8. La trampa

Vigilante, tras su roce con Los Halcones, decidió considerar terminada la noche y retornar a Silent Side. Tenía el pendrive con toda la información interna de la empresa y no pudo evitar pensar cuánto jugo podría sacarle, después de todo, no sólo Rampage parecía tener conexión con ellos, sino que sus servicios habían sido contratados varias veces por empresarios que él sabía que estaban sucios. Sin embargo era consciente de que la tarea más urgente era detener al asesino que andaba suelto por las calles de Krimson Hill.

Contento con su trabajo él se adentró en su base, dispuesto a desvelarse revisando cualquier pista posible que pudiera unir a Hawk Security con Rampage, pero de inmediato fue detenido Rebecca, quien lo estaba esperando allí abajo de brazos cruzados.

Vincent intentó convencerla de que se encontraba en perfectas condiciones para pasar la noche en vela, pero bastó una de las miradas asesinas de su compañera para que él desistiera de sus mentiras. Ella sabía muy bien que Vincent era un verdadero idiota y que no dudaría en seguir destruyéndose poco a poco si eso significaba terminar con la misión. Ese era uno de los aspectos de Vigilante que más la sedujo para unirse a su lucha, él era totalmente desinteresado en sus actos y ella creía que gente así faltaba en el mundo, de forma que siempre que podía se tomaba una noche y lo revelaba de sus trabajos más tediosos, como la revisión de archivos y la búsqueda de pistas, él podía encargarse de usar spandex y patear traseros.

Sabiendo que no iba a poder convencerla de quedarse despierto y que en caso de insistir ella no dudaría en dispararle con dardos tranquilizantes, Vincent fue a dormir a la improvisada cama que tenía en el fondo de la base, mientras ella tomaba posición frente a los múltiples monitores del ordenador y se preparaba para una larga noche de trabajo.

Lo cierto era que Rebecca estaba absolutamente en lo cierto. El estrés de los últimos días, sumado a la intensa pelea contra Los Halcones, había drenado totalmente la energía del joven héroe, de forma que ni bien puso su cabeza en la almohada cayó víctima de un profundo sueño.

Fue recién cuando la alarma de su teléfono sonó para anunciarle que ya era casi hora de ir a trabajar que él abrió los ojos. Había sido su mejor noche de sueño en mucho tiempo y se hizo una nota mental de agradecer a su compañera por ello.

Sabiendo que todavía debía bañarse y cambiarse, Vincent saltó de la cama y se dirigió a la ducha de la base y al cabo de unos quince minutos ya estuvo listo para salir. Sin embargo, al pasar por enfrente de la computadora, notó que Rebecca le había dejado una nota pegada a uno de los monitores. La misma solamente decía: "De nada".

Vincent sonrió y movió el mouse, activando el monitor, y encontrando así el archivo que Rebecca le había dejado abierto para que vea. El mismo era una simple entrada en la agenda de la empresa, pero, a diferencia de otras, era particularmente vaga. En ella sólo podía leerse:

"Viernes 0300hrs.

Entrega.

Escuadrón 5.

Vieja estación de tren.

R."

Rebecca no había llegado a donde estaba en su trabajo por nada. Le llevó menos de tres horas de trabajo descubrir aquella peculiar e inespecífica nota enterrada entre los miles de archivos de la empresa. Le bastó comparar lo detallado de los otros informes de misiones para saber que había algo sospechoso en este y Vincent confiaba ciegamente en la intuición de su compañera.

El Detective miró el reloj. Había tiempo para algunas averiguaciones más, así que se sentó frente a la computadora y empezó a escribir velozmente. Hawk Security era una empresa privada y él sabía muy bien que todos los negocios llevaban un conteo detallado de sus bienes, en este caso le interesaban las balas, así que de inmediato buscó los reportes de compra.

Todos los meses, Hawk Security compraba un total de 100 mil municiones de distintas armas y de distintos calibres, pero todas de la misma marca que utilizaba Rampage. Solo le bastó con revisar los reportes de fin de mes desde que los asesinatos de su enemigo comenzaron para descubrir algo extraño: desde hacía algún tiempo que todos los reportes incluían un apartado llamado "municiones defectuosas", en las que se reportaban alrededor de 10 mil balas diferentes. Luego de eso, no había mención de a dónde iban a parar dichas municiones, ni notas de devolución, emails a la empresa fabricante, absolutamente nada, de forma que Vincent pudo imaginarse bastante bien cuál era su destino: Esas municiones "defectuosas" eran entregadas a Rampage para que libre su guerra personal, y ese mismo día iba a llevarse la nueva entrega.

Sin embargo, había algo que preocupaba a Vincent de sobre manera. Las entregas habían sido hechas en tres oportunidades distintas, y la cantidad nunca bajaba de las 8000 mil rondas. Para ese momento, su mente calculaba que el asesino debía tener alrededor de 30 mil balas para distintos tipos de armas, algo que le resultaba bastante excesivo y le hacía pensar una cosa: lo que sea que Rampage estuviera planeando, era de proporciones gigantescas, y nada bueno podía salir de ello.

Con ese pensamiento en su mente, Vincent tomó su chaqueta y salió en dirección a la estación.

Eran las tres de la tarde cuando el detective Michael Burton se acercó a una pesada puerta de metal y golpeó dos veces, esperó un segundo y volvió a golpear. Una tenue lluvia caía sobre la ciudad y mojaba los rubios cabellos de Michael. La gente a sus espaldas andaba con paso apurado, tratando de buscar reparo, pero él se mantenía inmóvil a espera de una respuesta. Había ido a negociar un trato y no se iría hasta tenerlo cerrado.

De repente, una mirilla se abrió y unos ojos cansados aparecieron en la puerta metálica.

—Sully, ¿qué tal te trata la vida? —preguntó Michael con una sonrisa en el rostro.

—Tienes un verdadero par de pelotas apareciendo aquí con todas las deudas que tienes —respondió la voz al otro lado de la puerta, el detective sabía que tenía un francotirador en el techo contrario apuntándole en el medio de la nunca desde hacía más de diez minutos—. ¿Qué mierda quieres?

—Vengo a hablar con el jefe.

—¿Tienes un deseo de muerte, muchacho? Si Cronos te ve, va a arrancarte el corazón del pecho con sus manos.

Sully empezó a cerrar la mirilla y Michael supo que su oportunidad se estaba escapando, así que fue lo más directo que pudo.

—Puedo entregarle al nuevo enmascarado —dijo con rapidez.

Los ojos al otro lado de la puerta se clavaron de repente en él, pero la mirilla se cerró con fuerza de todas formas, dejando al corrupto detective solo bajo la lluvia. Sin embargo, sabiendo que había captado su atención, él esperó pacientemente, dándole pitadas a su cigarrillo y cuidando que no se apague con la lluvia.

Al cabo de un minuto, pudo escuchar la puerta desbloquearse y arrojó la colilla al suelo con una sonrisa de satisfacción. Allí lo esperaba Sully, un hombre entrado en años con cara de pocos amigos, acompañado de dos enormes guardaespaldas. El anciano le hizo una seña con la cabeza para que lo siga y él obedeció. Sin embargo, el Detective no necesitaba ningún guía para encontrar su camino en ese lugar.

Los cuatro bajaron unas escaleras pobremente iluminadas y tras empujar otra puerta, se encontraron con un club clandestino donde, a pesar de la hora que era, hombres de traje no paraban de entregarles dinero a las hermosas y elegantes mozas para que les traigan sus tragos. Una banda de jazz empezaba a hacer sonar "Cheek to cheek", y algunos espectadores movían la cabeza al ritmo de la tranquila música. Para quien estaba verdaderamente informado, Krimson Hill era manejada desde aquel lugar. Solo al pasar, Michael pudo ver a dos jueces, otro tanto de abogados, a un grupo de detectives de otro precinto que tomaban y reían, se contaban anécdotas y a un político discutir cuestiones de territorio con un importante traficante de drogas. Para quien tenía la oportunidad de conocerlo, The Basement era un lugar especial, y no en el buen sentido.

Sin embargo, el pequeño grupo de cuatro no se detuvo en ningún momento. Siguió avanzando hasta una puerta al fondo, la cual cruzaron para adentrarse en un ambiente menos glamoroso. Allí, alrededor de treinta personas gritan desaforadamente, reunidas en torno a un ring que en realidad era apenas unas cuerdas pasadas por alrededor de cuatro columnas. La suave voz de la cantante y los complejos arreglos de los músicos eran cosa del pasado.

Michael siguió avanzando, pero Sully y sus guardias permanecieron en el bar. La puerta se cerró a sus espaldas y eso le dio una mala espina al Detective, que arrastró su mano hacia su arma instintivamente.

—No la necesitará, señor Burton —le advirtió una voz calmada y monótona a su izquierda. Al girarse, Michael se encontró con Joseph Gillian mirándolo a través de sus redondos anteojos con aires de inteligencia—. Tengo entendido que tienes información de interés para Cronos.

Michael sonrió y lentamente removió su mano del arma, ya había visto a por lo menos cuatro personas moverse alrededor suyo, listo para abatirlo si intentaba hacer alguna estupidez. Ciertamente eso lo ofendía un poco, él se consideraba un hombre de negocios y le gustaba ser tratado como tal.

—Lo lamento, Joe, pero vengo a hablar con el jefe, su perrito faldero puede esperar en la cucha —respondió este con aires de superioridad.

—El jefe se encuentra ocupado en este momento, pero estoy autorizado a negociar por él, así que si...

—Dije que solo voy a hablar con él, ¿entendido?

Joseph le dedicó una mirada al Detective que hizo que un escalofrío recorra su cuerpo. A veces Michael pensaba que tras la fachada inteligente y organizada de aquel pequeño hombre se ocultaba un verdadero psicópata, pero realmente no quería averiguar de lo que era capaz.

Los guardias, entendiendo que la situación no estaba saliendo como era planeado, empezaron a acercarse al Detective, pero Joseph los detuvo con un movimiento de la mano.

—Está bien, venga conmigo, Detective —dijo finalmente y se giró.

Michael tragó saliva y empezó a seguir al pequeño sujeto hasta el ring.

Entre las cuerdas, Cronos, con el torso desnudo dejando ver todas sus cicatrices, peleaba contra un enorme sujeto cuyo cuerpo se encontraba casi totalmente cubierto de tatuajes. Cuando Michael y Joseph se acercaron a ver, Cronos acababa de asestarle un brutal puñetazo en el medio del rostro que lo hizo retroceder.

El sujeto escupió sangre y pronunció unas palabras en ruso que hicieron sonreír levemente a Laurence quien, por su parte, se encontraba prácticamente intacto y si no fuera por el sudor que recorría su cuerpo, Michael hubiera dicho que acababa de entrar al cuadrilátero. En cambio, el otro tenía el ojo cortado, su nariz sangraba, y se notaba que algo le molestaba en su pecho.

Sin la menor advertencia, el ruso se lanzó contra Cronos con un poderoso grito de guerra, pero el otro bloqueó su desesperado ataque con facilidad y le devolvió dos puñetazos en el rostro que cayeron como martillazos. Michael pudo oír el sonido de la nariz del ruso al quebrarse.

Aprovechando el aturdimiento de su enemigo, Cronos dio un pequeño salto y le asestó un rodillazo en el estómago, haciéndolo retroceder aún más y luego procedió a darle una patada en la rodilla, haciéndolo caer al suelo.

El ruso estaba de rodillas en el frío suelo del sótano, a punto de caer rendido, cuando Laurence lo tomó del pelo y sin piedad alguna comenzó a golpearlo repetidamente en rostro, desfigurándolo hasta el punto de quedar irreconocible. Solo cuando el ruso empezó a ahogarse con su propia sangre, Cronos lo soltó y lo dejó caer al suelo, pero ningún médico apareció para atender al perdedor. La gente seguía vitoreando al vencedor absoluto del combate, un grupo de chicos de no más de quince años se acercó y empezó a arrastrar el cadáver del perdedor, pero Cronos ignoró todo eso y se acercó a su mano derecha y a Michael Burton, que se encontraba más asustado que nunca.

—Me dijeron que tienes algo para mí, te recomiendo que empieces a hablar —dijo Cronos, saliendo del ring y acercándose al detective.

El dinero iba cambiando de manos a su alrededor a medida que las apuestas iban dando resultados, pero ninguno de ellos estaba atento a esto.

—El nuevo justiciero, tengo una forma de atraparlo, pero te va a costar —dijo el detective, haciendo todo lo posible por mantener la compostura frente al gigante que tenía en frente.

Cronos inspeccionó a Michael de arriba abajo. No era la primera vez que el muchacho estaba frente a él, Laurence suponía que le gustaba jugar a ser un chico malo, pero no era más que un nene de mamá y eso lo divertía bastante. Sin embargo, varias veces había dado información útil, de forma que Cronos decidió que lo mejor era mantenerlo cerca. Para facilitarle más las cosas, el Detective tenía varios vicios costosos, que él supo aprovechar a la perfección para mantenerlo atado como a un perro.

—Todos fuera —ordenó Laurence con su profunda voz.

Como si de arte de magia se tratara, los sonidos en la zona de pelea se detuvieron, y todos los que estaban allí presente comenzaron a retirarse ordenadamente del lugar hasta que solo quedó Joseph, Michael y Cronos.

—Estuve investigando un poco a nuestro enmascarado misterioso —empezó a hablar Michael—. Se hace llamar Rampage. Ha estado activo desde hace por lo menos tres meses, tal vez más, pero es difícil decir con el caos que fue la invasión. Últimamente ha estado escalando sus niveles de actividad. Pero lo cierto es que no se lleva nada de las escenas del crimen, simplemente entra al lugar, mata a todos los que se le ponen en frente y luego desaparece. Es un chiflado de primera.

—Muy buena investigación, Detective, tal vez no es tan idiota como todos dicen en la calle —comentó Cronos mirándolo desde arriba—. Pero usted dijo que podía atraparlo y todavía no dice cómo.

Aquellas palabras dolieron a Michael, pero hizo lo posible por no mostrarlo. Joseph sonrió al ver la expresión en la cara del detective.

—Todos estos tipos son iguales, ponlos tras la pista de un crimen y no pararan hasta que hayan resuelto el problema —argumentó Burton—. Voy a repartir información falsa, hacer correr la voz sobre algo grande, lo suficiente para llamar su atención y cuando llegue lo estaré esperando.

Cronos escuchó el plan con atención, era simple, pero podía funcionar. Por supuesto, todavía quedaba escuchar las demandas.

—¿Y qué vas a requerir para llevar esto a cabo?

—Un grupo de sus mejores hombres, para empezar. Rampage está entrenado, se nota, no voy a poder derrotarlo solo.

—Concedido, ¿qué más? —respondió Cronos sin dudarlo demasiado.

—Dos millones —dijo Michael y tragó saliva.

El silencio dominó el salón por unos segundos, hasta que Joseph se atrevió a romperlo.

—El precio por Rampage es de un millón, ni más ni menos, si quieres más dinero...

—Estoy hablando con tu jefe, cuando quiera tu puta opinión...

El detective Burton estaba a media respuesta cuando Cronos lo tomó con fuerza del cuello y lo levantó del suelo como si no pesara más que una hoja de papel.

—¿Está intentando estafarme, detective? —preguntó Laurence a centímetros de su rostro—. Porque puedo asegurarle que no quiere hacer eso, nunca termina bien. No voy a negarlo, tiene pelotas, pero no voy a permitir que juegue conmigo. Lo que voy a hacer es lo siguiente: voy a darle el millón y perdonarle todas las deudas que tiene, que no son pocas, y no voy a cobrarle cualquier servicio que quiera pedir en este establecimiento durante un mes. Usted va a atrapar a Rampage, vivo, y va a traerlo para que yo haga con él lo que disponga, ¿está claro? —En ese momento, la mano de Cronos se apretó aún más, y Michael pensó que su cuello iba a quebrarse—. Pregunté si está claro, detective.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, el detective Burton asintió y lanzó unos lastimosos sonidos de su boca. Cronos lo soltó y él cayó desparramado en el sucio suelo del lugar, llevándose la mano al cuello inmediatamente.

Sin decir una palabra más, Laurence Osburne se giró y comenzó a retirarse del lugar, Joseph se quedó mirando a Michael con cara de satisfacción por algunos segundos.

—Cuando tenga los detalles de su plan envíelos a este número —dijo el pequeño hombre, y le lanzó una tarjeta al detective que lo golpeó en el rostro—. Hasta pronto, señor Burton. Por cierto, le recomiendo que utilice una bufanda por los próximos días, ya sabe, para ocultar las marcas.

Michael sintió un profundo deseo de acribillar a aquel enano por la espalda, pero se contuvo, después de todo se podía considerar afortunado de estar respirando todavía, situación que podía cambiar si no cumplía con su palabra.

Haciendo un esfuerzo increíble, el detective Burton se levantó, acomodó el cuello de su chaqueta para cubrir las marcas y salió de The Basement con la cabeza a gachas. Una vez afuera, prendió un cigarrillo con mano temblorosa y agradeció poder sentir la lluvia una vez más golpeando sobre él.

A pesar de sus mejores esfuerzos, Vincent no pudo concentrarse en su trabajo. Sus pensamientos se desviaban hacia su actividad nocturna y la expectativa de poder poner fin de una vez a Rampage. Sabía que no iba a ser fácil, nunca lo era, no con sujetos como él, pero iba a dar pelea y no pararía hasta detener a aquel asesino que gustaba de hacerse llamar héroe.

Rebecca, sabiendo que su compañero tenía la mente en planear el ataque de la noche, no le habló mucho durante el día. Él recordó agradecerle que lo ayudara con el caso, ella le sonrió levemente. Aquel pequeño favor le había costado una cita con Karen, pero si Rampage caía esa noche habría valido la pena. La Detective se preguntó si ese el principio del desgaste de la relación, pero desechó esas ideas, Karen la entendía y a ella le gustaba creer que si supiera que estaba asistiendo a Vigilante la entendería mucho más, después de todo la abogada había sido bastante abierta a aprobar las acciones del héroe cuando veían sus proezas en la televisión, incluso llegando a mencionar que se le antojaba bastante apuesto, algo que a ella no le causó mucha gracia.

Cuando su turno terminó, Vincent salió con paso apurado de la estación, ignorando absolutamente a Burton, que pasó a su lado vistiendo una gigante bufanda que no coordinaba del todo con la ropa que estaba usando ese día, algo que cualquier otro día habría sido motivo para un comentario que sacara al corrupto detective de quicio. Pero ese día su cabeza solo se centraba en la misión.

Faltaban muchas horas para las tres de la mañana, momento donde se daría el intercambio de munición entre Los Halcones y Rampage, así que Vincent se dedicó a estudiar detalladamente el terreno. No es que no lo conociera como la palma de su mano, cuando él era un niño aquella era la estación de trenes principal de Krimson Hill, antes de quedar abandonada y Ryan y él habían pasado horas jugando en la zona. Sin embargo, gustaba de estar preparado cuando se trataba de una misión de ese estilo y una revisión a los planos no podría dañar a nadie.

Cuando hubo elegido un punto en el cual apostarse para esperar a sus enemigos, decidió dedicarse a ajustar su equipo. Comprobar que toda la protección del traje estuviera en buenas condiciones, los palos de eskrima listos para ser usados, los distintos dispositivos que llevaba en su cinturón cargados y preparados. Esa noche no planeaba una persecución, así que se ahorró el tener que comprobar el estado de Nocturna.

Con todo listo, alrededor de la una de la mañana Vigilante salió listo para el combate de su guarida y cortó la distancia entre Silent Side y la vieja estación de trenes corriendo por tejados y utilizando su pistola de garfios para balancearse de un lado al otro.

Durante dos horas se mantuvo sobre una torre de agua cercana, observando el lugar con sus binoculares, soportando el frío. La lluvia del día había hecho bajar mucho la temperatura en Krimson Hill, pero a él apenas y parecía afectarle.

Eran las dos menos cuarto cuando tres camionetas negras llegaron al lugar. De ellas descendió un escuadrón completo de Halcones, que se dedicó a asegurar la zona antes que nada y luego sencillamente se posicionaron para esperar al invitado especial de la noche. Ni siquiera notaron la presencia de Vigilante, quien por su parte se dedicó a analizar las armas que portaban y tratar de descifrar posibles puntos débiles de cada uno de ellos. Esa noche Los Halcones no eran simples trabajadores de una empresa de seguridad, esa nochera eran criminales y Vincent se prometió que los trataría como tal.

Los minutos fueron pasando, se hicieron las tres y diez y todavía no había rastros de Rampage. Los Halcones empezaban a moverse nerviosamente, Vincent, utilizando los disimulados micrófonos que había colocado en el lugar, oía sus conversaciones.

—Te dije que no iba a aparecer, no después de lo que pasó anoche —dijo uno de ellos.

—Él dijo que si se cambiaban los planes nos iba a avisar, no nos dijo nada, así que el plan se mantiene —replicó el líder del escuadrón.

—No podemos quedarnos toda la noche esperándolo —argumentó otro.

Fue en ese momento que Los Halcones percibieron movimiento y alzaron sus armas, apuntando en dirección a un punto oscuro dentro de la estación. Una puerta se abrió y Rampage la cruzó con las manos en alto, avanzando lentamente hacia el alterado grupo de guardias.

—Lamento la tardanza, a veces cuesta hacer hablar a los criminales —comentó el asesino, su voz esta vez no era modificada por algún dispositivo, pero Vincent no pudo reconocerla— ¿Tienen el pedido?

Los Halcones bajaron sus armas y el líder del grupo hizo una señal para su grupo. Inmediatamente dos guardias se acercaron a la parte trasera de una de las camionetas y la abrieron para mostrar unas cuantas cajas de municiones.

—7500 balas: escopeta, pistola, rifles de asalto, de precisión, de todo un poco —comentó el líder del grupo, y Rampage se acercó para comprobar la mercancía.

En ese momento, Vigilante atravesó el techo de vidrio de la estación y lanzó varias bombas de aturdimiento contra Los Halcones, que no pudieron hacer absolutamente nada para evitarlo.

El líder del grupo intentó darse vuelta y disparar, pero Vigilante reaccionó rápidamente y le quitó el arma de las manos, para luego trabarle las piernas con ella y hacerlo caer al suelo.

Rampage intentó golpearlo, pero Vincent golpeó su mano con uno de los bastones de eskrima, rompiéndole algunos dedos en el proceso. Sin esperar a que se recupere, lo tomó de la máscara y lo empujó contra la parte trasera de la camioneta, quedando así a centímetros de él.

—Se acabó —sentenció Vigilante, aun manteniendo a Rampage atrapado, Los Halcones aún peleaban por recuperarse de las bombas de aturdimiento.

Sin embargo, en ese momento Vincent escuchó unos sarcásticos aplausos a su espalda. Sin dejar de sostener al su víctima, él se giró, sólo para encontrarse con otro Rampage parado a espaldas de él, el cual estaba acompañado de cuatro Halcones que lo tenían en la mira.

—Bravo, Vigilante, no pensé que ibas a estar tan rápido después de la paliza que te di la vez pasada —comentó él con su voz modificada, dejando de aplaudir—. Pero lamentablemente caíste.

Vincent volvió a mirar al Rampage que tenía entre sus manos y le arrancó la máscara con violencia, dejando ver a uno de los guardias que había apaleado la noche anterior en su escape de Hawk Security. Frustrado, le asestó un puñetazo con la fuerza suficiente fuerte para dejarlo fuera de combate definitivamente y luego se giró para enfrentar al verdadero Rampage.

—No sabía que estabas prestando tu traje, yo también quiero usar una máscara de gas que me haga ver intimidante —comentó sarcásticamente Vincent.

Rampage se veía prácticamente igual que la última vez que lo había visto, la única diferencia es que en esta ocasión había decidido dejar la escopeta recortada en casa y en su lugar trajo una M4.

Los primeros guardias en caer ya se estaban recuperando y sumándose al pequeño grupo que no movía sus armas de encima de Vigilante. Las cosas empezaban a complicarse y él iba a necesitar actuar rápido si planeaba salir con vida del lugar.

—Basta de idioteces, Vigilante, ha llegado el momento de que tomes una decisión: o estas con nosotros, o estas en contra —dijo Rampage, ignorando totalmente los ridículos comentarios de su oponente.

—¿Crees que ellos estarían de tu lado si no les pagaras? Son criminales, igual que aquellos que te jactas de castigar —replicó Vincent.

—¿A caso ves una bolas de dinero en algún lado? —Rampage esperó un segundo, aunque era una pregunta retórica y luego continuó—. Ellos están aquí porque creen en lo que estoy haciendo. Ellos me dan las balas, yo me encargo de sacar la basura. Tienes que aceptarlo, los días de hacer las cosas a media terminaron. La gente está cansada, está cansada de tener que soportar que los delincuentes sean los dueños de las calles.

—¿Y qué propones para solucionarlo? ¿Escuelas que contengan a los chicos para evitar que caigan en el crimen? ¿Comedores para evitar que la gente pase hambre? —lo increpó Vincent—. No, tú propuesta es repartir balas, convertir a Krimson Hill en una zona de guerra...

—Este lugar ya es una zona de guerra, ¿o es que acaso no te diste cuenta? Hasta el ratero de más bajo nivel tiene municiones que perforan chalecos antibalas.

—¿Y qué crees que va a pasar cuando vean que estas disparando sin más? ¿Crees que van a parar? Las cosas van a escalar, inocentes van a morir, Rampage.

—Toda guerra tiene daños colaterales, pero a la larga, la solución será definitiva.

—Vaya, eso lo dice todo. —Vincent tomó el otro palo de eskrima de su espalda y se puso en posición para atacar—. No te importa el crimen, no te importan las personas que sufren por él, simplemente estas buscando una excusa para matar gente. No sé qué fue lo que te pasó para que te conviertas en esto, pero no voy a permitir que libres tu guerra en mi ciudad.

—Parece que no vas a poder ser persuadido, una verdadera pena. —Rampage quitó el seguro a su arma y se preparó—. Hubieras sido un gran aliado en esta lucha.

Los Halcones imitaron a Rampage y se prepararon para disparar, pero entonces Vigilante pulsó un botón en su guante, y los micrófonos que había colocado con anterioridad acoplaron todos los comunicadores que los guardias tenían en sus oídos, emitiendo un chirrido lo suficientemente fuerte para hacerlos gritar de dolor y distraerlos. Para sorpresa de Vincent, Rampage también llevaba un comunicador en su oído y aprovechando lo aturdido que se encontraba, aprovechó la situación y se lanzó al ataque.

Vigilante pateó el pecho de su enemigo haciéndolo caer y luego procedió a agacharse para evitar el puñetazo de uno de los Halcones que ya había podido quitarse el comunicador del oído; Vincent le respondió golpeándolo con ambos palos en la nuca, haciéndolo caer de fauces al suelo.

Rampage, finalmente logrando apagar su comunicador, tomó su arma y disparó desde el suelo contra Vigilante, pero el héroe se movió rápido entre Los Halcones, haciendo que la mayoría de las balas impacten en aquellos que intentaban ayudarlo.

Vincent unió ambos palos para formar su bastón de aikido, con el cual golpeó la entrepierna de uno de los guardias y luego le dio otro golpe debajo del mentón. Rampage había asesinado a varios de Los Halcones, otros tantos habían quedado tirados, con heridas que debían ser atendidas rápidamente y sin embargo parecía no preocuparle demasiado.

Mientras Vigilante golpeaba sin cesar a los desorientados Halcones, Rampage se levantó y continuó disparando contra el héroe. Una bala impactó en su hombro, obligándolo a soltar el bastón, pero la protección del traje evito que llegara insertarse en él. Sin embargo, viendo que su oponente estaba herido, uno de los Halcones aprovechó la situación y le asestó un buen golpe en el rostro, del cual Vincent se recuperó justo a tiempo. Sin perder un segundo, Vigilante bloqueó otro ataqué y respondió con un golpe a la garganta, seguido de un puñetazo a la nariz.

Vincent apenas y se estaba recuperando cuando Rampage, ya con su cargador vacío, decidió taclearlo del costado y tirarlo al suelo. Rampage permaneció sobre Vigilante, tirando un pesado puñetazo tras otro, pero este logró colocar sus brazos frente a su cara justo a tiempo para cubrirse.

Mirlo había entrenado a su joven compañero para todas las situaciones posibles y Vigilante todavía recordaba el día en que le enseñó a quitarse a enemigos que estuvieran colocados sobre él. Sin tardar demasiado, Vincet usó sus piernas para levantar un poco a Rampage y con un rápido giro atrapó la pierna de apoyo del asesino y quedó así sobre él.

Vigilante tomó a su oponente del traje y le asestó dos brutales puñetazos en medio de la máscara antes de que pudiera recuperarse, que no fue demasiado tiempo. Con un complicado movimiento, Rampage se zafó del agarre del héroe y ambos se apresuraron a levantarse, quedando enfrentados una vez más.

Rampage tomó su cuchillo de combate, pero Vincent no se inmutó en lo más mínimo, todo lo contrario, dio un paso al frente y esquivó la primera estocada de su enemigo, para luego asestarle un fuerte golpe en el costado del rostro, que lo habría desestabilizado terriblemente si no fuera por la protección que llevaba el asesino.

—¿Estas más lento o yo estoy más rápido? —preguntó Vincent, haciendo enojar de sobre manera a su oponente.

Rampage nuevamente intentó dar una estocada, pero Vigilante lo tomó del brazo, lo desarmó, y haciendo acopio de toda su fuerza, arrojó a su oponente sobre sí. El brutal "justiciero" aterrizó con fuerza sobre su espalda y emitió un sonoro quejido antes de que Vigilante, que aún lo tenía atrapado por la mano, coloque su pierna sobre su garganta y retuerza aún más su mano, dejándolo al borde de la quebradura.

—Se acabó, Rampage, si no te desmayas por la falta de aire, el dolor se encargará —le advirtió Vincent, retorciéndole un poco más el brazo.

Parecía que todo estaba por acabarse, cuando el haz de luz de una linterna se posó sobre los dos combatientes.

—¡Policía! ¡No se muevan! —exclamó una voz joven y algo aterrada.

Vincent alzó la vista y se encontró con que un asustado cadete, probablemente recién salido de la academia de policías, le apuntaba con su arma directamente al pecho. Al reconocer al héroe de Krimson Hill, los ojos del muchacho se abrieron enormemente.

—Oficial, tranquilo, estoy de su lado —dijo Vincent, sin dejar de apretar a Rampage—. Necesito que llame a emergencias, hay heridos.

Sin embargo, aquel joven policía dirigió su mirada al piso y vio quién era el que estaba siendo aprendido y su actitud cambió rápidamente.

—Déjalo ir... —dijo el muchacho, reafirmando su posición y preparado para disparar contra Vincent.

—¿Qué?

—¡Que lo sueltes! ¡Ahora!

Vincent vio como el joven oficial removía el seguro de su arma, y entendió que estaba listo para disparar, así que lentamente soltó a Rampage y se alejó con las manos en alto.

—No sabes lo que estás haciendo, chico —le advirtió Vincent, aun retrocediendo.

—Estoy manteniendo al único capaz de arreglar a esta ciudad en las calles, eso es lo que estoy haciendo —replicó el oficial—. Ahora de rodillas, estas bajo arresto.

Vincent se preparaba para dejar caer una bomba de humo, pero había estado tan concentrado en el policía que no notó que Rampage se estaba recuperando y había alcanzado la pistolera en su pierna.

Desde el suelo, Rampage abrió fuego y dos balas rozaron la pierna izquierda de Vincent, produciéndole un profundo corte. Instintivamente él dejó caer la bomba de humo y herido como estaba, comenzó su huida, desapareciendo entre las sombras.

Sabiendo que ya no tenía oportunidad de atrapar a Vigilante, el joven oficial pasó sobre los cuerpos de Los Halcones y ayudó a levantar a un frustrado Rampage, que aún miraba entre el humo para intentar identificar a su enemigo.

—¿Está bien? —preguntó el joven oficial, tosiendo un poco tras haber tragado un poco de humo.

—Nada que un poco de descanso no pueda arreglar —comentó Rampage—. Gracias por ayudarme, chico, Krimson Hill necesita más gente como tú.

—No hay de qué. En la academia todos estaban discutiendo sus proezas y tengo que decir que es un honor conocerlo —agregó con cierta emoción el joven—. Ya era hora de que alguien realmente se enfrente a los bastardos de esta ciudad, que combata fuego con fuego.

—Parece que lo entiendes —dijo Rampage con cierta satisfacción—. Tal vez pueda usar tu ayuda en un futuro cercano.

—Para lo que sea, señor.

—Pero ahora necesito que te vayas, lo que viene no será bueno.

El oficial asintió y emprendió su retirada. Por su parte, Rampage recargó su pistola y comenzó a caminar entre Los Halcones caídos, disparando a todos aquellos que habían permanecido vivos, todo con el fin de evitar que sean interrogados por la policía y expongan su secreto.

Acabada esa tarea, subió a la camioneta cargada de municiones y se retiró del lugar. 

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