🎻 Hermano 🎻
XXV
“El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.”
Juan 2:10
Kristoff
Me despedí de Klara y me alejé de la cueva. Jamás pensé que tendría que matar a una bestia, jamás pensé que existieran. Pero en este mundo me podía esperar cualquier cosa. Empezando por mí.
Bueno, ahora Klara sabía lo que sentía por ella. Aunque no fue el momento adecuado. Bueno ningún momento lo es...
Mientras cruzaba el valle de las flores. Sentí la presencia extraña de alguien. Después de todo lo que había visto ya estaba un poco paranoico y todo lo que se movía me parecía extraño.
Le apunté con mi flecha y sentí un gran alivio cuando me dí cuenta que sólo era una ardilla. «No le puedes tener miedo a una ardilla, si vas a luchar con una bestia» Me dije.
Después de cruzar el valle de las flores, estaba tratando de divisar el sendero. Pero no veía ninguno. Quizás me había engañado y tal sendero no existía. «Maldita bruja» maldije «odio a las brujas»
Después pensé hay algo peor que una bruja. Si lo hay. Dije divisando el camino. De lejos pude ver a dos hombres. Y en este mundo, sabía que no eran humanos. No. Tampoco eran demonios.
¿Existe algo peor? Si, los vampiros.
Estaban demasiado cerca, y ya no tiempo para correr. Ya que había un solo camino y éstos estaban a pocos metros de mí, cuando me vieron se detuvieron. Comenzaron a discutir, estarían planeando con cuál de mis órganos se quedaría cada uno.
La sangre de un centauro también era poderosa, había escuchado que fue precisamente la sangre de un centauro la que mató a Hércules, un semidios. Me hubiera gustado que también funcionara con los vampiros. Pero este no era el caso.
Los vampiros se estaban acercando ¿Sería este mi final?
Konstantín
Estábamos cada vez más cerca de la cueva de la bruja. Pero a lo lejos divisamos una extraña criatura.
—¿Qué es eso? Es lo que creo que es...— dijo el príncipe señalando al centauro en medio del camino
—Si, es un centauro— dije—, pero no es alguien peligroso
—¿Cómo sabes?— preguntó el príncipe quién ya había puesto los ojos rojos en posición de ataque.
—Porque lo conozco— susurré—. Él es mi hermano.
—¿Cómo es posible?— comentó el príncipe — ¿Acaso tu hermano es una bestia?
—¡Él no es ninguna bestia!— repliqué
—En este mundo no hay espacio para otros seres que no sean vampiros, ya conoces las reglas.
—Si, las conozco
—Vivirás y matarás en nombre del mal. Y los vampiros son la única raza a la que debamos dejar con vida. El resto tiene que ser exterminado sin excepción—comentó el príncipe
—Pero él es mi hermano...— dije—, pero fue inútil.
Los ojos del príncipe ardían en llamas. Por sus ojos rojos y sus colmillos afilados sedientos de sangre. Me di cuenta que no cambiaría de opinión y estaba preparándose para atacar a Kristoff. Se largó a correr en dirección hacia él. Pero yo fuí tras él. Y lo empujé al suelo. Lo tomé con mis manos. Luego miré a Kristoff y él me reconoció.
—¿Konstantín? ¿Eres tú?— me preguntó Kristoff
—No es momento para hablar ahora...— Dije aún sosteniendo con todas mis fuerzas al príncipe— ¡Huye! —le grité— ¡Corre mientras puedas!
—Eres mi hermano, no te voy a dejar así— me dijo mientras se acercaba a nosotros.
—Sé defenderme solo. Vete antes de que te maten. — le contesté
Kristoff se dió cuenta que era un vampiro, que éramos vampiros y huyó espantado.
Ahora sólo éramos el príncipe y yo.
—Eres un maldito traidor— gritó el príncipe enfurecido—. Te protegí para que no murieras y así me pagas.
—Me convertiste en tu esclavo —le contesté alzando la voz — No somos libres, somos unos malditos vampiros chupasangre esclavos de la noche y la oscuridad.
— Estas vivo y deberías agradecerme por ello—se quejó—. Ahora debes morir por traicionarme
La lucha entre los vampiros había comenzado.
El príncipe se liberó de Konstantín y lo empujó con fuerza hacia uno de los árboles. Éste se golpeó la cabeza y quedó inconsciente unos minutos. El príncipe se acercó y apoyó su bota en su pecho. Sacó su espada afilada y en el momento que estaba por clavárselo. Konstantín recuperó el aliento y sostuvo la espada con sus dos manos. Hasta que sus manos comenzaron a sangrar.
—No vas a poder resistir más tiempo—dijo el príncipe mostrando una mueca maliciosa en sus labios
Konstantín sostuvo la espada y extrajo una visión de todas las muertes que había provocado esa espada. Sus ojos comenzaron a sangrar.
—¿Qué has visto?— Indagó el príncipe viendo que Konstantín había entrado en trance.
—He visto tu final— sentenció corriéndose a un lado mientras rodaba. La espada se clavó en la tierra.
La furia del príncipe iba en aumento. Lo corrió pero Konstantín fue más veloz y logró ocultarse detrás de un árbol. Pero su respiración agitada delataba su escondite.
—Ven a luchar, no te ocultes, pareces un cobarde— comentó el príncipe, mientras sujetaba la espada y miraba a ambos lados.
El príncipe se acercó al árbol donde Konstantín estaba escondido y cuando miró en su escondite, éste ya no estaba.
Y cuando retrocedió Konstantín lo sorprendió por detrás. Sujetándolo del cuello. El príncipe comenzó a asfixiarse y soltó la espada. Luego usó sus manos para liberarse. Konstantín supo que debía morderlo antes de que él lo mordiera primero.
—No puedes matarme, soy tu amo—gimió
—Yo no te mataré, el dolor de tus muertos lo hará— respondió Konstantín y le mordió el cuello y sus ojos comenzaron a sangrarle.
El príncipe sintió el dolor y la muerte de sus víctimas. Todos los que había matado, entraron como un rayo en su corazón y, este colapsó y explotó. Luego su cuerpo se volvió cenizas.
—Se llama dolor y muerte.
Konstantín sintió que se había sacado una mochila pesada de encima. Se sentía extrañamente libre. Sin dueño y sin rumbo. Luego se acordó que tenía que ir por Klara. Siguió el rastro a través de su aroma y encontró la cueva de la bruja.
—Bueno, ahora toca salvar a la reina.
Estaba por amanecer. Konstantín se convertió en murciélago y entró a la cueva.
Canción: Centuries —Fall Out Boy
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top