Epilogo: Schicksal

Epilogo: Destino

Existe una leyenda que dice que todos estamos atados a alguien mediante un hilo rojo. Llegamos al mundo destinados a una persona en especial ¿Pero realmente existe o solo son cuentos? ¿Y si esa persona realmente no es la indicada? El destino puede jugar de diferentes formas que no siempre tienen un final feliz.

—Hey Tobio-chan ¿Vas a venir o no?

Ante los gritos insistentes un joven pelinegro volteo su mirada y corrió para alcanzar a su amigo que le preguntaba la razón de mirar con tanto esmero un árbol de sakura. Pero incluso él no entendía porque lo miraba tanto ¿A caso tendría que ver con su vida pasada?

Kageyama Tobio, un joven universitario de 20 años que tenía recuerdos difusos de una vida pasada. Recordaba tener una vida feliz junto a otro joven, que había estado en el ejército, que estuvo en combate, recordaba muchas cosas menos lo esencial: el rostro de su amado.

Él ya se había resignado a negar que era homosexual en esta vida y la pasada, no le importaba cuantas chicas o chicos intentaran llamar su atención, siempre llegaba a su mente que tenía alguien especial, alguien que realmente lo haría sentir aquello que llamaban amor. Además de que todos se fijaban en el solo por su fama, por querer subir de estatus social o simplemente alardear sobre la relación con el mejor armador de la prefectura.

Odio, eso es lo que sentía por aquellas personas que fingían amistad y le dedicaban sonrisas falsas.

Aunque hubiesen muchas personas así a su alrededor, no negaba que tenía amigos verdaderos. Entre ellos el joven que se encontraba ahora a su lado, aunque tenían una relación algo peculiar, desde la escuela media habían hecho un clic y ahora eran buenos amigos.

— ¿Sabes que creo yo Tobio-chan?— por fin el pelinegro lo miraba con atención y eso casi le hizo llorar de alegría.

— ¿Qué los marcianos me abdujeron y pusieron recuerdos en mi mente haciéndome un experimento para su diversión?

— ¡Exacto! Aunque eso no era lo que quería decirte— menciono el contrario haciendo ademanes con sus manos causando que Kageyama riera un poco.

Oikawa Tooru tenía una ligera obsesión con los seres de otros mundos, cuando se habían graduado de la preparatoria le conto acerca de los recuerdos de su otra vida esperando que lo pudiera ayudar un poco, pero nunca imagino que él lo relacionaría con alienígenas y cosas sobrenaturales complicando más las cosas. Para el eran simples recuerdos y ya.

—Lo que quería decirte es que deberías superarlo, ese chico quizá ni existe. Debías divertirte un poco. — Oikawa siempre se preocupaba por su Kouhai, aunque nunca lo admitirá en voz alta, lo apático del muchacho le causaba insomnio algunas veces ¡Si se quedaba soltero toda la vida sentiría que era culpa suya! Y Oikawa Tooru no dejaría que ningún amigo suyo muriera virgen, y solo tampoco.

—No iré a esas reuniones si es lo que insinúas, pronto habrá un torneo —respondió el pelinegro y se dio la vuelta dispuesto a marcharse para evitar los lloriqueos de su amigo.

Pero antes que pudiera emprender su escape Oikawa lo tomo el brazo, lo puso en su espalda y con una sorprendente agilidad obligo al pelinegro a doblegar sus rodillas. Él no había tomada clases de defensa personal por nada.

— ¡Suéltame Kusokawa, o cuando lleguemos al departamento me quedare allí para que no puedas hacer nada con Iwaizumi-san!

—Iwa-chan y yo podemos tener muchas más noches apasionadas, pero si no hago esto ¡tú nunca podrás tener siquiera una! — Las palabras de Tobio habían golpeado su punto débil, pero para situaciones extremas se debían tomar medidas extremas.

— ¿Cuál es el punto de esto? Sabes que no me interesa esas personas vanales— dijo el pelinegro mientras forcejeaba con mucha fuerza, debía admitir que Oikawa tenía una buena resistencia.

Tooru estaba a punto de comenzar su repertorio acerca de lo solitario, amargado y virgen que era el muchacho, cuando el comentario de alguien más le quito las palabras.

— ¿Qué no ibas a conseguirle pareja? No creí que tú mismo lo violarías— Dijo entre risas un pelinegro mientras sonreía burlonamente.

— ¿Oya? No creí que tus clases de defensa personal eran para esto Tooru-chan— continuo hablando un peliplateado que acompañaba al pelinegro.

—Sí que bueno que están aquí ¿Me ayudan a conseguir una habitación en el motel más cercano?— hablo de manera sarcástica mientras le brotaba una vena en la frente por tener que lidiar ahora con un par de idiotas.

—Oh vamos Tontawa solo queremos saber porque tienes al pobre Tobio así, en sus ojos parece que dice: ¡Auxilio, quiere robar mi florecita!

Los comentarios burlescos de Kuroo Tetsuro no ayudaban en nada a la labor del Oikawa, y al distraerlo un poco provoco que Tobio lograra liberarse al fin. El chico rápidamente se levantó y limpio su ropa, luego miro a Oikawa con ojos de reproche y exigiendo que le explicara la situación a los otros jóvenes.

—Yo solo quiero ayudarlo con el pequeño, gran, problema que tiene— explico al fin el pelicafé mientras desviaba su mirada.

— ¿Cuál de todos? ¿Su horrible personalidad, apariencia y caligrafía? O es sobre su virginidad, porque si es lo último soy todo lo que necesitas— respondió dándole un guiño a Kageyama que le hizo desear que la tierra lo tragase ¿Por qué no podían dejarlo en paz?

— ¡No necesito su ayuda en nada! Solo déjenme ir.

—Tobio-chan, incluso el búho estúpido consiguió a alguien ¡Tú también puedes hacerlo!

— ¡Akaashi es mío! Y si To-chan quiere estar solo, es mejor dejarlo así. Algún día conseguirá a alguien— El comentario de Bokuto dejo sorprendido a todos ¿Desde cuándo podía dar consejos?

— ¡Sujétalo y tápale la boca Kuroo! Parece que está del otro bando — Ordeno Oikawa mientras Kuroo de manera magistral hizo lo ordenado y retuvo a su amigo para que no siguiera hablado.

—Lo siento Bro, me duele más a mí que a ti— Bokuto no entendía nada, pero era mejor dejar que Kuroo y Oikawa hicieran lo que quisieran.

Kageyama estaba cada vez más furioso, emitía un aura negra a su alrededor. El no podía dejar de pensar en la persona de sus recuerdos, había intentado fijarse en alguien, pero siempre venía a su mente unos hermosos cabellos naranja ¡Había dejado la leche por el juego de naranja solo por eso! Pero nunca había conocido a nadie con el cabello naranja hasta ahora, y si el no podía sentirse atraído por nadie más, pues seguiría esperando todo su vida a esa persona especial.

—Sé qué esperas a esa persona, pero si no sales a ningún lado ¿Cómo piensas encontrarlo? — Las palabras de Oikawa lo hicieron reflexionar un poco. Hasta ahora se había dedicado solo al Volley y los estudios, el solo aguardaba a que esa persona apareciera, quizá si necesitaba poner un poco más de su parte.

—Tobio, no es que siempre este de acuerdo con la basura pelicafé. Pero, vas terminar muriendo de estrés si no sales un poco más.

—To-chan, prometemos no obligarte a nada si vas — menciono el peliplateado que se soltó del agarre de Kuroo por unos segundos.

Kageyama suspiro por lo bajo y medito un poco sobre la situación, si no aceptaba seguro lo seguirían fastidiando hasta que lo hiciera. Lo mejor era evitarse el dolor de cabeza que serían Oikawa y Kuroo cuando se aliaban para conseguir algo.

—Está bien, pero que vayan todos y ni si le ocurra dejarme solo —termino por aceptar y enseguida vio como los dos jóvenes celebraban su victoria.

Ojala no sea otra jugada del destino, pensó el joven mientras se encaminaban a los departamentos donde todos los jugadores del equipo de Volley de la universidad vivían.

........

¡Maldita sea la hora en que acepte! ¡Maldito Oikawa y su club de fans! ¡Maldito Kuroo y su risa de hiena! ¡Maldito Ushijima que no captaba sus indirectas! ¿Por qué creyó en ese par de idiotas? ¿Qué solo serían ellos y un par de amigos más? "Tranquilo Tobio, prometemos que si te sientes incomodo nos iremos todos" ¡Y una mierda! Le habían mentido en todo y seguro se vengaría.

Se encontraba rodeado de un par de mujeres voluptuosas que insistían en servirle alguna bebida alcohólica, y aunque ya se había negado muchas veces ella seguían insistiendo ¡ Incluso ya les había dicho que era gay! Estaba a un paso de comenzar un incendio y salir huyendo del lugar.

Toda la culpa de la situación la tenía Oikawa Tooru, desde el día que el pelinegro acepto no se molestó en escuchar el pedido del joven sobre que fuera discreto y solo invitara a un par de personas nada más, sino que al contrario lo fue anunciando con cada persona que se encontraba. ¡Había invitado a casi todos los universitarios de la ciudad!

Debido a que el armador más famoso de la prefectura había decidido asistir a una fiesta, mucha gente se había interesado; nadie quería perder la oportunidad de salir con un hombre sumamente codiciado. Y esa era la situación que más le irritaba a Kageyama, estaba de nuevo con solamente gente hipócrita que solo lo veía como un billete de lotería.

Mientras que él se encontraba al borde de una crisis psicótica, sus amigos estaban centrados en su respectiva pareja. Creyó que al decir que vayan todos al menos uno notaria su incomodidad y lograría escapar rápido de la situación, pero ¡Que estúpido había sido! Cada uno se había encerrado en su burbuja por completo que olvidaron al solitario muchacho.

Tobio respiro profundo y por enésima vez intento llamar la atención de quien creía era el más racional del grupo, además de sobrio: Ushijima Wakatoshi. El muchacho de cabello marrón y mirada seria se encontraba conversando cómodamente con su pareja mientras ambos discutían sobre sus gustos, se notaba que Ushijima estaba demasiado contento como para prestar atención a algo que no fuera al muchacho de cabello cobrizo, pero Kageyama necesitaba ayuda de urgencia.

Shirabu se sentía culpable de ver al pobre muchacho siendo asfixiado por las insinuaciones de las chicas que lo rodeaban, pero Oikawa había dicho que no lo ayudaran hasta que Kageyama entablara una conversación con alguien al menos. Debido a que todos tenían pareja, y que Oikawa había invitado a demasiadas chicas, Tobio termino siendo el centro de atención pero aun así no quiso hablar con absolutamente nadie.

—Kenjiro ¿Qué sucede? ¿Por qué miras a otro hombre? — hablo su novio sacándolo de su meditación.

—No es eso Wakatoshi ¿No deberíamos ayudar a Kageyama? — respondió tomando una de sus manos en busca de apoyo.

—Oikawa dijo que no interviniéramos

—Pero míralo ¡Esta apunto de matar a esas dos chicas! — dijo mientras señalaba a Tobio quien agradecía a todos los dioses porque al fin le ponían atención.

—Podremos sacarlo de la cárcel, pero no es mejor no desafiar a Oikawa. — dejo de mirar a Kageyama mientras volvía su vista a Shirabu con su habitual indiferencia.

— ¿Realmente temes que vuelva a romper todos tus balones?— inquirió mientras señalaba al contrario.

—No deseo pasar por lo mismo, nada más. — dejo de mirarlo para poder abrazarlo y apegarlo más a él. Shirabu sabía que no podía hacer nada, lo sentía por Tobio pero Ushijima no lo abrazaba en un lugar público siempre.

Kageyama al ver la acción del mayor no tuvo otra opción más que resignarse, no lo ayudarían. Comenzó a ver las demás pareja para encontrar a alguien más que lo ayudara pero solo pudo observar como en su mayoría estaban en igual o peor situación que Ushijima y Shirabu.

Oikawa ya había comenzado a besar de manera desenfrenada a Iwaizumi, Bokuto estaba en el regazo de Akaashi recibiendo caricias como un niño pequeño, Kuroo había hecho que Kenma bebiera demás y el pobre muchacho estaba hablando incoherencias mientras el otro se reía y lo grababa, ni hablar de Nishinoya y Asahi quienes se habían desaparecido hace una hora al igual que Suga y Daichi. Realmente se habían olvidado de él.

Su paciencia ya estaba a un segundo de explotar y estaba a punto de comenzar a insultar a todos cuando su celular comenzó a sonar y sintió que quizá Dios si existía.

—Lo siento, debo salir a contestar — dijo mientras apartaba a las chicas que comenzaban a protestar porque sabían que una vez el muchacho saliera del lugar no volverían a verlo nunca más.

Pero a Tobio le importo sus reclamos y salió casi corriendo del lugar para al fin contestar la llamada.

—Diga ¿Quién habla? — contesto sin siquiera ver quien había sido su salvador, pero se lo agradecería cuando lo viera.

—Tobio, soy tu madre ¿Cómo es que no tienes registrado mi numero? — respondió molesta la mujer quien no sabía que su hijo ahora no se volvería a quejar de sus llamadas semanales.

—No es eso, estaba en una fiesta y no vi de quien era el numero — hablaba mientras caminaba de regreso a su departamento por las concurridas calles de Tokyo.

— ¿Una fiesta? ¿Tooru-chan al fin logro que salgas de tu hikikomori? —menciono mientras soltaba una risa leve.

—Parece que tendré que cortar, creo que se equivocó de hijo.

— ¡No, solo bromeaba! Mejor cuetéame como te va ¿Si llevaste condones?

Estaba a punto de comenzar a reprocharle la indiscreción a su madre cuando lo vio. Sintió sus sentidos nublarse, la presión sanguínea elevarse y su corazón a punto de salirse del pecho ¿Era eso una cabellera naranja?

Ni siquiera se molestó en decirle algo a su madre y solo corto la llamada para salir corriendo y alcanzar aquellos cabellos naranja. Al fin, después de 20 años preguntándose si solo estaba alucinando, creyendo en los comentarios absurdos de Oikawa, sintiéndose vacío pese a sus logros, ahí estaba: Un muchacho algo bajo, de esbelta figura, y unos hermosos rizos naranja.

Lo tomo del brazo sin siquiera pensarlo, quería ver su rostro, quería saber si esa era la persona que estuvo buscando por años, si tendría una sonrisa que iluminara su mundo. Y ahí estaba, unos hermosos ojos café, una nariz pequeña, unos labios rosados y carnosos.

Era perfecto.

En el momento que ambos pares de ojos se encontraron, algo en el interior de ambos hizo clic, y un mar de emociones y recuerdos inundo a ambos.

Un joven pelinegro se encontraba llorando mientras observaba a otro joven aplastado por los escombros de una pared, la mitad de su cuerpo estaba atrapado y moriría pronto.

—Te amo, Shoyo. Tu sonrisa fue lo que me hacía falta y lo único que necesite. N-nunca dejare de amarte, lo juro.

-N-nos volveremos a ver...Te a-amo

Y el joven de cabello naranja murió, dejando devastado al contario. Sus vidas se habían separado.

—T-te conozco — dijeron ambos al unísono sintiendo como su mundo se había roto en un segundo y ahora se estaba armando de nuevo.

—No sabía que tenías acosador, enano — hablo un rubio alto que destruyo la atmosfera que se estaba formando entre ambos.

—Shoyo ¿Conoces a Kageyama Tobio? ¿Desde cuándo? — hablo ahora un pecoso que se encontraba al lado del rubio y estaba preocupado por la seguridad de su amigo.

Kageyama ignoro a ambas personas y lo que estaban hablando, al fin había recuperado todas sus memorias y sabía que la persona que estaba enfrente de él era el indicado, era su sol. Pero ¿El también lo recordaba? Había dicho "te conozco" también ¿significa que también lo recuerda? O ¿lo conocía porque también jugaba Volley? Si era así se vería como un total idiota. No, no podía dejar que pensaran eso de él.

—Disculpa, ¿te llamas Hinata? — ¡Que estúpido! Había dicho lo primero que tuvo en mente y ahora sí que parecía un acosador, los otros dos jóvenes lo habían llamado Shoyo, no Hinata.

Mientras Kageyama se encontraba maldiciéndose, el joven pelinaranja se encontraba totalmente desconcertado ¿Qué era eso que había visto? ¿Recuerdos? ¿Por qué el armador que más admiraba se encontraba enfrente suyo tomándolo de la mano y diciendo que lo conocía? ¡Estaba a punto de desmayarse! Incluso conocía su nombre ¿No era un acosador o sí?

—Sí, me llamo Hinata Shoyo — respondió al fin y volvió su mirada a aquellos ojos azul grisáceo, recordaba esos ojos por alguna razón. Parecía como si estuviera esperando volver a verlos desde siempre.

—Yo soy Kageyama Tobio, un gusto — No podía apartar su vista de aquella mirada chocolate, sentía que su existencia estaba completa con solo verlo.

— ¿Nos hemos visto antes? Siento que nos conocemos... — Hinata estaba sintiendo como la zona que tenía agarrada el pelinegro se hacía cada vez más caliente, y por algún razón quería más de ese calor, quería más de Kageyama.

—Nos conocemos, pero es difícil de explicar ¿Tu...tienes recuerdos extraños? — soltó al fin la pregunta que quería hacerle, no quería que pensara que estaba loco, quería abrazarlo porque sentía que si lo soltaba lo perdería de nuevo, pero debía saber si lo recordaba también.

—No lo sé, es todo tan extraño...

—Si imagínense como nos sentimos nosotros ¿Y si dejan el coqueteo y se van a un hotel ya? — hablo con fastidio el rubio.

—Tsukki ¿Acaso no te das cuenta de la situación?

—Cállate Yamaguchi, me da asco como se hablan ¿No ves lo urgidos que andan en medio de la calle? Vámonos

—Pero no podemos dejar así a Shoyo...

Sin más que poder refutar el pecoso fue arrastrado por el Tsukishima de regreso a su hogar, no es como si Kageyama fuera a violar a su amigo ese día, parecían querer hablar de más cosas pero su presencia no ayudaría así que mejor era marcharse de una vez y dejar a los "enamorados".

La escena que montaron la pareja distrajo un poco a Tobio de la situación que se encontraba y se dio cuenta que no era el mejor lugar para hablar. Cogió de la mano a Hinata y lo condujo a una cafetería cercada para hablar de manera más tranquila.

Desde la distancia, Oikawa los miraba con un pañuelo en su mano mientras Iwaizumi lo abrazaba fastidiado por lo dramático que podía llegar a ser el chico.

—Por fin nuestro pequeño dejara de ser virgen ¡Hay que celebrar Iwa-chan!— comenzó a gritar en medio de la calle provocando que Iwaizumi le pegara en la cabeza para que dejara de hacer el ridículo.

—Cállate, deja que se divierta y vámonos de una vez.

Ambos entraron de nuevo al bar para informar al resto que por fin Tobio había encontrado a su amado y celebrar más. Aunque la mayoría ya había olvidado la verdadera razón por la cual estaban allí, al menos tendría otra excusa para tomar más.

Mientras ellos celebraban, Hinata y Kageyama se encontraban sentados uno frente al otro en una cafetería. El silencio era incomodo, luego de darse cuenta de lo que habían hecho en medio de la calle, se sintieron avergonzados de sus acciones ¿Por qué tenían esos sentimientos si era la primera vez que se veían? Al menos en esta vida.

—Disculpa mis acciones anteriores, solo que...Estuve mucho tiempo esperando poder conocerte— hablo rompiendo el silencio Tobio, debía hablar de manera apropiada con el muchacho.

— ¿Me podrías explicar cómo nos conocemos? — dijo de manera tímida Shoyo mientras escondía parte de su rostro detrás del café que estaba bebiendo mientras sus mejillas se sonrojaban.

Es malditamente perfecto, pensó Kageyama. Ahora entendía porque Iwaizumi y Oikawa siempre estaban pegados y no perdían oportunidad de intimar, si el pudiera se llevaría en ese momento al chico a su departamento, pero primero debían hablar. Luego se encargaría de llevarlo.

Tomo un largo respiro y le explico al muchacho sobre como desde niño tenía memoria de una vida que pensó no era suya, y que luego supo que era su pasado. De cómo había estado buscando a esa persona de sus recuerdos y que al verse hoy ambos, sabía que era Hinata la persona de sus memorias, de quien había estado enamorado toda su vida.

Hinata no podía creer lo que le estaban diciendo ¿Vidas pasadas? ¿Enamorados? Él había leído de casos así, pero no creyó que realmente sucedieran. Pero no podía dudar de las palabras del muchacho, el también había visto por unos segundo un mar de recuerdos alegres y triste junto al armador, pero se sintió tan irreal que se le hacía difícil creerlo.

—Sé que es difícil creerme, pero no te obligare a nada — dijo Tobio mientras le dedicaba una sonrisa sincera a Shoyo, una sonrisa que muy pocas veces hacia pero que ahora realmente le nacía hacerla.

— ¿Pero no estuviste buscándome por años? — Hinata no quería lastimar al chico, el también sentía un gran apego, pero ciertamente se sentía extraño con todo esas nuevas emociones.

Tobio lo volvió a mirar a los ojos, encontrarse con aquellos ojos café le hacían sentir paz. Sentía que había cumplido una promesa jamás dicha, y que debía dar su vida por quedarse junto él. Levanto sus manos y tomo entre ellas el rostro del peli naranja.

—Hinata, te tengo ahora junto a mí y siento que lo tengo todo, si desapareces ahora mi vida ya no tendría sentido.

—Entonces ¿Porque desea que me vaya de tu lado?

Kageyama rio por lo bajo y le dio un beso en la frente haciendo que el muchacho se sonrojara por el gesto ¿Era acaso una despedida?

—Nunca te dejare ir, no ahora que te encontré.

—Entonces ¿A qué se refería?

—Podemos conocernos poco a poco, hare que te enamores con cada acción mía. — dijo mientas le guiñaba un ojo y tomaba sus manos para depositar un beso allí también.

De algo debía servir estar tanto tiempo junto a un romántico de primera como Oikawa.

—Yo no sé qué decir...

—Solo déjame esto a mí, tú sigue siendo tú.

— ¿No te da miedo que no sea como en tus recuerdos?— Tenía miedo de arruinar las expectativas del armador, él no era tan perfecto como el chico.

—Hinata, no, Shoyo mírame por favor — Tomo el mentón del chico e hizo que sus ojos se volvieran a encontrar.

—Me tomo muchos años encontrarte, y aunque perdiera mis memorias, si te vuelvo a encontrar me enamoraría una segunda vez de ti. Me enamoraría cuantas veces sean necesarias, porque para mí tú eres perfecto así como estas.

Las palabras del pelinegro hicieron que Shoyo se sonrojara aún mas ¿Ese era realmente Kageyama Tobio? ¿El frio armador de la universidad de Tokyo que se mostraba apático incluso con sus compañeros? Nunca lo hubiese creído si se lo contara otra persona, pero lo sabía, el realmente lo amaba no solo por los recuerdos de su otra vida, sino por cómo era él.

No se conocían casi nada, pero con una sola mirada podían decir muchas cosas sobre el otro. Como si sus vidas hubiesen estado enlazadas desde sus nacimientos.

— ¿No te arrepentirás después?

—Créeme Shoyo, tu eres mucho paraíso para un infierno como yo. Eres todo lo que siempre busque.

—Pero algún día tendremos que separarnos.

—Te buscare en cuantas vidas tenga.

— ¿Por toda la eternidad?

—Por toda la eternidad, tú eres mi destino.

No le quedaron más dudas a Hinata, su lugar era estar junto al armador, ser su luz y guía. Ser su sol como lo había llamado, y para él Kageyama sería su cielo y fortaleza, caminarían por el resto de su vida juntos, en esta y en todas las que seguían.

Cuando llego ese día a dormir a su apartamento, Kagayama se sintió realizado. No había besado a Hinata aun, pero con solo mirar sus ojos sintió su alama desnuda y completa. Ya no le molestaba las horas que había pasado siendo hostigado por aquellas mujeres del bar, que Oikawa y todos sus compañeros lo hayan olvidado. Ese día había sido perfecto.

No podía pedir otro privilegio más que compartir el resto de su vida junto a Hinata.

Siempre vivió esperando conocerlo, su vida se veía borrosa y nublada hasta ese día, ahora podía ver todo resplandeciente y lleno de colores.

Cuando vio por primera vez la sonrisa de Hinata sintió su mundo de cabeza, como si aquello pudiese salvarlo de todo. Que con su mera presencia no necesitaría siquiera el oxígeno.

Cuando se besaron por primera vez juro sentir el cielo, y cuando su cuerpo y alma se fundieron entendió que ahora estaba completo.

Siempre se preguntó porque tenía los recuerdos de su vida pasada. Pero ahora lo entendía, cada imagen, cada palabra y cada momento que estuvo esperando no fue una simple coincidencia, todo era necesario. Su destino era estar con Shoyo, y negociaría cada vida que le quedara por compartir otra vida junto a él.

Tal vez la vida no quiso que estuviesen juntos en algún momento, pero el destino siempre los volvería a juntar. 

¿FIN?




















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