IV

Kai estaba en el baño; llevaba casi quince minutos ahí. Mientras tanto, en la sala, Asuka, Lilian, Aoi, Rin, e incluso Noriko estaban sentadas, hablando animadamente mientras bromeaban. Tanto Aoi como Lilian sostenían un bebé en sus brazos cada una, y aunque la diferencia de edades no era demasiada, se notaba que la hija de los Murasakibara era mayor que la pequeña Akashi.

Entre semana solían tener momentos así, en los que los hombres de la familia estaban ocupados en sus asuntos y ellas, estando libres, se reunían. Así pues, mientras Ryota estaba de viaje, Daiki y Taiga impartiendo entrenamientos intensivos en la academia de deportes, Shintaro estudiando con ahínco, Seijuro atendiendo asuntos de la empresa y Atsushi atendiendo la pastelería, ellas estaban felizmente compartiendo té y dulces en la casa de Lilian.

Aunque ese día particular, Kai estaba encerrada en el baño porque repentinamente el antojo de comerse un frasco entero de cerezas en almíbar hizo que todas las chicas llegaran a la unánime decisión de que debía hacerse una prueba de embarazo. No era que le molestara, ni que le gustara estar aislada cuando todas las demás estaban ahí afuera; la prueba ya había dado los resultados hace tiempo, pero estaba tan ridículamente nerviosa que no se atrevía a salir, ni siquiera a ver el resultado. Era tonto, Aoi y Lilian ya tenían incluso un bebé, ¿qué tenía de malo que ella también tuviera uno?

Suponía que no estaba preparada para ello.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando alguien tocó la puerta, y del otro lado, la voz de Rin se escuchó:

-Kai-chan, ¿todo bien?

La susodicha dio una profunda inspiración, apoyada en el lava manos, y lentamente abrió la puerta; aunque tenía la cabeza algo gacha, y la prueba de embarazo apretada fuertemente en la mano derecha.

- ¿Y bien? -no supo quién hizo la pregunta. Tampoco supo en qué monento todo en el salón fue silencio, pero se removió incómoda, un poco intranquila.

-No lo sé. No tuve el valor para verlo.

Asuka se levantó de un salto, en lo que la expresión de todas se volvía en una condesciente (excepto la de Aoi, que sonreía de una manera encantadora como normalmente lo hacía), y cuando la mujer pecosa tomó la prueba de las manos de la morena, la vio un segundo antes de que una sonrisa de oreja a oreja se hiciera presente en su rostro, dando la respuesta por más que obvia: Kai se puso roja hasta el cuello y las orejas, mientras todas las demás estallaban en risas, aplausos y felicitaciones.

- ¡Es positivo! ¡Felicidades Kai, estás embarazada!

Shibata se hizo un ovillo nuevamente, tapada hasta la cabeza con un suéter de Ryota. Se llevó una mano al vientre y lo acarició, a penas rozando con los dedos el lugar.

Irremediablemente, de nuevo, comenzó a llorar.

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