El Martillo

»Cuando pienso en mi adolescencia, pienso en «Caramelos de Cianuro». Se dice que esa banda tiene una canción para cualquiera que sea tu estado sentimental y que si en una hora loca(1) la canción del Martillo no suena, la fiesta a la que fuiste no fue buena. Se los juro, esos tipos son lo más: pueden hacerlos llorar y ponerse cachondos, todo un mismo disco.

Me recuerdo que la semana en que el jueguito estúpido de las cartas había comenzado había un concierto de ellos en un bar muy famoso de la ciudad. Caramelos de Cianuro, en mis tiempos, no era una banda tan diva como ahora (yo creo que hasta en bautizos tocaban los carajos). Además, había que admitir que la combinación que ofrecía el evento no podía pasarse por alto: también iban a estar «Los Tres Dueños» y «Papashanty» (2) esa noche. Tres bandas brutales en una sola noche. Era imperdible.

Todo el mundo estaba hablando de ello. En quinto año, apenas dos personas habían cumplido la mayoría de edad y el hecho de colarse a un bar con una cédula falsa era de las rebeldías más grandes que alguna vez se han podido cometer en la adolescencia. Que conste que era algo ilegal lo que pensábamos hacer, así que la adrenalina nos subía al máximo de solo pensar en ello. A muchos les daba miedo o los tenían medio sometidos (3) los papás, pero yo me negaba a dejar que el sistema  me excluyera de las mejores movidas culturales de la ciudad porque tenía diecisiete años.

En ese momento, Claudia me estaba contando que su primo, Alberto, era experto en esas cosas de edición de imágenes y que si le daba mi cédula y algo de plata, seguro me hacía el favor de editármela. Ella, por su parte, tenía una hermana mayor parecidísima y seguro podía entregar su identificación sin problemas. La maldita suerte del hijo único me seguía a todas partes. De todas maneras, allí no se rendía nadie, yo entraba a ese bar y, de paso, me tomaba unas birras, sí o sí...

—Asier Cazalis para mí es una muestra de antipatriotismo puro. Es un seguidor evidente de la Cultura Pop que lleva por el mal camino a esta juventud influenciable de la que somos protagonistas en este momento.

Por supuesto, no faltaba nunca la queja del carajito ese. Ese día sostenía que nosotros sólo nos movíamos en «zonas de burgueses» y que Las Mercedes no constituía toda Caracas, que ya nos quería ver él por Capitolio aprendiendo un poco más de nuestras raíces. Cuánta ironía. Santiago era la quintaescencia de la burguesía. Ahí donde lo ven, ese se pasaba las vacaciones en su casa de Alemania o iba a Chile a esquiar un fin de semana porque papi tenía una compañía que distribuía, única y exclusivamente, todos los refrescos «Pespi» (4) en la capital y los estados más importantes de Venezuela.

Rodé los ojos e intenté concentrarme en las palabras de mi amiga. Pero era imposible, él y su séquito de idiotas, esos que no entendían qué demonios les decía Santiago el nacionalista, se hallaban justo en los pupitres de atrás. Dios mío, qué difícil era no matar gente estando por finalizar quinto año.

—¿Te has dado cuenta de cómo promueven eso de apoyar el talento nacional y, al final, resulta que todas esas bandas que se ponen de moda son más bien la copia barata de un género que nació en los años cincuenta en Estados Unidos?

«La cédula, Klaudia, la cédula».

—¿Qué «talento nacional» pueden tener fallando tan catastróficamente en la inclusión de géneros autóctonos del país? Es la Cultura Pop, ya les digo, nos tiene bien jodidos...

Suficiente. Yo era burda de pana, pero con los imbéciles la paciencia se me iba en un dos por tres.

—Sabes que «Pop Culture» viene de «Popular Culture», ¿verdad? O sea, no es «Cultura Pop» es «Cultura Popular» —exploté, volteándome casi por completo hacia los pupitres contiguos desde donde venía la molesta e incesante voz del chico—. Los estadounidenses y su cultura capitalista que domina la globalización no tienen la culpa de que siempre te claven (5) en inglés.

Y así, diva como soy, me paré y me fui. No se crean que era una rebelde que salía de clases sin que nadie la detuviera, es que había sonado el timbre. Pero dejémoslo hasta ahí, que me veía bien regia batiendo el cabello y dejándolo con la palabra en la boca.    

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(1)¿Esto se hace en todos los países? Es un momento que tiene lugar casi finalizando cualquier fiesta donde ponen canciones conocidas, sacan gorros, silbatos y pues... como que se vuelven un poco locos todos (?)

(2) Si usted es de  Venezuela y no ha escuchado "Originales" y "Música de paz" ¿qué espera? Lo estoy instruyendo, ¡caramba! Esas son bandas simbólicas del país.

(3)O sea, el yugo paternal era muy fuerte

(4) Aquí nadie me puede demandar por copyrights je je.  

(5) Te suspendan, pero bien suspendido, eh xD  

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