Capítulo 23

Había salido a comprar algo para desayunar y un poco de perrarina para Kira. No pude dormir mucho, me sentía observado, aunque el hecho de haber visto la tumba de mi padre por primera vez no fue de mucha ayuda tampoco.

Ahora me sentía más perdido que nunca, tenía unas tremendas ganas de abordar a mi madre con preguntas, sobre él y sobre Julián. Comienzo a pensar que necesito terapia psicológica de nuevo. También hay otra cosa que me atormentan constantemente; soy consciente de que Kamila ni yo hemos tenido ninguna pelea, ya que siempre sale algún problema sobrenatural a la luz.

Pero, ¿qué pasará cuando todo acabe?

Deja la maldita inseguridad, todo está bien entre ustedes. No se van a separar.

Trataba de creerle, pero se me hace tan difícil. De lo único que estoy seguro es de que siempre cuidaré de ella, y estaré cuando me necesite y pelearé a su lado.

Cuando llegué a la habitación apenas se estaba despertando, se estiró. Su cabello estaba esponjado.

Cuando abrió los ojos me miró y sonrió, supe que no podría alejarme de ella jamás, y que quería ver esa imagen todos los días durante toda mi vida.

— Buenos días, princeso — murmuró con la voz rasposa, y sonreí.

— Buenos días, princesa.

Su sonrisa se ensanchó y sentí como mis pulsaciones se aceleraban. Le di un beso en la frente y le tendí la bolsa con el desayuno, puse la perrarina en el suelo y Kira corrió a devorarla.

Kamila masticaba con lentitud, metida en sus pensamientos. Le dije que iría a saludar a mi madre y a mi hermana y desaparecí. Ambas estaban desayunando y, cuando Sofía me vio, soltó su arepa y corrió a abrazarme.

Mamá me dio un beso en la mejilla y se metió a la cocina.

— ¡Ya comí! — le grité, suponía que iría a prepararme algo.

— ¡Okey!

— Alex — susurró Sofía y me volví a agachar para quedar a su altura —, Matías me dijo que también le gustaba mucho.

Respiré para no soltar algo de lo que me podría arrepentir. Pero es que... ¡Por Dios! ¡Solo tiene ocho años! ¡Y no puede tener novio!

— Sabes que son muy pequeños para ser novios, ¿verdad?

— Sí, y él me dijo que me iba a esperar para que pudiésemos estar juntos. ¡¿No es romántico?!

Wao, sí que lo era. Ese niño tiene demasiada inocencia o tremenda labia, sin duda tenía que conocerlo.

Hablé un poco con mamá unos minutos y volví con Kamila, se estaba vistiendo. Me lancé sobre la cama y miré al techo, esperando a que terminase; ella al cabo de algunos segundos se acostó conmigo y posó su cabeza sobre mi abdomen. Acaricié su cabello y suspiró.

— No quiero volver — murmuró —. Quiero desaparecer contigo, y que nadie nos moleste. Lástima que no se pueda... Lo estuve pensando, mucho, no podemos ir al cielo porque no te permitirían la entrada estando vivo, y si llevamos tu alma no podrás visitar a tu familia. No podría quitarte eso; el infierno tampoco es una opción, seríamos acechados por Balaam y Baalberith también. Estaríamos aún más jodidos...

— ¿Baalberith... qué? — pregunté confundido, se supone que son primos.

— Sí, él también está obsesionado conmigo, solo que no lo sabe. Es como un instinto que está oculto... o dormido.

— Ah, verga...

Se subió sobre mí y me abrazó, dejando su cabeza sobre mi pecho. Me empecé a sentir un poco abrumado, ella estaba pensando en escapar, y yo también lo quería. El solo pensar que seríamos felices en otra parte alejados de toda esta maraña de mierda me hacía considerar que sería una buena idea morir...

Pero sería egoísta. Para mi madre, mi hermana, su familia y...

— Huir no es algo que tú harías — puntualicé — Eres fuerte, y no has pasado por tanto como para rendirte ahora. — Sonreí a medias —. Acabaremos con todo esto, con Lancaster, Balaam, y cualquier otro que nos haga la guerra, y al final del día estaremos juntos. Como debe ser.

— Como debe ser — repitió y alzó la mirada.

Sonrió y la besé. Kira se subió a la cama y nos lamió la nariz, cortando el momento; reímos y la aparté para recoger mi bolso, al girarme me la encontré mirándome como un animal. Levanté una ceja con coquetería.

Sé lo mucho que le avergüenza que la pille observándome sin disimulo.

— ¿Alex?

— ¿Qué?

— Te amo — dijo y se levantó, comenzando a caminar hacia mí.

— Yo estoy obsesionado contigo. ¿Cómo hacemos? — Sonrió como toda una villana.

— Pues te voy a destrozar — murmuró cerca de mis labios.

Uff, la temperatura como que subió. Qué raro, ¿no?

— ¿Y me destrozarás justo ahora? Estoy indefenso. — Soltó una risita y enredó sus manos detrás de mi nuca. Sentí un cosquilleo en el estómago, que comenzaba a descender...

— No, desafortunadamente debemos volver a Greenland a ver cómo va la casa e ir a la biblioteca.

— Es una pena... — Me dio un manotazo y le robé un beso.

Ella tomó a Kira en brazos, me acerqué para abrazarla por detrás y nos hice desaparecer. Estábamos frente a la casa que, gracias al teñido, se veía mejor de lo que era antes de que acabaran con ella.

Cumplió su palabra el idiota ese.

Estaban todos los chicos, y el primero en vernos fue Zack. Se acercó a nosotros, me dio un apretón de manos y luego le dio un muy meloso abrazo a Kamila, un beso en la mejilla y ambos se sonrieron.

¿Desde cuándo son tan amigos esos dos?

— Se ve genial, Zack. Te luciste — comentó mi princesa.

— Gracias, guapa. — Le guiñó un ojo.

Uno, dos, tres, cuatro, por andar de puto le cortaré la mano...

— Hice algunas remodelaciones. La parte de la escalera, que la cambié a madera; la cerámica de la cocina, cambié la mesa del comedor por una de vidrio; unos sofás más lujosos y un televisor más grande. — Parecía muy orgulloso de su creación —. Las habitaciones si las dejé iguales y me basé en los planos de la casa. Y no hice nada con el gimnasio y la biblioteca, estaban intactos.

— ¡Chicos! — gritó Raquel — ¡Vengan!

Zack se alejó, y yo iba a comenzar a caminar, pero Kami me tomó del brazo haciendo que la mirara.

— No sabes el alivio que me acaba de dar Zack. — Le presté un poco más de atención —. Creí que con la demolición habían destruido los pasajes secretos, pero si él se apoyó de los planos de la casa, deben de aparecer, ¿no?

Sonreí, no podía hacer más nada, no sabía que decirle.

Un "¡Eso es grandioso!", sirve. ¿No crees, inútil?

Estaba bien sin ti, ya duérmete.

Imbécil — masculló.

Nos dirigimos hacia Raquel, y a medida que nos acercábamos, visualicé a una mujer que nunca había visto; supuse que era cercana a nosotros o de lo contrario no estaría aquí. Tenía un conjunto caro, de pantalón de campana, tacones y saco de gran escote rojo dejando a la vista un gran tatuaje extraño en su pecho.

Tenía un cigarrillo en la mano y expulsaba el humo de su boca con elegancia.

No sé porqué pensé en el súbdito de Kamila.

Sus ojos celestes se posaron sobre Kamila y sobre mí, para dejarla pegada sobre la castaña.

— Tú debes ser la krístal suprema — dijo despectiva y le extendió la mano, la cual Kamila apretó con un poco de fuerza innecesaria.

— Kamila — dijo algo cortante y sonrió con falsedad.

Tomé su mano tratando de que se calmara. A mí tampoco me había gustado su actitud.

— Soy Ana, la madre de Anastasia. — Con razón —. Y lo sé, eres la chiquilla que ha traído problemas.

— También la que rompió la maldición y liberó a todos los krístals. — Sonreí orgulloso, sonaba súper potente.

La señora nos dio una mala mirada y se dirigió al grupo.

— De acuerdo, hagamos esto rápido. — Lanzó el cigarrillo. Se picó —. Denme cada uno un cabello.

Nos arrancamos uno y se lo dimos.

— ¿Qué cojones irá a hacer? — Se me acercó Finn y me palmeó el hombro. Ha mejorado su español.

— ¿Me lo preguntas a mí que acabo de llegar? — Me dio un sonoro beso en la mejilla y miramos expectantes a aquella mujer.

Hizo un puño con los cabellos y cerró los ojos, los efectos de su poder comenzaron a surgir. Su aura era marrón; una onda chocó contra nosotros, pero no fue lo suficientemente fuerte como para movernos. Comenzó a formar una esfera entre sus manos en la que los cabellos flotaban y, cuando alcanzó el tamaño de un balón de fútbol, la expulsó hacia la casa, atravesándola intangiblemente.

Volvió a su apariencia normal y nos sonrió. Yo quedé perplejo.

— Mis poderes son el ocultismo y la revelación — explicó —. Con lo que acabo de hacer solo ustedes podrán ver la casa, el resto del mundo solo verá el bosque, a menos de que sea su invitado y esté con alguno.

— Gracias, mamá. — Sonrió hacia Anastasia.

— No fue nada, linda. — Le guiñó un ojo.

Hizo una reverencia en nuestra dirección y se subió a un carro amarillo chillón.

Tom con alegría desbordante, nos hizo un ademán para que entráramos, y sí, Zack había hecho un buen trabajo. Fui a mi habitación y dejé el bolso sobre la cama, cuando me dispuse a salir me topé con Kamila y Becky paradas debajo del marco de la puerta.

— Vamos — habló la española.

Salí detrás de ellas y mi princesa se detuvo frente a los escalones que daban hacia la tercera planta.

— Bien, si el oxigenado se basó en los planos de la casa, los pasajes deben ser los mismos... veamos.

Subió un par de escalones y tocó las tablas, empujó con fuerza una y se movió, empujó otra y dejó un hoyo por el que podríamos entrar.

Se giró hacia nosotros sonriente.

— ¿Quién va primero?

Miré a Becky y por su mueca supe que debía ir yo, soy el hombre después de todo y debo cuidar de "las damiselas". Me incliné a mirar dentro de él y me fije en que era una resbaladilla. Quien sabe qué cosa me esperará ahí abajo.

Me giré a ver a Kamila dudoso, y sonrió.

— Eres el caballero de armadura de acero de la princesa del infierno, tienes que asegurarte de que es seguro bajar.

No lo pensé mucho, y me lancé.

— ¡Una tarántula! ¡Una tarántula, coño e' su madre!

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