🎻Flor🎻
XXII
“El amor, cuando cabe en una sola flor, es infinito.”
Antonio Porchia
Kristoff
Klara y yo despertamos con los rayos del sol. Bueno yo fuí el único que se despertó con eso. Ella seguía adentro del agujero del árbol. Antes de salir a cazar, le avisé que no se moviera hasta que yo volviera.
Era el único que conoce el camino a la cueva.Había que tener mucho cuidado. Hace mucho tiempo, había ido. Pero preferiría no traspasar las tierras de la bruja. He escuchado que los que han entrado a la cueva no han sobrevivido. En realidad no han salido jamás.
Temo que eso le pase a Klara. Pero ella está segura de lo que quiere hacer. Así que no la detendré.
Esas tierras están maldecidas por un poder oscuro. Hubo una masacre. Y han muerto muchas brujas. Dicen que una sobrevivió y se quedó con el alma de todas. No sé si es cierto pero no me quiero quedar a descubrirlo.
He tratado de convencer a Klara, de que dejemos las cosas como estaba. Pero ella se ha sentido muy culpable por haber olvidado su instrumento en aquel árbol. En parte también es un poco mi culpa. Por eso decidí acompañarla.
No me gusta nada que vayamos a la cueva. Tengo un mal presentimiento igual que Klara. Pero no quise darle la razón para no preocuparla. Si fuera por mí, le hubiera dicho que dejemos las cosas como están. Y que escáparamos juntos. Pero sé que eso nunca va a pasar. Así que nunca se lo dije.
Estos días ha estado bastante molesta, mis chistes no le agradan. Quizás sea verdad que sean un poco malos. Aunque he estado mucho tiempo divagando en esta tierra solo. No me arrepiento de haberme quedado al lado de Klara. La primera vez que la ví. Ella es más valiente que yo, el querer enfrentar a la bruja sola, y está bien porque ella puede hacerlo. Yo sólo la acompañaría hasta la cueva.
Si, antes fuí un guerrero. Pero eso no significa que sea un héroe. El único héroe fue mi padre. Él luchaba por todos. Yo nunca entré a la cueva. Y tampoco maté al tigre que persiguió a Klara esa noche.
Ella es la valiente de esta historia, ella es la única que puede lograrlo. Y si mata a la bruja, ella se convertirá en mi heroína.
En realidad salí a caminar. Me gusta estar un rato solo para pensar las cosas que me pasan. También necesito tomar un poco de sol y asearme... Faltaba poco para llegar a la cueva. Pero estábamos demasiado cerca y teníamos que empezar a tener cuidado.
Mis pasos seguían los suyos. Ya no podría dejarla sola. Ella a veces era mi brújula cuando me sentía perdido en este extraño mundo. Ahora ya no estaba solo. La tenía a ella.
Me aterraba que ahora que estaba bien el mundo se acabara. El fin del mundo estaba cerca y nadie podía detenerlo. Lo podía presentir al igual que Klara. Pero no quería asustarla. Y no quería parecer débil frente a sus ojos. Yo sólo quería que se sintiera bien a mi lado.
Lo sé, para todo hay un final. No quería pensar en eso. Pero cada vez que nos acercábamos a la cueva de la bruja, surgían oscuros presentimientos de que algo malo iba a pasar. Tenía que aceptar que la vida era así. Cuando llega su final. Sólo queda un vacío y no dejas de caer en él.
Dejé de pensar. Me distraje en el camino y me encontré un valle de flores. Arranqué una flor para Klara. No soy un romántico pero creo que una flor no se le niega a nadie y menos a un ruiseñor.
Luego volví porque este valle estaba un poco solitario, no había animales para cazar. Era mejor irnos rápido. Sólo quedaba atravesar el valle de las flores y ya estábamos en tierras de la bruja, y su cueva oculta en algún agujero.
Cuando volví Klara seguía durmiendo.
—¿Estas dormida?
—Claro que no, sólo tenía los ojos cerrados, me dijiste que te esperara, ¿ya podemos irnos? — me contestó
—¿Cómo amanecimos hoy?
Mi pregunta le causó gracia. Sabía que tenía un doble sentido. Ahora que tenía una sonrisa en la cara, continúe con mi cortejo.
—Si, ya nos vamos, pero te traje un regalo...
Klara me miró sorprendida y se sonrojó.
—Enserio... ¿Para mí? —gritó emocionada
—Si, para quien más — dije burlón
Klara
Kristoff extendió su mano y me entregó una flor de color rosa. Jamás imaginé tal detalle de su parte. Pensaba que no era romántico y no le gustaban esas cosas cursis. Pero me sorprendió cuando me trajo esa flor, ha sido muy lindo de su parte.
Ahora me siento un poco mal, de haberlo tratado así. Él siempre trata de sacarme una sonrisa y siempre lo logra.
—Gracias, no me lo esperaba —digo y tomo la flor. —Tiene rico olor —huelo
—Será porque me bañé —acotó Kristoff
—Es muy lindo —digo mirándolo a los ojos
—¿Quién yo?
Me hizo reír otra vez.
—No, la flor —digo sarcástica
—Ya sabía... — me dice
Sigo mirándolo a los ojos esperando que se diera cuenta que yo tenía ganas de besarlo. Pero él miró hacia abajo, tenía una mirada triste como si algo le preocupara.
—Ya podemos irnos —me dijo y se colocó su casco
—Si, debemos irnos... —respondí y me volví ruiseñor
Él dijo que sólo nos faltaba atravesar un valle de flores y estaríamos más cerca que nunca.
Cuando cruzamos el valle de flores, la tierra se había vuelto extraña y oscura. El cielo se volvió rojo. El crepúsculo comenzó asomarse. El sol se alejó y la luna no tardó en aparecer.
—Debemos tener cuidado, hay muchas trampas —dijo Kristoff
—Te olvidas que puedo ver en la oscuridad —contesté
—Si, pero yo no...
Me apené y le dije que me siguiera. Pero que me indicara el camino y yo trataría de no hacerlo caer en una trampa.
Él me iba indicando el camino.
—Ya estamos cerca —comentó
—¿Dónde está la cueva? —pregunté ansiosa
—Estoy seguro... que estamos cerca—dijo Kristoff mientras miraba para todos lados. Luego pudo divisar un lugar —Es, es ahí... —señaló con su índice.
Era un lugar oscuro. La entrada de la cueva. Habíamos llegado.
—Acerquémonos —dije
—Espera, hay alguien ahí, está atado con una cadena, debemos acercarnos con mucho cuidado...Puede ser una trampa.
Kristoff tenía razón, había un hombre, en su cuello tenía atado una cadena, como si fuera un animal. Cuando estuvimos bastante cerca como para verle la cara este tenía forma humana pero sus ojos eran oscuros, negro como la noche.
—¿Quién eres? o ¿Qué eres? —pregunté mirando que no era humano
—El hombre nos miró con sus ojos negros.
—Tú, debes ser Klara, te están esperando... —dijo el extraño
Cómo sabía mi nombre.
—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién me está esperando?
—La bruja.
Kristoff me miró preocupado, yo lo miré y le dije que me esperara. Que la bruja estaba esperándome, y que la única forma de acabar con todo esto era enfrentándola. No sé lo que me esperaba ahí adentro. Pero estaba a punto de averiguarlo.
Canción: En route to Mayhem—Apocalyptica
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