XXVIII
Tres cazadores en juego, que no se te olvide.
Dos meses. Han pasado dos meses exactos desde que estoy aquí metida. Hoy es treinta y uno de diciembre, y mañana será año nuevo según el calendario gregoriano. Y bueno para resumir cuentas, me quiero pegar un tiro.
Para alguien de carácter tímido como yo, sobrevivir aquí no ha sido fácil. Increíblemente me he salvado de ser violada por mujeres gracias a la ventaja que mi habilidad me ha proporcionado, sin embargo, he hecho el intento de no usarla en lo absoluto para no ser enviada a esa mítica prisión en Europa de ubicación desconocida. No quiero moverme de Yokohama, siento que tengo un propósito de vida aquí.
Mi compañera es amable la mayor parte del tiempo, esta encerrada por lavado de dinero y asesinato en primer grado. La mayoría de las veces, nuestro silencio le hace compañía a la otra, hablamos lo necesario y nos limitamos a lanzarnos miradas de complicidad cuando las cosas se ponen turbias en el comedor. Las chicas de aquí me dieron la "bienvenida", prácticamente me arrastraron por el suelo hasta arrancarme mechones de cabello azul y dejarme con moretes graves y una que otra herida interna por los golpes.
Por suerte, ha pasado tiempo de eso. Y ahora que saben que poseo una habilidad, se abstienen de atacarme o siquiera mirarme, eso a contribuido a que mi compañera se sienta más segura.
Gereth es el único que ha venido a visitarme, se encarga de mi apartamento y de dar testimonios o lo que sea que se este haciendo para condenarme a cadena perpetua. No sé nada de leyes ni los derechos que me corresponden al estar aquí, Gereth me mantiene informado y a la fecha nadie a dicho nada. Supongo que están investigando de donde vengo y que hago aquí, que son todos esos documentos de la mafia y que hago con ellos. Espero que Chuuya no tenga problemas, y estoy segura de que la Agencia no los tiene.
Desde el momento en que se descubrió un cabello mío en el puerto, supe que las cosas andaban mal, algunas noches me dedique a realizar documentos donde se dejara claro que yo soy una extranjera trasferida de la Agencia de Gereth a la Agencia Armada, que ellos no tenían noción de quien soy. No quiero que los culpen de nada y no quiero cargar a Kunikida-san con más responsabilidades. A esta fecha ya todo debe estar resuelto. Espero.
Han sucedido cosas raras desde que llegue. La voz se corre rápido por este lugar y me entere recientemente que hubo un fallo en el sistema de seguridad que casi hace que todas las celdas se abran y las luces se apaguen, asimismo la cocinera fue despedida y sustituida por una mujer de cabello negro y ojos morados, extrañamente sospechosa. Incluso me atrevo a decir que se me hacia conocida, pero no todo puede estar relacionado conmigo. Solo que, no puedo evitar sentirme paranoica.
Me cuesta dormir, mi cerebro no se calla y he tenido sueños de lo más raros.
En otras noticias, intentaron mandarme con un psiquiatra gracias a que descubrieron las cicatrices de mis brazos, creen que necesito atención profesional, pero yo estoy segura de que no. Puedo con esto, y además ¿Qué puede hacer un psicólogo? Él no hará que sienta amor, que me de frío o calor, no hará que mi temperatura cambie, no hará que sienta.
Esto no puede funcionar.
—¿Todavía estas escribiendo? —pregunta mi compañera, asomando la cabeza desde la litera. Asiento, aun ausente ante mis últimos pensamientos.
—Tengo que aprovechar antes de que apaguen la luz.
Ella asiente de vuelta, recobra su posición y la oigo darse la vuelta y cubrirse con la sabana. Las luces se apagan a las diez de la noche, y se encienden a las cinco de la mañana. Todas nos peleamos por alcanzar agua caliente para bañarnos, yo no le tomo mucha importancia porque no puedo sentir los cambios de temperatura en el agua, tal vez mi cuerpo los resienta, pero hasta el momento no ha pasado nada, así que sigo bañándome con agua fría.
Cierro mi diario y me voy a acostar también, a pasar otra noche de insomnio, contando mis cicatrices y los segundos. Uno tras otro. Cierro los ojos y mantengo la calma.
Escucho las luces apagarse y a los policías tomar su lugar por allí para vigilarnos, aunque somos de los pasillos menos problemáticos. Suspiro y me revuelto en la cama hasta que el sueño me pega en medio de la madrugada.
Abro mis parpados asustada, el ruido de fuera y los gritos se sobreponen a mi sueño, mis últimos recuerdos del sueño se difuminan con la niebla a una rapidez increíble y menos de un segundo me encuentro empotrando la cabeza entre las rendijas de la celda. La alarma contra incendios suena a todo volumen desde la cocina. Las chicas gritan y azotan sus cuerpos y los objetos que tienen a la mano contra los barrotes una y otra vez. Mi compañera me explica de manera resumida lo que pasa.
—Al parecer alguien se metió en la cocina y prendió fuego a las cosas. No sé más.
No digo nada, solo asiento y me dejo caer nuevamente a la cama. No me doy cuenta en el momento en que mi cabeza empieza a atar cabos con sorprendente habilidad, la mujer de cabellos negros y ojos violetas, la ex novia de Dazai.
Fyodor es ruso.
Ella también era rusa.
Y se parecen. Son hermanos y están aquí por mí.
¿Pero quien soy yo? ¿Qué soy para ellos?
Nunca lo considere, pero, tan solo hay la posibilidad de que yo haya sido el alma gemela de Fyodor y yo tengo hilo por esa razón. Pero, el hilo puedo estirarse y moldearse, pero no romperse y sin embargo... lagrimas me resbalan por las mejillas al ver el rostro de Fyodor en mi memoria. ¿Por qué me causa tanto sentimiento? ¿Quién soy?
Un estruendo suena terriblemente alto y sacude el edificio. Todas nos callamos y ponemos atención. Las sirenas rojas se disparan y parece que oigo la alarma de un auto en el piso de abajo, debe haber una colisión de autos allá abajo y alguno choco contra la cárcel.
Lo siguiente que sucede, sucede demasiado rápido para que mi cerebro lo procese. Las sirenas rojas se disparan como fugaces centellas por todos lados al tiempo que todas las rejas se abren y como una estampida las mujeres salen corriendo a las escaleras. Los guardias oponen resistencia, sacan sus pistolas eléctricas y les dan a unas cuentas que se quedan tendidas en el piso como tapete para las otras que vienen detrás.
Mi compañera no lo duda ni un segundo y se le deja ir encima a uno de los guardias, noqueándolo en el acto, se arma de pistola y se lleva sus cosas más necesarias. Pronto el piso va quedando vacío. Yo no espero para salir detrás de toda la multitud, pero la reja se cierra repentinamente por una mano flotante.
De la oscuridad emerge un hombre vestido de payaso que se me hace extrañamente conocido. Además, sus manos son las misma que utilizaron una daga para llevarse al hombre que menciono el nombre de Fyodor. Mis mejillas se sienten pegajosas por las lágrimas.
—¡Hola bellísima dama! ¡Estoy tan feliz de que el plan que usted ha armado resulte a la perfección! Al final de cuentas una Dostoyevski ¿O no?
Yo quedo estupefacta ante sus palabras, mis manos se mueven solas cuando mi subconsciente ha procesado que se trata de alguien peligroso y un cómplice de Dostoyevski y a la voz de la razón de que la inteligencia de Fyodor me supera, es obvio que tengo que huir de este hombre. A como de lugar y a la voz de ya.
—Y ahora ¿Qué parte de eso es mentira?
No respondo, ni escucho sus palabras adecuadamente. Congelo mi diario y me lo embolso. A este punto ya me di cuenta de que todo esta planeado y que el sistema de seguridad probablemente ha sido hackeado por Fyodor y Varvara, la mujer de la cocina debe ser Varvara y la ex de Dazai, el auto también estaba dentro del plan como una distracción para los oficiales y, asimismo, en ese momento el sistema fue hackeado y todo se fue al caño.
Esquirlas de hielo se estampan contra el cuerpo de hombre. Levanto una pared de hielo y luego otra, hasta que hago una caja por completo. Salgo corriendo a sabiendas de que eso no lo detendrá por mucho tiempo. Ya he observado su habilidad, pero no sé cuanto más pueda hacer.
Esquivo al guardia y hurgo para ver si tiene un arma, no la hay así que me voy corriendo escaleras abajo. Debo entrar entre la multitud y salir de aquí. La pared debe estar abierta por donde el auto choco, si mal no me equivoco fue cerca de la oficina del director. Es decir, tengo que pasar por la cocina y saltar los guardias y personas que me encuentre, y eso sin considerar las llamas.
Es decir, un caso perdido. ¿Cómo voy a sobrevivir a esto? Misterios que nunca resolveré, parte ¿Seis?
Tengo hielo y unas intensas ganas de sobrevivir y escapar. Y eso es lo que voy a hacer. Y pese a eso, mis planes se van al caño cuando el hombre de cabello blanco vuelve a aparecer frente a mis ojos. Grito de frustración levantando una oleada de hielo, congelo su capa que parece ser el centro de su habilidad. Lo pateo y salgo corriendo. Mi hielo no se puede destruir.
Algo me jala del mameluco, haciéndome ir de boca escaleras abajo. Protejo mi rostro con mis manos y utilizo mi hielo para crear una rampa que me trasporte hasta abajo, pateo lo que sea que me sostiene. Me levanto a tropezones y sigo corriendo. Los pasillos están vacíos y llenos de ruido, el sonido de las sirenas suena por todos lados y los colores rojos me marean con viveza, no hay ningún guardia.
Intento concentrarme en el frente, pero mi vista se pone borrosa y siento todo mi ser palpitar por el cansancio y la perdida de peso. Todo el ruido me ha dejado aturdida y siento que me voy a desmayar. Agarro aire y me golpeo el rostro para orientarme.
Voy directo al fuego.
Mi hielo no se detiene en lo absoluto por el fuego. Debo apresurarme antes de que lleguen los bomberos y la policía. La cocina queda tendida en un lúgubre silencio, con el humo ondeando como columnas hacia el techo y disipándose por los caminos que encuentre. Me tapo la nariz con la tela del mameluco lo mejor que puedo. Toso varias veces hasta que me acostumbro. Atravieso mi hielo sin problemas y me encuentro frente a la salida que el auto creo al chocar.
Observo la inminente salida que se planta frente a mí, la miro con más miedo y desesperación que esperanza. Aun así, sonrío con histeria, corro hacia ella, feliz de por fin dejar de lado las cuatro paredes grises y las baldosas negras que me confinaban. Han pasado dos meses, pero los he sentido como años y tengo tantas ganas de salir al exterior y gritar, de liberarme de todo este peso. Hay tantos sentimientos en mi interior y al no saber como expresarlos solo quiero gritar de dolor.
Agarro aire y me aventuro al exterior. Hay gritos de por medio y el sonido de las sirenas llega al exterior. Los oficiales intentan detener a las reclusas que se mueven por todos lados, las alejan del auto y noto de inmediato porque, la gasolina se extiende por debajo del auto, podría explotar en cualquier momento. No me detengo a examinar y sigo hacía afuera.
La locura se abre paso entre las reclusas, que gritan y golpean como si sus vidas dependiesen de eso. Asimismo, veo las cámaras de seguridad completamente destruidas, colgando perezosamente de los tubos que las sostienen. Aspiro el aire de la noche, alzo los brazos y giro en mi lugar contemplando el caos como si este no me perturbara. Todo esto parece planeado.
Mi vista se fija en un punto negro que se acerca a la distancia, luego me doy cuenta de que son dos puntos de similar tamaño y complexión. Observo el rostro pálido y afilado de la mujer de cabellos negros y ojos morados y a su lado otro rostro que jamás en toda mi vida voy a ser capaz de olvidar. El poco aire que conservan mis pulmones me abandona en un santiamén, me encuentro a mi misma temblando en mi lugar y alejando mis sentidos de todo lo que me rodea para concentrarme en los rostros.
Ojos cansados y morados, profundos tonos oscuros de cabello, lacios y delgados, enmarcando el rostro de ambos. Sonrisas socarronas y confiadas, ego alzado. Todo eso, me provoca tantas sensaciones que quiero llorar y huir de mi misma. Ante mis ojos pasan miles maneras de escapar pero ninguna se conecta a mi cuerpo, pierdo la noción. Ellos se quedan parados a unos pasos de mí.
Tengo miedo.
Se acercan con peligrosa lentitud, dan tanto miedo.
—¿Cómo has estado? Sigues igual de joven —lo oigo decir pero sus labios no se mueven.
La mujer ríe.
—Es un gusto volver a verte Aleksandra.
MUAJAJAJA
Esta mierda se va a prender. Esperenlo.
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