontólogos en aquel tiempo era como estar viviendo dentro de las películas de Willy Wonka, siempre preguntaban si la vida era parecida y dificultosa como se expresaba ser hijo de uno en esa profesión, siempre les decía que era indiferente. La profesión no hace a una familia, sino que los valores, los sentimientos y las ganas de vivir, en ser mejor para vivir cómodo en esta, al menos hasta donde se podía. En mi perspectiva no pasaba a ser tan mala la situación como para muchos otros.
La vida era llevadera.
Al ser hija única podría decirse que era la más mimada, sin embargo, nunca me creí capaz de alardear de aquella realidad, estar en esta posición a pesar de tener tantas ventajas también tenían miles de desventajas.
Si bien, al ser hija de odontólogos la condición primordial era tener una dentadura sana, los primeros años de mi vida lo cumplí, luego tuve una pequeña adicción con los dulces, luché contra aquella dulce adicción, lo conseguí durante un tiempo pero luego de ser la típica muestra viviente de mis padres antes sus amigos, osea como diciendo: "Estos dientes a pesar de carecer de un orden exacto, lucen en armonía, así deben estar vuestros dientes, sanos y a su manera en la natural forma". Si bien, no sabía si sentirme ofendida, avergonzada o ya ni siquiera dirigirle la mirada a mis padres. Mis dientes no eran perfectos, dos dientes conejo tomando la delantera, un colmillo que parecía más de vampiro que de una persona normal por la ubicación anormal que este poseía ante el diente anterior a los delanteros, y uff... Los dientes de abajo parecían dientes de bebés pequeños y juntos. Realmente no entendía su belleza pero la sonrisa en mi nunca faltaba y ese colmillo me hacia parecer más vampiro que no se qué. Siempre fui apodada como vampirahy, la pronunciación de la h que sonaba como "j" con la "y" era la que hacía auténtica al apodo, ya que era una combinación de mi nombre con esa malformación de los dientes.
Oh, y a pesar de ser así mi familia tenía una cierta fijación extraña en dejar en claro mi cultura y nación, de donde provenía los nombres siempre fueron extraños, como si quisieran alardear a los demás países que también podían poner nombres sacados de una gran historia, nombre como: Gaspar Rodríguez de Francia, o Pedro Juan Caballero, o Juana de Lara. Algunos hacían mención parecida a estas personas por próceres de la misma nación, aunque hace más de una década que quedarán entre escritos de la historia, los nombres comunes eran entonces poner a sus hijas: Lara, Yeruti, Maita, Ara, Arami, Jasy hasta nombres bastantes típicos ni que decir para los chicos, allí la cosa se tomaba extraña por la aparición de los "iños" que más que otra cosa parecían querer copiar a los brasileros, osea: Pedriño, Gordinho, Fernandhinño, Bebeto, y otros como Peito, Jose'i, Juan de Salazar, Rubén, Ramon, Carlos Antonio, etc.
Pero habían otros tipos de padres que le encantaba nombrar a sus hijos con nombres de estaciones, objetos, lugares, sensaciones o comida en el idioma natal, siendo así como apareció mis primeros amigos no tan amigos pero conocidos como: Amparito, Amparo, Concepción, Ko'etî, Amambay y justo yo de yapa. Llamándome Kuarahy, aunque la enfermera en el día de mi nacimiento había confundido la forma de escribirlo o no se qué pero terminé siendo Kua Rahy, así de separado, recuerdo contar esa anécdota por mi madre que cada rato gritaba al cielo y a la enfermera al no escribirlo bien, pero ya estaba hecho, y quiérase o no, era un nombre bastante original. Sin embargo, el tiempo en el que estábamos como también la situación económica tampoco dejaba mucho para lograr cambiarlo y con el tiempo me acostumbré que me llamaran tanto Kuarahy o Rahy.
El recordar el tiempo atrás cuando aún abundaba en imperfecciones era un sutil karma que cada vampiro decidía si recordarlo o utilizar el tiempo restante en hacer algo nuevo cada día. Para el recuerdo del ayer me traía un sabor agridulce. Era lo que más me callaba la existencia, después de dejar el nido en el que reviví ya no tenía forma de diversión, todos parecían estar completos con sus parejas destinadas. Es más, la pequeña pareja había llegado a acoplarse hace unos años a nosotros, y anunciado que próximamente Edward tendría cerca a su compañera destinada.
En otras palabras era la única soltera de la familia Cullen ante los otros aquelarres, pero para la comunidad humana escolar era la mujer más codiciada e inalcanzable, no me creía la mejor, esta de más decir que no me gustaba andar en lugares como Forks el cual que empezaba a dibujarse de una manera tan discriminada en aspecto físico ante mi.
El mundo no había cambiado. Y él menos cambiaría por la imperfección que era yo, claro, dentro de este cascarón.
Porque aún no olvido la reunión que había tenido en principios del año, la reunión con los lobos no había pasado de la mejor forma, el encontrar algo en que anclarme pero que a la misma vez era juzgada por lo que era y más por la mirada de lastima, era un peso más para mi existencia.
Por eso me daba por hecho, que el amor para mi no existía, tal vez mis sentidos vampíricos estaban equivocados y ese hombre no era para mi, porque realmente algo en mi esperaba no sentirme más sola en este mundo al ser rechazada de esa forma, porque Billy Black al saber la especie, me rechazó sin tapujos en la lengua.
Y realmente, ese era uno de los dolores más fuertes que llevaría conmigo por toda una eternidad.
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Al fin, aquí les dejo el primero capítulo, un poco de la vida del personaje no les hará mal, porque para comprender las miles de lagunas, primero hay conocer la historia detrás.
Porque el rechazo sin siquiera intentar conocer a una persona, solo nos hace un grupo de personas cerradas y eso es lo que menos una persona quiere tener, el rechazo de ser diferente y no ser apoyada, duele, duele más que una aguja traspasar el dedo al coser una prenda.
Porque el sangrado leve en algún momento dejará de salir, pero el dolor al corazón tarda más en sanar cuando ni siquiera pones de tu parte para conocer la verdad tras todo un ser.
¿Que les pareció el cap?
¿Quieren saber porque Billy la rechazo?
¡Saludos!
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