25-EL FINAL Y EL PRINCIPIO

Billy dormía en la cama, abrazado aún a su amiga. Ambos dormían.

El chico no había vuelto a pronunciar una palabra desde la pelea. Se había acostado en la cama y Luna se tumbó junto a él. No quería dejarle sólo en aquel amargo momento.

El cadáver de Amanda reposaba en otra cama, en otro cuarto, cubierto por una sábana.

Alfred también dormía en un sofá, en el salón del apartamento.

Luna se levantó sin hacer ruido, intentando no despertar a Billy.

Sabía que era lo que tenía que hacer y pensaba hacerlo ella sola, los demás no se lo hubieran permitido de enterarse.

Iba a acabar con toda la organización Orpheus, arrancando el mal de raíz.

Luna abandonó el apartamento sin que sus amigos llegasen a despertarse y anduvo por las solitarias calles de la ciudad. Washington dormía a aquellas horas de la madrugada, aunque siempre había gente deambulando por sus calles, fuese la hora que fuese.

El edificio al que pensaba ir no estaba demasiado lejos y decidió ir andando.

El amanecer la sorprendió por el camino. Los altos edificios se perfilaban contra la luz del sol que ascendía por el horizonte. Uno de ellos era hacia el que se dirigía la niña.

El edificio, la base de operaciones de Orpheus, parecía un edificio más. Luna ya había estado allí cuando la creyeron muerta y ahora volvía para terminar el trabajo.

Allí deberían estar los peces gordos de la organización. También estaba el general Murray y todos los que trabajaban para ellos.

La tapadera era muy buena, visto desde fuera parecía un edificio de oficinas como otro cualquiera. Luna conocía lo que se cocía en el interior. Asesinato, extorsión y dolor, muchísimo dolor.

Luna iba a acabar con todo aquello.

.....

Billy se despertó asustado, había tenido uno de sus sueños proféticos. Había visto a luna entrar en el edificio de Orpheus y luego vio explosiones, humo, gritos y muerte, muerte por todos lados.

No sabía que podía ocurrirle a la niña, la veía entrar pero no salir. En ese momento fue cuando despertó con el corazón a punto de salirsele del pecho, justo cuando su visión se oscurecía.

-¿Luna...?

Recordaba que la niña se había acostado junto a él, pero Luna ya no estaba.

Recorrió todo el apartamento y no la encontró. Estaba empezando a ponerse muy nervioso.

Despertó a Alfred y le contó su sueño y la ausencia de la niña.

-Ha ido allí -dijo Alfred. Estaba completamente seguro. Pensaba que ella sola podría hacerlo y así evitaba poner a sus amigos en peligro. -Tenemos que ir a buscarla inmediatamente.

.....

Luna estaba frente al edificio. La gente entraba y salía por la puerta principal ajena a lo que iba a suceder.

Todos los que trabajaban para Orpheus estaban marcados. El destino caería sobre ellos inexorablemente.

Ninguno escaparía.

Luna entró en el hall, las puertas se cerraron tras ella. Reconoció a la recepcionista que había visto la vez anterior y a los guardias de seguridad que custodiaban la entrada. En cuanto la vieran, la reconocerían.

Uno de los guardias se percató de su presencia y se acercó a donde ella estaba.

-¿Buscas a alguien...? ¿Tu, tu eres...?

-No tuvo tiempo de seguir preguntando. Luna le empujó con el poder de su mente y el hombre se estrelló contra la pared que había varios metros detrás de él. El golpe fue tan fuerte que el guardia no volvió a levantarse.

La recepcionista grito, fue un aullido agudo, un chillido histérico.

Luna abrió violentamente sus brazos y la onda expansiva arrojó todo y a todos por los aires. Los cristales de la puerta de la entrada reventaron en mil pedazos, los sillones, sillas, mesas e incluso el mostrador de recepción salieron despedidos por la onda mental que había creado la niña. Toda la gente que había en la sala voló, literalmente, para estrellarse contra las paredes. Luna tenía el camino libre y siguió caminando.

.....

-Ya está dentro -grito Billy al ver los cristales del edificio reventar a escasos metros de ellos.

-No entres, sería muy peligroso...

-Tengo que detener a Luna...ella...- Podría morir. Eso es lo que tenía en mente desde que tuvo el sueño. Luna no sobreviviría. Por eso él debía evitarlo.

Billy echó a correr y entró en el edificio.

Las alarmas aullaban, la gente herida de mayor o menor gravedad trataba de huir de allí, pero a Luna no se la veía por ninguna parte.

"Por favor, Dios, déjame encontrarla" -repetía mentalmente el chico. Sabía que Luna era capaz de cualquier cosa y eso le daba mucho más miedo.

.....

Luna había subido en el ascensor hasta la planta donde el general Murray tenía su despacho.

La gente pasaba histérica a su alrededor, algunos la señalaban con sus dedos y corrían en dirección contraria.

Luna aplastaba contra las paredes, como a moscas, a todos los guardias con los que se encontraba mientras proseguía invariablemente su camino. No les daba tiempo ni a desenfundar sus armas.

Llegó frente al despacho del general y arrancó las puertas de sus goznes y luego las arrojó tras ella.

Dos guardias de seguridad ya preparados, que esperaban dentro del despacho,dispararon sus armas.

Las balas se inmovilizaron en el aire frente a la niña para luego dejarlas caer a sus pies.

Hizo un gestó con su mano y los guardias volaron hacia ella. Los inmovilizó como había hecho con los proyectiles y los lanzó tras ella. Cayeron a más de diez metros de distancia y siguieron deslizándose por el suelo del pasillo, después de impactar con el. Tampoco se levantaron.

Via libre.

Entró en el despacho y encontró al general escondido tras su escritorio. El hombre tenía un arma y disparó a la niña. Ninguna bala le acertó, todas se desviaban acabando alojadas en las paredes.

-Eres un maldito demonio...-grito el general -deberíamos haberte matado cuando tuvimos la oportunidad...

-Ahora es demasiado tarde -.Susurró Luna -Es la hora del castigo.

El escritorio del general salió despedido a un lado, destrozándose al impactar contra la pared.

El general se refugió en un rincón, junto a las ventanas del despacho.

-¿Qué piensas hacer? ¿Vas a matarme?

-Voy a hacer limpieza.

La niña empujó sus brazos hacia delante, en dirección al general y este se aplastó contra la ventana.

El crujido de los cristales al comenzar a astillarse por la presión que la niña ejercía sobre ellos le puso los pelos de punta.

El general Murray trató de alejarse de la ventana, pero la niña era muy fuerte, demasiado fuerte.

-¡Maldita...!

Los cristales cedieron con un estruendo y el general se precipitó al vacío. Cayó desde la doceava planta y tuvo tiempo de ver como el suelo del aparcamiento se acercaba hacia él a vertiginosa velocidad, antes de aplastarse contra el cemento.

Luna se asomó al hueco donde antes había estado la ventana, contemplando abajo la figura inmóvil del general en medio de un charco de sangre que se extendía a su alrededor.

Luego se dio media vuelta y salió del despacho.

Sin comentarios. Era lo que debía pasar.

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