🎻 Laberinto 🎻

XXVII

"Felices son aquellos que se atreven con coraje a defender lo que aman."

Ovidio

No esperaba encontrarme con Konstantín. Pensé que jamás lo volvería a ver. Pero lo volví a encontrar pero ya no como humano sino en forma de vampiro. Que era algo de lo que temía. Fue infectado por la plaga del vampirismo. Sus ojos rojos lo delataron. Y sus colmillos afilados. Ahora le debía la vida por haberme salvado. Y salvarme a mí, era sinónimo de haber salvado a Klara, porque si hubiera muerto, no sé que hubiera pasado con Klara.

Pude huír lo más lejos posible sin saber bien a donde me estaba dirigiendo. Me perdí, pero gracias a ello encontré el sendero prohíbido que me había mencionado la bruja. Tenía un cartel que decía " No pasarás". El sendero se encontraba lleno de ramas y enredaderas que fuí cortando una a una con mi espada. Estaba oculto tapiado con ramas, para evitar que alguien lo cruzara.

Una vez que terminé de cortar todas las ramas llegué a la entrada de lo que parecía ser un laberinto. En la puerta del laberinto que tenía forma de arco rezaba:

« Cuidado, una vez que te adentras al laberinto te resultará más difícil salir con vida. Adentro yace una bestia esperándote. »

«Esa bestia no logrará asustarme» dije para darme fuerzas y coraje.

El laberinto estaba echo de piedra, era un lugar que tenía varios caminos y sucesivas encrucijadas. En un momento perdí la noción del camino correcto, intentando encontrar alguno que me llevara más rápido al corazón del laberinto y así encontrar a la bestia.

Estaba lleno de pasadizos, trataba de hacer menos pero mis patas de caballo hacían bastante ruido y me impedían pasar desapercibido, «ya se habrá enterado la bestia que había entrado a su guarida» Pensé.

Me sentía perdido, sin encontrar una dirección. Sin poder ver el camino. Todo estaba oscuro. No podía encontrar la luz.
Me sentía desanimado sin saber hacia donde ir. Los muros tapaban mi visión. Eran murallas de mis pensamientos que no me dejaban pensar con claridad. Estaba atrapado en un callejón sin salida. Pocas veces me sentí tan perdido como lo estaba en ese momento. Sentía que estaba dando vueltas en círculos. Volviendo al mismo lugar una y otra vez. A este paso jamás encontraría a la bestia.

En ese momento sonó una dulce melodía. Miré al cielo y ahí estaba el cello de Klara. Aunque no creía en las señales ella me había demostrado que las cosas sucedían por algo. Escuchar su melodía y verla en las estrellas, era una clara señal de que estaba presente de alguna forma. Y eso, era justo lo que necesitaba. Sentir su compañía, era suficiente para seguir adelante.

Estaba sudando, no sabía con que me iba a encontrar. La bruja me dijo que era una bestia con cuernos de toro. Pero creo que lo dijo para asustarme.

«Por favor cómo va a existir una bestia... » dije en voz alta. Y sin darme cuenta apareció ante mis ojos un monstruo. Tenía cuerpo de hombre, parado en dos patas, su cabeza era la de un toro, poseía dos cuernos blancos.

-Si, que has nacido feo-le dijo Kristoff-Yo no seré gran cosa, pero tú definitivamente no eres agraciado mi querida bestia-se burló de su aspecto

A la bestia no le cayeron bien sus palabras. No le cayó bien que alguien haya irrumpido en su guarida. Así que empezó a bramar emitiendo un sonido que denotaba fastidio.

La bestia lo miró fijamente a los ojos mostrando toda su ira. Se lo quería comer con los ojos. Su impulso animal lo hizo ponerse en cuatro patas y comenzó a desafiarlo. Escarbó el suelo con sus patas delanteras mostrando su enojo. Luego cabeceó varias veces y llevó su hocico al suelo mostrándole sus cuernos que no tenía otro objetivo que embestirlo.

Kristoff estuvo atento a los movimientos del animal quien se preparaba para la embestida. «Terminemos esto rápido» Dijo mientras el animal se volvió hacia él.

Y en el momento en que el animal acometió su primera estocada. Fue demasiado veloz que Kristoff apenas pudo sacar su flecha para defenderse del ataque. Y el animal hizo que el centauro tropezara a punto de hacerlo caer. La flecha se le resbaló de las manos haciendo que se le caiga al suelo unos metros de distancia. No le dio tiempo de levantarlo que el toro volvió a desafiarlo repitiendo la estocada. El minotauro se le fue encima a Kristoff llevando sus cuernos a este tratando de clavárselo con cada embestida dirigida a su cuerpo de caballo.

-No me das opción, tendré que matarte-comentó Kristoff quien estaba con un pie apoyado en el suelo. Mientras retenía al animal tomándolo de los cuernos.

Dirigió sus cuernos hacia abajo con el que le dio un tiempo a Kristoff para poder levantarse. Éste sacó su espada y con su escudo comenzó a defenderse de las cornadas que el animal daba con violencia. Giraba alrededor de Kristoff tratando de atacar su cuerpo.

Kristoff hizo un pequeño amague falso y logró dominar al animal, quien se despistó y así logró tomarlo de nuevo de sus astas. Metió el estoque final, atravesó con su espada la boca del animal perforándole la cabeza y la bestia comenzó a desbordar sangre por la boca. Y para darle una muerte más rápida, Kristoff cortó su cabeza y luego lo metió a una bolsa. « Listo, trabajo terminado. Ahora toca volver a la cueva a liberar a Klara» Pensó

Después de superar el obstáculo y terminar con la bestia. Y cuando por fin salió de aquél laberinto. Pudo divisar el horizonte a lo lejos. Era tarde Kristoff retomó el camino de regreso a la cueva. Estaba un poco cansado y la oscuridad no lo dejaba reconocer el camino correcto. Prefirió descansar y se recostó en un árbol. Pensó que mejor era continuar de día ya que podría ver con más claridad el camino de vuelta a la cueva. Se recostó y cerró los ojos, esperando que la luz del nuevo día lo despertara.

Canción: Where the skies end-Starset







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