Capítulo 14

Al acabar la cena, regresé a mi habitación y me percaté de que en ella se encontraba Alex, quien estaba recostado sobre la cama con los ojos cerrados. Talvez se haya quedado dormido. Me fijé en que no llevaba camisa, dejando su dorso al descubierto. A pesar de que lo he visto así muchas veces, sigo sin acostumbrarme a esa tableta de chocolate perfecta que posee como abdomen.

Me quedé un buen rato contemplando aquella escultura tan magnífica de orígenes divinos, hasta que unas risas me sacaron de mi trance. Elevé la vista y me encontré con la mirada traviesa de Alex. De inmediato sentí como el calor invadía mis mejillas. Él sonrió y yo como perro con el rabo entre las piernas, caminé hacia la cama y me acosté a su lado.

Alex me miró fijamente, clavando sus preciosas gotas de miel sobre mis ojos, con una mirada profunda y tierna. Acarició mi mejilla y me dió un beso en la nariz. Le sonreí y él imitó mi acción.

— ¿Cuándo iremos a Greenland? — le pregunté.

— Sí quieres, mañana mismo — respondió y palidecí.

— Tengo miedo, Alex — me sinceré —. Me aterra que se vayan a enojar conmigo, que no me comprendan.

— ¡Claro que lo harán! — me alentó —. No serán capaces de enfadarse contigo, conocen tu situación — dijo y me entristecí un poco.

Mi situación, situación de mierda.

El castaño me robó un beso y se dedicó a hacerme caricias en la cabeza, y caí rendida en brazos de Morfeo.

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— ¿Te volverás a ir? ¡Pero si acabas de regresar! — exclama la morena con los ojos cristalizados.

— Sí, pero podremos vernos a menudo — le digo tratando de sonar convincente y no quebrarme.

— Pero es que... — sollozó — no quiero que me dejes — mi corazón se estrujó. Le sonreí, aunque seguramente me salió una mueca.

— No te preocupes por eso. Ni siquiera notarás que me fuí — digo restándole importancia —. Hablaremos cada vez que quieras por teléfono o vídeollamada.

Ella pareció meditarlo, hasta que se rindió y finalmente asintió.

— Aunque... — dijo aún dudosa — todo esto me parece demasiado extraño — dice y yo trato de no mostrarme nerviosa —. Cuando eras una niña, una supuesta tía tuya te llevó con ella a ese pueblo Americano del que nunca en mi vida escuché. Tus padres desaparecieron misteriosamente de la faz de la tierra — comenzó a narrar los hechos —. Luego vienes de visita por una semana, después te quedas y dices que es definitivo. Y ahora... tienes que irte otra vez — termina con la voz quebrantada —. ¿Qué coño es lo que está pasando, Kamila?. Pareciese como si huyeses de algo o alguien.

Respiro profundo y suelto todo el aire, tratando de ordenar mis ideas.

— Pues, son... cosas que pasan.

¿En serio? ¿No pude decir algo más coherente?.

Andrea me miró incrédula. Tengo que mejorar mi contesta.

— Bueno, verás... Cuando mi tía me vino a buscar, fue para llevarme con mis padres; ellos ya estaban en Greenland. Nos mudamos para allá porque mis padres consiguieron un buen trabajo; nunca volví porque, digamos que lo habíamos olvidado — solté una pequeña risita nerviosa —. Vine de visita queriendo recordar algo de mi infancia y viví aquí esta temporada para pasar tiempo contigo, pero ahora debo volver.

— Lo entiendo — terminé el instituto para mentirosas, gracias. Están invitados a mi graduación —. Solo... No me olvides ¿Sí?.

— No lo haré — contesto con firmeza y nos fundimos en un cálido abrazo —. Ahora, ¿Quieres brownies?.

(...)

Había caído la noche, tenía mis valijas preparadas. Los nervios me están carcomiendo internamente, no me siento preparada para esto. No. Mejor me quedó aquí, nunca me hará falta nada y podré vivir una vida plena. En nada me afecta si me quedo.

En todo te afecta, malparida — me insulta la doñita. Tenía tiempo sin saber de ella —. Tú eres más arrecha que rambo ¿Lo recuerdas?. Puedes hacer lo que te plazca. ¡Eres la Krístal Suprema!. El mundo entero debería temer de ti. Y si alguien no está de acuerdo, puedes mandarlo hermosamente a la mierda — dijo dándome algo de apoyo —. Nunca olvides quien eres.

A veces considero que te gusta más mi vida que a mí.

¿Cómo no gustarme? ¡Posees mucho poder!.

Unos suaves toques a la puerta me hicieron terminar mi conversación con mi conciencia. Grité un pase y Marilyn entró en la habitación.

— ¿Estás segura de esto? — preguntó algo insegura.

— Para nada, pero tengo mayor éxito en las cosas para las que no estoy preparada — sonrió.

— Eres igual a tu padre — dijo un poco melancólica —. Si quieres volver, sabes que tienes las puertas abiertas.

— Lo sé. Gracias por todo, en serio — digo y una lágrima rueda por mi mejilla. Mi abuela la limpia con ternura.

— Escucha — dijo y puso un semblante serio —. ¿Recuerdas la vez que fuiste a Nebraska? — asentí confundida —. Tuviste pesadillas sobre un bosque nevado — la miré extrañada. ¿Cómo sabía eso? —, esa fue una de mis visiones, y te la mostré para advertirte sobre el peligro que estabas por enfrentar — explicó y la miré incrédula.

— ¿Acaso tú puedes...

— ... Mostrar mis visiones a las personas?. Sí, así es. A través de sueños — concluyó —. Son parte de mis poderes... ¿Cuándo vendrá Alex por ti?.

— En unos minutos — le respondo viendo la hora en mi celular —. Te voy a extrañar mucho — digo dándole un gran abrazo, el cual correspondió con las mismas fuerzas —. ¿No te gustaría irte a vivir a Greenland? Mamá vive sola y estoy segura de que le encantaría la idea — propongo y ella sonríe.

— Lo voy a pensar — dice y cambia su semblante a uno serio nuevamente. En verdad me sorprende la rapidez con que varían sus estados de ánimo —. Quiero que recuerdes algo siempre y lo mantengas presente en todo momento — dijo y palidecí — En una batalla de mal contra mal, la guerra nunca ha de acabar. Debe aparecer el bien para que se pueda vencer — dice entre rimas y me deja más confundida de lo que estaba.

— No te entiendo cuando hablas entre versos. ¿Podrías hablarme español? — ella ríe un poco.

— Alex llegará en cualquier momento, será mejor que me vaya para no quitarte más tiempo — dijo, me dio un beso en la frente y comenzó a caminar hacia la puerta —. ¡Ah! Casi lo olvido — se detuvo en la puerta —. Los demonios odian la luz y todo lo que brilla — mencionó antes de que la perdiera de vista.

Estuve unos minutos meditando sobre lo que me dijo mi abuela, y llegué a la conclusión de que algo va a pasar y como ella es demasiado misteriosa y le gusta dejar todo con suspenso, no me dijo lo que vió en sus visiones. Me tocará cuidarme las espaldas.

Después de un rato, el castaño apareció con una maleta en una de sus manos. Le hice un movimiento de mano como saludo y él lo imitó.

— ¿Lista?— preguntó tendiéndome su mano.

— Negativo, mi capitán. Pero hagámoslo — sonrió.

— Nunca cambies — tomé mis cosas, lo cogí de la mano y nuestros ojos se encontraron, haciendo que las cabras locas saltarán dentro de mi estómago.

— Jamás lo haré — dije y sus ojos se volvieron de un color azul metálico. Nos vimos rodeados por su esplendor y abandonamos el cuarto.

Aparecimos en mi habitación de la casa de Tom y Raquel. Nada ha cambiado, todo sigue igual que hace unos meses. Solté mi valija y caminé por el dormitorio. Pasé mis dedos por las paredes con añoranza. Vi mi reflejo en el espejo. Inspeccioné el baño; miré hacia el balcón, aunque por precaución no salí hasta allí.

— Iré a dejar mis cosas a mi habitación — avisó el castaño y desapareció, dejándome sola.

De repente, escuché como alguien movía la manija de la puerta y me asusté. Tomé mi maleta, corrí hacia la pared más cercana y me camuflé.

Había entrado Alex, con una bandeja con emparedados y dos vasos de jugo. Y yo que me había asustado. Al despegarme de la pared, el oji miel se quedó estupefacto y dejó caer la bandeja por la impresión, pero gracias a mi telequinesis no la dejé impactar contra el suelo. La puse sobre la cama y el soltó un chiflido.

— Salvando el día — reí levemente.

Estuvimos comiendo mientras conversábamos sobre que mañana iríamos a la universidad a inscribirme, faltaban tan solo cuatro días para el comienzo de las actividades académicas.

— ¿Dónde están los chicos? — pregunté pasando una servilleta por mis labios.

— Abajo. Están todos hablando sobre Lancaster — contestó y me estremecí. Su nombre debe de estar maldito.

— ¿Y por qué no estás con ellos?.

— Me excusé diciendo que estaba cansado por el "viaje".

— Vamos, tenemos que enterarnos de lo que sea que hablen.

— ¿Segura? — asentí y posteriormente salimos del dormitorio.

Bajamos las escaleras a pasos lentos, tengo mucho miedo de lo que me puedan decir.

No olvides quien eres.

Tú tampoco olvides quien soy realmente — le recuerdo y se calla.

Ya cuando estaba por llegar a la sala, pude escuchar un poco su conversación.

— Debemos quitarle la Optus a Zed — decía Tom.

— Pero a éste paso él nos vendrá encontrando. Nos está pisando los talones — habló Zack desesperado.

— Kamila hubiese sabido que hacer — intervino Lucas con nostalgia y sentí náuseas por el terror que me provocaba ser nombrada.

— Sí, sus ideas eran geniales y siempre funcionaban. Era muy lista — aportó para mí sorpresa, Anastasia. Debo aparecer ya.

Le dí una mirada a Alex y este asintió.

 — Si tan solo estuviera aquí — dijo Becks con voz apagada y salí de mi escondite.

— Aquí estoy.

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