V

Cuando Kai despertó, a su lado, dándole la espalda, Haizaki estaba profundamente dormido. Al principio no lo distinguió con la suficiente claridad, pero a penas divisó los mechones cenizos cayendo desordenados en la almohada, algo en su mente hizo crack, y en su pecho, creció un sentimiento tan desagradable que no hizo nada por ocultar el mal sabor de boca. Esa principalmente fue la razón por la que, llorando y lanzando improperios, despertó al hombre a base de gritos y golpes.

- ¡Pero qué coño! -gritó Haizaki, incorporándose entre sacudidas y manotazos- ¡Qué carajo sucede contigo!

- ¡Fuera de aquí! ¡Nadie te dijo que podías entrar! -en un arrebato, se levantó y lo jaló de la camisa, sacándolo de la cama a la fuerza-. ¡De hecho, nadie te dijo que podías quedarte en mi casa! ¡Largo!

Shogo la tomó por la muñeca y jaló, quedando frente a frente con ella, sin embargo, Kai tropezó con un par de zapatos que estaban mal ubicados en medio de la habitación, cayendo hacia atrás y llevándose consigo al contrario que de paso perdió el equilibrio por la misma razón que ella, y así fue como ambos terminaron de vuelta en la cama, ella debajo, él encima sosteniendo sus muñecas contra el colchón pues no iba a estar soportando los golpes. Vale que se sintieran como si una extensión de seda intentara derrumbar un muro de piedra; pero era fastidioso.

- ¡Shibata! ¿Quieres tranquilizarte? -le dio una sacudida, recién dándose cuenta que ella había empezado a llorar por... en fin, ya había perdido la cuenta-. Entiendo que no estés bien pero estos arranques solo lo hacen peor.

-Vete... Vete... -empezó a hablar en otro idioma, un inglés muy peculiar, y aunque él sabía que era inglés, no entendía mucho de lo que estaba diciendo-. Esta era nuestra habitación... la habitación de Ryota... no deberías estar aquí, no puedes estar aquí. Vete... vete...

Con una mano tomó ambas muñecas, y con la otra sostuvo su mentón para que dejara de mover la cabeza a los lados. Así, pudo ver claramente sus grandes ojos hundidos en lágrimas escapándose por los rabillos; entonces se dio cuenta de lo realmente cerca que estaban, y de que cada vez que ella exhalaba un sollozo ahogado, sus alientos se mezclaban.

-Sí, claro, tienes toda la razón -asintió firmemente, haciendo una delicada caricia con el pulgar en su mentón-. Ahora dilo en japonés para que pueda entenderlo.

Algo debió haber hecho mal, definitivamente, porque el entrecejo de ella se frunció, sacudió la cabeza con furia y se removió tan fuerte que Shogo tuvo que alejarse para no ser golpeado de nuevo.

- ¡LÁRGATE!

El de cabello cenizo inspiró profundo, lo suficientemente harto de toda esa situación como para considerarlo la gota que derramó el vaso. Se incorporó y salió de la habitación sin decir nada, bajó las escaleras y se fue de la casa, dando un portazo al salir.

Kai se quedó tirada en la cama unos minutos más. Acto seguido, cuando el silencio se hizo ensordecedor, se estiro y movió hasta alcanzar el celular, tras lo cual hizo algunas llamadas. Al terminar se levantó y fue directo al baño, tomando una larga, larga ducha.

Media hora después, la bocina de un auto sonó frente a su casa. Tomó sus llaves y salió, sin sorprenderse de ver la limusina negra y menos aún cuando vio a todas las personas dentro de ella: Lilian y Seijuro llevaban una corona de flores en sus manos, Shintaro y Noriko le tendieron su lucky item del día, guardando otro item entre sus manos. Asuka y Daiki se veían extraños sin esa aura animada a su alrededor; mientras tanto, Atsushi comiendo sus usuales dulces estaba acompañado de Aoi que llevaba una botella de agua mineral, Rin y Taiga llevaban un ramo mediano de flores, y por último, Kuroko le tendió un tulipán amarillo recién cortado, con una sonrisa tranquilizadora.

Nadie dijo nada al respecto, pero todos se fijaron en la camisa de básquet con el número 7 que llevaba Kai.

Cuando llegaron al cementerio, la limusina los dejó prácticamente frente al lugar al que iban, ellos sólo tuvieron que caminar unos cuantos pasos hasta ese lugar debajo del gran árbol de cerezos en el cual estaba escrito un epitafio: « Sé honesto contigo mismo. »

Se sentaron todos en un círculo alrededor del sepulcro, no sin antes dejar los respectivos objetos a los pies de éste (excepto la corona de flores, que colgaron con cuidado en una de las esquinas de la losa), mientras Kai tomó lugar en el medio, apoyando la espalda contra la estela de mármol. Así estuvieron en silencio un rato, cada uno con su respectiva pareja, Kuroko y Kai suspirando y mirando al cielo de vez en cuando.

El primero en hablar, fue Daiki:

- ¿Recuerdan cuando fuimos al arcade? Ahí fue donde Kise bailó dance dance revolution por primera vez.

Varias risitas en murmullos se escucharon. Shibata rápidamente fijó la vista en el moreno, sin evitar la ligera sonrisita que se formaba en sus labios.

- ¿Cómo olvidarlo? Incluso yo saqué mayor puntaje que él esa vez~ -la voz floja de Murasakibara se alzó, sacando más risitas por lo bajo.

-Estoy seguro de que si no hubiera sido tan difícil para Murasakibara-kun ver la pantalla, le habría ganado a Kise-kun en un santiamén -comentó Kuroko.

-Y pensar que todo fue por el lucky item de Midorima... me pregunto si también ha hecho sufrir así a Takao -se burló Daiki, tirándose en la grama a sus espaldas.

Shintaro se acomodó los lentes y se enderezó en su sitio; todos soltaron una carcajada pues ya se conocían a la perfección esa historia en la que Kazunari y él recorrieron más de la mitad de la ciudad buscando su objeto de la suerte... que al final resultó ser Kuroko.

-Deja de molestar-nanodayo.

-La primera vez que bailamos juntos fue en nuestra primera cita... -el silencio expectante se hizo cuando Kai habló-. La verdad yo no quería bailar. Pero ya saben cómo era, no podías simplemente decirle que no.

Los milagros asintieron de inmediato, las chicas viendo con cariño a Shibata.

-Esperemos que el pequeño o la pequeña Kise herede esa perseverancia eterna de su padre -esta vez, había sido Lilian, causando una pequeña conmoción de parte de los hombres del grupo.
Seijuro alzó ambas cejas, miró a su esposa de reojo y luego se fijó en Kai.

- ¿Estás embarazada?

No hubo más respuesta que un asentimiento, la gran y brillante sonrisa empezando a formarse en su rostro, sin embargo, se le asomaronnunas cuantas lágrimas y sus labios temblaron levemente mientras se llevaba una mano al vientre y lo acariciaba un poco.

- ¡Woa! ¡Pero mira nada más! A este paso vamos a ser los últimos, Rin -se sobresaltó Taiga, viendo a los demás hombres del grupo incorporarse para darle las felicitaciones a Kai.

- ¡No me presiones!

- ¿Hace cuánto tiempo que estás embarazada, Shibata-san?

-Ah... cerca de dos meses. Supongo que pasó poco antes de que Ryota se... fuera -lo último lo dijo en un hilito de voz, los labios se apretaron en una fina línea.

-Nee, nee, Kaicchi, ¿qué nombre le pondremos a nuestro hijo?
- ¿Tan rápido quieres planearlo? Pero si aún no estoy...
- ¡No importa! Así ya sabremos su nombre, ¿no crees?
-Bien...

- ¡Kai-chan! ¿Ya escogiste su nombre? -saltó Rin, sacándola de sus cavilaciones.

Shibata sonrió, más lágrimas acumulándose en sus ojos sin aparente razón, mientras acariciaba un poco su vientre. Inspiró para que la voz no le saliera quebrada, tratando de esbozar una nueva sonrisa.

- ¿Qué te parece algo como...

-No estoy segura. Pero creo que si es niña será...

-... Kise Ryo?

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