03. The dutiful silence of a guardian dog.

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Unos pasos apresurados se escuchaban entre el montón de bullicio, causado por los cientos de trabajadores que había planta por planta en aquel enorme edificio.

Sus botas de cuero hacían un sonido en particular, el cual destacaba especialmente debido a que ese hombre era el único que llevaba ese tipo de ropa en un ambiente de oficina laboral. Viéndose rebelde, altanero, y aun así actuando de forma tan servicial y formal. Era algo que tenía al resto de empleados confundidos, pero no dejaban de respetarlo -o temerle- debido a su alta posición al lado del jefe de la conexión de empresas.

-¡Geese-sama! -él, el temible hombre de negocios que opacaba gran parte de la atención de la ciudad, siendo básicamente uno de los más grandes atrayentes de esta misma, se encontraba de pie mirando a través de los grandes ventanales de la oficina, observando firmemente en un punto en específico a la lejanía. Billy no supo cómo proseguir, pues parecía ser que su jefe ya estaba al tanto de lo que estaba ocurriendo, inesperadamente mostrando cierto interés-... Vine a dejar un informe, me parece que es importante que sea de su conocimiento.

Billy Kane, un maestro en el bo-jutsu de origen inglés y mano derecha del temible Geese Howard, había entrado apresuradamente después de subir varios escalones por lo alto del edificio, en busca de alcanzar la planta en la que estaba la oficina de su jefe. Un día como hoy, el hombre habría sido llamado en su día libre para leer un informe por parte de Hopper, mientras platicaba con él y Ripper en frente de una computadora que mostraba los pocos datos recopilados hasta la hora actual. Ambos hombres eran compañeros de trabajo de Billy, quienes por cierto se veían profundamente angustiados por la noticia, pues parecía sacada de película de terror, y sin embargo reconocían lo ridículo que se escuchaba aquél informe y temían que Geese-sama los reprendiera por hacerle perder el tiempo, así que mandaron a Billy a dar el informe por ellos después de preguntar un inseguro "¿estás seguro de que Geese-sama querrá saber esto?".

El inglés no tardó nada en salir disparado camino a la oficina, y mientras caminaba pudo darse cuenta de que algunos de los empleados parecían estar al tanto de lo que estaba ocurriendo en la ciudad, pues distintas plantas de la Geese Tower estaban repletas de trabajadores ansiosos, chismoseando sobre los ya mencionados sucesos que habían sido encontrados en uno de los tantos departamentos del edificio. Sin embargo, no pudo escuchar más debido a la velocidad de sus pasos, pero el ambiente acomplejado comenzaba a ponerlo más nervioso de lo que debería. Tan apresurado iba, que se negó a si mismo la posibilidad de usar el elevador, pues este estaba tardando más de lo deseado en llegar a la planta donde estaban él y sus dos compañeros.

El pánico lo estaba consumiendo de manera inconsiente, y aunque procuraba mantener esa intranquilidad bajo control, era cierto que se estaba haciendo miles de ideas en la cabeza. Su cara mostraba serenidad, pero sus movimientos eran atareados. No era difícil saber que hasta él estaba confundido por lo que sea que haya visto. Tomó las escaleras con rapidez dejando a Ripper y Hopper atrás, quienes prefirieron esperar al elevador, convenientemente dejando que Billy llegara a la oficina primero.

Y así fue. Ahora dos de las figuras más importantes de Howard Connections se encontraban de pie dentro de aquella gran oficina, uno dándole la espalda al otro, mientras el más joven comenzaba a golpear con su dedo impaciente la madera rojiza de su bo.

Finalmente, la imponente figura que descansaba de pie frente al ventanal, que daba hermosas vistas hacia las brillantes luces que cubrían los edificios de la ciudad, se dio la vuelta con algo de lentitud. Aunque su forma de moverse fuese una clara muestra de bienestar total, el habitual brillo de sus fríos ojos estaba un tanto ausente desde las finales del torneo KOF de ese año. Nadie lo había notado, excepto Billy, quien era el mejor notando pequeños percances en el bienestar de su jefe. Después de todo ese era su trabajo.

El hombre lo miró fijamente con una expresión fría, antes de dirigirse a su escritorio lentamente. Su semblante estaba sereno, pero contenía cierto aire divertido. Las palabras del informe de Ripper parecían una mala broma de parte de un adolescente fanático de películas de terror.

-Zombies, dijo Hopper -una pequeña risa se escapó de los labios de Geese, mientras la suave pero firme voz del hombre hacía un suave eco en la oficina. Aquellas no eran las palabras exactas que Hopper había escrito, pero comprendía por qué su jefe lo mencionaba. La persona avistada parecía un muerto viviente, quien además había matado a mordiscos a un hombre-. ¿No te parece curioso, Billy?

El más joven bajó la mirada. Aunque estaba algo apenado por su clara muestra de pánico, no podía estar completamente seguro de que no fuese un riesgo para su jefe o para la ciudad. Al final de cuentas, él vio con sus propios ojos una muestra más de crueldad humana. Tal vez su miedo excesivo esté de más para que se tratara únicamente de un individuo causando estragos, pero no bajaría la guardia en ningún momento.

Además, su jefe parecía ligeramente intrigado por la situación en la que estaban envueltos, pero Billy podía notar que Geese-sama prefería mantenerse al margen con una idea más realista sobre lo ocurrido. Alguna explicación, como un simple psicópata en la ciudad. No podía simplemente tratarse de "zombies" como si estos pudiesen ser reales de la noche a la mañana.

Para resumir un poco la situación actual; hace apenas un par de horas atrás, Billy se encontraba pasando el tiempo con su hermana un día libre tras completar otra misión exitosa para Geese-sama, en la cuál había salido tanto herido como agotado, por lo que se le pidió de favor que tomara un descanso y se retuviera de regresar a la torre hasta ser funcional a sus labores nuevamente. Sin embargo mientras tendía ropa junto a su hermana, recibió una llamada de parte de Ripper exclamando que necesitaban su ayuda, pues sospechaban que la misión de la tarde de ayer estaba conectada con un extraño suceso de... Canibalismo.

Billy asistió a la torre sin falta alguna, dejando a Lilly un tanto confundida debido a la prisa con la que se marchó, sin poder continuar tendiendo la ropa debido a que tenía un brazo enyesado, resignándose a esperar a que su hermano volviese. Una vez el joven llegó, recibió la noticia de que un residente de South Town, y no solo eso, un luchador recurrente en los torneos de KOF que Geese organizaba años atrás, había sido victima del ataque de un canibal, más específicamente de una mujer ya entrada en sus cuarenta años, quien llevaba consigo a su pequeño hijo en brazos.

¿El luchador? Su nombre real era un misterio, pero era reconocido por la gente de la ciudad; Duck King, el DJ y bailarín más querido de la zona, y además un viejo amigo de Billy con quien solía platicar muy de vez en cuando.

¿Cómo pudo una mujer, cargando a un niño entre brazos, morder y arrancar una amplia parte de la piel del brazo del bailarín? Peor aún, ¿por qué sería capaz de comerselo frente a su hijo? La sola idea dejaba un mal sabor de boca en el joven, una sensación de amargura que recorría su garganta, hasta hacerlo preguntarse, "¿en qué clase de mundo vivímos?".

Todo había ocurrido dentro del club nocturno que Duck King llevaba, y los reportes fueron de nadie más de que Hopper, quien había asistido al lugar a dejar una pequeña paga al excéntrico luchador. Según tenía entendido, habían evacuado a todos del club con un supuesto incendio y ahora todas las entradas de este se encontraban bloqueadas por varios guardias. También habían logrado encerrar a la caníbal dentro del lugar en la que la habían encontrado, aunque eso fuese junto al cuerpo del dueño del mismo club.

Toda esa información tenía al guardaespaldas pensando, y tras analizar un poco la pregunta de su jefe al igual que los hechos que tenía en frente, finalmente encontró la respuesta que necesitaba dar. Billy suspiró algo intranquilo, antes de levantar la mirada con determinación en sus ojos.

-Me parece curioso, Geese-sama... Creo que deberíamos hacernos cargo de esto pronto.

-¿Por qué? ¿Consideras todo esto un riesgo? -la respuesta cruda de su jefe no tardó en llegar, sin embargo, Billy se mantuvo firme al asentir-. ¿Podrías darme una explicación?

Aunque había cierto tono impaciente en el hablar de su jefe, el menor podía notar un aire divertido en sus ojos. Billy no sabía si la situación me parecía divertida, o si solo se estaba burlando a costa de su obvio pánico y angustia.

-Un caníbal con muestras de putrefacción en South Town da mucho de qué hablar, más considerando que mordió a un luchador perfectamente capaz de defenderse, señor -comenzó a explicar Billy volteando a la ventana para ver fijamente un punto a la lejanía, el punto de interés de Geese-sama algunos segundos atrás. La zona donde había ocurrido todo por primera vez fue cerca del Howard Hotel. Al rededor de esa zona era donde recidía el dichoso club nocturno, y todo ocurrió alrededor de las nueve de la noche-. Incluso si no es una muestra de peligro tangible, debemos reconocer que dejar a la gente saber que Duck King sufrió una muerte por culpa de este canibal sembrará el pánico en la ciudad. Entonces, ahora sí pensarán que son zombies de verdad, y eso sería un problema considerando nuestros más recientes descubrimientos.

Su jefe, a pesar de su indiferencia, prestó atención a cada una de sus palabras, las cuales estaban cargadas con una clara preocupación. Geese inclinó la cabeza un poco, analizando la expresión afligida de su guardaespaldas. Tal vez ver morir a un viejo amigo era la causa de su preocupación. Tras pensarlo un momento, soltó un suspiro y volvió su vista hacia la pantalla del computador de su escritorio.

-He de admitir que no es habitual este tipo de casos por la zona... -replicó Geese comenzando a guardar su mirada burlona, sentado en su silla reclinable mientras miraba la información que había sido enviada por sus secretarios a la computadora que descansaba sobre el escritorio. Puso sus codos entonces sobre la refinada madera, para después entrelazar sus dedos los unos con los otros y mirar con los ojos entrecerrados los videos que habían sido recogidos de la cámara de seguridad del hotel y del interior del club-. Y concuerdo en que podría ser un problema si tomamos en cuenta lo que encontramos sobre NEST los últimos días -Billy asintió-. Hay que deshacernos de las pruebas y asunto acabado. Después recopilamos toda la información que tenemos hasta ahora para tomar cartas en el asunto. Tampoco es un tema tan difícil de tratar.

El empresario sonrió, y el guardaespaldas volvió a asentir, comenzando a hallar sentido en las palabras de su jefe y por consiguiente, algo tranquilidad.

Pero la frase "deshacernos de las pruebas y asunto acabado" lo ponían pensativo otra vez. ¿Así de fácil se desharía de aquel carismático DJ con quien tantos momentos divertidos había compartido? Si estaba afligido, no lo demostró. Prefirió mantener sus pensamientos para sí, mostrando una expresión severa.

-Por ahora hay muy poca gente que sabe del caso. Si nos encargamos de él ahora podríamos evitar que el rumor corra por las calles y así ahorrarnos explicaciones. Podríamos ordenar a un grupo selecto de hombres ir a erradicar a dicha persona, de hecho, yo mismo podría ir y... -continuó hablando con un tono algo perturbado, pero prefirió callar cuando vio que Geese alzaba una ceja como preguntándole si todo eso era necesario para solo una mujer. Bajó la mirada viéndose avergonzado nuevamente por desbordar tanta preocupación.

Sin embargo, no hubo respuesta ante su silencio obediente. El hombre permaneció viendo su inútil intento de expresión severa por un par de segundos más, antes de soltar un quejido apagado y hacer un ademán molesto con la mano.

-Haz lo que quieras. Mientras seas funcional no tengo por qué molestarme.

Billy alzó la mirada con sorpresa. Aunque Geese parecía hostigado por su silenciosa insistencia, aquella sentencia había sido dicha con un ligero tono reconfortante. Geese-sama se mantuvo con ojos cerrados, como si le dijera que no había prisa por cumplir aquella labor.

Sonrió para sí mismo, para luego hacer una inclinación profunda en señal de agradecimiento, y estuvo a punto de volverse hacia la puerta cuando notó algo en la computadora de su jefe.

Y parecía ser que él también lo notó, cuando volteó a ver una especie de notificación que aparecía abajo del reporte escrito por sus secretarios.

Geese guardo silencio, Billy se acercó lentamente al notar que su jefe no parecía encontrar palabras para explicar lo sucedido.

Miró de reojo, y una foto nueva había sido tomada no muy lejos del hotel... Billy reconocía la zona, era la zona central del recién construído metro subterráneo.

Una llamarada morada fue lo que lo hizo contraerse en incertidumbre, mientras sujetaba su bo con fuerza entre sus manos, sintiendo como si todo hubiera perdido sentido.

Solo conocía a una persona con ese fuego...

-¡Geese-sama! ¡Los caníbales-...!

Los dos secretarios llegaron casi que pateando la puerta luego de varios minutos en el elevador, siendo un Billy temblando lo primero que notaron. Uno de ellos traía consigo una laptop medio abierta, posiblemente para tener a la mano toda la información que necesitaban para confrontar las burlas de Geese-sama.

Sin embargo, miraron a Geese, quién a diferencia de Billy, estaba firme evaluando la gravedad de la situación. La sonrisa burlona y la reprimenda que esperaban nunca llegó.

-Los... Caníbales. Se han visto más individuos actuando erráticamente buscando morder más gente y... Algunos tienen fuego -dijo Hopper luego de un silencio que se sentía eterno, mientras desajustaba un poco el amarre de su corbata, aún a sabiendas de que el nudo no era lo que le estaba quitando el aire-... Fuego morado.

Geese se echó para atrás sobre su silla reclinable, admirando la foto en su pantalla con un aire de molestia y genuina confusión combinados.

-Encontramos registros al rededor de la ciudad que parecen confirmar que este tipo de personas aparecieron luego de que descubrimos las instalaciones subterráneas de NEST, señor... -completó Ripper pasando su mano por su cabeza calva, intentando rellenar de alguna forma ese silencio mortal de parte de Geese-. ¿Cree que tenga algo que ver?

El mayor de todos entrecerró los ojos, antes de soltar otro suspiro quedo y voltear a ver a Billy, quien parecía estar temblando de... ¿Rabia? ¿Miedo? ¿Confusión?, era imposible saber cuál era su verdadera reacción ante la noticia.

Atar los cabos no era tan complicado. La repentina aparición de no uno, sino varios caníbales moribundos por la ciudad justo después del deceso de aquella base de NEST obviamente tenían una conexión, y considerando que durante el torneo KOF de aquel año NEST hizo una aparición sorpresa justo después de la misteriosa desaparición de uno de los peleadores más populares... Y que al para rematar, los caníbales moribundos posean un fuego precisamente similar al de aquel desaparecido... Se podía hacer una idea de lo que había sucedido durante y después del torneo, trás bambalinas, pero parecía tan surreal que se sentía ridículo de pensar en eso cómo una probabilidad.

Los agentes de Heidern habían destruido una de las bases de NEST por allá en Antártida mientras los enfrentamientos se llevaban a cabo. Tiempo después descubrieron más instalaciones al rededor del mundo las cuales no tardaron en destruir igualmente. Sin embargo, ni Geese ni Billy esperaron que su mayordomo, Hein, un hombre silencioso y formal, habría logrado sacar información de la base en Antártida durante una batalla de clones, y así finalmente dar con el paradero de una de las bases abandonadas, la cual por cierto, estaba instalada bajo la ciudad desde hacía un par de años, y esta información había pasado tan cerca del señor Howard sin que este se pudiese dar cuenta.

Una clara de molestia comenzó a hacer acto de presencia. Todo esto había ocurrido sin que se percatara, ni él, ni los hombres que trabajaban para él. No entendía como es que había dejado pasar algo tan grande por tantos años. En su momento, Billy sugirió la idea de que nadie lo notó debido a su ubicación, y gracias a que esta base había estado en desuso hasta la fecha no había movimientos sospechosos a los que observar, pero esto no fue suficiente para apaciguar su mal humor.

Mandó a destruir la base apenas apareció, y creyó que todo habría acabado de una buena vez, pero cuando Hein mencionó, cerca de las finales del torneo, que algunos contactos de Howard Connections habían reportado finalmente actividad sospechosa en el alcantarillado cercano a la dichosa base, Geese supo que no sería suficiente, y que había cometido un error al no ordenar una minusciosa expedición en el radio de la zona. Sabía que era probable que volverían a intentar reanudar actividades en algún momento, por lo que dejarlos sin vigilar no era opción.

Este error hizo molestar a Geese-sama como nunca antes. Nadie quería hablar con Geese-sama. A Geese-sama no le gustaba cometer errores.

Y, ver todo lo que había traído el no haber mandado a revisar cada rincón de aquel asqueroso sitio de alcantarilla, lo hacía sentir aún más molesto.

Normalmente podría prever que cosas así sucederían.

¿Por qué no pudo adelantarse a NEST esta ocasión? ¿Acaso se había confiado demasiado?

Billy no se veía muy contento tampoco, aunque sospechaba que eso se debía más a que la simple mención de Yagami lo hacía enfurecer, pero era difícil saberlo, pues hace apenas unos minutos se veía perturbado por las imagenes que había visto. ¿Debía dejar de tomar a la ligera a su guardaespaldas?

Era su hombre de mayor confianza, después de todo.

Suspiró y se levantó con desasosiego. Si era como sospechaba, debía mandar a la persona más fuerte de su arsenal. ¿Pero era necesario exponerlo así, sabiendo que Billy no había sido capaz de defenderse de Yagami en el pasado? ¿Sería capaz de enfrentar a una persona modificada genéticamente, pero capaz de hacer lo mismo que Yagami?

Caminó con lentitud, siendo seguido con la mirada por sus tres hombres de mayor confianza. Por su postura parecía estar relativamente en calma y eso confundía a Ripper y Hopper, pero Billy era capaz de notar esa intranquilidad en su semblante.

-Que Billy se encargue de esto. Eliminen a esos caníbales antes de que salgan más, y reúnan toda la información que haya sobre NEST... Si es posible, den con el paradero actual de Iori Yagami -dictó con voz firme, antes de pasear por entre los sillones y sentarse con calma en uno de estos-. Cualquier prueba de que esto sucedió debe quedar obsoleta. Regresen aquí lo antes posible.

Geese no dijo ninguna palabra más para cuando comenzó a deshacer el nudo de su corbata de igual forma, antes de acomodarse y echar la cabeza para atrás en completo silencio, emanando un aura de molestia que inmovilizaba a los secretarios, pero preocupaba a su guardaespaldas.

-Yes, sir.

Los dos secretarios salieron primero, dejando a solas a Billy y Geese. El más joven miraba preocupado a su jefe, pero luego de unos segundos de no decir nada, hizo una inclinación profunda, antes de retirarse a paso apresurado.

. . .

El lugar olía a putrefacción... Una muy avanzada.

Suspiró por lo bajo intentando no hacer mucho ruido. No había razón para ser silencioso, pero su instinto le pedía tener cuidado. Se sentía levemente amenazado de solo estar ahí.

Volteó a ver a los hombres que lo acompañaban y, con un gesto de mano les pidió mantener silencio, ellos no tardaron en obedecer. A pesar de que Geese-sama le había hecho sentir que tal vez estaba exagerando con esto de "los zombies", Billy aún así se logró hacer con un grupo de los 5 mejores hombres del arsenal de Howard Connections, y con un par de armas para cada uno de ellos. A pesar de las sonrisas burlonas, las palabras de su jefe habían sido claras, él se encargaría de esto, así que el tomaría la cantidad de hombres que mejor le pareciera. Si quería un trabajo bien hecho, debía asegurar un resultado satisfactorio, pensó Billy.

Volteó de vuelta al frente y siguió andando por entre las mesas volcadas y asientos. Habían vasos y copas destrozados en el suelo, tal vez por la rápida huída de la gente, sin embargo los vidrios causaban que el pisar se volviera una pesadilla para el oído. El sonido de sus propios pasos comenzaban a ponerlo de malas.

Necesitaba encontrar a la mujer, exterminarla tal cual se le había ordenado, y luego encontrar el cuerpo de Duck King y deshacerse de él de la forma más respetuosa que pudiera. Las palabras de su jefe habían sido claras con eso también... Pero Billy quería tomarse la libertad de hacerlo con cuidado. Tal vez su jefe lo tache de sentimentalista, pero ¿qué más podía hacer ante la muerte de un viejo camarada? Sentía un pequeño nudo en la garganta.

-Eh... Señor Kane... -sus pensamientos fueron interrumpidos no solo por la leve voz de uno de los hombres que llevaba con él, sino también porque el sonido de los vidrios debajo de sus pies ahora era lo único que se escuchaba. Una vez su compañero captó su atención, este lo tomó del hombro, intentando hacer que volteara a donde sea que todos estuviesen mirando.

Billy volteó a verlo. Como el hombre era parte de la defensa superior, llevaba un casco que cubría casi toda su cabeza. No podía ver la expresión de sus ojos, pero podía ver lo nervioso que estaba cuando con uno de sus dedos, temblando, apuntó en dirección a la cabina del DJ, en lo alto del establecimiento. El resto de hombres miraban también a aquella dirección, asombrados, para poco después retrodecer paso a paso.

Billy miró también. Fue una sorpresa ver una silueta muy familiar dentro de la cabina. Estaba de pie, aunque erguido, mirando lo que parecía ser la computadora que Duck King solía usar para poner las peticiones de sus clientes. Billy entendió el porqué ahora todos estaban repentinamente quietos. Su expresión se frunció al entrecerrar los ojos, en un intento de descifrar de quién era la silueta... Pues era muy similar a la del bailarín, pero esto no podía ser. Su cuerpo estaba encerrado con la mujer... ¿O no?

Volteó a ver a los otros hombres con una expresión severa. Se mantuvo firme y con voz de mando comenzó a hablar.

-¿Dónde ocurrió el asesinato? -su voz resonó por el establecimiento a pesar de usar un tono de voz más bajo para evitar llamar la atención de nadie ahí. Todos los hombres se pusieron firmes de inmediato al oír la pregunta de su superior, y con nerviosismo se miraron los unos a los otros para saber quién debería responder-... No tenemos todo el tiempo.

Finalmente tras titubear unos segundos, uno de los hombres dió un paso al frente y con la mirada baja, repasó toda la información que se le había sido otorgada. Aclaró su garganta y levantó la mirada.

-Según el informe, todo ocurrió en el compartimiento que se usaba para guardar los utensilios del club -a pesar de la situación, aquel hombre, cuyo nombre era John, había logrado con éxito mostrar una posición neutral. Cada palabra salió de su boca con la tranquilidad que Billy esperaba, y pudo confirmarlo cuando este mismo le pidió con un gesto de mano que continuara hablando, regresando la mirada una vez más a la cabina del DJ-... Se cree que la mujer entró por ahí al club, debido a que el compartimiento conectaba con una entrada subterránea que usaban los provedores del establecimiento. No se sabe con certeza cuando tiempo había pasado ahí, pero cuando él entró, fue atacado.

Billy una vez más se regresó a mirar al grupo de hombres que esperaban firmes por órdenes de su parte, y comenzaron a mirarse entre ellos cuando no recibieron ni una sola palabra de su superior... La expresión del británico les daba una idea de qué era lo que estaba pensando, y no les gustaba para nada aquella idea.

Entrada... ¿Subterránea?

También habían encontrado algunos de esos caníbales en el nuevo metro subterráneo, y las bases de NEST se encontraban escondidas en un sitio subterráneo.

Si era como sospechaba, entonces eso significaba que las zonas de South Town que colindan con estos caminos subterráneos se veían en peligro. Eso incluía al Howard Hotel, East Side Park, y...

Soltó un largo gruñido al darse cuenta de que, para rematar, gran parte de la ciudad estaba conectada gracias al metro que habían decidido construir en dónde alguna vez estuvo el tren a vapor. Eso significaba que esas cosas podían salir de la estación cercana a Sound Beach, y Sound Beach quedaba relativamente cerca de la Geese Tower.

-Uhm... ¿S-señor Kane? -de nuevo, una voz de los tantos hombres que había llevado con él interrumpió sus pensamientos con una pregunta intrusa. Billy volteó con cara de pocos amigos, el hombre no estaba señalando nada, más bien, parecía querer saber sobre algo-... El... El rumor de los zombies, ¿es cierto? ¿Hay zombies en la ciudad?

El rubio podía sentir un tick nervioso en su ojo.

-No. Eso es una paranoia colectiva. Han visto demasiadas películas de terror -susurró, ya hostigado de la situación-. Vayan afuera y ordenen vigilancia en cada estación del metro, no quiero retrasos.

Todos asintieron sin atreverse a hacer más preguntas, haciendo un gesto militar, antes de dar la vuelta y comenzar a andar a la salida. Sin embargo, Billy se adelantó y tomó del brazo a un nervioso John, a quién había visto tan serio y neutral momentos antes.

-Tú te quedas conmigo.

El hombre no tuvo de otra más que asentir, para después caminar detrás de Billy, quien había decidido ir en dirección de la cabina. Caminaron por la desierta pista de baile, siendo cegados de tiempo a tiempo por las luces que colgaban del techo. La pista completa estaba casi impecable por lo que no habían vidrios sonando bajo sus pies, pero era cierto que las luces cambiantes del suelo desorientaban un poco si no había gente.

Su caminata se vio interrumpida cuando, no muy a lejos de ahí, una puerta fue golpeada con una violencia que hizo a ambos hombres ponerse en guardia. Mientras uno sacaba su bastón, el otro sacaba una larga arma de fuego, ambos apuntando en dirección de donde habían escuchado el golpe.

Después de pensarselo un rato y mirarse el uno al otro, Billy fue el primero en decidir avanzar, y aunque no llegó a estar tan cerca de la puerta, si estuvo a una distancia prudente con la que podría golpear la manejilla con su bastón... Sin embargo algo captó su atención antes, y fue un largo rastro de sangre que venía desde debajo de la puerta y seguía su camino a rastras hasta otra entrada que llevaba a las escaleras del establecimiento.

Miró el camino de sangre con detenimiento, y luego miró a lo alto, lugar donde la cabina del DJ estaba. ¿Será acaso...?

-¡Señor Kane! -no tuvo tiempo ni siquiera de voltear a ver a su compañero cuando sintió un fuerte empujón que lo llevó a caer al suelo, estampándose contra este, justo en frente de aquel camino de sangre.

Levantó la mirada entonces, y en un estado completamente alerta tomó su bastón y volteó a ver a su compañero, en busca de una explicación a su repentino empuje. Ni siquiera tuvo que mirar detenidamente para entender cuando vio al otro disparando su arma muy violentamente.

La puerta había sido abierta con un misterioso sigilo, y la bestia estuvo apunto de lanzarse contra él, sin embargo, John se había adelantado y había lanzado a Billy lejos de su camino.

Cuando el británico intentó levantarse en busca de luchar, sintió un horrible chirrido acuchillando sus oídos, uno que provenía de las grandes bocinas del lugar. No pudo levantarse pues en seguida buscó cubrir sus oídos por mero instinto.

Miró una última vez a su compañero, antes de que esté cayera al suelo a causa de la mujer.

-¡JOHN!

Su arma seguía arremetiendo sin detenerse contra el torso de la caníbal, sin embargo ella... Seguía mordiendo su cuello sin dificultad alguna, ignorando por completo el dolor de las balas a quemarropa.

Una violenta canción de metal comenzó a sonar con extrema fuerza en el club, mientras los sonidos agudos resaltaban especialmente por sobre los graves. La mujer levantó la cabeza al instante y soltó un largo alarido, antes de azotar la cabeza de su víctima contra el suelo una y otra vez, quebrando el casco de este y probablemente también su cráneo.

Billy no pudo hacer nada, pues la mujer salió corriendo del lugar a cuatro patas como si fuese un animal. Después de un rato en shock, se levantó aún perturbado por la música y por la imagen que acababa de ver. Miró de reojo el cuerpo de quién en algún momento fue su compañero, sintiendo un amargo sabor de boca. La situación le gritaba que dejase de mirar aquel creciente charco carmesí, obligándose a sí mismo a voltear a otro lado, hasta finalmente volver a mirar a lo alto, a la cabina del DJ.

Ahora mismo se le hacía difícil creer que Duck estuviera muerto. Y, sinceramente, sería un alivió verlo de nuevo, ya que la situación estaba empujando a Billy al límite, más de lo que estaba acostumbrado.

Tratando de mantener sus pensamientos bajo control, e intentando ignorar el malestar que le había generado la muerte de su compañero John, siguió el camino de sangre a paso lento procurando no atraer la atención de ningún otro bicho violento que buscara matarlo. Soltó un respingo cuando vio el rastro de sangre subiendo las escaleras, y así él siguió hasta que la interminable mancha rojiza lo llevó hasta donde sospechaba que terminaría.

Sujetó el bastón contra su pecho, aguantando la respiración al sentir un montón de presión sobre sus hombros. Por un momento consideró detenerse a mandar un mensaje a Geese-sama explicando la situación, pues sentía que había fallado en su misión de erradicar a la mujer. ¿Había sido imprudente alejar a los otros cuatro hombres? No se le ocurría otra manera de proteger el resto de la ciudad. Si esta extraña plaga se extendía no solo habría fallado, sino también habría arruinado la ciudad entera de su jefe. Tal vez dejar ir a la caníbal no fue tan grave, si es que el resto de caníbales se veían controlados por los hombres de Geese. No debería ser problema volver a encontrar a la mujer una vez todo estuviera bajo control, ¿no es así?

Pero algo le decía que eso aún no acababa ahí. Al abrir aquella puerta, podría descubrir más información, y entonces sería de mayor uso para su jefe.

¿Debería mandarle un mensaje a su hermana? También tenía una mala sensación.

Tomó el picaporte con algo de pesadez. Estaba exagerando. Si no había muerto en ninguna de sus antiguas misiones, no tendría por qué morir ahora.

Aún tenía una deuda que pagar con Geese-sama, y no planeaba abandonar a su hermana.

Así, abrió la puerta dejando ver una gran mancha roja la cual se extendía por todo el suelo de la habitación, y no acababa ahí. Había sangre encima de los botones del ecualizador, encima de los viejos discos de vinilo que reposaban aún sobre el tocadiscos, y encima de los botones de una laptop la cual aún estaba encendida.

La agradable idea que se había hecho de ver a Duck King vivo se redució a cenizas cuando lo vio en el suelo, con la espalda recargada en su equipo de sonido, con un brazo alzado y una mano sobre el teclado de su laptop. La sonrisa que había preparado para verlo se volvió una mueca de horror cuando vio que ese viejo amigo suyo no solo estaba herido, estaba destrozado. Habían partes de su piel que estaban ausentes y dejaban ver sus huesos, su torso se veía desgarrado y lo que creía eran intestinos comenzaban a ver la luz. Ahogó un grito entre el sonido de una guitarra al fondo y miró aterrorizado el rostro del bailarín.

Solo pudo ver como su piel se caía pedazo a pedazo, como si se estuviera rostizando desde adentro hacia afuera.

Sin embargo y a pesar de su deplorable condición, el hombre seguía respirando, aunque muy pesadamente. Billy podía ver la dilatación en su pupila a través de uno de los quebrados cristales azules de sus anteojos. Casi grita de nuevo cuando vio al hombre levantar la cabeza, dejando ver su boca, sus dientes cubiertos de sangre.

-Billy... B-Billy -se acercó ante el llamado y analizando la situación, intentó buscar una forma de ayudar al hombre en el suelo, sin embargo este mismo lo detuvo de seguir adelante tomándolo de la muñeca con su mano ensangrentada. Soltó un suspiro, como si fuese el último-... Busca a tu hermana y... S-salgan de aquí.

No tuvo tiempo de responder cuando su ojos se cerraron. Billy intentó ahogar un grito en ese preciso instante pues las preguntas que viajaban por su mente lo estaban matando.

Levantó la mirada y con desesperación se acercó a la laptop que el otro había dejado abierta. Comenzó a analizar cada rastro de información que tuviese esta, más allá de una pestaña que reproducía una canción de Iron Maiden al lado de miles de carpetas divididas por géneros musicales. Al cerrar esta, un montón de texto fue cargado ante sus ojos en distintas pestañas de notas, texto que parecían ser una carta de despedida, un informe de la situación actual y un texto que buscaba explicar cómo fue que Duck seguía vivo a pesar de los minutos.

La información no acababa para su sorpresa. Tenía páginas abiertas sobre como detener una hemorragia, como suturar una herida de gravedad, qué hacer cuando la presión en el pecho es demasiado alta... Por qué vomitaba sangre. Sin embargo había una página que captó especialmente su atención...

'NEST ha vuelto'; señala el comandante de la armada Ikari, 'y no creo que sea para bien'.

Distintos artículos de noticias abiertos uno tras otros, análisis de fans sobre Iori y Leona, la larga historia de Orochi en el mundo en el que vivían.

Probablemente se habría quedado ahí leyendo texto tras texto de no ser por un pequeño pío que lo sacaría de sus pensamientos. Volteó a ver de dónde provenía el sonido, y pudo ver entonces una pequeña jaula semi abierta con comida, agua y un pequeño... ¿Pollo? ¿Pato?

Se alejó de la laptop un momento solo para poder ver al pequeño animal.

Suspiró.

Cerró la laptop, la desconectó del equipo de sonido causando una interferencia molesta en las bocinas del establecimiento. La cargó bajo su brazo y sintiendo como las suelas de sus botas se llenaban de aquel líquido viscoso que cubría todo el suelo, se acercó a la jaula que encerraba al pequeño pájaro que se escondía en una esquina, lejos de la luz.

Billy introdujo su mano con cuidado, buscando darle confianza al pequeño animal que parecía asustado. Acarició su cabeza con gentileza, antes de sacar la mano de vuelta, cerrar la jaula y tomarla de la manija para llevársela consigo.

Apenas dió un paso fuera de la cabina del DJ el sonido de un par de huesos quebrándose lo hizo detenerse.

Volteó, ya harto de la situación, pero fue una sorpresa ver cómo el brazo desgarrado de quién alguna vez fue el carismático luchador... Se movía como si tuviese vida propia.

Duck no se movía, no parecía respirar, no levantaba la mirada. Era como si sus extremidades fuesen un ente aparte.

Sintiendo que el alma se le salía del cuerpo, tomó el picaporte de la puerta y la cerró de un golpe, antes de salir corriendo de ahí.

. . .

-Señor... Aún no tenemos noticias de Billy.

Un gruñido molesto se escuchó en respuesta.

El mayordomo se encontraba de pie a un lado del intimidante hombre de negocios, ambos esperaban pacientemente fuera de la torre, a varios pasos de esta, cerca de un yate que esperaba a que su dueño lo abordase. Las miradas angustiadas de sus secretarios seguían mirando a lo lejos, en espera de ver aquella familiar silueta con la bandana en la cabeza, acompañado de una joven de largas trenzas rubias.

Sin embargo, habían pasado ya varios minutos, casi una hora desde que Billy dió su última señal de vida, y cada vez perdían más las esperanzas de que estuviese vivo.

Habían pasado dos horas desde el primer encuentro en la oficina de Geese, y desde entonces la situación no hizo más que empeorar. A pesar de mandar a cientos de hombres en busca de Billy o Lilly, ninguno había vuelto con buenas noticias, es más, la gran mayoría de ellos no habían vuelto.

La mirada impaciente del conductor del yate estaba esperando a que el emperador subiese de una buena vez para poder marcharse y así poder poner al hombre en un lugar seguro, sin embargo, Geese parecía tener otros planes.

-Señor, será mejor que nos vayamos. Las probabilidades de que esté vivo ahora son muy bajas y...

El empresario interrumpió las palabras del mayordomo con una mirada filosa, casi amenazándolo con que si decía una palabra más, lo ahogaría en el mar ahí mismo sin dudar.

Ripper y Hopper compartieron miradas, y luego se volvieron a su jefe.

-¿Qué debemos hacer, Geese-sama? -el hombre permaneció firme con los brazos cruzados, esperando a que su hombre de confianza apareciese de una buena vez.

-Reitero que deberíamos marcharnos -Hein repitió sus palabras con molestia, ignorando el hecho de que Geese ya le había dicho con la mirada que cerrase la boca.

-Tú lo que quieres es que mi guardaespaldas esté lejos, ¿cierto?

El pequeño puerto improvisado cayó en completo silencio cuando esas palabras salieron de la boca de Howard. Hein ni siquiera volteó a ver de vuelta a su jefe, simplemente permaneció de pie, viendo a lo lejos.

Nadie dijo nada más, solo permanecieron de pie ahí, esperando, mientras la luna subía hasta llegar a su punto más alto. El viento seguía soplando causando un ambiente más helado que de costumbre. Geese portaba un gran abrigo negro, el cual bajo la luz de la luna daba la impresión de ser un gran y temible emperador en la espera de algo muy importante.

Porque era cierto, Billy era uno de los hombres más importantes de todo el montón de trabajadores incompetentes que tenía bajo su mandato. No planeaba irse y perder a la única persona que era capaz de cumplir sus órdenes satisfactoriamente y aún así permanecer tan fiel ante él.

-Tal vez alguno de tus amigos sepa algo de Billy, ¿no crees Hein? -Geese dijo con una sonrisa, la cual ocultaba la molestia que estaba sintiendo en ese momento.

Hein sonrió de vuelta, y comenzó a andar de regreso a la torre. Era conciente de que su nivel de poder no era lo suficiente para contradecirlo, por lo que no planeaba luchar contra las palabras Geese. Le seguiría la corriente hasta donde el mayor quisiera, de ser necesario.

-Estaré esperando noticias.

Hein hizo un gesto de mano.

-Será mejor que las espere.

. . .

Los lamentos de los ciudadanos se oían en cada esquina de la ciudad, y esconderse en un edificio abandonado parecía ser lo único viable en ese momento.

Lo que no parecía viable era estar escondido, con su hermana, en frente de un par de asesinos psicópatas.

Un delgado brazo se aferró a él, temblando. Volteó a ver a su hermana quien escondía su rostro contra el cuerpo de su hermano mayor, mientras su otro brazo, el cual estaba enyesado, sujetaba con cuidado un pequeño pajarito amarillo.

Billy soltó un suspiro y analizó el rostro de su viejo compañero de equipo; Ryuji Yamazaki. El tipo estaba más serio que de costumbre -si consideramos su lado serio una "costumbre"-. Se encontraba poniendo las manos frente a una fogata improvisada mientras miraba fijamente al fuego creciente.

-Viejo, ya no hay nada en este sitio de porquería que pueda ayudarnos -luego estaba el otro tipo, un hombre más joven que Yamazaki, pero definitivamente igual de loco. Llevaba una camisa negra con el símbolo ilegible de alguna banda de metal realmente pesada, y encima una chaqueta negra de cuero desgarrada. Su cabello desordenado y anaranjado contrastaba con su ropa, pero de alguna forma también combinaba tan bien. Billy no recordaba su nombre, nunca le había prestado atención. ¿Algo como... Free... Freeman?

-¿Ni siquiera un jodido cuchillo? -Yamazaki preguntó de vuelta tomando un par de pedazos de madera que el pelirrojo había traído, para tirarlos a la fogata y así hacer el fuego crecer. Sin embargo, el tipo negó con la cabeza, antes de sentarse a su lado con una expresión molesta. Yamazaki soltó un quejido-. Al menos tenemos al perro y a su adorable hermanita...

Ambos voltearon a ver al rubio, este entrecerró los ojos e hizo a Lilly retroceder un poco.

-Ya les dije, si tocan a mi hermana, yo-...

-Tch, tu hermana es lo menos importante aquí, rubiecito -masculló el pelirrojo-. Ahora mismo necesitamos gente competente, así que tu nos ayudarás a salir de aquí con la información que tengas ahí. ¿Bien?

Freeman dijo en un susurro indiscreto señalando la laptop que tenía bajo su brazo, aún escurriendo sangre. Billy no respondió, pero tampoco dió negativa. Ahora mismo y con todo lo que había visto, no era capaz de negarse. Recibir ayuda de un par de locos sonaba como una terrible idea, pero, ¿qué se hacía en un apocalipsis zombie?

Ja, y pensar que horas atrás había dicho que eso de los zombies era una paranoia colectiva.

. . .

"Sometimes the meanest turn out to be the most helpful."

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