XX
APR
Chuuya se aparece cerca de las doce en mi casa. Lleva puesta ropa negra, pantalones cargo y una playera sencilla negra de manga larga, y por supuesto, el sombrero. Además, el cabello lo lleva en una coleta alta.
—Muy bien —canta, palmeándose las manos y haciéndome notar que lleva sus guantes también. Debe tener las manos muy finas. Ya de por sí, no entiendo como sus proporciones le dejan tener las manos más grandes que las mías.
Esta muy entusiasmado porque lo invite a que me acompañe a la casa de Gereth. Ha dicho que él puede desactivar las cámaras sin siquiera estar frente a ellas y eso es de gran ayuda. No dudo de sus habilidades, después de todo es un ejecutivo y no se ve que sea solo del tipo inteligencia más que fuerza, y tampoco siento que sea fuerza más que inteligencia, parece más un equilibrio.
Han pasado tres días desde que Gereth se fue, el lunes y el martes he ido a la casa, normal. Pero hoy, hoy ya tengo los planos de las cámaras, los puntos ciegos y por supuesto que sé cómo borrar algo si tengo la necesidad, lo cual espero no sea así. He estado yendo cerca de las nueve o diez, hoy no, porque Chuuya sale mucho más tarde de trabajar, aunque también parece que no tiene un horario fijo de salida.
—¿Crees que puedas prestarme algo para las ampollas? —murmura, sobándose la nuca y apartando la mirada. Asiento y le traigo algunos curitas.
—Solo póntelos —él accede, deshaciéndose de sus tenis y bajando levemente el tin. Luego de ponérselos, vuelve a su entusiasmo de niño pequeño.
—Siempre tuve ganas de meterme a una casa como en misión imposible.
—¿No haces eso todos los días? —pregunto, alzando la ceja. Chuuya niega con una diminuta sonrisa que solo demuestra cierta burla.
—Se me asignan misiones mucho más complicadas. Me ofende que pienses que estoy en un rango tan bajo —se regocija, todavía sonriendo.
—Mira —espetó, inclinándome hacia adelante. Nuestras narices se rozan, y Chuuya retrocede un apenas imperceptible paso—. Yo solo estoy diciendo. ¿Acaso te dije que estabas en un rango bajo? No necesito saber, cuando toda tu presencia impone poder.
Le suelto una sonrisa ladina, volviendo a mi posición. Chuuya traga, pero no se doblega incluso cuando parece ser que se va a poner rojo. En su lugar, la sonrisa se vuelve astuta y me devuelve la inclinación.
—Al menos sabes en qué posición estoy, y eso es suficiente —no importa que él es más bajo, se las arregla para hacer que mis rodillas se doblen y yo quede debajo. Aun con semejante dios griego encima de mi cabeza estoy perfectamente serena y con unas ganas intrépidas de hacerle caer su fachada de bad boy.
Por eso, con mi mejor sonrisa de "perra, no voy a caer en tus juegos", me deslizo hacia arriba, tomo su mentón y en ese flaqueo de brazos, me quito y hago que él se volteé y quede contra la pared. Mi sonrisa crece por la sorpresa de su cara.
Lo suelto y sacudo mis manos.
—Vámonos —recojo mis guantes y me pongo la sudadera, también negra.
Es como una misión infraganti y es muy emocionante, no solo porque voy con Chuuya, un ejecutivo de la mafia, o sea, ¡Un ejecutivo de la mafia! ¡A mi lado! Que aparte esta que se cae de bueno, pero ese no es el punto. El punto aquí es que espero sacar algo más, una sola respuesta más por lo menos, más respuestas que preguntas.
Un segundo más tarde, estamos a unas calles de la casa de Gereth.
Chuuya deja su auto alejado de las primeras cámaras de la calle. Es un lugar vigilado, y hay cámaras por todos lados. Nunca me pareció raro porque hay cierto tipo de vecindarios así o incluso los propios dueños pueden instalar cámaras, como es el caso de los departamentos donde vivimos. Además, Gereth tiene una casa, incluso en un lugar tan poblado como es aquí y con habitaciones reducidas, conocí a Gereth con esta casa, lujosa y de estilo rustico.
Tampoco me pareció raro, no es para menos. Gereth es el segundo al mando en la Agencia y siempre está consintiéndome con cosas caras como son los vestidos y las comidas que a veces me llevaba de la absoluta nada. Me basta con saber que es poseedor de una buena suma de dinero.
Chuuya se baja del auto sin medir palabra, no ha dicho nada desde que lo deje en la pared. No sé si está enojado o no me quiere hablar por temor a decir alguna incoherencia. Apenas me doy cuenta de que está esperando a que me baje cuando golpea la ventana de mi lado con el dedo.
Me bajo y empezamos a caminar en medio de la oscuridad, con apenas los faroles que dan a la calle, dejando una sombra atrás de nosotros. Saco las llaves y abro la puerta, Chuuya se queda unos pasos atrás para evitar las cámaras de la entrada, que son dos y apuntan directo a mí. Gereth no durara en revisar si no hice algo, aun cuando se supone que yo no sé nada.
Chuuya se escabulle al punto ciego de la primera cámara, pero es obvio que no puede pasar sin que las cámaras lo enfoquen. Es entonces que siento una oleada de algo atravesarme el cuerpo, me estremezco por el dolor y Chuuya no tarda en recoger mi peso contra su hombro.
—¿Qué fue eso? —balbuceé. Chuuya sonríe.
—No eres tan débil como creí.
—¿Intentas insultarme?
—Fue la manera en que desactivo todas las cámaras. Es una suerte que algunas cosas no hayan explotado.
Chuuya patea delicadamente la puerta y ambos estamos adentro. Lo primero que se observa es basta negrura y cuando prendo la luz, está la sala y luego el arco que divide la sala y el comedor. Más al fondo la cocina y según he visto, en el patio de atrás hay un mini cuarto para lavar. Los peces y las tortugas están en sus respectivas peceras en el arco de cemento, de modo que quien esté en el comedor o la sala puede apreciar la pecera por uno de sus lados.
—¿Seguro que están desactivadas? —inquirió. Él asiento con semblante de superioridad y con las manos en la cintura. ¿Sera muy típico de él ponerse las manos en la cintura?
Le doy de comer a los animales y les cambio el agua a las tortugas. He estado viendo a mis alrededores y he llegado a la conclusión de que Gereth controla las cámaras desde su celular. Es mucho más factible, por lo que, si sigue despierto donde sea que este ya se le habrá notificado que las cámaras dejaron de funcionar. Tendré que inventarme una buena excusa.
—Muy bien. ¿Dónde está el cuarto? —señalo sobre mi hombro, dejando a los animales en su lugar y yendo con él.
Abro la puerta y encendió la luz. He limpiado el cuarto de Gereth como excusa para encontrar algo interesante, pero no hay nada. Chuuya mira los alrededores, se para frente al espejo en forma de ovalo y da varias miradas a su outfit. Lo ignoro, pero literalmente los pans que lleva solo le acentúan más el culo y no es fácil concentrarse en los libros cuando tienes tal cosa a tu lado. Me aclaro la garganta, Chuuya me ve por el espejo.
—¿Crees que las bolsas de la sudadera me hacen ver gordo? —tengo que poner una cara terrible porque frunce la boca y vuelve a mirarse—. ¿En serio me veo mal?
—Chuuya la puta madre que me pario. ¿Quién va a ver que te ves gordo?
—Uno nunca sabe —chista, frunciendo el ceño y dándose la vuelta.
—No te ves gordo —digo, suspirando—. Todo se te ve bien.
Encuentro el libro y lo jalo. La palanca se revela y listo, estamos frente a las escaleras y el foco rojo.
—Que lugar tan... normal. ¿Sabes? Esperaba que apareciera alguna cosa escupiéndonos fuego o misiles.
—No hay de eso. La encontré por accidente y la puerta estaba medio abierta, pero había un panel de seguridad —el ceño de Chuuya se frunce en la oscuridad.
—Es extraño. Tuvo que haberse quemado —susurra, olfateando.
—Vamos —empiezo a bajar las escaleras, apenas iluminadas por la débil luz roja.
El lugar no es el mismo, quiero decir, no se siente igual. No se me pone la piel de gallina ni siento que en cualquier momento voy a caer a un interminable vacío, espero sentirme más segura gracias a Chuuya.
—¿Qué te hace pensar que no puedes amar?
—No sé que es amar. No entiendo el sentimiento, no puedo saber que es querer dar tu vida y felicidad por otra persona. Incluso si supiera, ¿Por qué lo haría? Tengo mis propios intereses y... no puedo confiar en que esa persona no me fallara.
No noto la expresión de Chuuya en la oscuridad, pero puedo deducir que está frunciendo el ceño.
—No confías en muchas personas ¿Cierto?
—Diría que no muchas personas confían en mí —respondo con una sonrisa amarga.
Chuuya cambia radicalmente de tema en cuestión de segundos, y yo siento que el nudo en mi estomago se deshace junto con los recuerdos de Gereth, la Agencia y Dazai.
—Recapitulemos ¿Qué sabemos y que no sabemos? —para eso no tardo ni cinco segundos en responder.
—Sabemos que Gereth debe tener algo que yo no. Cualquier cosa incluso, porque lo escuché y lo vi. Por ejemplo, podría tener información personal. Oh y hablando de Gereth. Él y Jacob tienen tatuajes de serpientes en el cuerpo.
—¿Iguales? Quizá algún grupo. ¿Cómo se llama la Agencia?
—Agencia Provida de la Raza. APR para abreviar —termino por decir, cuando nuestros zapatos golpean la última baldosa.
La puerta esta allí, fría e imponente, como una barrera. Una que quizá no debe ser abierta, que quizá yo no debería abrir. ¿De verdad es tan buena idea? ¿Qué pasa si no me gusta lo que encuentro? Sacudo la cabeza, ya estoy aquí y no me puedo echar para atrás. Sea lo que sea que encuentre me pertenece y quiero saberlo.
Observo el panel. Primero está un rectángulo verde con líneas blancas que forman cuadrados y al lado, los números del cero al nueve y la barra donde estos se ponen, pero, esta apagado.
—Bien —murmuro para mí misma, dándome aliento para que, en primera, ninguna alarma se active al abrir la puerta y para que, en segunda, que si descubro algo no sea malo.
Empujo la manija, la puerta se abre lentamente y con un silencio poco tranquilizador. La habitación huele a guardado y la oscuridad es incluso mayor que en las escaleras, pero la cuenta sigue allí, bajando.
121. 23. 25. 16.
—Vamos a prender esta mierda —suelta él, interrumpiendo mi hipnosis con la cuenta.
Enciende la lampara de su celular e ilumina a mi alrededor. Hay una silla, grande, de esas de gamer. En frente todas las computadoras, son tres pantallas, un teclado y una laptop normal. Los cables están regados por el suelo y abrochados en pinzas negras.
Chuuya se inclina frente a mi y se agacha para prender el CPU. Por la luz solo puedo notar la línea de su mandíbula y su cabello proyectando sombras en su rostro. Las pantallas se encienden y tengo que retroceder y cerrar los ojos.
Chuuya chasquea la lengua.
—Se supone que no debería prender.
—¿Se supone?
—Sí. Cuando troné las cámaras la electricidad tuvo que haber fallado, pero las luces sirven y esto también.
—Y entonces ¿Cómo iba a descubrir algo? —Chuuya me da una mirada de soslayo.
—Íbamos a robarnos las computadoras.
—¿¡Qué!?
—Sí, sí. A ver —señala la pantalla. Volteo a ver.
Las tres pantallas tienen lo mismo, una serpiente atravesando un círculo y en medio de eso, APR. Eso no se parece en nada al logo de la Agencia. El otro logo es un hilo rojo y dos manos formadas por el mismo en un círculo. Esto definitivamente no es hilo.
—Serpientes —señala, frunciendo el ceño—. Recuérdame a que se dedica esta Agencia.
—Se fundo cuando sucedió lo del hilo, hace un año. Sirve como una especie de Teletón, da sustento a las personas que necesitan terapia o incluso recursos. Ya sabes, mucha gente termino rompiendo sus matrimonios y otros de verdad acabaron medio locos. Además, se dedican a dar conferencias acerca del hilo y cómo podemos vivir con él.
—Pero tú mataste al hombre. Eso no lo hace una agencia normal.
—Claro que no. Sucedió que, el hombre mataba porque quería su hilo rojo. La gente como yo se encarga de eso, Gereth está a cargo de ese departamento. Especialidades.
Y entonces, sonó mi teléfono y la desgracia me cayo encima cuando vi el nombre de Gereth.
El miedo me subió. Chuuya tuvo que ver mi cara de horror porque se acercó y vio la pantalla.
—Dame eso —me lo arrebató y contestó. Lo puso en altavoz.
—Hola cariño.
—Holaaa —respondí, tratando de sonar natural.
—Me acaba de llegar la notificación de que el primer sistema de electricidad de la casa se ha caído. Todas mis cámaras se apagaron ¿Estas en la casa...?
—No —suelto—. Estaba pasando el rato con mi novio.
Sí, él se tiene que seguir tragando el cuento del novio. Mejor para mí.
—Oh demonios. ¿Sabes qué? Le avise a un amigo que vive cerca, no te preocupes. No te molesto más, dile que no pasa nada.
—¡Espera! ¿Qué amigo? A mi novio ya no le molesta.
Chuuya solo me ve y asiente. Tenemos que salir de aquí antes de que su supuesto amigo llegue o estaremos en problemas. Chuuya tiene una sonrisa de suficiencia.
—Jacob. El de la fiesta. Te lo digo, no te preocupes —cuelga. Chuuya se ríe.
—Ese hijo de perra me tiene miedo. Ja.
Le lanzo una mirada de advertencia. Tenemos que salir de aquí. Ya.
—¿Preocupada? —asiento—. Pfffff.
El apaga el CPU.
—Agarra la laptop.
—¿Para?
—La vamos a robar ¿No es obvio?
—Imposible.
—No vinimos aquí solo a ver una serpiente que el idiota ese tiene tatuada en el culo —él agarra la laptop y se mete el celular en la bolsa—. Hora de ir-
Tap.
Tap.
Tap.
Escucho el sonido del librero moverse y unos pasos silenciosos descender por las escaleras. ¿Qué tan cerca vive? En cuestión de segundos entro en pánico, le lanzo una mirada a Chuuya. Él es el mafioso aquí, tiene que sacarnos.
Chuuya por supuesto, no parece preocupado. Es más, tiene la misma sonrisa que la primera vez que lo vi. Divirtiéndose por una pelea ¿Por qué? Es algo que todavía no termino de comprender. Aunque, de todos modos, si yo fuera él y tuviera semejante poder en mis manos tampoco estaría preocupada. Así que, voy a confiar en él.
Para nuestra suerte, dejamos la puerta cerrada así que hay una oportunidad de que vea solo por encima y se vaya. Chuuya me toma de la muñeca, caminamos de puntitas hasta detrás de las pantallas y en un segundo mi campo de vista se vuelca y estoy mirando todo de cabeza. Chuuya a mi lado, sosteniendo mi mano y la laptop con la otra mano.
Jacob o quien creo que es Jacob entra a la habitación, retengo el aire y me congelo para no temblar. Que no prenda la luz, que no prenda la luz. Saca su celular.
Mierda. Mierda.
Chuuya aprieta mi mano con delicadeza.
Entonces, Jacob está llamando a alguien.
—No hay nadie, pero la puerta no tenia llave. Ella ya no puede entrar a tu casa con tanta naturalidad Gereth, yo le daré de comer a tus animales estos días.
Hay silencio, apenas escucho los breves murmullos desde el teléfono. Jacob se ve como una figura imponente en la oscuridad. Incluso más oscuro que la propia. Los hombros anchos y cuadrados cubiertos por una gabardina, el cabello perfectamente peinado hacia atrás a pesa de que son pasadas las doce.
—Mira, si la vas a dejar pasar. Si planeas romper el sello, por lo menos no la pierdas de vista, pero ya te digo yo de una vez, déjale ese trabajo al mafioso y cuando todo este listo ella misma se deshará de su hermano sin darse cuenta y luego, nos deshacemos de ella.
No me sorprendo, pero me quiebro.
—Aja, aja. Solo fueron los fusibles, relájate —otro silencio—. No puedo, mi teléfono tiene baja la batería y no me deja usar la linterna en ese modo.
Más parloteo en el teléfono.
—Yo veo todo en orden. Tres pantallas y la laptop ¿No? Entonces sí, todo bien. Ahora déjame ir a descansar.
Y cuelga. Tarda unos tortuosos e interminables segundos en irse. Con cada paso que oigo que da siento que en cualquier momento volverá y nos gritará: "¡Ja! ¡Los encontré!".
Chuuya y yo ponemos mucha atención cuando oímos la puerta de entrada cerrarse. Suelto todo el aire.
—Carajo —suelta Chuuya. Levitamos un poco antes de que me deje delicadamente en el suelo.
Me recuesto en la pared.
—Salgamos de aquí.
Él asiente. Se da la vuelta y queda frente a mí, pero mis ojos no lo enfocan a él, sino a la figura que esta detrás. Mis ojos tardan en notarla, es alta, pero se ve... rara. Palidezco, porque antes de procesar todo eso, Chuuya me mira raro y luego, en una fracción de segundo él esta sujetando su sombrero con una mano, agachándose y apuñalando a la figura con su cuchillo.
Me las arreglo para iluminar con mi celular. Chuuya se le tira encima a la figura y apuñala algunas veces antes de detenerse y mirar. Alumbro a la figura y Chuuya se pone a reír.
—Acabo de apuñalar a una mona chica —dice, guardándose el cuchillo—. Con razón no parecía carne humana.
Yo todavía no puedo creerlo. Gereth es aficionado a estas cosas de anime y tal, pero no esperaba que tuviera una figura de cartón de tamaño real de alguna chica animada. Me paso la mano por los chinos. Estoy temblando y las manos me sudan, pero ya todo paso.
—Mierda —tomo aire—. Compraremos otra. Vámonos ahora.
Chuuya no refuta. Juntos salimos, cierro con llave y ambos estamos yendo al carro.
Subimos. Chuuya lanza la laptop al asiento trasero no sin antes cerciorarse de que no hay nadie atrás.
—La puta mierda —Chuuya suspira y oigo como la tela de los guantes se estira cuando aprieta el volante.
Por un momento pienso que esta igual de asustado que yo y quiero estirar la mano para decirle algo, cuando voltea la cabeza con entusiasmo y una sonrisa plasmada en el rostro.
—¡Tenemos que hacer eso otra vez!
Me quedo como tonta con la mano estirada a medio camino. Es obvio, él esta entrando para esto, esto le divierte. Suelto una risita, encogiéndome.
Estoy histérica por lo que oí. Estoy muchas cosas. Ahora entiendo porque Gereth no se había visto con ninguna chica, porque estaba concentrado en mí. Quiere el sello, quiere mis recuerdos.
Y mis recuerdos tienen algo. Tienen mucho.
—Por supuesto —una sonrisa hueca me sale. Lagrimas casi amenazan por salir, pero no puedo llorar por todo. No cuando ya sabia que Gereth las traía contra mí, no cuando sabía que iba a encontrar algo allí adentro—. Vamos a repetirlo cuantas veces podamos.
—Oh sí. Tienes que dejarme romperle en cuello a ese hijo de perra —Chuuya acelera.
Oculto mi sonrisa volteando para otro lado. Todo va a mejorar. No importa lo que haya del otro lado de mi cabeza, me pertenece, no importa quien fui, porque esta soy yo ahora y si mi vida se acaba cuando recupere lo que me pertenece, hará una nueva. Hare mil vidas nuevas si es necesario.
aH. Estaba haciendo la portada y sono Trash Candy y me puse a chillar porque Chuuya no existe lpm.
No hagan conclusiones apresuradas~
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