El flaco
»Déjenme decirles algo: Claudia era burda de habla paja. O sea, era mi amiga y todo, pero a veces se lanzaba unas exageraciones para impresionar a la gente, que ni les cuento. Era por eso que yo tenía que haber sido bien estúpida para haberle creído, pero lo hice. Confié en que su primo de verdad me haría una buena cédula falsa y terminé con un pedazo de papel plastificado con un número «88» más pirata que las tetas de mi profesora de inglés.
—No joda, Claudia, ¿de verdad? —Le reproché a mi amiga, con el ceño aún fruncido, agitando la identificación falsa en mis manos—. Hasta yo hubiese hecho mejor esta vaina en «Peint».
—Coño, chama, mala mía (1) —Hay que darle crédito: en serio parecía apenada—. Alberto me dijo que estaba estudiando diseño gráfico por Altamira, pero hoy me enteré por mi tía que es paja, que todavía no ha salido del parasistemas(2). Pero mira... Yo creo que si pasamos ahora que hay burda de gente y está oscuro, seguro el gordo de la entrada ni se fija que la parte donde debería estar lo amarillito del escudo no está alrededor del ocho.
De acuerdo, sí lo intenté, pero me parece que después de la mala experiencia que tuve jalándole bolas (3) al guardia, ofreciéndole plata, mostrarle las tetas y fingiendo que me habían robado la cartera y por eso no tenía mi cédula original, había llegado a una conclusión: Claudia era habla paja y pavosa(4). Además, aquel rechazo suponía un embrollo de proporciones catastróficas para mí: la versión de la que mis padres estaban enterados era que iba a quedarme en la casa de Claudia a hacer un trabajo de sociales. Iba bien jodida, en pocas palabras.
Sin embargo, todo fue peor en el momento en el que me entró el espíritu altruista ante la cara de tragedia de mi amiga y le insistí que siguiera sin mí, que me dejara a mi suerte a las diez de la noche sola en Las Mercedes sin suficiente plata para agarrar ni siquiera un taxi hasta su casa. La vida era una tragedia muy grande en ese momento, deben comprenderlo, porque, incluso cuando en esos tiempos la inseguridad no llegaba a lo que es hoy en día, yo estaba cagadísima(5). Me faltaba poco para llegar al punto álgido de mi crisis nerviosa, sacar el celular y llamar a mi mamá rogando que viniera a recogerme y me castigara tres semanas.
Puede resultar irónico que diga esto, pero creo que la combinación de todos estos factores en mi estado anímico fueron los que no me permitieron intuir que una persona estaba acercándose por detrás mientras dejaba a mi trasero caer sin mucho glamour en una acera sucia que estaba en la misma calle del famoso bar.
—Entonces... —dijo la persona que se hallaba detrás de mí—. A mí me clavan en inglés, pero por lo menos no me rebotan en la puerta del «Bootty Bar».
Esa voz. Esa voz...
Al instante me giré y di un respingo al toparme con una cara pálida a pocos metros de distancia y casi al mismo nivel que la mía cuando Santiago se sentó a un lado y me dirigió una media sonrisa. Negué con la cabeza y me escondí la cara entre las manos, dejando escapar un pequeño grito de frustración por el camino.
Ahora que estamos en una era tecnológica, busca «Ley de Murphy» en la «Wikidepia» y te aseguro que una foto mía debe aparecer del lado izquierdo.
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1.Disculpa, fue mi error.
2.Creo que existe en todos los países, pero igual lo digo: institutos que imparten educación secundaria para adultos en horarios cómodos.
3.Lisonjear (seguro menos entienden esta palabra, pero no hay ninguna menos fancy(
4. Que trae mala suerte
5.Muy asustada.
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¿Alguien fuera de Venezuela me lee? Repórtense, que me da curiosidad y en mis estadísticas aparecen *cof* *cof* Por cierto, una foto de una cédula (aunque esta es la versión nueva) para que entiendan la dificultad de falsificar el numerito de la fecha de nacimiento ;)
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