🎻 Kristoff 🎻

IV

" El sol se puso negro como tela de luto y la luna se volvió toda entera como sangre"

Apocalípsis 6:12

1800

Era una noche fría cuando los caballeros marchaban a la guerra. Goliat era un hombre poderoso, que combatía a capa y espada por su ejército y principalmente lo hacía por su familia. Aunque era admirado por sus súbditos, quería sentirse amado y admirado por su esposa. Con quién compartía la comarca hace mucho tiempo. De su unión nació Kristoff y su hermano Konstantín.

El destino para ellos ya estaba marcado, serían los que tendrían que llevar a adelante, la marcha de los soldados, enfrentar luchas y guerras como su padre. Se esperaba que lo llevaran a la perfección al igual que su padre Goliat lo había hecho.

Pero todo había cambiado los ejércitos se habían alineado, de tal manera que quedaban pocos aliados. No eran los suficientes para ganar una batalla. Había naciones enteras luchando en conjunto.

El ejército de Goliat no estaba en condiciones. Se debieron enfrentar a una guerra decisiva. La suerte de que ganasen eran mínimas. Goliat tuvo que hacer algo que él nunca hubiera querido hacer. Kristoff tenía por entonces 18 años. Estaba preparado para acompañar a su padre en la batalla. Pero Konstantín era muy chico para enfrentar una batalla de tal magnitud.

Konstantín al ver que su hermano participaría de la batalla, no quiso quedarse afuera. Y pidió estar con su hermano.

Goliat no quiso arriesgar la vida de su hijo más chico, que en ese momento era menor de edad. Ambos discutieron y Konstantín fue encerrado por la fuerza en un calabozo por orden de su padre.

Las relaciones entre padre e hijo fueron empeorando.
Entonces llegó el día de la guerra. En el que Goliat y Kristoff, llevarían las riendas del ejército. Y lucharán codo a codo.

La batalla había finalizado. La habían ganado pero no todo tuvo un final feliz. Porque había sido una guerra dura, cruda, y sangrienta. Los hombres volvieron arrastrándose, sobreviviendo, débiles y cansados, todos menos Goliat, quién no había tenido la misma suerte que su hijo Kristoff, había muerto en honor al Dios de la guerra. Y así fue recordado.

Le entregaron una medalla de honor por luchar por su nación. Una placa y un monumento fue alzado en honor a Goliat, hombre poderoso que luchó por su nación y por su familia.

Kristoff no encontró las cosas como quería. No las que el verdaderamente hubiera querido. Su hermano engaño a los guardias y escapó del calabozo. No sé sabía de su paradero.

Su madre había enfermado por la peste que venía de los pueblos vecinos de Polonia. Los destructores se habían ocupado de aniquilar a los enfermos de aquella población.

No había cura que la pudiera curar.
Solo era cuestión de tiempo para que muriera. Habían sacado estadísticas, que se debía a una fatal enfermedad de las ratas, aves, animales salvajes, fieras.

Hasta que en un recóndito lugar se escuchó por primera vez la palabra vampiro.

Konstantín seguía sin aparecer.
Los lugareños comentaban que se había unido a un ejército enemigo, otros que ahora formaba parte de los destructores.

Todos eran rumores y ninguna respuesta que aclaracen las dudas de Kristoff. Quien cada día estaba más preocupado por la salud de su madre, y cada día menos por el devenir de su hermano.

Habían pasado ya varios meses.
Las cosas habían empeorado.
Su madre estaba cada vez más pálida y delgada consumida por la enfermedad de la peste.

Y Kristoff se sentía cada vez más solo en esta batalla. Hasta que un día comenzó a rezar. El no creía que rezar le devolviera la vitalidad a su madre, pero por alguna razón lo hizo. Quizás pensaba que con ello, atraería alguna energía del más allá.

Comenzó a orar:

Oh, Dios, no sé si existes, pero por favor he cumplido con mis obligaciones de hijo y he fallado. Me siento un inútil por no poder hacer nada al respecto. Mi madre está muriendo. Mi padre ha muerto con honor. Mi hermano se ha ido. No me queda nada. Daría mi alma para que sea todo como antes.

Cuando mencionó estás últimas palabras. El cielo se oscureció. Como si alguien lo hubiera escuchado. Un rayo cayó del cielo iluminando con su esplandor la noche.

Kristoff miró con extrañeza el firmamento. Se había hecho de noche de repente.

« Vendrá una fuerte tormenta » Pensó mientras miraba el cielo oscureserce

Pero nada más parecido. Las cosas se sucedieron tan rápidas. Que cuando Kristoff quiso darse cuenta, un hombre de aspecto diabólico se le presentó y le ofreció cumplirle un deseo.

— Estoy aquí para cumplir tu deseo —anunció el extraño parado en frente de él

—¿A qué te refieres?— alcanzó a preguntar Kristoff sin creer lo que sus ojos estaban viendo

  —No hay tiempo, dime lo que deseas.

Kristoff pensó que era una oportunidad para volver a como estaba antes. No perdía nada con intentar.

  —Quiero...deseo que todo vuelva hacer como antes

—Sólo tienes que firmar con tu sangre este pacto, dijo el hombre extraño

Kristoff se cortó la mano con su navaja y la sangre comenzó a caer sobre el pergamino que le había dado el hombre.

—Lo malo de estos pactos — dijo el hombre vestido con una capa negra-.Es que la mayoría de las veces las personas que lo firman no lo leen

El hombre lo había engañado, había entregado su alma sin saber lo que le esperaba. Kristoff se abalanzó sobre el papel y lo rompió.

—¡Nooo! — gritó el hombre oscuro, convirtiéndose en fuego, de sus brazos brotaban llamas, sus ojos ardían como dos antorchas encendidas y enfurecidas

El odio extremo se apoderó del hombre satánico quien ardía en llamas. Kristoff miró asombrado la escena truculenta, quería escapar de las terribles garras de fuego, pero era demasiado tarde, un hilo de fuego lo envolvió, su cuerpo quedó atrapado en el abismo.

Empezó a arder con el fuego del mismísimo infierno. Después de que la tormenta había pasado.

Al día siguiente se despertó, había tenido un mal sueño, o más bien una pesadilla. Estaba sudando pero cuando quiso levantarse del suelo no pudo, su cuerpo le pesaba tanto como si tuviera encima un caballo. No podía mover sus piernas, no podía porque ya no los tenía, en vez de piernas tenía extremidades de caballo, se había convertido en un centauro.

La pesadilla no había terminado.
Su madre había fallecido. Y él era un animal salvaje, no sabía que hacer, tarde o temprano vendrían por él. Lo asesinarían porque era el destino que le tocaba a los monstruos. Ellos eran los malos. Las criaturas tenían que ser aniquiladas. Al igual que los vampiros.

Kristoff decidió huir lejos para que nadie lo viera de esa forma, se sentía tan solo y tan triste por el destino que le había tocado.

Canción: Harmaggedon - Apocalyptica

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