17. Detrás de la máscara

Vigilante aparcó a Nocturna en medio del bosque en las afueras de Krimson Hill. Luego de descubrir la identidad de Rampage, determinar dónde estaba su guarida fue una cuestión bastante sencilla. Aún bastante nervioso por la batalla que tenía frente a sí, él avanzó entre los viejos árboles hasta llegar a un claro desde donde podía ver a la perfección una vieja y deteriorada casa.

—Tom acaba de enviar un mensaje al número que le dijiste —anunció Rebecca de repente en su oído—. La señorita Reyes y su hija se encuentran a salvo donde las dejaste.

—Bien, eso está muy bien —dijo Vincent con cierto nerviosismo, sin despegar la mirada de la enorme casa—. Yo estoy en posición.

—Deberías haberme dejado ir contigo —insistió su compañera, aún algo molesta por la situación.

—Beck, conoces la situación, necesito que estés fuera de aquí para entregar las evidencias que recolectamos en caso de que algo salga mal esta noche —respondió él con tono cortante, tratando de que sus dudas no se infiltren en su voz—. Pero todo va a salir bien, ¿verdad?

—Acaba con ese bastardo —fue lo único que atinó a decir Rebecca, antes de cortar la comunicación.

La detective se echó hacia atrás en su silla, con la vista clavada en los múltiples monitores que tenía frente a sí. Odiaba la idea de quedarse en la base mientras que Vincent hacía el trabajo pesado, pero sabía mejor que nadie que el plan que habían ideado requería de alguien allí para ejecutarlo, y también sabía que su compañero era una de las pocas personas capaces de enfrentarse a Rampage y salir con vida. Aun así, ella deseaba que ella hubiera oído su sugerencia de contactar al Escuadrón de Héroes para tener apoyo.

Por su parte, Vigilante dedicó una última mirada a la antigua edificación y lanzó un suspiro de cansancio. Después de muchas noches tratando de atrapar a Rampage, de muertes innecesarias y que la ciudad se convirtiera en un absoluto caos, todo estaba a punto de terminar. Hubiera mentido si dijera que no se sentía un poco aliviado; había sido un camino largo y difícil, pero sabía que todavía tenía una noche extremadamente larga por delante, y que la situación era crítica ahora que Cronos había decidido matar a uno de Los Profetas.

"Vamos, tú puedes hacerlo", dijo una voz en su cabeza, y ese fue todo el impulso que necesitó para empezar a acercarse a su destino.

Lo cierto era que aquella vieja casa (que en realidad parecía más una mansión) tenía un aire siniestro, y que le producía escalofríos.

"Luego de todas esas películas de terror, nunca creí que yo sería el imbécil que marcharía directamente hacia la casa abandonada en el medio del bosque", pensó y sonrió. Desde que había descubierto la identidad de su enemigo, las razones para sonreír habían sido escazas, pero le alegraba saber que no habían desaparecido del todo.

Abrió la puerta principal tratando de hacer el menor ruido posible, pero no pudo evitar que esta emitiera un leve quejido, más debido a la antigüedad y la falta de mantenimiento que por la fuerza aplicada por el héroe.

El lugar se encontraba, como cualquiera hubiera esperado, absolutamente en penumbras, y lo único que podía oírse era el silbido del viento y las hojas moviéndose en el exterior. Este panorama, sumado al penetrante olor a encierro, desalentó brevemente a Vincent, quien no pudo evitar pensar que sus cálculos no habían sido tan exactos como él sospechaba, y que debería volver a empezar la búsqueda por pistas. Pero todo esto se desvaneció cuando, llegando al corazón del hogar, un enorme pero abandonado living que aún tenía viejos muebles en él, notó una gran cantidad de pesados cables que se dirigían hacia las escaleras que conducían al sótano.

"Por supuesto que está en el sótano, ¿dónde más se estaría escondiendo en el lugar más embrujado del mundo?", agregó la voz en su cabeza.

A pesar de que parecía una pésima idea, Vincent comenzó a seguir los cables hasta que llegó al enorme sótano del lugar.

El lugar estaba tenuemente iluminado, pero aun así el héroe pudo distinguir varios vehículos aparcados allí abajo, una zona repleta de ordenadores que mostraban diferentes datos en sus pantallas, y una pared cubierta por diferentes armas, las cuales se encontraban rodeadas por altas cajas de municiones.

El único punto que estaba apropiadamente iluminado era una enorme mesa redonda de metal con seis asientos a su alrededor y frente a ella, de espaldas a Vincent, se encontraba Rampage, con la mirada clavada en una gran cantidad de planos esparcidos sobre la mesa. Por un segundo consideró en acercarse sigilosamente y acabar con eso de una vez por todas, pero aun así deseaba respuestas, sentía que las merecía después de todo lo que había pasado, así que optó por un camino diferente.

—Vaya, esto es dramático —señaló Vincent, acercándose hacia la mesa con paso tranquilo, pero cauteloso.

El oyó a Rampage reírse por lo bajo, aún sin darse vuelta. Desde donde estaba ya podía notar que no tenía puesta la máscara de gas que ocultaba su identidad, aunque sí llevaba el resto de la cobertura corporal que lo caracterizaba.

—Vigilante, tengo que admitir que estoy sorprendido, pensé que ibas a tardar más encontrar este lugar, aunque sabía que era solo cuestión de tiempo —respondió con aquella voz que resultaba tan familiar para Vincent.

—Bueno, Kurt, cometiste un error al subestimarme —replicó Vincent, ya con un tono más serio—. Como yo cometí un error al confiar en ti.

En ese momento, el Comandante Kurt Walker, Rampage y líder de Los Profetas de la Furia, se dio vuelta para enfrentar al héroe, pero la sonrisa inicial ya se había borrado de su rostro.

—Si hubiera sabido que algún día enloquecerías y te convertirías en un asesino despiadado hubiera hecho alianza con Joel Fritz de la 83 —continuó Vincent, mientras evaluaba el terreno y trataba de ocultar todos los sentimientos que aquel encuentro le despertaba.

—Vamos, sabes que Fritz es un inútil —replicó Walker—. Hicimos un buen equipo.

—Si, por lo menos después de que dejaste de enviar oficiales a atraparme a cada escena del crimen. Pero todo termina aquí, Kurt, no más reuniones en la azotea de la estación, no más trabajo conjunto, no más Rampage, y no más Profetas.

—Suenas muy seguro de eso.

—Porque lo estoy —respondió Vigilante de inmediato—. Entrégate ahora, no lo hagas más difícil de lo que tiene que ser, y no voy a lastimarte, que es mucho más de lo que te mereces.

—Esto está lejos de terminar, la revolución ha comenzado, y nadie, ni siquiera tú, puede detenerla —sentenció Kurt, dando un paso al frente.

—Ahórrame el discurso de villano supremo y pon las manos sobre la cabeza —ordenó Vincent, con ira apenas contenida.

—No lo creo, Vincent —dijo el Comandante, con una seriedad que dejó al Detective helado—. Vamos, ¿en serio creíste que no lo sabía? Antes de estar tras el escritorio era un detective como tú, mejor incluso, y esa máscara no es exactamente una gran protección.

—¿Por qu... por qué nunca dijiste nada? —preguntó el otro con voz entrecortada, realmente lo había tomado por sorpresa.

—Te respeto, Vigilante, por eso no dije nada todo este tiempo, realmente creí que podías marcar una diferencia en esta pocilga de ciudad, y esperaba que, luego de la invasión, de todo ese horror y esa destrucción, pudieras ver las cosas como yo, que pudiéramos ser compañeros.

—Si realmente creíste que yo apoyaría tu misión de muerte, estas más demente de lo que pensaba.

—Me he equivocado antes, debo admitirlo, y no voy a negar que estoy algo decepcionado —respondió Rampage, dando un paso al frente—. Pero dime, tengo curiosidad, ¿cómo me encontraste?

Vincent lo miró y dudó en responder, había algo que no se sentía bien, pero sabía que debía hacer hablar a su oponente, debía confundirlo y hacerlo tropezar, era de la única forma en que lograría ejecutar su plan.

—De hecho, me he estado preguntando cómo no me di cuenta antes: entrenamiento militar, conocimiento de la fuerza policial y del mundo criminal. Tal vez... tal vez simplemente no quería aceptarlo. Pero una vez que pude ver tus verdaderos colores, fue bastante sencillo. Cubriste bien las huellas de la muerte de tu hija, pero olvidaste un pequeño detalle, ella nunca fue reportada como una baja oficial durante la invasión, aunque hiciste todos los intentos por hacernos creer que sí —confesó Vincent—. Bastó solo un poco de presión sobre el forense al que le ordenaste ocultar el nombre de tu hija de los registros para ponerlo a cantar, y me contó todo. Una vez allí, fue cuestión de buscar propiedades a tu nombre o de tu familia y determinar cuál era más fácil de ser utilizado como base para tus operaciones.

—Bastante inteligente, un trabajo detectivesco brillante...

—Todo esto es por ella, ¿verdad? —lo interrumpió el héroe, sabiendo que estaba metiéndose en la boca del lobo—. Asesinaste a Charles Rice, y te convertiste en este... monstruo por Helen.

—No sabes de lo que estas...

—Creo que sí lo sé, Kurt —lo detuvo una vez más—. Creíste que podías limpiar la sangre de Helen derramando aún más sangre, creíste que te haría sentir mejor, pero mil muertes no llenarán el vacío que sientes. Lo sé porque empecé por el mismo camino, hace años, y tal vez hubiera acabado igual que tu si no hubiera sido por Mirlo. El me ayudó, me mostró un camino mejor, uno de justicia, no de venganza ¿No es eso lo que ella hubiera querido?

—No vas a volver a hablar de mi hija —sentenció en un tono amenazante Rampage, llevando su mano hacia la pistolera.

—Conocí a Helen. Era una chica maravillosa, brillante incluso, y lamenté su muerte, por ella y por ti, pero te estas engañando si crees que ella querría esto —continuó Vincent, ignorando el peligro frente a él—. Sabes mejor que nadie que ella colaboraba en comedores, repartía ropa a los más necesitados, cuidaba de la gente de Krimson Hill, hacía lo posible para que gente como Charles Rice tuviera una oportunidad y no tuviera que recurrir a la delincuencia. Empatía, honestidad, perdón, esas eran las palabras que usaría para describirla, y tú no tienes nada de ello. Helen estaría horrorizada de lo que te has convertido.

La última frase fue la gota que derramó el vaso y Kurt inmediatamente sacó su pistola y disparó contra aquel que en algún momento había llegado a considerar casi como un hijo. Vincent, por su parte, sencillamente rodó por el suelo, esquivando las balas, y cuando estuvo frente a Rampage lo tomó del brazo, desarmándolo y lanzándolo con fuerza al medio de aquella base subterránea.

Para cuando Kurt volvió a levantarse, Vigilante ya lo esperaba con ambos palos de eskrima en sus manos, listo para la pelea.

—¿Realmente crees que puedes ganarme? —preguntó Kurt con furia—. Apenas y pudiste aguantar un round de boxeo conmigo.

—Esa vez estaba conteniendo mis golpes —respondió Vincent—. Esta vez la historia será distinta.

—Había pensado en dejarte vivir, pero hasta aquí ha llegado mi paciencia —dijo Rampage, y a Vigilante le pareció notar cierto dejo de decepción en su voz—. ¡Muchachos! ¡Muéstrenle lo que han estado aprendiendo en estos meses!

Dicho esto, de entre las sombras que colmaban el sótano, cinco nuevos Profetas de la Furia dieron un paso al frente, armados y listo para acabar con Vigilante, al tiempo en que el Comandante se colocaba la máscara de su traje, haciéndolo prácticamente indistinguible del resto de los enemigos.

El primer disparo provino de un Profeta a su izquierda, pero Vincent lo esquivó dando un impresionante salto hacia atrás y aterrizando sobre la mesa metálica. Una vez allí pateó una taza que se encontraba sobre la misma, y esta voló hasta estrellarse contra la cabeza de otro de sus enemigos.

De repente, una cadena se enredó del pie de Vigilante, y antes de que pudiera liberarse, el Profeta que la portaba tiró de ella, haciéndolo caer con fuerza sobre la mesa y luego en el suelo. Apenas y había aterrizado cuando otro puso una pistola a centímetros de su cabeza, pero él se apresuró a girar de forma que el disparo dio el suelo, y desde su nueva posición arrojó uno de sus palos de eskrima, impactando en la mano de quien sostenía la cadena, obligándolo a soltarla, quedando así una vez más libre.

Con un rápido movimiento, Vincent barrió las piernas del enemigo que casi le disparaba segundos antes, arrojándolo al suelo, pero cuando quiso ponerse de pie para dejarlo fuera de combate, otro de los Profetas llegó para asestarle una brutal patada en el pecho que lo hizo arrastrarse por el suelo, hasta que con un giro volvió a levantarse, quedando frente a frente con los seis Profetas de la Furia, que lo observaban pacientemente con sus brillantes e intimidantes ojos rojos.

—Te presento a mis caudillos, los primeros en unirse a mi causa, y quienes se harán cargo de cumplir la misión en caso de mi muerte —comentó Kurt, ya con su voz modificada por la máscara, lo que hacía que Vigilante tuviera problemas para distinguir quién era precisamente el que estaba hablándole.

—Gracias por traerlos, va a ser más fácil detenerlos a todos aquí esta noche y no pasarme los próximos meses tratando de capturar y encarcelar a los restos de su organización —replicó Vincent, jadeando e inspeccionando a sus enemigos, tratando de encontrar la manera más rápida de vencer.

Sin más, cuatro de los Profetas se lanzaron al frente para detener a Vigilante, mientras que otros dos quedaron atrás, apuntando sus armas y esperando el momento justo para poner al héroe enmascarado en el suelo de una vez por todas. Vincent se lanzó a su encuentro sin más, y bloqueó el primer puñetazo que arrojaron hacia su rostro tomando al enemigo del brazo, mientras que pateaba en la pierna de uno que se acercaba por su derecha, dejándolo arrodillado. Sin embargo, mientras se ocupaba de estos dos un tercero le asestó un puñetazo en el estómago, y el cuarto le dio una patada en el rostro que bastó para desestabilizarlo y hacerlo retroceder.

Cuando pudo estabilizarse, Vigilante se lanzó corriendo contra los cuatro contrincantes que tenía frente a sí, pero en el último segundo se arrojó al suelo, rodando entre las piernas de todos y logrando así recuperar el palo de eskrima que había arrojado antes, el cual unió al otro para formar su bastón de aikido que cargó de electricidad en las puntas.

Los dos Profetas que habían quedado detrás intentaron disparar contra el héroe, pero este rápidamente golpeó al primero en la rodilla con el bastón, y luego impactó el arma del segundo, arrebatándola de sus manos. Uno de los que habían intentado emboscarlo hacía unos segundos llegó por detrás, pero Vincent reaccionó con velocidad, impactando con la punta del bastón justo debajo de su mentón, dejándolo así fuera de combate.

Un puñetazo alcanzó el rostro del héroe, produciéndole un profundo corte en la mejilla, pero logró quitarse al Profeta de encima con un poco de esfuerzo, sin embargo, cuando se preparaba para contratacar, el enemigo que utilizaba cadenas lo golpeó con ella por la espalda, produciéndole un intenso dolor. Vincent se giró rápidamente y colocó su brazo justo a tiempo para interceptar un segundo golpe de cadena, logrando así que esta se envuelva a su alrededor. Con un tirón, el héroe atrajo al Profeta, que luchaba por arrojarlo al suelo, y cuando lo tuvo a una distancia optima, le dio un rodillazo en el brazo con la suficiente fuerza para quebrárselo, dejándolo tirado en el suelo, agonizando de dolor.

Ese momento fue suficiente distracción para que un Profeta aprovechara la oportunidad y hundiera un afiliado cuchillo en el hombro de Vincent, atravesando justamente el punto de unión entre las placas de protección del traje. Vigilante emitió un grito de dolor, pero de inmediato se giró y golpeó a su enemigo en el rostro con su bastón, haciéndolo trastabillar. Viendo que la oportunidad era justa, el héroe saltó y cayó con todo su peso sobre la rodilla de su enemigo, quebrando su pierna en dos partes.

Los tres Profetas restantes se miraron, antes de clavar su mirada en Vigilante, quien jadeando soltó su bastón y quitó el cuchillo que aún tenía clavado en el hombro, produciendo algunos quejidos de dolor. Estaba agotado, golpeado, pero sus enemigos también, no podía rendirse aún.

—¿Eso... eso es todo? —preguntó Vincent, con un poco de sangre cayendo de sus labios, al tiempo que se ponía en posición de combate.

Al oír estas palabras, los tres Profetas se lanzaron al ataque, pero Vigilante no se movió hasta tenerlos a la distancia apropiada para contraatacar.

Un golpe pasó justo delante de su rostro, y hubiera impactado si él no se hubiera movido de su camino a tiempo, dándole el espacio justo para contrarrestar con un rodillazo que impactó directamente en las costillas de su oponente. Sin embargo, una patada baja desestabilizó a Vigilante, dejándolo arrodillado y en una pésima posición para defenderse.

Intentó girar y quitarse del camino, pero dos de los Profetas lo intentaban golpear sin cesar, forzándolo a plantarse y defenderse de los continuos ataques.

Tres puñetazos entraron limpiamente en su rostro, incrementando el dolor de las heridas pasadas, pero aun así Vincent logró interceptar una de las manos y aprovechó la oportunidad para golpear la garganta de uno de sus oponentes, ganando el tiempo necesario para extender su mano hacia su cinturón y tomar dos pequeñas granadas de flash que arrojó contra los Profetas. A pesar de sus mejores esfuerzos, ambos explosivos detonaron justo frente a sus rostros, cegándolos de inmediato.

Haciendo un gran esfuerzo, Vigilante se levantó y asestó un puñetazo en el rostro a uno de ellos, y una patada en el estómago al segundo. Los dos cayeron al suelo derrotados, y el héroe, respirando superficialmente y con dolor en todo el cuerpo, miró alrededor para comprobar su obra, sin embargo, al dar la vuelta se encontró con un profeta que le apuntaba directamente con una pistola.

—Adiós, Vincent —dijo Kurt, y apretó el gatillo.

Lo último que el detective oyó fue el estallido del arma.

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