🎻 Murciélago 🎻

VII

"muevete veloz, muévete rápido pequeño murciélago, ¡cómo me pregunto lo que eres! Por encima del mundo vuelas, como una bandeja de té en el cielo"

Lewis Carroll

Cuando terminé de tomar la sopa, me sentí mucho mejor.

  —Bueno, debemos continuar — dije

Kristoff no me escuchó o hacía que no me escuchaba. Observaba su paisaje, el valle donde vivía.

Por un rato pensé que había sido muy injusta con él en obligarlo a que me acompañara y que deje su hábitat en donde vivió por mucho tiempo.

  —Creo que fuí injusta contigo en obligarte a... que me acompañaras — Kristoff me interrumpió

  —No, no me obligaste a hacerlo, yo decidí en querer acompañarte

Pensé en un momento que todo lo que decía, sólo lo decía para no contradecirme. Creo que está siendo muy generoso conmigo.

  —Si, si lo hice y después no quiero que te enojes conmigo si algo sale mal.

  —No lo haré, soy un adulto y tú eres una niña...— Apuntó contra mí.

Al principio me sentí minorizada por él, pero quizás tenía razón, era una niña a sus ojos. Pero yo, yo me sentía una adulta. Una vieja de doscientos años más precisamente. Sin embargo, parecía de la edad que siempre tuve y tendré, unos dulces dieciséis.

No recordaba a mis padres, no recordaba nada de mi pasado. Kristoff era lo más cerca que yo tenía a una familia.

No me podía imaginar tener que afrontar yo sola la «adultez» y él era un adulto eterno. Porque al parecer también había vivido mucho tiempo por estas tierras abandonadas.

Pero como él había dicho desde un principio, habíamos sido maldecidos. Pero por quién. Esa y otras dudas me llenaban de ansiedad durante el día y no me permitían «descansar» en paz.

Quizás ya no había más nadie por estas tierras y sólo éramos nosotros dos contra el mundo entero. Y contra todos los seres extraños que se nos presentaría a futuro.

La noche estaba fría como mi piel. Y la luna pálida como mi cuerpo. Sólo había oscuridad en mi nuevo mundo. El único mundo que podía recordar. Uno muy solitario, aunque con Kristoff no lo era tanto. Pero sabía que había otro, uno lleno de luz, uno desconocido para mí. Mi mundo era sólo de acecho y oscuridad.

Kristoff retomó la conversación.

  —No sólo lo hago por tí —Kristoff se sincerizó. — También lo hago por mí.

Me quedé pensando en sus palabras, quizás el también tenga asuntos pendientes.

  —Me parece bien —respondí a secas

  —Saldremos por la mañana —ordenó seguro

  —Te olvidas que soy un vampiro, la luz me puede quemar.

  —He pensado en una idea.

  —¿Cuál es la idea?

  —Deberás convertirte en murciélago de día y de noche volverás a tu forma habitual.

  —¡Oh qué buena idea! —respondí sarcástica —¿No quieres que también me transforme en elefante?— refunfuñé

Kristoff comenzó a reírse a carcajadas.

  —No quise decir eso. Sólo que he escuchado que transformándote en un murciélago, el sol no puede hacerte daño.

  —¿Y puedo transformarme en eso? ¿Cómo es que sabes todas estas cosas? —Indagué curiosa

Kristoff dejó de sonreír y luego se puso un poco serio. Después añadió:

  —Es una larga historia, después te lo contaré.

  —Por favor, cuéntamelo ahora.— Le hice puchero con la boca

Él accedió.

  —Bueno, todo empezó hace tiempo atrás. Cuando yo batallaba con mi padre. Mi hermano más chico quería venir con nosotros en nuestra última guerra juntos. Y mi padre se negó y lo encerró en un calabozo para prisioneros. Fue un error desde el principio, crecimos con esos calabozos, teníamos copias de llaves, era una estrategia inútil. Yo no dije nada. Porque nuestro padre nos descubriría. Volví de la guerra solo mi padre lamentablemente no regresó. Sólo regresamos los que habíamos sobrevivido.

» Mi hermano se había escapado del calabozo y se había ido del pueblo. No sabía dónde estaba. Mi madre había fallecido poco después. Y yo un día me había despertado en esto que soy ahora. Creo que fuimos maldecidos por no haber ganado la guerra. Porque aunque dijeron que la habíamos ganado, no lo habíamos hecho. Para mí, lo habíamos perdido, yo había perdido a mi padre y el pueblo a un héroe que lo representase. Yo jamás estaría a su altura. Jamás podría hacer lo que él hizo por su pueblo. Creo que fuí castigado por eso. Si yo pude convertirme en esto. Los vampiros pueden convertirse en otra cosa, como por ejemplo en murciélagos.

Después de ser convertido en un centauro me he sentido observado por murciélagos, había escuchado que eran otras de las razas que habitaban estás tierras, la de los vampiros que de día se convertían en murciélagos para buscar a sus presas y de noche ir a atacarlos, al principio no quería creer en eso, pero después de convertirme y luego que te ví, bueno te ví en tu tumba, parecías una muñeca frágil de porcelana y entonces pensé que quizás no estabas muerta, que quizás eras un vampiro y estabas dormida. No había dudas, hasta que despertaste.

La historia de Kristoff me había impresionado bastante. Había pasado por tanto, y había visto a otros como yo, eso significa que no era la única de mi especie. Quizás tenga razón de que pueda transformarme y pueda continuar de la forma animal.

  —¿Y cómo sabes que los murciélagos son vampiros y unos animales cualquiera?

  —Es extraño que me observen tanto, por eso de noche me protejo con cruces y rezo por las noches. Hago un ritual de protección.

  —Por eso me has enseñado a rezar para protegerme de mi misma?

  —Para protegerte de otros vampiros, no todos son amigables como tú.

  —Sólo podré comprobarlo contigo, si te puedes transformar, entonces compruebo mi teoría de que los murciélagos son vampiros.

  —Eso suena bastante lógico- respondí. — Pero yo no sé cómo podré lograrlo, deberé prácticar y pensar que soy un murciélago. —Pensé.

  —Podrías intentarlo.— Es la única manera de que puedas continuar y ver la luz.

No tenía nada que perder, así que lo intentaría, por mí y por Kristoff quién me animaba cada día a demostrar que podía adaptarme a ser un vampiro.

Canción: Benedictus — 2cellos










Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top