Capítulo 13
Un... ángel... por la universidad.
Que cosas, ¿no?
Había algo tan enigmático en él que no pude evitar seguirlo, me interné al bosque con mucha curiosidad; no tenía miedo, pero sí estaba ansiosa.
Miré un poco los árboles y, cuando volví a concentrarme en su rastro, lo había perdido por completo. No podía verlo, troté un poco para tratar de encontrarlo, comenzaba a desesperarme. En un momento de frustración, saqué mis alas y me elevé, volando entre las hojas para camuflarme y obtener una mejor visión del perímetro.
Lo vi parado con un zorro, lo acariciaba entre sus brazos. Me acerqué a él y descendí; estaba a sus espaldas, y parecía no percatarse de mi presencia.
— Veo que sí me seguiste. Te consideraba más lista.
Me sobresalté y escondí mis alas ante la impresión.
— Se supone que eres un ángel, no me harás daño — contesté de manera automática tratando de que no me menospreciara.
Se dio la vuelta y me quedé sin habla al ver sus ojos, eran de un azul intenso, como los de Zack. Pero tenían un brillo tan...
— Soy Zaphiel, ángel de la guardia real — se presentó e hizo una reverencia.
Lo escaneé por completo; su cabello era blanco, mandíbula cuadrada, de apariencia fuerte y grande; portaba una armadura plateada bien pulida y a su costado una espada enfundada.
Era tan hermoso, pero no inspiraba lujuria en sí, ningún ángel en general despierta deseo por más ardiente que sea... y sí, lo digo por Melahel.
Cuando salí de mi ensoñación, me fijé en que me estaba mirando un poco raro, como si algo no le gustara de mí. Me sentí diminuta y por un momento quise que Alex viniera y me envolviera con sus brazos; pero recordé quien soy y todo lo que he logrado. Y levanté el mentón.
— Yo soy Kamila, la Krístal Suprema que rompió la maldición.
Sonrió ladinamente.
— Lo sé, eres una novedad en el paraíso. Eres de lo que más se habla. — Me enorgullecí y juro que escuché gritar a la doñita.
Él se paseó por los árboles y me miraba cada cuanto, comenzaba a incomodarme.
Ya me quiero ir.
— Bueno... Fue un gusto conocerte, Zaphiel...
— Oh, no, no, no. — Negó con la cabeza —. ¿Tan rápido te quieres ir? Creí que eras más fuerte. — Comenzó a fastidiarme —. Resistes el acoso de un demonio mayor, te enfrentas a un infierno. Te atreves a hablar con Lucifer, ¿y no soportas mi compañía? Bff, que farsa.
— Para ser un ángel eres bastante irónico y nada amable — espeté —. ¿De qué se trata todo esto?
Sonrió con satisfacción.
— Me enviaron para una misión. Debo matarte y llevarme tu alma.
Me quedé estupefacta, y mi labio inferior comenzó a temblar.
— ¿Po-Por qué? — pregunté asustada y retrocedí.
— Eres una amenaza para la humanidad. Si tú encontraras la manera de prepotenciar y sacar a la luz todas tus habilidades, el mundo como lo conocemos ya no sería el mismo. Acabarías con el infierno y el cielo, y todos los seres viviríamos en un mismo plano. El miedo y la ambición podría terminar por extinguir la vida misma, y eso es algo que se quiere evitar. — Hizo una pausa y me miró serio —. No me agradas, pero no lo hago por gusto. Son órdenes del altísimo, pero eso no quiere decir que no lo disfrutaré.
Comencé a retroceder, y él caminaba lentamente hacia mí. Tenía mucho miedo, creo que nunca me he sentido así, ni siquiera cuando estuve en el infierno; allí no estaba sola, pero ahora sí. Estoy sola a mi suerte.
Voy a morir, por ser algo a lo que temen, como si fuera un monstruo cuando era pintada como un ser hermoso.
Me van a matar, y no podré ver a Alex una última vez.
Respiré, preparándome para lo que venía, cuando...
Eres una idiota.
Es nuestro fin, ¿y no me dirás algo bonito?
Estúpida.
Deja de insultarme. Te amo.
Me convenciste, seré buena contigo — dijo y sonreí nerviosa, Zaphiel estaba a cinco metros de mí —. Él acaba de decir que eres una amenaza; eres muy poderosa, puedes acabar con quien sea y con cuantos sea. Y si pusieras un poco de atención, te darías cuenta de que está nervioso.
Las palabras de la doñita me hicieron reaccionar; tiene razón, puedo vencerlo. Lo miré mientras seguía retrocediendo y me di cuenta en que las piernas le temblaban, y estaba tenso, aunque se mantenía sonriendo como todo un cazador, pero su sonrisa era falsa. Detuve mis pasos y solté una pequeña carcajada, confundiéndolo.
— Según todo lo que acabas de decir, soy peligrosa — dije tomando la actitud que él antes tenía, desorientándolo. Sonreí —. ¿Y aun así te enfrentarás a mí?
— Tú colaborarás en esto. No harás nada — titubeó.
— ¿Qué te hace pensar tal cosa?
Me miró molesto, la vena de su cuello palpitaba muy notoriamente y respiraba algo agitado. Puse mi mano al frente y, usando mi telequinesis, le arranqué la armadura y la arrojé brutalmente hacia un árbol. Me miró sorprendido.
— Si te vas a quedar ahí parado me voy a ir — le provoqué.
Corrió hacia mí a gran velocidad y trató de tomarme por el pelo, pero me agaché y le di un rodillazo en la costilla; para ser un ángel no es tan rápido como creí.
Se quejó un poco pero volvió a la carga. Levantó la mano para golpearme y se la agarré, pero me descuidé y me pateó el estómago logrando liberarse. Respiré un poco tratando de recuperarme; mi cuerpo es humano, eso me tiene en desventaja. Debo evadir cada uno de sus ataques si no quiero que me mate.
Con mi voluntad olvidé el dolor y seguí combatiendo; casi me golpea, pero lo pateé y se estrelló contra un tronco seco derrumbándolo. Volvió a correr y lo agarré del brazo queriendo lanzarlo lejos; puso un pie en un árbol tomando impulso, preparándose para golpearme, pero me agaché y lo lancé por sobre mi cabeza.
Cuando se levantó del suelo desenfundó su espada, y temí.
Yo no tenía con qué defenderme.
Puedes vencerlo igual. Le estás dando una paliza, y eso que es un ángel de la guardia real. ¡Me llenas de orgullo!
Sonreí ante eso y recuperé un poco de confianza. Cuando vino contra mí, lo tomé del antebrazo y lo giré, apreté con fuerza su muñeca consiguiendo que soltara la espada, la tomé al vuelo del mango y se la atravesé por la espalda.
La sangre comenzó a notarse y palidecí. Zaphiel emitió un sonido ahogado y con temor saqué el arma de su cuerpo. Cuando cayó comenzó a brillar y su figura se volvió cada vez más borrosa.
Hasta que desapareció.
Dejé caer la espada y me arrodillé, conmocionada. Miré el lugar en el que había estado antes y algo en mi interior se removió, sentí que lloraría.
Maté a un ser perfecto y hermoso; tuve que hacerlo, pero no puedo soportarlo.
Jadeé y tragué duro, me levanté y tomé una gran bocanada de aire. Suspiré y al darme la vuelta para salir de allí me topé con Melahel; me miraba con severidad y algo de pena. Abrió sus brazos y me refugié en su pecho.
— Me siento muy mal — murmuré y acarició mi cabello.
— Lo sé.
— Yo no quería matarlo — volví a murmurar.
— Lo sé — dijo con comprensión.
— Pero tenía que hacerlo.
— Lo sé. — Me separé y respiré hondo.
— ¿Estará bien? — pregunté avergonzada. Es la primera vez que me siento tan devastada por matar.
— No estoy seguro, nunca habían matado a un ángel. Pero es imperdonable.
Mis ojos se aguaron.
— ¿Qué... qué quieres decir? — musité.
— Que debes hacerte cargo por tu crimen. Me enviaron para llevarte ante el juzgado celestial, tendrás una audiencia para determinar que harán con tu caso.
Sollocé y un par de lágrimas cayeron, pero aun así levanté la mirada y le pregunté lo que más temía en ese momento:
— ¿No me vas a perdonar?
Me miró con cariño y juro que a pesar de estar llorando, tuve algo de esperanza.
— No tengo nada que perdonarte. Deberías perdonarme a mí, por no advertirte... Es que... — Se le cortó la voz — me lo prohibieron.
Junté el entrecejo un poco más calmada.
— No te entiendo...
Suspiró nostálgico y me miró con una expresión triste.
— En primer lugar me enviaron a mí para esta tarea. — Comenzó a faltarme el aire —. Pero me negué. — Se apuró a aclarar —. Dije que no dañaría a alguien que amaba y menos si era inocente. Así que me pidieron que entonces no me metiera, y tuve que rogar para ser yo quien te llevara al paraíso, porque te iban a venir a buscar unos soldados a llevarte a la fuerza.
Lloré, lloré y lloré hasta que me sentía adormecida y me senté sobre la raíz de un árbol abrazando mis piernas.
— Tengo mucho miedo — murmuré con la voz rota.
— Y deberías — concordó —, pero eres el ser más valiente que conozco, y conozco a muchos. Podrás contra esto.
Extendió su mano hacia mí y vi mi perdición, pero él tenía razón. Podré con esto.
Sequé mis mejillas y me levanté, miré dubitativa su mano, pensando en las mil y un opciones por las que podría optar: Si hablaba con Baalberith, él me daría su protección y me resguardaría en el infierno; pero en cualquier momento me forzaría a rendirme a él, y estaría igual o más jodida, así que la tomé con fuerza.
Melahel nos hizo elevarnos pacíficamente hacia el cielo.
No hay vuelta atrás.
Mientras más nos alejábamos de la tierra, se incrementaba mi miedo; sentí algo de vértigo. Estábamos muy cerca de las nubes y, cuando las atravesamos, quedé impresionada.
No tengo palabras para describir este lugar.
¿Magnifico? ¿Hermoso? ¿Perfecto? ¿Placentero? No me parece suficiente.
Todo estaba lleno de luz y se respiraba paz, las personas —almas— caminaban serenas y felices mientras conversaban entre ellas.
Melahel sin soltarme me encaminó por un sendero lleno de flores coloridas que nos llevó hasta una gran puerta de madera. Se detuvo y volteó a verme asustado, poniéndome nerviosa.
— No puedo estar allí contigo, lo siento — dijo apenado.
— Está bien — murmuré tratando de calmarme.
— Nadie va a abogar por ti, ni estarán de tu lado. Debes ser muy lista, y sé tú misma en todo momento; puede servir de algo.
Asentí y relamí mis labios, me dio un beso en la frente y, dedicándome una mirada de preocupación, se fue.
Estoy sola en esto.
Claro que no, no te olvides de mí.
Sonreí con lágrimas en los ojos, me los froté y con el corazón en la boca, empujé la puerta.
~~~~~~~~~~
Vota si te ❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top