Capítulo 3: Purim

Las escaleras de emergencia se encontraban por fuera de la construcción y se había convertido en el lugar donde pasar los recreos. Salía por la puerta del tercer piso donde se encontraba su salón y bajaba hasta el descanso. Allí sacaba su móvil –que escondía porque de otro modo se lo confiscaría– y se dedicaba a buscar nuevas recetas para proponer en el taller de cocina.

Ese día la acompañaba Sasha Blouse, con quien se había encontrado al salir del salón, estando Sasha en el curso cuya sala quedaba justo frente a la de Mikasa. Ambas estaban sentadas en la escalera y charlaban animadamente.

–Con que aquí es donde pasas el tiempo –comentó Sasha asomándose por el pequeño balcón del descanso de la escalera –Yo también lo haría si tuviera compañeros como los tuyos. Al menos los míos no se meten con nadie –hizo una pausa mirando como Mikasa estaba con la vista perdida en su móvil –¿Por qué te molestan? A mí me pareces simpática –le sonrió amigable.

Mikasa se alegró y le respondió con una amplia sonrisa.

–Tú también eres simpática –dijo la chica. Sasha se volvió a sentar a su lado –No sé por qué se meten conmigo –soltó un suspiro –Supongo que es porque tengo buenas notas y porque mi mamá es japonesa.

–Sí –Sasha miró hacia arriba como recordando algo –A ti era a la que le decían "china cochina" entonces.

–¿No habías asumido que era yo?

Sasha se alzó de hombros dando a entender que aquello la tenía sin cuidado. Claro, ella era de esas personas que se la pasaba vagando en su mente, se reía mucho en clases y siempre pensaba en su colación de media mañana. No por nada sus notas eran bastante malas. Pero, claramente, eso a Sasha no le importaba.

–Pues yo creo que eres bonita –le dijo con una gran sonrisa –¿Sabes qué creo? Que son todos unos idiotas. En serio, me caían mal y ahora me caen peor. Tus compañeros hombres no son tan malos, se la pasan jugando a la pelota. Es que los hombres son así, futbol, futbol y más futbol. Excepto por los nerds que se la pasan en la biblioteca. ¿Sabías que juegan rol en la mesa del fondo? –Mikasa negó –Pues yo lo sé –se dio aires de grandeza –No son mala onda, pero son raros –se alzó de hombros –Pero tus compañeras –soltó un bufido –Un asco. Sarah, Becca e Historia –hizo un gesto de vomitar –Se creen las reinas del colegio. En serio, no sé de qué se creen.

Mikasa se alzó de hombros. Sasha se asomó para ver qué estaba viendo Mikasa en su móvil. Notó que estaba revisando su instagram en la publicación de sus pastelitos de fez. Vio los comentarios.

–Tienes muchos comentarios –exclamó con entusiasmo.

–Son de mi familia y mis amigos –comentó Mikasa –No tengo mi instagram abierto –la miró con un gesto triste –Mi mamá me dijo que era mejor, así no me llegaban comentarios feos.

Sasha asintió dándole la razón.

–¿Eres amiga del hijo del rabino? –le preguntó mirando a la pantalla, le arrebató el móvil e ingresó al perfil del muchacho –Esto te puede traer beneficios, chica –siguió bajando por las fotos del perfil –Toda la escuela conoce su fama. No creo que quieran meterse contigo si saben que eres su amiga. Deberías decirle que te venga a buscar un día a la escuela y asegurarte que todos lo vean. Así también dejarán de decir que no eres judía.

Mikasa la miró con sorpresa.

–¿Qué dicen qué? –exclamó como si le hubiesen dicho que el mundo se acabaría dentro de una hora.

–Eso –respondió Sasha –¿No lo sabías? Las viejas habladoras dicen que una judía solo lo es cuando nace de una madre judía. Tonterías de las viejas. Ninguna de ellas aprueba las conversiones.

–Pero si yo no soy conversa, mi mamá se convirtió cuando se casó con mi papá. Nací de una judía, soy judía por derecho.

–Pero tu madre es conversa –se alzó de hombros y soltó un suspiro –Si ven que eres amiga de Kirstein nadie podrá seguir diciendo nada de eso. Y si lo dicen, pues tíraselo encima. Tiene problemas con el control de su ira. ¿Sabías que estuvo internado en un centro para locos?

–Eso es súper no cierto –respondió Mikasa –Eren, mi mejor amigo, es el primo de Jean y nunca me ha contado eso. Y Eren me cuenta todo –Sasha asintió –Con que todos hablan de todos, ¿no?

Sasha asintió.

–El deporte favorito de una mujer judía es cocinar, reclamarle a su esposo, a sus hijos... y hablar de más. Es parte de los requisitos al parecer –se puso de pie y sacudió su falda tableada –Esto es como vivir en un pueblo chico. Ya sabes lo que dijeron del doctor Jaeger cuando permitió que Eren se cambiara de escuela. ¡Oi vey! Ese hombre acaba de condenar a su hijo al mundo secular –se rió –Mucho tiempo libre. Me alegra que mi madre trabaje y tenga suficiente trabajo para no estar con esas viejas gordas y malintencionadas.

–Sabes muchas cosas como para no meterte con nadie –comentó Mikasa escudriñándola con la mirada.

–Más sabe quién observa en silencio –le dijo en tono cómplice –Todos creen que estoy con mi cabeza en la luna –le guiñó un ojo –Pero hay una potencial vieja habladora en mí. Tienes suerte que estoy de tu lado.

El timbre sonaba indicando que terminaba el recreo. Sasha se estiró y soltó un bostezo.

–¿Almorzamos luego acá? –le propuso Sasha.

Mikasa asintió con entusiasmo al tiempo que se ponía de pie. Al fin tenía una amiga para compartir en la escuela. Y así fue durante toda la semana y todas las que siguieron.

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Mikasa abrió el pote con su nueva preparación frente a sus amigos, los tres reunidos en el cuarto de la chica. Los dos muchachos miraron con sorpresa, pero fascinados de probar al dulce. Eren fue el primero en sacar una de las masitas rellenas de dulce. Una vez que Eren se metió el purim completo a la boca y masticó alzando el pulgar indicando que estaba bueno, Armin se animó. ¡Realmente estaba sabroso!

–No sabía que cocinaras tan bien –comentó Eren entusiasmado –Vi tus fotografías en instagram, pero necesitaba comprobarlo por mí mismo.

–Lástima que mi mamá no sea judía –reclamó Armin –Pero asumo que papá tampoco extraña estas preparaciones –se conformó.

–Puedo darte la receta y puede que tu mamá se anime –ofreció Mikasa alegre.

Eren sacó otro purim y lo sostuvo en su mano como investigándolo.

–Mikasa –la llamó –¿Cómo es que se te ocurrió entrar en el taller de cocina? Creí que querías estar lo más alejada de la escuela como te fuera posible. ¿Ya no se meten contigo?

Mikasa alzó los hombros. El día de ayer había sido vaciar una coca cola dentro de su mochila "accidentalmente", el anterior un chicle en su asiento que alcanzó a notar. Burlas varias los otros días. Nada fuera de la norma.

–Lo normal –le restó importancia –Pero ahora tengo una amiga. Sasha Blouse.

–¿La prima de Reiner Braun? –preguntó Eren con curiosidad, Mikasa asintió –Me cae bien. ¿Sigue jugando al rugby? Porque era bueno –la chica volvió a asentir –Si te dan problemas, seguro que Reiner te ayudaría. La gente lo respeta y va en último año.

–No quiero causarle problemas a Sasha por pedir protección –confesó sacando un purim –Me cae muy bien, es muy simpática, la conocí en el taller de cocina. Además, estoy contenta, porque hoy Hannah me saludó a la salida de la escuela. Es amiga de Sasha –agregó –Creo que podríamos volver a ser amigas, ¿verdad?

Armin caviló, pero no quería traspasarle sus reticencias a Mikasa. O, tal vez, solo Hannah se mantuvo alejada de Mikasa para no tener que sufrir el cruento destino de su amiga. Podía entenderla de cierta manera, las chicas no eran tan leales como los muchachos.

El móvil de Mikasa vibró y la notificación de un mensaje de whatsapp se visualizó en la pantalla. Eren la vio de reojo y clavó su vista en Mikasa. Tomó el móvil y desbloqueó el patrón que conocía, porque tenían el mismo con su amiga y Armin, por cualquier cosa.

–¿Desde cuando eres amiga del insufrible de Jean? –le puso la pantalla al frente.

Mikasa le arrebató el móvil, lo bloqueó y lo dejó en la mesita de noche.

–Así como amigos, amigos... no –respondió haciéndose pequeña –Pero él fue el de la idea de tomar una extraprogramática para conocer otras personas de la escuela –hizo un gesto de dolor esperando el ataque de furia de su mejor amigo –Pero fue algo circunstancial.

–Entonces, ¿por qué te estaba preguntando cómo estuvo el taller? –masculló Eren molesto, Armin lo miró severo –No me mires así, Armin. Ese tipo es lo peor de lo peor. Lo detesto con todo lo que puedo odiarlo. Se cree lo mejor del universo, siempre anda fanfarroneando y es un pobre perdedor con demasiada actitud.

–Pero su idea fue buena –replicó Mikasa –Ahora tengo una nueva amiga, eso es lo importante –afirmó con seguridad –¿Quieres que no le hable más? –preguntó la chica a su mejor amigo.

–Allá tú –respondió Eren displicente.

Armin miró a ambos alternadamente.

–Yo creo –alzó la voz el rubio –Que si tiene buenas ideas y te agrada no hay nada de malo. Yo no lo conozco, así que no puedo emitir opinión –Mikasa le sonrió, mientras que Eren resoplaba –Eren no seas niño. En serio. Que tú tengas tus conflictos familiares es otro tema –le dijo y Eren ladeó la cabeza mientras fruncía los labios –Quizás es el momento de terminar con esa enemistad, ¿no crees?

–Primero muerto –exclamó Eren.

–Él no habla mal de ti –dijo Mikasa.

–Porque se está haciendo el lindo y buena persona –replicó Eren frunciendo el ceño –Trata de limpiar su imagen de matón –indicó a Armin –Si hubieses ido a nuestra escuela no le tendrías fe, Armin. Se hubiese metido contigo sin dudarlo. Pero claro, como lo dieron de alta de la terapia cognitivo conductual para el manejo de la ira, ahora es un santo –gruñó –Cómo me cae mal ese tipo. Y, claro, mis papás le disculpan todo y ahora tú, Mikasa. Traicioneros todos. Incluso tú, Armin.

Armin le sonrió con malicia.

–Cuánta tensión sexual –lo bromeó el rubio, Mikasa se puso roja –Son bromas, Mikasa –agregó con liviandad –A Eren le gustan las chicas... hasta donde yo sé.

–¡Ay, ya basta! –exclamó Eren.

Mikasa y Armin se rieron. El resto de la reunión continuó amena como solía ser, fue una tarde muy agradable con sus grandes amigos.

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Mikasa comía su helado mirando hacia la calle, aun cuando ya era otoño, nunca se le decía que no a un helado. Ese era su lema ante todo. Sasha frente a ella tenía un helado tres veces más grande que el de Mikasa. Charlaban de muchas cosas, como sueles hacer las chicas, saltando de un tema al otro sin mucho hilo conductor. A Sasha le gustaba mucho hablar.

–Les juro que mi cabeza va a explotar –suspiró Sasha cuando dio una pausa a su gula –El hebreo no es lo mío, les juro –hacía maniobras en el aire con la cuchara –Hasta el inglés me parece más llevadero. Y me siento una deshonra –volvió a suspirar.

Mikasa le sonrió.

–Puedo ayudarte –se ofreció animada –No es tan difícil. ¿Sabes qué es difícil? El japonés. Mi mamá trató de enseñarme a escribir, pero no hay caso.

–¿Pero hablas algo de japonés? –preguntó Sasha.

–Muy poco –respondió Mikasa –Puedo mantener una conversación sencilla, al menos para hablar con mis abuelos. Me gustaría saber algo más, pero quizás tome un curso cuando salga de la escuela.

–Yo creo que se te dará fácil. Eres muy inteligente –la halagó –Me gustaría ser un poquito inteligente, un poquito mínimo chiquito como tú. Así papá no me llamaría la atención cada vez que llega el reporte semestral –hizo una pausa –Acepto tu oferta. ¿Cuándo empezamos?

–Pues... cuando quieras –le dijo Mikasa animada.

–Genial –exclamó Sasha –Eres la mejor amiga del mundo mundial, Mika, gracias.

Mikasa le sonrió amplio. Sasha perdió su vista hacia la calle, entre las pocas personas que circulaban, una pareja tomada de la mano ingresaban a la tienda de joyas del señor Weiss.

–¿No es ese Jean? –preguntó Sasha indicando hacia la tienda, la pareja ya había ingresado.

–No alcancé a ver. ¿Dónde? –preguntó mirando hacia todos lados.

–Allí –indicó Sasha –A la joyería –se volvió hacia su amiga –¿Será que se va a casar?

–No lo sé.

–¿Cómo no lo vas a saber? Si se la pasan hablando todos los días. Mínimo que te contara el chisme. Pero no te preocupes, yo lo arreglaré. Le preguntaré a mi tía Karina, ella siempre lo sabe todo. Y si no lo sabe, sabrá a quien preguntar.

–Veo que lo chismosa es de familia –bromeó Mikasa con la vista fija en la tienda –¿Será que se va a casar? –volvió hacia Sasha quien se metía una cucharada de helado en la boca –Tienes razón, debió haberme contado –Sasha asintió –Bueno, ya lo hará... supongo. Tampoco es como que seamos cercanos –se alzó de hombros.

Sasha enarcó una ceja y la apuntó con la cuchara.

–Perdón, pero si yo hablo todos los días con alguien por más de una hora, o es un amigo o es mi novio. Y mira que novio yo no tengo –dijo con convencimiento –Mal amigo pues te conseguiste. Deberías sacarle la información... y ya me contarás –sonrió pícara.

Sasha cambió de tema, quejándose nuevamente de su mal desempeño académico y como si no subía las notas su padre la castigaría todo el resto del año. Y recién era otoño y mediados de semestre.

De pronto la puerta de la tienda volvió a abrirse y la pareja salió. La muchacha estaba toda feliz, tomando a su novio del brazo y arrastrándolo calle arriba. Ambas escolares los siguieron con la mirada.

–Toma tu bolso –le dijo Sasha, Mikasa obedeció por reflejo.

Sasha se puso de pie y prácticamente arrastró a Mikasa fuera de la heladería. Atravesaron la calle y comenzaron a caminar rápido.

–¿A dónde vamos? –preguntó Mikasa.

–Pues a recopilar información de primera fuente –respondió Sasha en voz media suave para cuando pasaban junto a la pareja y la misma Sasha le dio un empujón a la mujer logrando llamar su atención –¡Disculpa! No fue mi intención, es que iba mirando hacia cualquier lado.

La pareja se quedó mirando a las chicas. Jean parecía sorprendido y Rivka no se veía muy feliz.

–Hola, Jean –saludó Mikasa fingiendo sorpresa gracias a la acción de Sasha.

–¿Las conoces? –preguntó su novia con mirada interrogante.

–Pues, ella es Mikasa Ackerman, te he hablado de ella –las presentó –Y tú debes ser Sasha Blouse –dijo y la aludida asintió sonriente.

–Veo que sí tiene amigas –comentó Rivka en un mascullo.

Jean la miró severo, pero las dos chicas continuaron todas sonrientes. Sasha codeó a Mikasa para que comenzara el interrogatorio.

–Sí, íbamos a casa a hacer la tarea –dijo rápido tratando de parecer casual –¿Y ustedes en qué andaban? –demasiado directa.

–Comprando un regalo para la madre de Rivka que está de cumpleaños el sábado –respondió Jean mientras la chica lo abrazaba con demasiado ahínco –Pero ya lo conseguimos, ¿cierto? –le dijo a su novia tratando de esconder otros de sus ataques de celos.

–Sí –respondió ella de malhumor –Y tenemos prisa. Un gusto conocerte Mikasa, Jean me ha hablado mucho de ti –lo miró con molestia.

–Igualmente –asintió Mikasa aun sonriente –Nos vemos.

Jean se despidió de ambas chicas y continuaron la ruta. Las chicas se quedaron atrás y Sasha detectó la mirada asesina de Rivka.

–Diablos, esa sí es una fiera –comentó algo asustada –Yo que tú ahí ni me meto. Si hubiera podido sacarte los ojos, lo hacía. Créeme.

–A mí me pareció agradable. Es muy bonita, ¿no crees?

–Sí... tan bonita como una gata de angora que luego te saca las garras para sacarte un ojo –insistió –Mika, creo que deberías alejarte de Jean. Esa chica mira tan feo como Sarah y Becca juntas. Sé que te cae bien y que te escucha y te diviertes y bla bla bla. Pero las cosas como son, no es normal que un universitario sea amigo de una chica de catorce años. Habla de su nivel de madurez, y no estoy diciendo que seas inmadura, ojo. Si no es eso... debe ser un pervertido que le gustan las niñas y está tratando de hacerse el lindo contigo –se acercó a ella en actitud cómplice –Ten cuidado.

Mikasa se quedó pensativa. Eren dijo lo mismo, sin lo del pervertido, pero dijo que Jean se estaba haciendo el lindo. ¿Sería que ella le gustaba? Nunca le había gustado a un muchacho. Además que Jean era súper guapo, agradable, buena persona. ¿Qué son cuatro años, verdad?

–No, no, no –exclamó Sasha remeciéndola por los brazos –Te acabas de sonrojar. No, Mika. No –levantó el índice frente al rostro de Mikasa –Primero, tiene novia. Segundo, es mucho mayor que tú. Ahora es mucha diferencia. En unos diez años no lo será, pero ahora sí. ¿Sabes cómo se llama el que un mayor de edad esté con una chica de catorce años? Estupro. Y es un delito.

Mikasa se puso nerviosa.

–¡Claro que no estoy pensando en lo que estás pensando tú! –exclamó Mikasa –Pero para tu tranquilidad, no seguiré hablando más con Jean. ¿Contenta?

–Si le sigues hablando es tu decisión. Solo, no te metas en problemas, ¿vale?

–Vale

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El parque del barrio era un lugar muy agradable para pasar las tardes de verano. Eso le había parecido siempre, desde que era una niña. Durante un buen tiempo decidió no pasar por ahí, con miedo de encontrarse con los odiosos de sus compañeros. Pero desde que conoció a Sasha, todo había sido más llevadero.

–Odio el último año de escuela, lo odio –exclamó Sasha –Haz hecho un buen trabajo, Mika. Lo reconozco, me has salvado los últimos tres años. Eres la mejor amiga y maestra del mundo.

–Lo hago con gusto, amiga –le dijo con una sonrisa antes de beber de su lata de coca cola –Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? Reconozco que la secundaria me parecía un infierno hasta que te conocí –la abrazó con cariño y ella le devolvió el abrazo.

–Claro y yo estoy pintada –bufó Historia Reiss, la tercera del grupo, que se les unió en el segundo año de secundaria.

Las otras dos chicas a acogieron en un gran abrazo. Había pasado por mucho, pero la llegada de Historia desbancó el poder de las reinas de la escuela y, al ser amiga de Mikasa, de pronto subió en escalafones sociales de manera abrupta. No era popular, pero ya no se metían con ella. Quizás la madurez y la nueva ley antibullying instaurada por el colegio sí hicieron cambios.

El sonido del móvil de Mikasa hizo que la chica soltara a sus amigas para contestar.

–¿Cómo te fue?

Oficinalmente de vacaciones. Claro, eso mientras a mi papá no se le ocurra ponerme a trabajar en el negocio. Pero de momento, lo gozaré. ¿En qué andas?

–En el parque con las chicas. ¿Vemos una película más tarde?

Es una buena propuesta. ¿Pizza y coca cola?

–Iba a decir helado, pero ya que estás de vacaciones, tú decides.

Una despedida breve y guardó nuevamente el móvil en el bolso. Sí, Mikasa no cumplió la promesa que le hizo a Sasha tres años antes. Muchas cosas habían pasado desde entonces, pero una se mantenía inamovible.

–¿Mika tiene una cita con su príncipe azul? –la bromeó Sasha moviendo las cejas, Historia comenzó a lanzarle besitos coquetones.

–No sean tontas, somos amigos –clarificó Mikasa, bebió nuevamente de su lata –Tres años de amistad pura y sin ninguna de las cosas que ustedes suponen. Mal pensadas.

Historia se rio bajito, Sasha la remedó risueña. Mikasa bufó. ¿Acaso no sabían que la amistad entre hombres y mujeres era posible? Se extendió en el pasto y miró al cielo.

–¿Vamos a planear tu boda o hablaremos de tus futuros hijos? –la bromeó Sasha.

–No, no hablaremos de nada de eso –suspiró Mikasa –Falta solo medio año para ser mayor de edad. ¿Qué pasará entonces? –las chicas la miraban con atención –¿Y si no se me declara? ¿Y si no le gusto?

–Podemos ayudarte a preparar tu ritual de suicidio, muy a lo japonés –la bromeó Sasha.

–No digas eso –dijo Historia con cara de angustia –El suicidio nunca es una salida. Pero, si cuando cumplas dieciocho, no pasa nada –Mikasa la miró de costado –Creo que podremos confirmar nuestro mayor temor. Que Jean Kirstein no está enamorado de ti.

Mikasa se llevó las manos a la cara en actitud melodramática.

–Me quiero morir...


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