El mar
«Me voy paˈ la pla-ya
No me importa na-da»
»Déjenme intentar describir un poco la emoción que te produce ir en un carro con las ventanas abiertas, la brisa marina golpeándote el rostro y la música de Circo Urbano a todo volumen. A menos de cinco minutos de llegar a Bahía Azul, recorriendo las calles del pintoresco pueblo de Higuerote y contagiándome de un espíritu playero súper buena vibra, al ver toda la actividad que tenía lugar alrededor de mí. Oh, así es como la libertad se debía sentir. Se los juro, son ese tipo de recuerdos los que siempre terminan poniéndome llorona cuando pienso en mi adolescencia.
—Epa, Klau, ¿la vaina dice que cruce a la izquierda o a la derecha? —Una voz chillona me sacó repentinamente de mis pensamientos y al notar que no contestaba, insistió—. Pero no te quedes pegada, mija, que aquí se vino fue a demenciar.
«Yo no soy neoliberal
Tampoco soy comunista
Sólo soy un mamarracho que se la tira de artista»*
Sacudí la cabeza y me concentré en el mapa que tenía entre mis manos ante la mirada expectante de la hermana de Claudia, nuestra conductora oficial. No digamos chaperona, que esa se volvía mierda más rápido que nosotras dos juntas.
—Coño, no te sé decir. —Fruncí el ceño—. Es que yo no sé leer esta mierda.
—Verga, pero es que tú sí eres bruta. Dame acá esa vaina. —Claudia me quitó el papel de las manos de un tirón—. Es a la derecha, Catherine, gira a la derecha.
Bueno, pero quién las mandaba. Si yo dibujo técnico lo pasaba porque le gustaba al carajito que le copiaba las notas en la nómina al profesor. ¿No se los había dicho? Es que tenía muchos admiradores en mis tiempos de adolescencia porque estaba buenísima. Hasta Santiago... no, bueno, Santiago iba pendiente de Claudia, pero como yo le contestaba las cartas podríamos decir que también se estaba enamorando un poquito de mí, ¿no? ¡Uy! No, qué fuerte pensar eso. Yo de verdad no tenía corazón.
—Marica, ¿adivina quiénes son los invitados sorpresa? —dijo Claudia, girándose casi por completo desde su puesto de copiloto para poder verme justo cuando estábamos frente a las puertas del club Bahía Azul.
Me dio esa mirada. No sé si les pasa, pero yo con mis amigas he desarrollado una especie de telepatía súper útil para los momentos en los que estábamos frente a personas indeseadas. Casi al instante alcé las cejas y abrí muchísimo la boca.
—No puede ser.
Claudia rio.
—Pues sí, fíjate. En menos de un mes, vamos a ver dos veces a Caramelos de Cianuro en vivo. Este Santiago como que sabe tocarnos las fibras sensibles.
Déjenme decirles: Santiago sabía bastante de esas cosas. Pero vamos a dejar esos pormenores para otro capítulo, porque es obvio que desde ese mismo momento la fiesta prometía que jode y a mí me encanta crear suspenso en el público.
*La canción es "Muerto en Choroní" de Circo Urbano (2006).
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