Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que había seres extraños, fantásticos como Vampiros, brujas; Hombres mitad caballo y hombres mitad toro; Demonios que antes habían sido humanos, ángeles que antes habían servido a Dios ahora servían a Lucifer. Divididos en tribus, luchaban motivados por el poder, por la maldad, por la sangre y hermandad.

Algunos cazaban durante el día. Otros durante la noche. Todos querían sobrevivir. Pero nadie quería que el resto que no sea de su tribu viviera. Nadie quería la paz. Dicen que una vez nació una niña llamada Klara. Le gustaba tocar el cello. Nació en un mundo extraño y sobrevivió a pesar de todo. Ella tocaba en la iglesia y por ello la consideraban del clérigo. Cuando quisieron matarla por enfermar de una peste que azotaba su pueblo. Dios y principalmente Lucifer no dejaron que muriera. Ella se salvó de morir en la hoguera cómo lo hicieron muchas brujas. Convertida en vampiro un día despertó después de doscientos años. Aunque no recordaba nada, de a poco lo fue haciendo. Se despertó en un mundo extraño. Había olvidado su antigua vida y había vuelto a nacer en una criatura nocturna. Cuando despertó pensó que eso era el cielo o quizás el infierno. No podía distinguirlos. Su camino lo fue descubriendo acompañada de un ser mitológico, un centauro, quien la había encontrado en su tumba cuando esta dormía y decidió esperar a que despertara. Él centauro le enseñó su mundo y descubrió el suyo. Se hicieron amigos y su amistad se convirtió en amor. Ella anhelaba descubrir el amor ya que había visto a cupido en sueños, pero lo consideró una fantasía y está se hizo realidad. Comprendió que los sueños pueden ser lo único real que exista. Aprendió que no puede existir el mal sin el bien. Que primero tiene que haber oscuridad para que pueda existir la luz. Y que la vida continúa aunque sigamos durmiendo. También dicen que Klara después de convertirse en la reina de los vampiros, y como intermediaria del bien y del mal, hizo un pacto con Dios. Que tanto los humanos como los seres extraños o fantásticos pudieran vivir en paz y en comunidad. Quizás ahora estén ocultos bajo máscaras humanas, pero cuando se vean a los ojos podrán reconocerse.