Kraxus
Algo inevitable y de una manera tan obsesiva, se apoderó de mis acciones.
En los desiertos, donde valientes plantan sus pies, el paisaje inocente resalta en ardientes rayos del sol.
Los sentimientos son egoísta, como para cegar a cualquiera, entre arena y polvo.
En la frontera, muchos cantan intentando no escuchar, peleas de perros y gatos.
En dirección directa, camina hacia becerros de la muerte consentida.
En un momento se enreda en si mismo y allí siendo prisionero, siente odio en lo más profundo.
Muchos vivos escriben, para recordarse cada día que siguen vivos.
En miseria con olores audibles de ratas, los hombres chiflados se miran y eligen sus órdenes.
Siempre tenemos que enterrar a quienes no soportan, los golpes y arañazos de toda una vida.
Las fosas están llenos de muertos y estúpidos, que en vida pagaron lo que merecían.
Marchamos en calles transitadas de bestias, que escupen nuestras caras con desprecio.
Tenemos sistemas políticos acordes, para llenar de sufrimiento nuestras manos.
El último suspiro de nuestra vida será lento, al estar aquí encerrado.
Me gustaría irme, pero con las botas puestas y la mente en blanco.
Yo me levantaré en manos del todo poderoso, sabiendo que estaré fuera de este desolador lugar.
El día estaba llorando de miedo, del solo pensar en perderme.
La sombra blanca se asoma en la distancia, separada de mi manera de escapar.
La luna se iluminará en la oscuridad sabiendo que aprendí mucho y poco, en mucho más tiempo.
Antes de estár matando las horas, aprendí lo fácil que era quitar vidas.
El metal y el plomo, fueron los únicos amigos que puede llegar a conocer.
Su primera y última visita, fue la mejor de mis experiencias al final.
Siempre una gran diferencia entre matar y asesinar, me persiguió sin cansancio.
Supongo que ambas cosas para eso funcionan, todos hacemos lo necesario en la vida.
Sobrevivir a veces no es agradable, pero al final, todos recibimos por nuestros actos.
La gangrena estaba en mi pierna, pero no en mis ojos de ver tantos suspiros.
Los hombres grandes siempre hacen mucho ruido al caer, y casi nunca logran levantarse.
La sobriedad, se hacía lúcida al explotar el puente, entre ambos.
El hábito hace al monje, pero yo elegí ser alguien, muy afligido.
Caminé siguiendo la paciencia y el humor, pero no pude redimirme entre problemas.
Tantos vicios ocultos, me hicieron ver luz, cuando solo era oscuridad.
Fui un ingrato, al no alimentar el fuego de mi alma en vida.
La victoria sale sobrando, en esta última ocasión de recuerdos odiados y sueños fracasados.
Fin
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