9. Palabras de aliento

Vincent, moviendo la pierna en la que había recibido el disparo con dificultad, entró en su base maldiciendo por lo bajo. Para su sorpresa Rebecca se encontraba esperándolo y al verlo herido se apresuró a ayudarlo a bajar las escaleras.

—Asumo que las cosas no fueron muy bien —dijo ella, mientras acercaba una silla al héroe, que se sentó y lanzó un bufido de frustración.

—Lo tenía, Beck. Él intentó tenderme una trampa, pero aun así tuve mi bota contra su cuello —respondió él con reavivada bronca—. Debería haberle roto un brazo cuando tuve la oportunidad, asegurarme de retrasarlo algunos días, pero me contuve, me confié demasiado y escapó.

—Tranquilo, dime qué pasó.

—Eso es lo peor de todo. Justo cuando estaba terminando, un oficial apareció y me obligó a dejarlo ir.

—Bueno, es su trabajo, técnicamente ir de traje por la noche apaleando personas no es exactamente legal.

—¿Crees que no lo sé? No es la primera vez que un policía me detiene o interfiere con mi trabajo, pero esta vez solo lo hizo para que Rampage pudiera seguir libre.

—¿Estás diciendo que...?

—Sí, el idiota lo dejó ir. —Vincent prácticamente escupió esas palabras, y Rebecca pudo sentir todo el enojo que había en su compañero—. Dijo que Rampage era el único que podía arreglar esta ciudad.

—¿Pudiste ver su identificación?

—No, estaba oscuro y aún si lo hubiera hecho no habría servido de nada, no podría acusarlo porque supuestamente no estuve ahí cuando todo ocurrió.

Tratando de controlar su ira, Vincent tomó el kit de primeros auxilios que tenía cerca y vertió un poco de alcohol en la herida de su pierna para limpiarla. Luego procedió a tomar el hilo y la aguja y empezó a cerrar el profundo corte producido por las balas de Rampage.

—¿Pudiste aprender algo sobre el enemigo? —inquirió Beck, más para intentar hacer que Vincent empiece a trabajar su mente y vaya dejando su ira atrás que por genuina curiosidad.

—Bueno, ahora podemos asegurar que no está trabajando sólo. Los Halcones no están recibiendo nada a cambio de las balas, se las dan para que Rampage limpie la ciudad y este ya es el segundo policía que apoya sus métodos —respondió él y luego cortó el hilo para dejar su herida cerrada—. No sé qué me da más miedo, que Rampage tenga una camioneta con siete mil rondas de munición, o el hecho de que tenga gente detrás ayudándolo, ¿cuánto tiempo hasta que sean una multitud?

Rebecca estaba a punto de responderle, intentar consolarlo, cuando su teléfono sonó en su bolsillo y al sacarlo se encontró con un mensaje de Karen que simplemente decía "¿Dónde estás?". Esa vez había tocado que la abogada se quede a dormir en la casa de la detective, pero esta última, incapaz de contener sus nervios, había decidido huir de la cama y chequear el estado de su compañero. Rebecca y Vincent compartieron una breve mirada.

—Ve, todavía faltan algunas horas hasta nuestro turno, deberías descansar —dijo el detective, sonando bastante más calmado.

—¿Seguro? —preguntó ella.

—A no ser que quieras que ocupe tu lugar en la cama —replicó él en tono bromista.

Rebecca sonrió, dio dos suaves palmadas en la pierna de su compañero, cerca de donde tenía la herida, produciéndole una buena cantidad de dolor y se inclinó hasta quedar cerca de su rostro.

—No tienes lo que hace falta —dijo ella, antes de levantarse e irse, Vincent ya estaba bromeando de nuevo, eso era una buena señal.

Sin embargo, ni bien ella hubo desaparecido de su vista el rostro de Vincent cambió totalmente. Claramente la situación lo había afectado y aunque trataba de mantener una sonrisa para tranquilizar a su compañera, lo cierto era que su mente se encontraba nublada por un mar de dudas y tristeza.

La herida en su pierna impedía que pudiera despejarse patrullando la ciudad, así que simplemente se quitó el traje y se preparó para regresar a su departamento y obtener algunas buenas horas de sueño. Sin embargo, al pasar frente a la vitrina que contenía el deteriorado traje de Mirlo no pudo evitar detenerse y contemplarlo por algunos segundos.

—Hacías que todo esto se viera tan fácil —fue lo único que dijo antes de emprender su retirada.

Vincent durmió unas solidas tres horas y su cuerpo se sintió revitalizado, no así su espíritu. Con aire taciturno se preparó para ir a trabajar y al llegar a la estación no dijo ni una palabra, más allá de saludar a Rebecca. Tan pronto como llegó se puso a trabajar en papeleo que tenía atrasado.

Para empeorar las cosas, las noticias no aparaban de hablar de los cuerpos encontrados en la vieja estación de trenes. El asesinato de aquel escuadrón de Halcones representaba un nuevo misterio para la policía de Krimson Hill y Vincent agradeció que por cuestiones de territorio haya sido tomado por otro precinto. Él recordaba que Rampage había disparado a algunos de sus aliados accidentalmente, el hecho de que todos hubieran aparecido muertos al día siguiente simplemente venía a comprobar el hecho de que el nuevo enmascarado no era más que un vil asesino.

Cuando algo afectaba al Detective Hardy se notaba en todo el precinto. Varios de sus colegas pasaron a saludarlo o simplemente a tener una charla rápida en la zona de descanso y apenas pudieron sacarle algunas palabras. La ausencia de chistes, de comentarios estúpidos de parte de Vincent, se hacía sentir, pero los policías siempre fueron un grupo bastante reservado. Nadie se atrevió a preguntarle qué era lo que estaba pasando, todos mantuvieron su distancia y respeto a su alrededor, aunque más de uno lo invitó a compartir unas cervezas en un bar una vez que su turno se hubiera acabado, a lo que el Detective respondió con su típico "tal vez en otra ocasión", aunque si debía ser sincero, unas copas no le habrían venido nada mal.

El dolor provocado por la herida de bala en su pierna aumentaba de a momentos, de forma que tuvo que encontrar un rápido escape para él en los ibuprofenos que guardaba en su escritorio, aunque no ayudaron demasiado. Sin embargo, e ignorando todo el dolor, decidió pasar su rato libre en el gimnasio que estaba en el sótano de la estación. A pesar de sus mejores esfuerzos, el constante papeleo solo le resultaba insoportablemente tedioso y, lo que era peor, servía para recordarle que allí afuera, en las calles, había gente que no estaba recibiendo justicia. Por un segundo la idea de que él era parte del sistema responsable de que existiera gente como Rampage asaltó su mente y ese fue el punto de quiebre. Sin decir nada, se levantó y se dirigió a los vestuarios, donde se colocó su ropa deportiva para poder entrenar.

Aprovechando que estaba desocupada, se acercó a la bolsa de boxeo y comenzó a darle puñetazos, con la esperanza de que todo su enojo y toda su tristeza fueran expulsadas mediante golpes. Durante algunos minutos se abstrajo en su entrenamiento. Los sonidos a su alrededor fueron disminuyendo, apenas y podía distinguir las sombras de sus colegas a su alrededor, sus puñetazos se fueron volviendo más fuertes y su respiración más agitada.

—Detective Hardy —lo sobresaltó la autoritaria voz del Comandante Walker a sus espaldas.

Él se dio vuelta para enfrentarlo, pero tuvo que reaccionar rápido para atrapar los guantes de boxeo que su jefe le había arrojado.

Sin decir una sola palabra más, Kurt se dirigió al ring que tenían en el gimnasio y al verlo venir, dos cadetes que estaban entrenado entendieron que su turno había terminado.

Vincent inspeccionó a su Comandante. Era una de las pocas veces que lo había visto usando ropa deportiva y esto hacía resaltar aún más su impresionante estado físico. Otra cosa que llamó la atención del detective es que el veterano no estaba utilizando almohadillas de entrenamiento para boxeo, sino que, ya arriba del ring, se estaba colocando guantes.

El detective, sabiendo que no iba a poder zafarse de la situación, se colocó los guantes y subió al cuadrilátero.

—¿Seguro que puedes hacer esto? No quiero tener una denuncia por golpear a un anciano —intentó bromear Vincent.

—Cállate y pelea —replicó el Comandante.

Los dos peleadores chocaron sus guantes en el medio del ring y rápidamente se colocaron en posición defensiva. Ambos eran buenos pugilistas, o por lo menos todo lo bueno que se podía ser sin dedicarse al boxeo profesionalmente.

Vincent tiró dos golpes, pero Walker los esquivó con facilidad y replicó con un gancho directo al cuerpo, que tomaron al más joven por sorpresa y lo forzaron a retroceder.

Lentamente, las miradas curiosas del resto de los oficiales que se encontraban entrenando se dirigieron hacia el ring. Conocían a los dos peleadores y sabían que ambos eran increíbles profesionales, pero jamás los habían visto trenzarse a golpes, aunque parecía ser más bien una pelea amistosa y no tanto un enfrentamiento.

El joven detective avanzó nuevamente y lanzó un tímido golpe contra el Comandante, pero este nuevamente no tuvo problemas en evalidro y respondió con un puñetazo a su rostro, haciéndolo tambalear un poco.

—Bien, sin contenerse —dijo Vincent y esta vez avanzó con más determinación.

Una seguidilla de golpes cayó sobre Walker, quien se vio forzado a cubrirse y retroceder un poco, pero en el momento en que bajó la guardia un poco, Vincent no perdió la oportunidad y le asestó un buen puño. Sin embargo, el Comandante sonrió.

—¿Qué tienes en mente, Hardy? —preguntó finalmente Kurt, revelando sus verdaderas intenciones, al tiempo que se cubría de un golpe.

—¿A qué se refiere?

—Vamos, te he estado observando toda la mañana —continuó el Comandante, esta vez fue él quien lanzó un golpe que Vincent esquivó a duras penas—. Has enterrado tu cabeza entre los papeles y apenas y has levantado la vista. Ni siquiera un comentario sobre cómo el Detective Burton practica la asfixia erótica.

—¿Lo hace? —preguntó con interés Vincent, asestando un golpe en el pecho al Comandante.

—Ni siquiera notaste las marcas en su cuello, ¿ves a lo que me refiero? Tu cabeza está en otra parte y te necesito aquí.

Vincent lanzó un jab con su mano izquierda para engañar a su oponente y rápidamente utilizó la derecha para dar un gancho al mentón del Comandante, quien lo recibió de lleno y retrocedió un poco. Por un segundo todos los sonidos en el gimnasio se detuvieron, pero al ver que Walker estaba bien, todos los oficiales, Vincent Hardy incluido, suspiraron con alivio.

—Este trabajo... te consume —empezó a explicar Vincent una vez que el Comandante estuvo recuperado y en posición de defensa una vez más—. Sé que no debo decírtelo, llevas muchos más años que yo en la fuerza, sabes de lo que le hablo.

—Vivimos en tiempos complicados, Vincent —replicó Kurt—. Tenemos magos, ninjas, aliens, seres tan poderosos que nadie jamás pudo haberse imaginado. El estrés de tu trabajo es muy distinto al estrés que yo sufrí cuando estaba en tu lugar.

—Vamos, Krimson Hill nunca fue una ciudad normal, tú lo sabes mejor que nadie, estuvo presente durante los primeros días de Mirlo. —Vincent lanzó un golpe que fue bloqueado por su oponente, y rápidamente recibió como respuesta una seguidilla de golpes en el rostro.

—Las cosas cambiaron, antes había respeto, incluso entre los criminales, hoy en día... no tanto —señaló Walker.

—Sé que las cosas están mal, tal vez peor que nunca, pero no puedo evitar pensar en que debería hacer más —continuó Vincent, esta vez logrando conectar un certero golpe en el curtido veterano—. Veo las calles y veo a la gente perder la esperanza de que las cosas mejoraran, no importa cuánto trabajo ponga en ello. Para empeorar las cosas, cada vez que intento hacer algo bueno, el tiro me sale por la culata y todo continúa empeorando.

Ni bien terminó de decir esas palabras, el joven Detective bajó un poco la guardia, pero no esperaba que el próximo puñetazo del Comandante fuera lo suficientemente fuerte para dejarlo sentado en el suelo. La pelea había acabado.

Vincent se tocó un poco el labio, sangraba. Miró su pantalón y pudo ver un poco de sangre donde estaba la herida, si se seguía forzando sin lugar a dudas iba a abrirse las costuras.

—La situación va a empeorar mucho antes de que mejore, gente buena va a caer, gente mala va a beneficiarse con eso —dijo Walker, quitándose el guante y ayudando al detective a levantarse—. Pero el día que la gente como tú pierda la esperanza, será el día en el que todo esté verdaderamente perdido. Sé que las cosas parecen difíciles ahora, pero tienes que seguir luchando, tienes que ir con la frente en alto y plantarte en pie de guerra para conseguir ese mejor mañana.

Vincent miró al Comandante directamente a los ojos durante algunos segundos y pudo ver toda la sinceridad que había en ellos. Él no solo era un gran policía, sino un gran ser humano y habían sido actitudes como las que acaba de demostrar las que le habían ganado el respeto de toda la fuerza policial de Krimson Hill, e incluso de algunos criminales de antaño.

Las palabras pronunciadas por el veterano tenían una especial fuerza para Vincent considerando el oscuro lugar al que había ido Walker tras la muerte de su hija a manos de las tropas de Corvyn. A pesar de esa situación, que sin lugar a dudas lo afectó, el Comandante había logrado salir adelante y continuar con su difícil trabajo. Vincent aspiraba a ser tan fuerte como él.

—Gracias —fue todo lo que el detective atinó a decir.

—No hay nada que agradecer —respondió Walker—. Hay un nuevo caso no resuelto esperándote en tu escritorio. Ah y voy a requerir que mejores tus movimientos. Lo que acabo de ver fue patético.

Dicho esto, el Comandante se bajó del ring y Vincent mostró una sonrisa sincera por primera vez en el día.

—Sí, señor —respondió el detective.

Su enfrentamiento con el Comandante Walker había sido breve, pero lo había dejado sudando. Jamás se había enfrentado a él y descubrió para su sorpresa que era un boxeador formidable, con una técnica impecable y mucha paciencia, además de resistencia para soportar los golpes. Él, versado en diferentes artes marciales, jamás había entrenado mucho en boxeo, considerando una disciplina que mucho más "estática" que las otras formas de pelea que dominaba, sin embargo una nueva destreza no le vendría mal y se recordó que debía pedirle a Walker de entrenar juntos más seguido, seguramente podría aprender una cosa o dos.

Las palabras del Comandante todavía resonaban en su mente, y eso sumado a la fría ducha que tomó en la estación sirvieron para quitarle el gusto amargo que le había dejado su último encuentro con Rampage.

Ya calzado en su ropa de trabajo, el detective subió y buscó el caso que habían dejado sobre su escritorio. Buscó brevemente con la mirada a su compañera, intentando disculparse por su actitud durante la mañana, pero al no encontrarla decidió abrir la nueva carpeta.

El caso no era para nada complicado, aunque si captó su atención. Un muchacho de dieciséis años había baleado a un hombre de unos treinta años en uno de los tantos oscuros callejones de Krimson Hill. El sonido de los disparos había llamado la atención de un transeúnte anónimo que inmediatamente llamó a la policía y desapareció del lugar. Para cuando los oficiales llegaron a revisar la escena, encontraron el cadáver y al muchacho arrodillado en el suelo con el arma todavía en sus manos, llorando desconsoladamente.

Vincent agradeció internamente que los oficiales que llegaron a la escena del crimen fueron responsables y evitaron poner nervioso al muchacho. Hablándole con calma lograron que entregue su arma e inmediatamente fue detenido y llevado a la estación para ser interrogado.

Sin embargo, al Detective le bastó con leer el reporte de la escena del crimen y las pertenencias del cadáver para entender cuál había sido la situación.

La víctima era Brendan Merthon, un matón de poca monta que decidía utilizar a los chicos de la calle para realizar sus fechorías. Los utilizaba como mulas para transportar drogas, a veces los enviaba a robar alguna licorería e incluso prostituía mediante engaños y falsas promesas a las pobres muchachas que tenían la mala fortuna de caer en sus manos. Vigilante había apaleado más de una vez a Merthon, hacía menos de un año de la última vez, que había resultado en el arresto del abusador y sin embargo ahí se encontraba, libre y ejerciendo su "profesión" nuevamente.

En la mano de Merthon había un cuchillo con un poco de sangre, y un pequeño corte en el brazo del muchacho, lo suficientemente reciente para afirmar que se había producido cerca del momento del asesinato.

Según lo que podía deducir Vincent, el muchacho debía de trabajar para Merthon y tuvo el suficiente coraje para enfrentarlo por un motivo u otro, no era el primer niño que lo hacía, pero sí el primero que sobrevivía al sádico maleante. Brandon intentó defenderse con el cuchillo y el muchacho disparó, aunque claramente no estaba listo para hacerlo, como demostraba el estado en que lo encontraron los oficiales.

A Vincent le dolía leer ese tipo de situaciones, no paraban de recordarle lo afortunado que fue de poder llegar a la adultez habiendo crecido en las calles de Krimson Hil junto a Ryan, quien no había tenido tanta suerte. Sin pensarlo demasiado, Vincent se dirigió a la sala de interrogatorios y se encontró a aquel joven pelirrojo, delgado y sucio, esposado a la mesa, con una lágrima solitaria cayendo por su rostro.

Lo primero que hizo fue tomar las llaves y quitarle las esposas, lo que llamó la atención del joven, pero inmediatamente desvió la mirada. Si algo sabía un hijo de la calle era que bajo ninguna circunstancia se debía hablar con la policía, por lo menos si se esperaba vivir un día más.

Vincent se sentó en la mesa frente a él y simplemente esperó unos segundos antes de hablar.

—Hola, soy el detective Vincent Hardy —dijo él, tratando de sonar amigable, pero al no recibir respuesta, pensó en ser más directo y simplemente preguntar— ¿Qué fue lo que pasó, Tom?

El muchacho lo miró de reojo, tratando de mantener un aire de dureza y desinterés, pero a Vincent le bastaba con verlo una sola vez a los ojos para saber qué era lo que verdaderamente sentía aquel chico: miedo.

—Déjame decirte lo que va a pasar de aquí en más si no hablas conmigo. Un abogado cualquiera vendrá a atender tu caso. Nosotros tenemos tus huellas en el arma y te tenemos en la escena del crimen y seguramente si hacemos una prueba comprobaremos que es tu sangre la que está en la navaja de Merthon, así que este abogado al que no le importas mucho, que está haciendo el trabajo por obligación y que probablemente ni siquiera tiene mucha experiencia en juzgados, va a decirte que te declares culpable para terminar rápido con esto —empezó a explicar Vincent—. Eres un menor de edad, así que hay algunos atenuantes que van a jugar a tu favor, así que digamos... ¿un año y medio en un reformatorio juvenil? Tal vez menos dependiendo de cuándo sea tu cumpleaños y cumplas la mayoría de edad.

»En fin, en el reformatorio juvenil vas a conocer a un montón de muchachos de tu edad, muy enojados y con grandes planes para cuando salgan. Para sobrevivir ahí dentro, vas a tener que unirte a ellos, aunque seas distinto y lentamente vas a ir adentrándote en un túnel tan oscuro y largo que va a llegar un punto en el que no vas a poder mirar atrás y ver el lugar por donde entraste. Te vas a convertir en un criminal como muchos de los otros en Krimson Hill, en el mejor de los casos vas a vivir entrando y saliendo de prisión, pero lo más probable es que mueras baleado o apuñalado antes de cumplir los treinta y cinco. Pero no creo que te merezcas esto.

Tom había tenido experiencia con la policía de Krimson Hill en el pasado, pero nunca por algo tan grave como asesinato. Su expediente se componía de una larga lista de hurtos no violentos, pero eso no lo había salvado de que a veces algún oficial le diera una buena paliza para "corregirlo". Sin embargo, las palabras del Detective que estaba frente a él lo tomaron por sorpresa. En un primer momento se le ocurrió que se trataba de una simple estrategia para hacerlo confesar y rápidamente terminar con su trabajo, pero la última parte captó su atención y Vincent rápidamente se dio cuenta de que había dado en la tecla justa, así que prosiguió.

—Todos aquí sabemos de las actividades Merthon con chicos de tu edad, él sabía aprovecharse de los más débiles. Nadie apareció a buscarte, así que supongo que tus padres no están presentes. —Vincent tuvo que contenerse para no contarle que él también era un huérfano—. Eso encaja con los métodos de Brandon. Creo que él se estaba aprovechando de ti, creo que quisiste salirte y lo amenazaste para que te deje ir. Nunca tuviste la intención de matarlo, pensaste que iba a bastar con sacudir tu arma frente a él, pero él te atacó y entonces era su vida o la tuya.

—Mi hermana... —fue lo primero que dijo el muchacho desde que había llegado a la estación, y procedió a secarse otra lágrima que se deslizó por su mejilla—. Él tenía a mi hermana.

—Continúa.

—Ella es dos años menor y siempre fue mi responsabilidad cuidarla. Pasamos muchos años en la calle, hasta que hace aproximadamente un año nos unimos a otro grupo de chicos que tomaron un hotel abandonado en la esquina de Todd y Barnes, los muchachos lo llaman The Shelter —explicó él, claramente su lengua había empezado a aflojarse—. Tratamos de mantenerlo en silencio y veníamos bastante bien, pero hace unos meses recibimos a un chico había escapado de Merthon y este lo siguió hasta nuestra puerta. Cuando él se enteró fue como navidad. Inmediatamente envió a un grupo de matones al lugar y lo convirtió en su guarida personal, además de esclavizarnos a todos. A los mayores de 17 años los mató, porque representaban una amenaza para su operación, siendo los más fuertes. Desde ese momento los chicos se encargan de ejecutar los robos que él planeaba y las chicas se convirtieron en mercancía que él ofrecía a cualquier degenerado dispuesto a pagar, entre ellas mi hermana.

—E intentaste detenerlo.

—Él había salido, así que yo lo seguí. Había conseguido el arma hacía un par de días, pero jamás había disparado... no creí que iba a tener que hacerlo. —Tom hundió su cara entre sus manos con desesperación—. Le dije que nos dejara en paz, que se fuera, pero Merthon simplemente se me rio en la cara, antes de sacar el cuchillo e intentar cortarme. Fue una reacción rápida, ni siquiera me di cuenta de que había disparado hasta que vi la cara de sorpresa en su rostro, pero él no cayó, siguió intentando terminar conmigo y fue entonces cuando disparé de nuevo. Intenté huir, sabía que debía hacerlo, pero las piernas no me respondieron, solo atiné a quedarme allí tirado.

Tom permaneció unos segundos en silencio y Vincent comprendió que su relato se había acabado.

—Voy a encargarme de que se haga justicia, pero voy a necesitar que firmes una confesión, ¿está bien?

El pelirrojo sacudió la cabeza en ese instante.

—¿Estas demente? Si se enteran que estuve hablando van a matar a todos los chicos que están allí dentro.

—Merthon está muerto, ya no puede lastimarlos.

—¿Crees que es Merthon el que me preocupa? Es su segundo al mando, Scott "Steelblock" Stroke. Para Merthon éramos sencillamente un negocio, pero para ese otro bastardo... él disfruta torturándonos —explicó Tom—. Tienen informantes en todos lados, si se sabe que confesé simplemente van a matarlos a todos y van a desaparecer antes de que la policía pueda llegar al lugar.

Aunque le costaba aceptarlo, Vincent sabía que aquel muchacho tenía razón. Los tiempos burocráticos no se ajustaban nunca a la dura realidad y eso llevaba a que muchos criminales se escapen de entre los dedos de la ley. Pero tal vez era el día de suerte de Tom.

Vincent tomó su teléfono y tras pulsar un botón en él, todas las cámaras y grabadoras de la sala de interrogatorios recibieron una interferencia que impidió que sigan captando lo que pasaba dentro.

—Tengo un... contacto que puede ayudarte, y te prometo que para mañana todos los chicos estarán seguros, tu hermana incluida —dijo el detective—. Te conseguiré una abogada que le importe y no quiero hacer promesas, pero creo que tienes chances de salir libre, sobre todo teniendo en cuenta tu situación. Pero tienes que prometerme que mañana prestaras declaración y darás el nombre de todos los involucrados en lo que le hicieron a esos chicos.

—¿Acaso va a llamar al Escuadrón de Héroes? —preguntó sarcásticamente el joven, más por la desesperante situación en la que se encontraba que por querer burlarse del Detective, sin embargo la expresión en el rostro de Vincent le hizo entender que era absolutamente serio en su promesa—. Si mañana todos están bien... declararé.

Tras escuchar esto, Vincent se levantó y sonrió levemente, para luego pulsar nuevamente el botón de su teléfono, reactivando los grabadores y cámaras. Sin decir más nada, el detective salió de la sala de interrogatorios y se dispuso a buscar a su compañera.

La encontró preparándose un té en la sala de descanso y su repentina entrada la sobresaltó bastante.

—¿Crees poder pedirle un favor a Karen? —preguntó él, haciendo que Rebecca alce una ceja.

—¿Qué clase de favor?

—La clase de favor que puede hacer que la despidan si sale mal.

—Vincent...

—Mira esto —el detective entregó la carpeta y ella, dejando de lado su taza de té, empezó a revisarla.

—Merthon se lo merecía, pero no veo cómo entra Karen en todo esto. El caso está cerrado, el chico lo hizo.

—Sí, de eso no hay dudas, pero la situación es excepcional —dijo Vincent.

Sabiendo que tenía un límite de tiempo antes de que la noticia de la muerte de Merthon recorriera la ciudad y Steelblock se entere, lo que sin duda marcaría el momento en que empezaría a lastimar a los chicos, Vincent relató todo lo que Tom le había contado hacía apenas unos minutos a su compañera, que escuchó con profesional atención el relato de su compañero, como si estuviera tomando declaración a una víctima.

—Karen seguramente va a querer ayudar... el chico ya pasó por demasiado —dijo Rebecca—. Pero ¿qué hay de Rampage, Vincent? No podemos pelear dos guerras distintas al mismo tiempo.

—De hecho, creo que esto puede servirnos... —comentó Vincent.

—¿A qué te refieres?

—Creo que he estado enfocando el caso de la manera incorrecta. Hasta ahora he interrogado a un policía y robado datos de una empresa de seguridad con la esperanza de identificarlo, pero tal vez tengo que enfocarme en sus objetivos. Rampage sabe dónde y cuándo atacar, de forma que no me cabe dudas de que tiene informantes entre los criminales.

—¿Qué tiene que ver esto con los chicos?

—¿Alguna vez habías oído hablar de The Shelter hasta este preciso momento? —preguntó Vincent, pero sabiendo que la respuesta era negativa simplemente continuó—. Estos chicos han establecido un centro de apoyo entre ellos mismos y lograron mantenerlo en secreto durante más de un año. Más aún, ellos están en contacto con el bajo mundo. Si yo voy y empiezo a hacer preguntas, o si Vigilante empieza a repartir puñetazos hasta que alguien hable, hago sonar alarmas y Rampage claramente está atento y sabe aprovecharse de eso. Pero estos chicos ya forman parte de ese mundo y todos los días pasan desapercibidos, oyendo las conversaciones y los movimientos más importantes de Krimson Hill, ellos pueden indicarme el camino correcto.

La idea de utilizar a los niños como informantes habría revuelto el estómago de Rebecca si no hubiera venido de otro que no fuera Vincent Hardy. Ella conocía bien su historia, sabía todo lo que el héroe había sufrido en su infancia y entendía por qué historias como las de Tom Davis lo conmovían de la forma que lo hacían. Vincent jamás habría puesto a un chico en peligro adrede y aún si ellos corrían peligro, ella sabía que él era el más adecuado para defenderlos, así que decidió seguirle la corriente.

—Si esto llega a ser un intento de parecerte más a Sherlock Holmes creando tus propios "Irregulares de Baker Street" te juro que voy a golpearte en el rostro —dijo ella y Vincent sonrió sabiendo que había convencido a su compañera—. Llamaré a Karen y trata de actuar ofendido cuando la abogada llegue a defender al chico antes de que puedas obtener una confesión firmada.

—Voy a maldecir su rubia cabellera con ganas —replicó él.

Desde el momento en que Rebecca hizo la llamada pidiendo el favor, pasaron apenas treinta minutos hasta que Karen Turner apareció en la estación, armando un gran escándalo y logrando detener los interrogatorios del chico hasta que ella pudiera examinar la evidencia. Vincent actuó ofendido por las acusaciones en su contra de aprovecharse de su poder como oficial para intentar hacer hablar al chico sin la presencia de su abogado, pero por dentro agradecía la fiereza y dedicación de Karen.

La abogada había sido informada de la historia del menor por la Detective, que sabiendo que era la única manera de convencerla, la puso al tanto de todos los detalles.

Cuando las fingidas peleas entre el Detective y la abogada se terminaron, Vincent se apresuró a retirarse de la estación y se dirigió hacia Silent Side. Tenía pocas horas para prepararse para su misión nocturna.

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