Capítulo 6: Damasquina
Escena 1:
- Déjame, sabes que no merezco esa luz.- Dijo la peliazul fríamente.
- Nada ha sido tu culpa. Dame tus lamentos, dame tus suspiros, dame tu dolor, los convertiré en felicidad.- Insistió la serafín.
- ¿Por qué quieres ayudar a un error como yo? Sólo he perjudicado.-
- Cuando vuelvas a vivir no seguirás sufriendo. Sabes que nos hemos encariñado, eres muy especial para mí, como una hermana o una prima, no quiero ni puedo seguir viéndote sufrir.-
- Pero... No está permitido, ¿y mis poderes?-
- No pasará nada, muchos ángeles vuelven a la tierra. Y tus poderes los tendrás.-
La serafín abrazó cariñosamente a su amiga, esta le correspondió. Fue entonces que la niña ángel dejó de sentir sus alas, su cabello se había tornado rojizo claro, sus ojos zafiros se tornaron violetas, y su piel pálida y ligeramente azulada había tomado un tono más humano. No entendió el porqué de su transformación, miró a la serafín de forma interrogante.
- Vamos a buscar tu felicidad.-
...
Escena 2:
Las dos niñas fueron invitadas a una fiesta de cumpleaños de un niño amigo de Monogatari. Tío Kenji dudó en si llevarlas a un barrio donde ocurrieron tantos recientes crímenes, pero ante las suplicas de Monogatari, terminó cediendo.
Fueron en auto a un hotel con piscina, ahí era donde se hospedaba el niño. Por la cantidad de niños y adultos en el lugar, se notaba que sería una gran fiesta.
El nombre del niño era Suzume, y sus padres eran dueños de una empresa constructora. Tenía una preciosa hermana mayor llamada Lia, la cual no parecía querer mucho a Monogatari, aunque a Matsui la adoró al instante.
Llegó la hora del pastel, todos cantaron a Suzume "Feliz cumpleaños" y la voz de Matsui fue la que más destacó. Todo era muy ruidoso y divertido. Los niños iban de un lugar a otro persiguiéndose, los adultos hablaban y otros bailaban, incluso algunos cotilleaban y coqueteaban entre sí.
...
Escena 3:
Monogatari eligió un buen escondite detrás de las cortinas del ventanal en la habitación de Lia. Jugar a las escondidas era divertido, pero más cuando el lugar tiene muchos posibles escondites. Fue de repente que la niña escuchó la puerta abrirse y unos apresurados pisotones resonaban en el piso, seguidos por lo que parecía alguien zambulléndose sobre la cama, y unas voces que hablaban. La niña no pudo con su curiosidad y echó un vistazo disimuladamente.
- ¿Segura no viene nadie?- Dijo una voz masculina con el aire agitado.
- Nadie puede entrar a mi cuarto, mis padres lo saben bien.- Respondió una voz conocida... La voz de Lia.
Monogatari se quedó estupefacta con lo que vio. Sin querer pronunció un sonoro "¿EEH?" que fue, para su mala suerte, escuchado por los individuos que yacían en la cama a punto de iniciar un acto imprudente y mundano.
- ¡¿QUÉ HACES AQUÍ, MOCOSA?!- Gritó iracunda Lia. El hombre a su lado sólo se puso de vuelta la camisa.
- Lia... El señor Otokone es un hombre casado con la mamá de Jun... ¿Por qué...?-
- ¡CÁLLATE! ¡NI SE TE OCURRA HABLAR DE ESTO!- Interrumpió la mayor a la niña.
El hombre no decía nada, estaba rojo hasta las orejas. Monogatari se salió de su escondite con los mofletes hinchados. Estaba por decir algo pero el hombre salió de su silencio y habló por fin.
- Perdóname por lo que has visto, niña. Yo quiero mucho a Jun pero a veces los padres no funcionamos como pareja. Lia, perdón por esto, por favor ya olvídalo.- Tras decir aquellas palabras, el sujeto se marchó de la habitación.
Lia miró con más ira a Monogatari, mas esta no se dejó intimidar. La mayor y la menor comenzaron a discutir, esta primera a gritos y la otra con quejas.
- ¡¡AH!! ¡Ya cállate fenómeno! ¡No sé cómo puede a mi hermano caerle bien una niña tabú como tú! Porque eso eres, ¡un monstruo raro y odioso!- Dijo Lia.
Aquellas palabras derribaron la fortaleza de Monogatari. Como no deseaba mostrarse débil, le sacó la lengua a Lia y se fue corriendo de la habitación. Ya encontrándose lejos, dejó que algunas lágrimas rodaran por sus mejillas. Maldita sea todos los que la tachaban de rara solo por ser algo diferente.
...
Escena 4:
Matsui hace rato que fue encontrada por Suzume, ahora le estaba ayudando a buscar a los demás. Por fin habían logrado encontrar a Jun, pero fue entonces que los niños vieron algo terrible.
Desde ahí veían al señor Otokone revelándole a su mujer el tema de que le había sido infiel con otra persona. Pues claro, era mejor revelarlo el mismo a que se escuchara de los labios de una niña. La mujer comenzó a descontrolarse, abofeteó a su esposo y le gritó cosas que los niños, a pesar de que escuchaban bien, no debían escuchar. El hombre le pedía que se calmara, le decía lo mucho que quería a su hijo pero que el matrimonio no estaba funcionando. Finalmente la mujer decidió dar todo por terminado, le exigió un divorcio.
Jun derramaba dolorosas lágrimas al ver pelear así a sus padres. Matsui y Suzume no supieron que decir, solo abrazar a su amigo para contenerlo. Aunque en realidad la niña bruja era la menos apta para decir alguna cosa, pues ella nunca supo lo que era tener un padre y una madre juntos.
...
Escena 5:
Al día siguiente, las dos niñas volvieron a escaparse mientras su tío estaba con otro paciente. Pasaron por una tienda de antigüedades y decidieron entrar a curiosear. El lugar era bonito, un poco rustico, pero misterioso e interesante.
Matsui encontró algo que le llamó la atención cerca de las baratijas: Junto a una sombrilla japonesa había una escoba, parecía estar muy bien hecha. Su madre le decía que algunos brujos de su clan usaban ciertos objetos para volar libremente, y entre estos estaba la escoba, que era fácil de manejar. La niña preguntó el precio del objeto al encargado y después de llegar a un acuerdo, logró comprar la escoba.
...
Escena 6:
Como aún tenían tiempo para andar por la ciudad, decidieron moverse a pie. De pura casualidad pasaron cerca de donde vivía Suzume y recordaron todo lo de la desastrosa fiesta de cumpleaños. Matsui recordó lo triste que estaba Jun por la separación de sus padres, y Monogatari recordó la escena del porqué de esa separación, incluyendo las crudas palabras de Lia. Ambas sintieron pena por Suzume y Jun, pero no había nada que hacer, ese era un asunto fuera de sus manos. Decidieron seguir su camino. Pero en un callejón, ambas niñas encontraron algo por completo traumatizante...
Junto a unos cubos de basura estaba el inerte cuerpo de Lia, cubierta de sangre y los ojos blancos. Su ropa era la misma de la noche anterior.
La niña bruja fue la primera en salir de su impresión y se acercó a Lia. Trató de moverla un poco para que despertara, pero ya era demasiado tarde, la chica estaba muerta. La hada apenas lograba procesar la situación, la hermana mayor de un amigo suyo, al que se le arruinó su cumpleaños por una mala experiencia, yacía inerte en el suelo.
- Suzume adoraba a Lia...- Fue lo único que pudo decir Monogatari, sintiendo que ese era el punto más importante.
- No se me ocurre que hacer.- Dijo su hermana, tratando de parecer tranquila. No quiso decirlo porque pensó que eran alucinaciones suyas, pero a pesar de encontrar a la chica teñida de rojo no encontraba una sola herida, ni un color inusual en su piel como había leído en los libros de detectives.
...
Escena 7:
Suzume terminó sabiendo la verdad, quedó destrozado pero no se podía hacer nada. Los padres de Lia lloraron a mares por su hija. La policía declaró que el homicidio fue a horas de la noche, pero era inconcluso. El señor Otokone mencionó que su mujer estaba fuera de casa en ese tiempo, y esta al negarlo estéricamente, se le terminó asumiendo como la culpable. Nuevamente, las víctimas verdaderas en el asunto siempre fueron Suzume y Jun.
Monogatari no podía evitar sentirse culpable por lo ocurrido. Después de todo, fue ella quien descubrió a Lia con un hombre casado, y ese acto impulsó al mismo hombre a revelarle todo a su mujer lo antes posible. Matsui le decía en dulces palabras que ya no pensara más en eso, pero para su hermana era demasiado difícil no hacerlo. Suzume y Jun se hicieron sus amigos poco después de que ella abandonara la escuela y la trataron como a una niña más, como a una persona más, no como un fenómeno, una niña rara, o algo paranormal. Pero aun así, estaba dispuesta a llevar la culpa consigo el resto de su vida, enterrarla en su corazón y seguir con su vida sonriendo en lugar de olvidarla.
...
Escena 8:
Matsui pasó 3 días limpiando y encariñándose con su escoba, claro que para ella era fácil encariñarse. Al fin sentía que estaba lista para volar en ella. La dos niñas subieron al tejado de la casa a probarla de una vez, la brujita aprovechó los 3 día para transmitirle algo de magia a su escoba, y ya debería hacer efecto.
Ya una vez preparada, Matsui puso la escoba entre sus piernas cual caballito de juguete, respiró profundo, y dio la orden a su escoba de volar. Al principio la escoba no le hacía mucho caso, daba pequeños brincos como un pajarito aprendiendo a volar. La niña ya iba a rendirse y dio una última orden, pero esta fue en su mente y con mucha determinación. La escoba se movió cual cohete con su dueña encima, la cuan apenas lograba aferrarse a la escoba para no caer mientras esta daba vueltas y acrobacias por el aire. Monogatari no pudo evitar reírse con la situación.
Ya luego de unos minutos tratando de que el objeto loco le hiciera caso, este se mantuvo quieto y flotando en el aire, Matsui al fin la estaba controlando. Comenzó con ir en línea recta y doblar, pero ya con más confianza en su escoba, hizo algunos movimientos en zic-zac y piruetas en el aire. Ya luego de un rato volvió al tejado, aunque aterrizó bastante mal, cayendo de cara y siendo ayudada por su hermana.
...
Los días fueron pasando y las niñas estaban contentas pasándola juntas. Pensaban que cuando volvieran con su madre, las tres serían una familia feliz por siempre. Pero... ¿Realmente solo serían ellas tres?
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