VI

Kai llegó a casa, arrastró los pies hasta el librero, tomó el primer libro que se encontró y que no recordaba haber leído hacía mucho tiempo, y se tiró en el mueble cuan larga era. Encendió el televisor lo más alto que el volumen le permitía, y no pasó ni tres minutos en el mueble que se levantó, bufando de mala gana.

El olor de Haizaki estaba impregnado ahí.

Con la televisión puesta en el canal de música heavy metal a un nivel de sonido tan ensordecedor que ni siquiera podía escuchar sus propios pensamientos, fue hasta la cocina porque repentinamente había llegado a la conclusión de que se estaba muriendo de hambre. Cuando salió de vuelta a la sala, con un pedazo de pan en la boca, casi gritó a todo lo que daban sus pulmones al ver a la persona de cabello cenizo tirada cuan larga era en el mueble; el libro cuidadosamente puesto sobre la mesa y la música igual de alta. Shibata puso el televisor en silencio, entonces se acercó al mueble y tomó a Haizaki del cuello de la camisa, jalándolo bruscamente.

- ¡Qué estás haciendo en mi casa!

Shogo a penas y la miró por debajo de las pestañas, volviendo a cerrar los ojos con pereza.

-Ah... venía a ver si seguías viva -murmuró-. Aunque ahora que estás gritando como una degraciada me arrepiento de haber esperado que no estuvieras muerta.

- ¿Se puede saber cómo diablos entraste?

Él suspiró, acto seguido, pasó algo que la dejó a ella sin habla: el hombre la tomó de la cintura con firmeza, se medio incorporó y dio media vuelta. Lo siguiente de lo que Kai fue consciente, es que estaba recostada contra el mueble y Haizaki Shogo estaba sobre ella, con una expresión tan adormilada gracias a la cual se hacía notorio que a duras penas se estaba manteniendo despierto.

Esbozó una sonrisita autosuficiente y alzó una mano. Algo tintineó y brilló colgando de uno de sus dedos, dejando a la mujer totalmente estupefacta.

-Me tomé la libertad de llevarme las llaves antes de salir.

- ¡Tú...!

-Haz un poco de silencio -un ceño fruncido, y el de cabello cenizo se acostó sobre su pecho-. Quiero dormir.

El sonido de exasperación que salió de la boca de Kai no fue nada disimulado, removiéndose para safarse del agarre del mayor, pero Shogo era más grande y más pesado, por lo que a penas y sí pudo moverse unos cuantos centímetros. A parte de que le estaba costando respirar con semejante mastodonte encima suyo.

Su desesperación era tan grande, aunque a él parecía no importarle menos. Demonios, eso se sentía tan mal... es decir, Ryota había muerto hacían tan sólo dos días. Removiéndose más fuerte, le dio un golpe en la espalda. Y luego otro, y otro... entonces se dio cuenta que había empezado a llorar de frustración. Notándolo, Shogo abrió los ojos, suspiró y se incorporó, sólo para ver sus ojos llorosos y su cara roja de rabia, o lo que fuera.

- ¿Otra vez llorando? -después de la cuestión, acercó una mano a su rostro para limpiar un camino de lágrimas con ninguna delicadeza-. Chillona, a este paso no me vas a dejar dormir.

« Que asco... que asco, que asco... »

Mordiéndose los labios, los puños se cerraron en torno a la tela de la camisa de Shogo, aún llorando, intentando aguantarse las lágrimas que se derramaban incesantemente por el borde de sus ojos; negando y removiéndose. Haizaki sonrió contra el pecho de Shibata y pasó sus brazos por debajo del cuerpo de ella, apretándola contra sí en un asfixiante abrazo, evitando que se siguiera moviendo.

Era tan extraño, pero de cierta forma le encantaba eso. Hacerla llorar, exasperarse, frustrarse, hacerla perder la cordura, porque eso solo significaba que le daba importancia, que significaba algo para ella. Sonaría posesivo, egoísta, ególatra incluso; pero quería que eso fuera todo lo que sintiera en la vida.

Quería ser todo lo que tuviera en la vida.

-Escuchen bien. No es que les robe algo porque no lo tenga...

Ella no le gustaba. De hecho, la odiaba; y que hubiera preferido a Ryota aunque hubiera hecho el ridículo, aunque fuera un perdedor, aunque él siempre se le hubiera insinuado; le molestaba, le molestaba muchísimo y al mismo tiempo le llamaba demasiado la atención.

-... Es que lo que tienen los demás siempre tiene mejor pinta.

Y ahora que Ryota no estaba, Shibata Kai sería toda suya.

Ándenle, esto se está poniendo darks. De cierta forma, me está quedando justo como deseo, un tipo de relación tóxica que es lo único que me viene a la mente cuando pienso en Haizaki Shogo.

Ah... yo me voy a seguir disculpando por romperles los kokoros, pero les juro que esta es algo así como mi historia favorita (?) Ahora, huiré, antes de que me asesinen~

Muchisisisisisisísimas gracias por los leídos, los favs y los comentarios. Sin ustedes esto no sería nada♡ Y les pido perdón por los probables horrores ortográficos.

Baiiiiii o/

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