13-LUNA UTILIZA SU PODER

Mimetismo. Repitió Luna. ¿Y cómo lo hago?

¿Pienso en un camaleón?, ¿o qué?

El guardia se acercaba. Ya podía oírse el sonido de sus pasos al otro lado del pasillo.

"Piensa Luna, piensa." Se dijo.

"Te va a ver.. "

"No tienes tiempo, piensa en algo, ¡ya!"

"¿Quizás era tan sencillo como pensar que eras otra persona?, como ese teniente. ¿Cómo se llamaba? ¿Williams?, no ¿Willis?, eso era. Ese era el nombre. El teniente Willis.

-¿Teniente Willis? ¿Qué hace usted aquí? - preguntó el guardia desconcertado.

"¡Tienes que pensar en algo, rápido!"

-El general me ordenó que buscara una cosa en el expediente de ese niño.

- ¿No debería estar en sus habitaciones, bajo arresto?

-Ahora mismo iba hacia allí, pero antes tenía que obedecer las órdenes de el general Murray. Si quiere puede escoltarme hasta ellas.

"La vas a cagar", se dijo la niña.

El guardia dudó un segundo. El teniente Willis, ahora caído en desgracia, era todavía muy importante dentro de la organización Orpheus y no quería enemistarse con él.

-Si no le importa iré a mis habitaciones ahora.

Luna comenzó a andar en dirección al ascensor con paso firme. deseaba echar a correr pero sabía que el guardia seguía mirándola.

Pulsó el botón de llamada del ascensor y esperó unos segundos a que las puertas se abrieran. Entró en el ascensor y apretó el botón de la primera planta.

En cuanto las puertas se cerraron Luna se dejó caer al suelo agarrándose el corazón que parecía latir a cien por hora. Lo había logrado, pero que mal rato había pasado. El mimetismo estaba bien pero era muy peligroso.

El ascensor llegó a la primera planta, pero antes de que se abrieran las puertas supo que el hall de entrada estaba lleno de gente. Podía oír numerosos pensamientos.

Decidió hacerse invisible esta vez.

La Invisibilidad también tenía sus pegas. Tendría que ir con mucho cuidado para no tropezar con nadie y además no la controlaba muy bien. No le apetecía volverse visible justo delante de todo el mundo.

Salió del ascensor y pasó entre los guardias que vigilaban el hall.

Al abrirse las puertas del ascensor, los guardias miraron extrañados, no había salido nadie, pero tampoco le dieron mucha importancia, seguro que alguien había pulsado el botón de llamada y luego había cambiado de opinión.

Luna se acercó al mostrador donde una recepcionista, una elegante muchacha de unos veinticuatro años, muy bien vestida y que llevaba encasquetados en su cabeza unos sofisticados auriculares, hablaba con dos personas.

Luna se acercó al mostrador de recepción. Había pensado que en la planta baja podría informarse de donde retenían a sus amigos, pero empezaba a pensar que a lo mejor no era tan buena idea.

Obtendría la información y desaparecería rápidamente.

Se colocó junto a uno de los hombres que hablaban con la recepcionista en ese momento y poniendo una voz lo más masculina posible, dijo en voz alta.

-¿En qué planta retienen a los prisioneros recién llegados?

La joven tardó unos segundos en responder, no sabía quién le había formulado la pregunta y dio por hecho que había sido uno de aquellos jóvenes que estaban junto a ella.

-Los prisioneros están en la planta décima - contestó.

Uno de los jóvenes se volvió a mirarla y al verla sonreír, le sonrió a su vez.

Luna decidió salir de allí pitando. Ya tenía la información que buscaba, no quería tentar más a la suerte. Retrocedió hasta el ascensor y apretó el botón de llamada, esperando unos segundos a que las puertas se abrieran.

Una vez dentro del ascensor, pulsó el botón de la planta décima.

.....

Alfred también se encontraba en la planta décima, justo frente a la puerta de la habitación donde estaban retenidos los dos hermanos.

Insertó el código en el panel de control que había junto a la puerta y ésta se abrió.

Los dos hermanos estaban sentados en un sillón y se volvieron intrigados hacía la puerta.

-¡Alfred! -dijo Amanda -menos mal que es usted.

-Tenemos que irnos -dijo Alfred.

-¿No vamos a esperar a Luna?

-Ella sabrá salir sola de aquí, sería muy peligroso ir a buscarla.

-Pero no sabemos si se habrá despertado ya? - preguntó Billy.

-No lo sé, pero creo que los efectos del sedante ya deberían haber pasado.

-¿Pensabais iros sin mí? -preguntó Luna haciéndose visible delante de ellos.

Billy corrió hacia ella abrazándola.

-¡Luna! ¿Te encuentras bien?

-Sí, todavía me duele un poco el pecho, -dijo Luna mirando de reojo a Alfred -pero estoy bien.

-Te he echado mucho de menos, estábamos muy preocupados por ti.

-Gracias Billy eres un buen amigo -dijo la niña.

-Eres muy valiente Luna -Dijo Amanda abrazándola también.

-¿Lo conseguiste? - Preguntó Alfred.

-Sí, ya sé donde tienen retenidos a los prisioneros. No tendremos que ir muy lejos, es aquí mismo, en Washington.

-Bien, ahora debemos marcharnos antes de que empiecen a sospechar.

Iban a salir todos de la habitación cuando Billy retuvo a Luna.

-Quería hablar un momento contigo Luna.

-Sí, Billy. ¿Que quieres?

-No sé como decírtelo...Me gustaría que esta vez si leyeras mi mente...

-¿Por qué?

-Sería mucho más fácil para mí.

-Está bien...

Luna cerró los ojos y entró en la mente del chico, lo que vio le hizo sonreír. Nunca nadie le había expresado las cosas de una manera tan...maravillosa.

En la imagen que vio, Billy se acercaba a ella y luego abrazándola la besaba en los labios.

"Te quiero Luna" la decía en sus pensamientos.

-Y yo a ti Billy -dijo la niña para sí. 

¿Increíble poder el de Luna? ¿Verdad?

¿A quién no le gustaría tenerlo?

Ahora que ya están juntos otra vez nuestros chicos, ¿quién podrá pararles? 

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