De noviazgos y secretos
Vacaciones de verano, al fin. Debía disfrutar de estos momentos de libertad antes de sumirse en el último año de la universidad y, con ello, esa instancia que todo universitario ansía y la vez teme: la tesis. Aun no sabía sobre temas, ni menos sobre alguno de sus docentes con los que le gustaría trabajar en ello, pero lo pensaría cuando retomaran las clases. Para eso faltaban aun un par de meses.
–Vale, nos vemos más tarde. ¿A las siete?
–A las siete está bien. Nos vemos.
Jean guardó el móvil en el bolsillo trasero del pantalón y se acomodó el tirante del bolso dispuesto a salir del campus. Pasó antes al quiosco que se encontraba a la salida para comprar un refresco, para encontrarse allí sorpresivamente con su viejo amigo Connie, quien recibía el cambio de una gaseosa en lata.
–Excelente, viejito –lo saludó Connie con entusiasmo y palmoteó la espalda de su amigo –¿Último día también?
–Afortunadamente, sí –dijo Jean soltando una espiración de alivio –Solo esperar los resultados de los exámenes finales. Pero me tengo fe. Sé que pasé todos los ramos. No necesitaba nota para aprobar.
–Siempre tan buen alumno –lo bromeó Connie.
Jean pidió su refresco y entregó el dinero mientras su amigo le comentaba lo muy siniestro que había sido este semestre para él y cómo rogaba a Hashem que lo amparara y permitiera que pasara aquella asignatura que lo había atrasado el año anterior y daba por segunda vez. Cosas que ocurren en la universidad, ¿verdad?
–Supongo que ahora que estaremos de vacaciones vamos a retomar los partidos de fútbol –comentó Connie cuando Jean tuvo su refresco y ambos se sentaron en una de las mesas que estaban junto al quiosco –Mi cuerpo resiente la falta de ejercicio. Estoy todo fofo. Esto de estar todo el día sentado tras un computador no es bueno para la salud.
–Concuerdo –respondió destapando la botella, dejó la tapa sobre la mesa –Mandemos un mensaje al grupo, a ver si se animan para el domingo. En una de esas enganchan –hizo una pausa –Ah, me acabo de acordar, no puedo el domingo. Quedé con Mikasa de ir al cine en la tarde. Están dando una película de esas que le gustan a ella –Connie se sonrió malicioso –Me tendré que sacrificar.
–Y comprarle la gaseosa y las palomitas –bromeó Connie –Podemos hacer el partido más temprano, cosa que no arruine tu cita –movió sus cejas en actitud picarona, Jean chasqueó la lengua y bebió de su refresco –¡Ay, Jean! Ya casi es legal –insistió con tranquilidad –¿No está de cumpleaños dentro de medio año?
–Sí, lo está. Pero no entiendo a lo que vas –respondió desviando la mirada hacia un costado viendo a la gente pasar.
–Que se acerca el momento que has esperado durante tres largos años –dijo Connie con voz dramática –Porque no engañas a nadie. Ni a tus padres, ni a los padres de Mikasa, ni a todo quien te conoce –Jean lo miró frunciendo el ceño –Creo que la única que no se ha dado cuenta es ella. Pobrecilla, tan inocente e ingenua. Creo –bebió de su lata –que deberías empezar a mutar la relación amistosa de a poco. Así vas tanteando el terreno. Digo, como para que se vaya haciendo a la idea de tus reales intenciones.
–¿Y cuáles serían mis intenciones, según tú?
–Primero ser novios, luego casarse, tener un millón de críos como encomendó Hashem. Creced y multiplicaos, dijo. No soy nadie para ir en contra los designios del creador –dijo Connie animado –No me pongas esa cara agria. Has sido un tipo súper correcto. Cualquiera se hubiese aprovechado sin importarle que sea menor de edad. Sobre todo porque nadie, pero nadie se hubiese opuesto a ello. ¿Tú crees que a los padres de Mikasa les importaría? Quizás en un principio sí, pero luego ya no. Hace bastante que actúan como un matrimonio de viejos.
–Estás hablando incoherencias...
–No y déjame demostrártelo de una manera muy sencilla. Mañana es shabat, ¿lo pasas en casa? Mis padres estarían felices de verte.
Jean se quedó pensando un segundo sin entender muy bien a lo que iba Connie.
–No puedo, voy a pasarlo con los Ackerman. De hecho vamos con mis padres –se disculpó –Quizás si coordinamos para la próxima semana...
Connie se sonrió malicioso.
–Pásame tu móvil –le extendió la mano, Jean se movió un poco para sacar el móvil de su pantalón y se lo entregó. Connie activó la pantalla y se la enseñó a Jean –¿Y esta foto?
El muchacho se quedó viendo la pantalla. Era una foto de Mikasa y él en la boda de su prima, se veían muy bien. Ella llevaba un vestido azul y lucía un delicado recogido. Los aretes se los había regalado él para su cumpleaños.
–¿Qué hay con la foto? –preguntó extrañado.
–Desbloquéalo –Connie le entregó el aparato y Jean ingresó la clave de seguridad numérica –¿Cuál es la clave?
–Quince cero dos –respondió Jean y Connie enarcó una ceja retirando nuevamente el móvil –Sí, es el cumpleaños de Mikasa, pero es que olvido todas las claves. De hecho, tiene todas mis claves en caso de emergencia. La última vez tenía que hacer una transferencia y me salvó. Y cuando olvidé la clave de mi correo de la universidad cuando tenía que enviar un trabajo atrasado...
Connie hurgó en el teléfono, para luego enseñárselo.
–Adoro cómo se aman –suspiró Connie ensoñado –Todas tus llamadas recientes tanto de entrada como salida son de Mikasa. O, debería decir de "Mikasa linda preciosa", que asumo que ella editó su nombre porque tiene un emoticón de unicornio. Veamos tu whatsapp... –continuó y Jean volvió a beber de su botella, apoyó un codo en la mesa y descansó en su mano la cabeza en actitud desganada –Marco... –iba leyendo las últimas conversaciones –Los periolocos –los compañeros de Jean –Mikasa linda preciosa –suspiró –Adóptenme.
Jean le quitó el móvil.
–No, justo cuando iba a ver las fotos –dijo Connie con desilusión –En serio, viejo, esto no es saludable. Tienes que hacer algo al respecto, pero ya. Tienes que ir sentando las bases para salir de la friendzone y rápido. Una vez que Mikasa salga del colegio habrá muchos tipos rondando que van a tomarte ventaja solo por ser novedad. No vaya a ser que luego te pase como cuando Mikasa se puso de novia con David Stern –lo dejó caer –Parecías un espectro.
–Claro que no, estaba contento por ella. Si estaba algo sensible era porque Rivka había cortado conmigo unos días antes.
Connie le sonrió amistoso.
–¿Me recuerdas porqué Rivka cortó contigo?
Jean volvió a beber de su refresco y dejó la botella sobre la mesa.
–Porque estaba celosa de Mikasa –respondió y se pasó una mano por el cabello –Rivka siempre tuvo problemas con sus celos, en realidad la relación estaba mal desde antes. Su obsesión por ver cosas donde no las había solo fue la gota que rebalsó el vaso. Además eso pasó hace bastante.
–Oh, sí, cuando Mikasa cumplió quince años. Porque te recuerdo que sus celos fueron porque no la acompañaste a celebrar que había aprobado esa asignatura que había reprobado ya dos veces antes. Porque fuiste al cumpleaños de Mikasa.
–Pero si ya había quedado en ello, eran pocos invitados, ya sabes que Mikasa tenía problemas con sus compañeros. De hecho estábamos con Sasha, mi encantador primo Eren y Armin. No podía fallarle.
–No podías fallarle a Mikasa, pero sí a Rivka –dijo Connie divertido.
–Y no me hagas acordarme de eso, porque luego se volvió loca y me dijo cosas muy hirientes. Tuve que practicar los diez pasos del control de la ira para no explotar. Me llamó pedófilo –susurró –¿De dónde saca tanta mierda? Esa es una acusación muy seria. Gracias a Hashem que mi padre pudo resolverlo con los padres de Rivka cuando ella les fue con el cuento. Fue un momento muy tenso.
Connie suspiró.
–Me lo imagino –bebió de su lata –Pero las cosas han cambiado Jean, ya no es raro que te guste Mikasa. No es una nenita con coletas, ahora ya está grandecita. Solo falta medio año, viejito mío, y se acabará la espera. Aunque todos van a hablar mucho de todos modos, pero nadie podrá decir que infringiste la ley –rompió en risa –Ya me imagino a la pobre Rivka echando humo por las orejas, eso no me lo pierdo. Bueno, eso si Mikasa te da bola y sales de la friendzone –apoyó una mano en el antebrazo de Jean –Y si no sales, te prometo que te llevaré al bar para que te intoxiques en alcohol y llores tu desamor.
Jean bufó.
–Sí que eres bien idiota.
El móvil de Jean piteó indicando que había ingresado un mensaje. Deslizó el dedo sobre la pantalla mientras Connie miraba atentamente.
Mikasa linda preciosa (16.15): Con las chicas vamos a ir al centro comercial, ¿podrías pasar por mí? Porfis. (emoticón de carita lagrimosa, corazones varios y un unicornio)
Connie se sonrió divertido, pero guardó silencio.
Jean (16.15): Obvio, avísame cuando estén listas. ¿Alguien pasará por ellas o les damos un aventón?
Mikasa linda preciosa (16.15): Aventón. Las niñas dicen que te aman y que eres el mejor.
Jean (16.15): (emoticón de risa) Nos vemos más tarde (stickers de gatitos)
Bloqueó el móvil y miró a Connie, quien seguía sonriéndole amistoso.
–Lo intentaré –resopló Jean –Pero, ¿y si resulta mal? ¿Y si pierdo a mi mejor amiga por querer forzar las cosas? En serio... no me imagino un día sin ella. Y no te rías por lo muy baboso que soné. Es que... –comenzó a rascar el papel de la botella del refresco –Sé qué está mal. Rivka tenía razón, soy un degenerado de lo peor. Pero te juro que no fue así, no era esa mi intención en el comienzo. Yo solo quería ayudar a Mikasa a enfrentarse a la horrible adolescencia. Yo lo pasé mal en ese tiempo, no quería que ella lo pasara mal. Es una chica genial y no se merecía lo que le estaba pasando. Pero no me di cuenta cómo las cosas comenzaron a cambiar –Connie lo miraba con atención con un gesto tranquilo –Cuando ese crío de Stern y ella... no es que estuviera mal. Las chicas tienen novios, está bien. Un novio de su edad, un buen muchacho... Realmente me importó una mierda que Rivka me cortara, sí me importó que Mikasa tuviese novio. Uno, porque ahí caí en cuenta que soy un asqueroso repulsivo y, dos, porque no quería que tuviese novio.
–Lo sé, no debió ser fácil. Pero hiciste bien. Además, luego también rompieron... ¿cuánto es que duraron?
–Poco menos de un año –respondió Jean –Y ese idiota se dio el lujo de cortarla. ¿Quién rompería con Mikasa? Habría que ser muy idiota. Es fantástica. De verdad, es tan genial. Un mal tipo como yo no la merece.
–No eres un mal tipo. Tienes mal carácter, pero con ella eres un dulce –lo confortó –Y si dices que eres un mal tipo porque tuviste la mala suerte de enamorarte de ella cuando era una chiquilla, has sabido ser un caballero correcto y no hacer nada indebido. Y para eso hay que ser de fierro, viejo. Te felicito.
Jean soltó una espiración pesada. Nada le quitaría el sentimiento de culpa ni dejaría de sentirse una basura.
–Andando –dijo Connie poniéndose de pie –Tengo que llegar a casa a darle la noticia a mamá que al fin parece que aprobé ese ramo de mierda –bromeó –Y tú tienes que ir a buscar el auto de tu papá para luego ir por tu esposa y sus amigas al centro comercial. ¿Planificamos tu boda? ¿Le elegimos nombre a tus hijos?
–Cállate, idiota –bufó Jean. Se puso de pie y siguió a Connie fuera del campus.
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