1-Luna

—¿Está dormida? —Preguntó el Coronel Stewart, mirando a través del cristal blindado que separaba el pequeño despacho donde se encontraban de la habitación de la paciente.
—Como una marmota —contestó el doctor Hewlett —le hemos administrado una dosis completa de Tricoidina, la nueva droga en fase experimental que hemos desarrollado y parece que con resultados satisfactorios. No despertará hasta dentro de seis u ocho horas.
—¿Está usted completamente seguro de ello? —volvió a preguntar el coronel —, ¿recordará lo que ocurrió la última vez?
—Eso fue...un lamentable error, coronel Stewart. Ahora conocemos mucho mejor al sujeto.
—Sí, desgraciadamente conocemos mucho mejor sus "habilidades". ¿No doctor Hewlett?
El doctor Hewlett bajó inconscientemente la cabeza. Aún seguía teniendo pesadillas desde lo ocurrido aquel día.
—No podíamos suponer...que una simple niña pudiera...pudiera...
—No es una simple niña, doctor. No creo que ni siquiera sea humana. Ella sola mató a doce hombres. Doce militares bien entrenados y lo hizo sin levantarse de esa maldita cama...Por eso quiero estar completamente seguro de que esta vez esté totalmente controlada.
—Le puedo asegurar que esta vez no habrá ningún problema...Me hago responsable de lo que...
El coronel Stewart harto de aguantar aquella conversación le cortó secamente.
—Sí, doctor, créame si le digo que esta vez será usted el único responsable. Puede estar seguro de ello. Ahora si me disculpa, tengo que atender a unas personas mucho más importantes que usted. No estoy dispuesto a perder a ninguno de mis hombres en sus disparatadas investigaciones. ¿Me ha entendido?
El doctor Hewlett asintió tembloroso y se hizo a un lado para dejar paso al colérico coronel.
El coronel Stewart, al mando del área de investigaciones mentales del proyecto B.Y.R.M. o lo que era lo mismo: Búsqueda y recuperación de meta-humanos. No era un hombre que se distinguiera por su paciencia, ni por su buen carácter. De complexión fuerte, a sus cuarenta y cinco años se había creado un nombre en la oficina de recursos para humanos especiales, conocida como Orpheus. Una ultra-secreta agencia dedicada a la captura de entes con especiales habilidades.
La reunión tan importante a la que tenía que asistir demostraría a sus superiores, los progresos del proyecto B.Y.R.M.
La sala de lectura como se llamaba comúnmente al súper moderno laboratorio donde se iba a celebrar la reunión estaba protegida con las mayores medidas de seguridad para evitar cualquier tipo de incidencias.
Cristales de máxima seguridad, puertas con los escáneres más sofisticados que la mente humana pudiera diseñar y la protección de veinte de sus mejores hombres, entrenados expresamente por él. Y todo aquel endiablado dispositivo solo para mostrarles a una niña de once años, con un ridículo nombre: Luna.
El espécimen conocido como Luna (él jamás llamaría humana a aquella aberración), era una de sus más recientes adquisiciones.
Bajo la apariencia de una angelical niñita, cabellos rubios e inocente sonrisa, se ocultaba uno de los seres más peligrosos que el coronel había conocido a lo largo de toda su larga carrera y había conocido todo tipo de monstruos.
Luna o como a él le gustaba llamarla HPDI-001 (el coronel era muy aficionado a las siglas). Hija de puta del infierno 001. Había resultado ser inmune a cualquier tipo de droga de control mental, inmune a sustancias alucinógenas e incluso a los somníferos. Habían tenido que diseñar una nueva droga, el Lazarus, expresamente para ella y ahora estaba a punto de comprobar su efectividad.
Sus habilidades a las que anteriormente se había referido eran tan increíbles que parecían salidas de algún cómic de superhéroes
Invisibilidad, piroquinesis, telepatía, telequinesis, la habilidad de transformarse en un felino (aún no sabían si podría transformarse en otros animales). El listado seguía con diez o doce capacidades más, a cual más peligrosa.
Podía ser muy persuasiva, hacia ver a la gente lo que quería ver y además era muy inteligente. Dos de esas capacidades, nada corrientes habían determinado que se la catalogara como clase 3 o altamente peligrosa:
Podía desdoblar su cuerpo y darse un paseo por las instalaciones aún estando atada en su celda y la peor de todas, sin ninguna duda: podía exhalar una especie de gas tóxico muy venenoso.
Esta última habilidad fue la causante de las doce bajas a la que el coronel se había referido en su conversación con el doctor Hewlett.
Y esta vez no estaba dispuesto a correr ningún riesgo.
Luna permanecía sedada las veinticuatro horas del día, todos los días de la semana. Era muy peligroso mantenerla despierta y esto hacia imposible que pudieran estudiarla y lo más importante, utilizarla de alguna forma. Seria un arma perfecta si lograban controlarla.
Ahora todas sus esperanzas recaían en ese medicucho del doctor Hewlett y en su último diseño en drogas de control mental. Esta droga en especial podría abrirse camino en la psique de la paciente y convertirla en un amistoso y obediente esclavo.
Eso, si funcionaba.
El coronel Stewart llegó hasta la sala de lectura y tras haber pasado por todos los controles biometricos de seguridad: escáner del iris y de huellas dactilares y reconocimiento del adn, entró finalmente en el futurista laboratorio.

El laboratorio estaba rodeado completamente por un grueso cristal de seguridad, al otro lado y formando un círculo alrededor de la sala, había varias filas de asientos. 

—Coronel Stewart, lo tenemos todo listo. Cuando usted desee.

Alfred Newman, un joven de unos treinta y cinco años, era el segundo al mando en el proyecto  B.Y.R.M.
El coronel lo conocía desde que era un muchachito recién salido del M.I.T.  con un currículo impecable. Sus cinco años en ciencias del comportamiento en las dependencias del F.B.I. y sus estudios sobre psicopatologías le habían hecho acreedor de un puesto en Orpheus.
—¿Está el público preparado? —preguntó el coronel.
—Nuestros invitados ya ocupan sus privilegiados asientos. Todos los peces gordos han venido...
—¿Y el doctor?
-Refunfuñando como siempre, pero creo que está listo.
—Pues, que comience el show. Estarán a punto nuestros hombres ¿verdad? —quiso saber el coronel Stewart.
—Deseando apretar el gatillo...
—Sí, hasta cierto punto es comprensible...Comencemos de una vez.
El coronel Stewart se acercó hasta uno de los micrófonos que había en la consola principal y lo activó. Un zumbido recorrió la sala.
—Caballeros, para los que no me conozcan, soy el coronel Walter Stewart y estoy a cargo del proyecto B.Y.R.M. desde hace más de veinte años. Desde entonces hemos progresado mucho en el estudio de lo que nosotros llamamos meta-humanos. Seres con capacidades sobrehumanas.
Hemos ido recuperando especímenes a lo largo y ancho del planeta y ahora contamos con casi medio centenar de estos portentosos seres. Pero si hay alguno que destaca sobre los demás, ese es el que tengo el gusto de presentarles esta noche.
La conocemos por el nombre de: Luna. Sí, en Español, tal como oyen.
Cuándo la conozcan pensarán que es solo una niña indefensa, pero no se dejen engañar, en realidad es un mortífero asesino que les destrozaría a la mínima oportunidad... Señores, les presento al doctor Hewlett, él está a cargo de todas las investigaciones que llevamos realizando sobre el sujeto Luna. Él les explicará todo lo que quieran saber sobre este meta-humano en particular...Doctor Hewlett, cuando quiera.
—No la cague...—Susurró el coronel cuando el doctor Hewlett pasaba a su lado.
—Buenas noches...estooo, ejem...Soy el doctor Hans Hewlett y el creador de este nuevo suero experimental. Se trata de un tipo de droga que actúa directamente sobre el hipotálamo del paciente, activando la producción de hormonas en la hipófisis, desbloquea los recuerdos más profundos al tiempo que reduce la agresividad en casi un noventa y cinco por ciento. Ha sido probado con eficacia en animales y en humanos con graves problemas de auto-control y extrema agresividad. El resultado ha sido mejor de lo que en un primer momento esperábamos.
Esta noche lo probaremos sobre Luna y podrán comprobar los resultados ustedes mismos.
No sin orgullo quiero presentarles al espécimen conocido como: Luna.
Un murmullo recorrió la sala cuando varios soldados fuertemente armados tomaron posiciones alrededor del laboratorio, luego dos enfermeros empujaron una camilla hasta el centro de la sala.
El doctor Hewlett destapó la sabana que ocultaba el pequeño cuerpo que reposaba en la camilla y todos pudieron ver a una niña que dormía plácidamente.
La niña, vestida con una bata de hospital estaba atada a la camilla con unas gruesas correas que inmovilizaban sus brazos y sus piernas.
El doctor Hewlett se acercó hasta ella portando en su mano una jeringuilla hipodérmica llena de un líquido de un vistoso color rojo.
—Ahora procederemos a inyectarle la droga a la que hemos bautizado con el nombre de Lazarus.
El doctor acercó la jeringa al cuello de la niña y la clavó directamente sobre la vena aorta. Luego apretó el émbolo y la sustancia paso a la sangre de Luna.
—No creo que demore mucho, los efectos de esta droga son muy rápidos.
Un ligero espasmo recorrió el cuerpo de la niña, su respiración se hizo más agitada y finalmente abrió los ojos. Unos preciosos ojos de un azul muy claro.

Gracias por leer hasta aquí.

¿Qué creéis que pasará con Luna? 

Yo siempre he creído que hay personas con este tipo de habilidades y más que un don, a veces suele tratarse de un verdadero castigo.

Podréis seguir leyendo la continuación muy, muy pronto. Gracias.



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