6. Sobredosis de café

Tras su lamentable visita al oficial Hale, Vigilante volvió a la noche, preocupado por las últimas palabras que había escuchado. ¿Realmente la gente iba a preferir a un asesino antes que a él? La mera idea de alguien como Rampage teniendo el apoyo de las personas era peligrosa. Tenía que detenerlo, a como dé lugar, antes de que las calles de Krimson Hill se llenaran de sangre, pero sabía que debía ser paciente.

Rampage no era el primer asesino que había perseguido. En sus primeros días cometió el error de saltearse pasos importantes en términos de investigación, y había llevado a que lo apalearan, o peor, a que el asesino escapara y continuara dejando cadáveres por las calles.

Sin mucho más por hacer, Vigilante se dedicó a patrullar las calles de Krimson Hill, sin muchas esperanzas de cruzar caminos con Rampage nuevamente, después de todo, era una ciudad grande, y Rampage no parecía del tipo que se dedica a ocultarse en las sombras esperando que algún criminal casual aparezca, parecía más bien el tipo de sujeto que planea cuidadosamente sus ataques y luego golpea con precisión.

Para "fortuna" de Vincent las noches de Krimson Hill nunca son tranquilas, y tuvo tiempo para despejar su mente deteniendo un negocio de drogas, atrapando a un par de asaltantes armados que intentaron robar una tienda, y quebrándole ambos brazos a un exnovio abusivo que había decidido que era una buena idea intentar forzar a su antigua compañera a tener sexo en un callejón a pesar de que ella le gritaba que no quería.

—No es la primera vez que pasa, ¿verdad? —preguntó Vigilante, mientras arrojaba al bastardo contra unos tachos de basura, donde quedó tirado, quejándose de dolor.

—No... —se lamentó ella entre lágrimas, mientras se acomodaba la ropa que su exnovio intentó quitarle—. Siempre fue un violento, al principio eran cosas pequeñas: escenas de celos, decirme con quién y con quién no podía verme, cómo podía vestirme, pensé que era normal, pero luego fue escalando... pequeños "chistes", degradarme, insultos, gritos, arrojarme cosas, hasta que llegó a golpearme. Debería haberlo dejado antes, pero...

—Tampoco es mi primera vez golpeando a un idiota como este —aclaró Vincent—. Tienen una manera de hacer que las víctimas se sientan como los culpables, pero debes saber esto, nada de lo que ocurrió fue tu culpa. Recuerda, si alguna vez te golpeo o abusó de ti, no es porque te quería, no es porque elegiste llevar una falda muy corta o porque estabas borracha. Si él te hizo algo es porque es un abusador. Eres una sobreviviente, eres fuerte, y eres valiosa, no dejes que nadie más como él te convenza de lo contrario.

Al escuchar esas palabras ella rompió en llantos; Vincent, incapaz de no sentirse algo conmovido, preguntó a la chica si podía darle un abrazo, y ella lo aceptó aun llorando.

—No estás sola, ¿de acuerdo? —continuó Vigilante—. Busca ayuda, vas a salir adelante.

Ella se secó las lágrimas, miró a Vigilante a los ojos y asintió.

—No fue la primera vez, pero si va a ser la última —aseguró ella, y Vincent sonrió levemente—. Debo irme... gracias.

Vigilante no se movió del lugar hasta que vio a la chica salir del callejón y desaparecer de su vista, y conforme con su trabajo de la noche, y considerando que ya eran casi cinco de la mañana, decidió que era hora de colgar el traje y descansar por algunas horas antes de que comenzara su turno en la estación.

El motor de Nocturna volvió a ronronear por las calles ya bastantes vacías de Krimson Hill y no se apagó hasta que se encontró nuevamente en su guarida en Silent Side.

Allí su vieja maquinaria había terminado el análisis de la bala disparada por Rampage, un importante paso adelante. Si podía descubrir de dónde había venido, tal vez podría averiguar cómo Rampage estaba consiguiendo su armamento, y así encontrarlo y detenerlo de una vez por todas.

Sin embargo, al leer los datos se sorprendió bastante. La maquinaria, aunque algo antigua, permitía identificar si ese tipo particular de munición había sido disparado en otras escenas del crimen, siempre y cuando se contara con los datos para hacer comparaciones. Por suerte, Vincent había logrado conectar la base de datos de su computadora con la de la estación de policía, de forma que contaba con información más que suficiente. Tras analizar el casquillo dejado atrás por Rampage y una serie de fotos de los agujeros dejados por el mismo arma en la escena del crimen, la maquina logró darle un listado con alrededor de veinte resultados.

—¿Quién necesita dormir? —se preguntó Vincent, mientras el café empezaba a prepararse y él comenzaba a revisar los archivos indicados por la computadora.

A las 7:30 a.m. la alarma de su teléfono despertó a la Detective Rebecca Miller. Con un manotazo brusco la apagó, y para cuando recordó que no se encontraba en su departamento, temió haber despertado a Karen, pero, para su sorpresa, ella ya no estaba en la cama.

—¿Dormiste bien? —preguntó Karen desde el umbral de la habitación, mientras daba un sorbo a su té.

Rebecca se dio vuelta y la observó durante algunos segundos. La chica vestía una remera vieja y grande que cubría hasta sus muslos y nada más, pero eso y sus pelos rubios alborotados la volvían increíblemente atractiva para la Detective quien, por su parte, solo tenía por cobertura para su cuerpo desnudo las sábanas de la cama.

—Desperté bien —replicó con una sonrisa.

Karen le devolvió una hermosa sonrisa, y avanzó hasta la cama donde besó apasionadamente a Rebecca, no sin antes dejar la taza de té sobre el velador.

—Tengo que irme, tengo una reunió con un cliente importante y mi jefe me asesinará si la cago —anunció Karen, aún sentada en la cama frente a Rebecca—. Voy a ir a darme una ducha y a prepararme. El agua está caliente, si quieres prepararte un té, y hay algunas tostadas si tienes hambre, no tuve tiempo de preparar huevos y salchichas, vas a tener que conformarte.

Rebecca la besó nuevamente, y luego la soltó para que vaya a prepararse.

—Ah, por cierto, tu teléfono sonó varias veces antes de la alarma, ¿alguna de tus otras chicas? —preguntó Karen con una ceja alzada y en tono bromista, nuevamente apoyada en el marco de la puerta.

—¿Esto no cuenta como invasión a la privacidad, abogada? —replicó Rebecca.

—Solo si puedes probarlo —dijo Karen ya desde el pasillo, y a punto de entrar en el baño.

Karen y Rebeca se habían conocido en los tribunales. Ella trabajaba para una importante firma de la ciudad, así que la Detective y la abogada iban a cruzar caminos tarde o temprano. Rebecca quedó impactada desde la primera vez que la escuchó hablar: su fluidez, su confianza, su agresividad. Karen parecía brillar cada vez que estaba trabajando, y en ese sentido las dos mujeres se parecían.

Hacía ya poco más de un mes que se estaban viendo, tras haberse cruzado una noche en un bar. A Rebecca aún la sorprendía el hecho de que tras tan poco tiempo hubieran amanecido juntas. A pesar de su belleza, la Detective Miller nunca había tenido una pareja estable, siempre había priorizado su carrera, y eso le había costado algunas relaciones con buenas personas. Pero tampoco se detenía a llorar por ello.

"¿Cuánto tiempo antes de que la cague?", preguntó una vocecita en su cabeza, tras oír la puerta del baño cerrarse. Sin embargo decidió no hacerle mucho caso. Karen y ella tenían horarios similares, y los trabajos de ambas eran demandantes, de forma que habían optado por no tener nada serio de momento. Se veían una o dos veces en la semana, a veces cenaban juntas, veían una película, o sencillamente hacían el amor y se iban a la cama. La presión de momento era mínima, y Rebecca se sentía cómoda con ello.

Cuando pudo escuchar el sonido de la ducha al encenderse, la Detective tomó su teléfono y empezó a revisar sus nuevos mensajes. Todos eran de Vincent, justo como lo sospechaba, lo que la hizo suspirar con frustración y poner los ojos en blanco antes de leerlos.

Los textos no decían mucho, eran cosas como: "Creo que tengo algo", "ven a la base", "urgente", "911", "Rampage".

—El idiota tomó demasiado café otra vez —se dijo en voz baja mientras leía los doce mensajes de textos enviados por su compañero.

Sabiendo que no tenían mucho tiempo antes de que su turno empezara, se vio obligada a cambiarse rápidamente, tomar su té en dos o tres sorbos, quemándose la lengua en el proceso, y se llevó algunas tostadas para comer en el camino.

Alrededor de cuarenta minutos después, Rebecca se encontraba entrando a la fábrica "abandonada", solo para encontrar la base repleta de papeles tirados por todas partes y unos cuantos más pegados en la pizarra. Sin embargo, no veía a su compañero por ninguna parte.

—¿Vincent? —preguntó, no sin cierta preocupación en su voz.

—¡Al fin estás aquí! —respondió él, apareciendo por detrás de Rebecca, dándole un susto de muerte—. Ven, tengo que mostrarte esto.

Con una taza de café en una mano, Vincent avanzó con un paso acelerado y hasta nervioso hacia la pizarra. Si no fuera porque todavía estaba recuperándose del sobresalto, Rebecca se hubiera preocupado aún más, pero en ese momento se sentía más bien tentada a dispararle por la espalda.

—¿Qué diablos es todo esto? —preguntó ella, mirando todo el desorden.

—Es el fruto de mi arduo trabajo, eso es lo que es —replicó él sin mirarla y le dio otro trago a su café— ¿Vacío de nuevo? Mierda. ¿Cómo está Karen?

—¿Cómo...?

—Tienes la misma ropa que ayer, además, cuando me acerqué de atrás noté un chupón en tu cuello, nada serio, no se nota mucho, pero deberías pasarle un peine, aunque tu pelo lo cubre bastante bien —la interrumpió.

—Preguntaría cómo es que sabes que me estoy viendo con Karen Turner, pero tengo miedo de la respuesta. Empieza a explicar por qué pensaste que era una buena idea escribirme a las seis de la mañana.

—Mira esto, la computadora dijo que balas como las que disparó Rampage anoche fueron disparadas en todos estos casos —empezó a explicar él, señalando las fotografías en la pizarra—. En realidad me dio muchos más resultados, la mayoría falsas alarmas, errores de la máquina, pero en fin... todos estos de aquí no están resueltos, y todos tienen varias coincidencias, las victimas siempre son criminales, y empezaron a caer hace poco más de tres meses.

—Poco después de la invasión —comentó Rebecca.

—Exacto, creo que Rampage vio el caos en el que estaba sumido Krimson Hill como la oportunidad perfecta para empezar a actuar —explicó Vincent—. Ha ido mejorando, el primer caso fue descuidado, hasta bastante estúpido: Tik-Tok, un pandillero de poca monta de Verne Street, apareció con múltiples heridas de bala en un callejón. No le robaron nada, ni cortaron ninguna parte de su cuerpo, como suelen hacer algunos grupos cuando quieren enviar un mensaje, simplemente le dispararon. Pero de ahí en más fue aumentando su capacidad: más asesinatos por noche, peces más grandes, más preciso. Rampage está ganando confianza, y se está volviendo más peligroso por ello.

—Esto está todo muy bien, Vincent, pero ya sabíamos que el tipo se siente un justiciero que sólo castiga a los malos, ¿cómo nos acerca esto a atraparlo? —inquirió su compañera.

—¿Siempre eres así de ansiosa? Deberías intentar relajarte —replicó él, y Rebecca le levantó una ceja al tiempo que señalaba su mano, que temblaba por el exceso de cafeína—. Toda mi brillante investigación nos acerca a él porque hay un caso que es la excepción.

Dicho esto, Vincent tomó la carpeta de un caso y se la acercó.

—Recuerdo esto... —comentó Rebecca ni bien empezó a leer el archivo.

—Un tiroteo entre el grupo de seguridad privado "Hawk Security" y un sicario que intentaba aniquilar a un pez gordo de una empresa farmacéutica. La computadora encontró una coincidencia, y es cierto, todas las armas de "Hawk Security" utilizan el mismo tipo de munición que Rampage utilizó en sus asaltos, y lo que es mejor, son los únicos en Krimson Hill que compran esa marca de munición.

—¿Crees que Rampage es un miembro de Hawk?

—Tiene sentido. Están entrenados, tienen acceso al armamento, munición y equipo, muchos de ellos han estado en el ejército, y otros tantos han sido miembros de la policía, lo que podría explicar el entrenamiento en combate y cómo es que sabe cuáles policías son corruptos y cuáles no.

—¿Entonces cuál es el plan?

—Hawk es una empresa seria, no comparte sus datos con entidades públicas, de forma que está todo sellado en sus servidores, y no puedo hackearlos desde aquí, utilizan una red cerrada, si quiero obtener información voy a tener que entrar y sacarla yo mismo.

—Vincent, estas siendo buscado por la policía por ser cómplice en el asesinato del oficial Butch, ¿seguro que es una buena idea meterte en un edificio donde absolutamente todos están armados y entrenados para matar? —preguntó con preocupación Rebecca.

—¿Qué es la vida sin un poco de emoción?

—Voy a esperar a ver qué opina el Vincent del futuro sobre esta decisión, todos sabemos cómo te afecta tomar café —replicó ella tras poner los ojos en blanco—. Ahora ve a ducharte y a cambiarte, nuestro turno empieza en unas horas, y no quiero que el Comandante Walker piense que tengo a un cocainómano por compañero. 

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